El miércoles 28 de marzo, María y yo enrumbamos a tierra
cajachas. Había coordinado con muchos amigos para poder reservar un buen hotel
y una camioneta para visitar diversos lugares de Cajamarca, con muchos lugares
escondidos aún. La reservación la hicimos en el Hotel El Cabildo. Habíamos
planificado alquilar la camioneta por los tres primeros días, pues el cuarto
íbamos a recorrer la ciudad por sus portadas y casonas. Nuestro plan era
conocer algunos lugares de los cuales hemos oído mucho como Celendín o llevar a
María a conocer algunos ancestrales como Kuntur Wasi, cerca de San Pablo que
fue nuestro primer objetivo. Cajamarca es una ciudad que apostó hasta el exceso
a la minería, y se olvidó o postergó todas aquellas actividades por las cuales también
era conocida. El turismo dependía mucho de tener sus hoteles llenos de mineros
y se olvidaron de los turistas que aman la naturaleza, la buena comida natural,
el paisaje, la artesanía, la buena calidad de vida.
Luego de haber tomado un suculento desayuno y de habernos
instalado en el hotel, tras nuestro viaje nocturno, esperamos al Sr. Cieza que
no iba a alcanzar la camioneta. Luego de haber visto todos los detalles del
contrato y la camioneta, nos fuimos a llenar el tanque para poder salir lo más
pronto posible. Pedimos algunos datos y nos fuimos a Metro a comprar algunas
cosas para el camino, prácticamente nuestro almuerzo. Salimos en dirección a
Porcón, pues era la ruta natural. Sin embargo, por una confusión nos dirigimos
hacia Hualgayoc, zona minera que se ubica a 79 kilómetros. La zona es minera y
famosa por sus quesos; pero ese no era nuestro objetivo. Previamente, en el
camino nos detuvimos en Porcón Bajo para ver un simpático desfile de cruces
ingeniosas, zona por la que es conocida a nivel nacional por este tipo de
celebraciones. Tras haber pasado el
ingreso a Porcón alto, seguimos el camino con la idea de que íbamos en el
sendero correcto. Felizmente, en la ruta preguntamos a un conductor quien nos
dio la información correcta; teníamos que desandar lo caminado y retornar hasta
la entrada de Porcón. Eso hicimos: retomamos la ruta de Porcón; luego vemos el
desvío hacia la granja y la continuidad hacia San Pablo. Una de las cosas que
nos impresionó era ver la cantidad de cerros y colinas completamente desnudas,
sin vegetación, producto de la extracción del oro. No sé si lograrán
reforestarse.Tengo entendido que la comunidad de Porcón negoció algunas
hectáreas de sus famosos bosques de pino para que sean usadas para la
explotación minera. El espectáculo era un poco desolador. Ya en el camino la
lluvia volvió a caer. Felizmente íbamos en camioneta, pues el aguacero estaba
causando algunos problemas con la carretera que estaba un poco dañada. Sin embargo, eso no impedía ver el paisaje nuboso en la carretera por lo que varias veces hicimos un alto.Nos
habían advertido que era zona de niebla y lo que vimos valido lo dicho. Al
principio nos recibió una lluvia intensa una vez llegados a San Pablo, ya a un
paso de Kuntur Wasi. Pensábamos que nuestra visita a las ruinas se iba a
cancelar por lo denso de la lluvia. Entramos al museo para conocer la historia
de este importante sitio arqueológico y recorrer las pequeñas instalaciones que
han mejorado de la última vez que estuve en el año nuevo del 2009 al 2010. Este
sitio lo he visitado ya tres veces. Las primeras veces, la visita era
prácticamente en soledad, pues el acceso era difícil, sea por San Pablo o el
otro acceso que se hacía más largo. La primera visita fue bastante interesante:
el museo estaba casi recién inaugurado y usé la misma vía; pero el retorno fue
por Chilete. En el camino de retorno, vi una mina abandonada. La visita a San
Pablo fue interesante, pues pude visitar su cementerio muy variopinto, además
de ver el monumento erigido al costado del camposanto para conmemorar el
triunfo de esta batalla durante la ocupación chilena en el Norte peruano (http://gdp1879.blogspot.pe/2013/07/parte-de-santillan.html)
(http://www.cajamarca-sucesos.com/efemerides/batalla_de_san_pablo/el-cupo.htm)
y una muy conmovedora, pues comprometió a varios estudiantes de un colegio de
la localidad (https://diariocorreo.pe/columnista-web/san-pablo-cuando-los-escolares-pelearon-602308/).
San Pablo de Chalaques es una localidad muy bonita, tranquila; sin embargo, la
niebla no nos permitió ver el tamaño de la ciudad desde las alturas. El
atractivo de la zona era Kuntur Wasi; nos dirigimos hacia el sitio arqueológico,
bajo la lluvia. De pronto la lluvia cesó momentáneamente. Dejamos la camioneta
a la entrada del museo y vi con satisfacción que había más vehículos y varias
personas que se dirigían o salían del sitio. Buen síntoma. Me apena que museos
tan interesantes como, por ejemplo, el de Leimebamba, extraordinario museo de
Amazonas, tengan tan pocas visitas anuales, lo que hace su sostenimiento un
poco difícil en un mundo en el que prima la rentabilidad y el lucro.
Entramos al Museo: como primer paso, se nos pidió ver un
video en el que mostraba los descubrimientos y los avances de este lugar. De
ahí pasamos a ver la colección que tiene el museo entre huacos, monumentos
líticos (que merecen estar mejor ubicados como los tiene el Museo de Chavín de
Huántar) y su colección de objetos de oro, ahora celosamente guardados en una
sala especial con luz tenue. La primera oportunidad no tenía esos detalles. Se
nos pidió no tomar fotos en dicha zona, pero hubo un grupo de jóvenes que hizo
caso omiso a la instrucción. Tenemos problemas por respetar reglas, ¿o será que
no entienden los mensajes? La sección que muestra los ceramios, diversos huacos
restaurados son interesantes: muchos tienen rasgos felínicos, y son cromáticos;
se ve la influencia chavinoide; hay delicadas piezas que representan rostros
humanos fusionados con feroces felinos de los Andes peruanos; es el hábitat de
esta cultura. El uso de la piedra y hueso era frecuente. La sección de oro
tiene piezas muy interesantes. Una vez culminada la visita al museo, procedimos
ir a las ruinas. La lluvia amainó y pudimos subir hacia el sitio, pero rodeados
de una densa niebla. A medida que nos acercábamos al sitio, la niebla despejó,
nos hizo una tregua. Pagamos la entrada al sitio (el pago es por separado) y
subimos a ver los cambios hechos en los últimos años. Una cultura lítica que
recién se está estudiando en su dimensión. (http://www.arqueotur.org/yacimientos/complejo-ceremonial-kuntur-wasi-y-museo-de-sitio.html)
Terminada la visita al lugar, procedimos a descender y nuevamente la niebla nos
envolvió un poco, el paisaje era alucinante. Ya llegando a la camioneta,
comenzó a llover.
Nos percatamos que uno de nuestros faros neblineros estaba
dañado. Un amable policía nos ayudó a colocarlo con el fin de no causar un
corto circuito. Fuimos a San Pablo, a la Plaza de Armas a comer un sánguche y
tomar una cerveza. Nos tocaba el camino de retorno. María condujo hacia
Cajamarca. La lluvia retornaba de vez en cuando. Decidimos regresar temprano
para poder guardar la camioneta, cenar temprano y ver algo de la ciudad.
Llegamos a las 6 pm. Luego de una ducha, nos fuimos a hacer las famosas visitas
de 6 o 7 iglesias. Entramos a algunas, siendo la que mostró más actividad, la
Recoleta. esta estaba primorosamente iluminada y estaba en pleno movimiento; mientras que la Catedral y San Francisco permanecían oscuras. El parque que está al frente de la iglesia Recoleta tiene intensa actividad de
grupos de jóvenes danzarines de saya y otros ritmos. Pese a la lluvia
incipiente, seguían con sus ensayos al aire libre. También ingresamos por la
puerta lateral de la Iglesia de la Concepción, o de las monjas; la iglesia
estaba en reparación; el último día íbamos a entrar parcialmente a su claustro.
De ahí nos fuimos a cenar a una simpática pizzería cerca del hotel y de la
Plaza de Armas.
Fue tanta la pizza que la guardamos para el día siguiente, que
la íbamos a necesitar. Fin del Jueves Santo.
https://www.youtube.com/watch?v=n2GzuB-Ox0o