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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

domingo, 26 de febrero de 2017

LA VIDA COMO RATING (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 26 DE FEBRERO)

Informar es una de las funciones obligatorias, por no decir la principal, que cumplen cotidianamente los medios de comunicación con el fin de tener al tanto a la comunidad sobre diversos acontecimientos que suceden en nuestra localidad. Cumplen, así, con los derechos de los ciudadanos a la información, al conocimiento de su entorno, y contribuyen indirectamente en la educación de una sociedad. Son, además, forjadores de la conciencia política, cultural y social de sus habitantes. Los espacios físicos y virtuales de un medio se convierten en lugar de debate público y son también una vitrina de los acontecimientos relevantes de todo tipo de los diversos hechos e incidentes que suceden en nuestra ciudad, país y el mundo. Han ayudado y ayudan a desenmascarar actos delictivos de todo nivel, como el que venimos viviendo todos los peruanos con la escandalosa corrupción del grupo Odebrecht en el mundo político en todos sus estratos. Por eso, es el cuarto poder. Alta responsabilidad además.
Hay algunos hechos, los luctuosos, que llenan los diarios y se han convertido en una parte relevante en la estructuración cotidiana de muchos medios de la localidad, el país y el mundo. Se convierten en su primera plana con el fin de resaltar, pensemos optimistamente, la escalada de violencia de nuestra ciudad. En el mundo del periodismo se sabe que el tratamiento de una noticia debe de ser lo más objetiva posible; sin embargo, el prisma con que abordamos tal o cual acontecimiento no deja de tener una perspectiva personal. Si uno ve un film como Rashomon del maestro Kurosawa, podrá constatar que un incidente cualquiera recibe percepciones diferentes que no dejan de ser parte importante de la verdad como un todo.
Cuando la noticia que se ofrece recibe una fuerte distorsión que va más allá del simple hecho de informar y manifiesta una intención abiertamente reñida contra la ética profesional, la comunidad debe de sancionar y manifestar su abierto rechazo ante la burda manipulación de la verdad. El hecho como la muerte de un niño existe, pero se convierte en un espectáculo circense para modelar el morbo de una población ya deformada por el tosco tratamiento de este tipo de noticias. El ser humano es mostrado en una vitrina para el torcido gusto de cierto público y convierte al personaje de tal o cual evento en una cifra más de un sistema cuyo motor económico es el dolor y sangre en este tipo de medios. La contribución de estos medios es nimia, escasa, nula; pues coadyuva a formar la conciencia de una población escasa de valores edificantes. Si queremos verlo desde una perspectiva negativa, sí redunda una autopercepción de clase contra la cual la educación, las corrientes preventivas contra la violencia y propuestas por mejorar la calidad de vida de las personas se oponen.

En la novela Tinta Roja del escritor chileno Alberto Fuguet, el periodista Faúndez, principal redactor de un diario amarillista, decía que estos diarios eran la columna social de los estratos más deprimidos. Esta lógica sigue siendo vigente.

domingo, 19 de febrero de 2017

CIUDAD ENFERMA (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DE TRUJILLO 19 DE FEBRERO)

Las primeras manifestaciones vivas, rápidas y directas que tiene un visitante de una ciudad son su sistema vial y en el manejo de sus ruidos. A través de estas, el foráneo tiene una radiografía inevitablemente fortuita de sus habitantes, pues son las maneras y convenciones cómo los ciudadanos, Trujillo en este caso, nos interrelacionamos diariamente.
He tenido oportunidades de constatar cuál es la primera impresión que algunos visitantes se llevan de la ciudad. Recuerdo una ciudadana norteamericana invitada para una conferencia en una universidad local y su reacción nos sorprendió mucho; desde el taxi que la recogió del aeropuerto hasta su retorno al terminal aéreo para regresar a su país estuvo aterrada durante el trayecto o cuando iba por nuestras pistas y calles: la intrepidez insana de los conductores, el estado deplorable de muchos vehículos de transporte público o privado, el uso indiscriminado del claxon y las radios a todo volumen, más el caos la aterrorizaron.
El retiro de más de doscientos microbuses vetustos es un grano de arena en el caos vial actual, pero es un buen comienzo. Hay gente interesada que estas operaciones no se lleven a cabo, sea por demagogia o por intereses económicos mezquinos. Los plazos para su retiro han sido negociados por diversas tiendas políticas no en beneficio de la ciudad, sino en la contabilización de votos o la posibilidad, que ahora cabe, de actos corruptos oscuros que pudieran haber beneficiado a una u otra parte. La liberalización del transporte por el fujimorato ha tomado caminos dentro de un concepto de libre mercado que nos está dejando estos monstruos incontrolables. Y esas mismas hidras económicas hacen inválidas diversas ordenanzas para regularizar el tránsito de nuestra sufrida ciudad. Un ejemplo: cada vez es más frecuente ver mototaxis que ingresan osadamente por la periferia del centro histórico, muchas de ellas portando calcomanías que las ubican bajo un paraguas de grupos de extorsionadores. A través de esta maraña también salta el fantasma de la corrupción al ver entes del poder judicial emitiendo amparos judiciales a líneas de transporte o, lo más terrible, la posibilidad de circulación de choferes que acarrean varias multas en su haber. Recuerdo que hubo el caso, entre varios, de un chofer que atropelló a varias personas e, incluso, mató a una anciana, y el criminal seguía conduciendo, aduciendo que era el pan que llevaba a sus hijos diariamente. La extorsión de los sentimientos es algo que los peruanos sabemos trabajar en contra de nosotros mismos.

La Municipalidad debe de crear un buen servicio público “público”, no privado que solo buscan lucro y pocas veces se preocupan del usuario o peatón. Esperamos el día en que solo halla buses articulados, tranvías modernos o un metro que saquen de circulación a tanto vehículo pequeño (buses, micros y combis) contaminante (ruido y esmog) y arma asesina potencial en mano de tanto chofer inescrupuloso. Larga marcha.

domingo, 12 de febrero de 2017

ORFANDAD POLÍTICA (TEXTO REFLEXIVO A RAÍZ DE LA CONVERSACIÓN TELEVISIVA DEL DÍA VIERNES 10 DE FEBRERO; PUBLICADO DIARIO CORREO MARTES 14 DE FEBRERO)

Las secuelas de Odebrecht siguen barriendo con el panorama político de nuestro país y de muchos vecinos; esta semana nos ha dado la sorpresa anunciada que el ex presidente Alejandro Toledo tiene orden de captura y, como en el lejano Oeste norteamericano, su cabeza tiene precio. Ya se encuentra huyendo hacia Israel y es posible que se le niegue la entrada. La degradación de todo el aparato político peruano llega hasta el hecho de que nuestros pasados y actuales líderes puedan ser considerados delincuentes de cata mayor en este terremoto que aún se está quedando en el dominio de lo político, ya que luego, como debe corresponder en oportunidades como estas, debería pasar al campo económico (empresarial), comunicacional (periodistas y medios) y todos los otros que hayan sido tocados por los tentáculos de la corrupción.
Dos hechos son trascendentes en la historia de la corrupción política en nuestro país en estas dos décadas recientes: los famosos Vladivideos que desenmascararon a cientos de personalidades políticas, financieras, empresariales, mediáticas, artísticas e, incluso, deportivas. El alud fue incontenible y tumbaron el debilitado fujimorato que concluyó con la huida y la renuncia de Alberto Fujimori desde Japón. Muchos videos quedan aún por conocerse y duermen el sueño de los justos. Y ahora tenemos en nuestras manos Odebrecht; los destapes recientes solo están mostrando la punta del iceberg de una larga presencia en nuestro país desde el gobierno de Morales Bermúdez en adelante.
Toda la clase política, tanto personas como partidos, parece estar involucrada de una manera u otra. Es una excelente oportunidad para que nuestra sociedad se despercuda de estas lacras que no solo afectan la moral y ética de nuestra sociedad, sino todo el coste económico para un país carente de sistemas de salud, educación, seguridad y de transporte dignos para todos los peruanos. Una lástima que las prescripciones hayan sido la herramienta que más de un delincuente de corbata ha empleado para salir amparado de la justicia. Contamos con un aparato judicial y un poder congresal totalmente sesgados, que pueden impedir que la búsqueda de corruptos no se limite a los personajes que, en cierta manera, son débiles por carecer de representatividad gubernamental en la actualidad. Pero el escándalo es mayúsculo.
El panorama se presenta sombrío y entramos en un proceso de orfandad; pero es el momento de la sociedad civil que se comience a manifestar con fuerza. Los líderes, salvo pocos, tienen escasa legitimidad para opinar; el APRA, partido antiguo, está pasando por un fuerte crisis interna provocada, por qué no, por los destapes de las últimas décadas y que van a ahondarse. Queda pues recomponer los partidos políticos en los que haya una verdadera democracia y transparencia; creación de faros ciudadanos con participación activa de instituciones cívicas y colectivos creados en las últimas décadas; y participación indirecta de universidades y colegios profesionales, fuente (creo) de la inteligentsia de nuestro país. Oportunidad histórica.

domingo, 5 de febrero de 2017

DESNUDEZ TOTAL (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 05 FEBRERO 2017)

Lo sucedido el último jueves 02 en Trujillo desnudó totalmente a toda una ciudad de casi un millón de habitantes que teóricamente debería haber tenido una capacidad de respuesta más efectiva ante este fenómeno pluvial ocurrido, puesto que hasta hace menos de un año la ciudad y la Región entera estuvieron ejecutando diversas obras de prevención ante un fuerte fenómeno del Niño ampliamente voceado durante el 2015, tanto así que diversas actividades fueron elevadas a alerta amarilla, como sucedió con el año escolar en todo el Norte peruano. El fenómeno en sí se manifestó levemente y no tuvo el temido impacto que iba a golpear toda actividad humana en el Norte y específicamente nuestra Región y ciudad. Los efectos se vivieron en otras regiones del planeta. Uno al leer los diarios  de esos meses puede obtener información que da cuenta de las obras planificadas (algunas quedaron inconclusas, parece ser) e informes de monitoreo que iban y venían sobre las medidas preventivas que se hacían para el agro y sistema vial departamental, así como las que se iban tomando en una urbe que guarda en sus recuerdos los daños infligidos sobre sus habitantes en 1982 y 1998. Las autoridades de entonces estuvieron alerta hasta declararse oficialmente culminado en el mes de mayo del año pasado. Ergo, todo el país mantuvo, en teoría, su atención y precaución ante una grave ocurrencia hasta hace ocho meses.
Sin embargo, casi medio año después, lluvias de regular intensidad (no son las que un mega Niño trae) han mostrado de manera abrupta que todas aquellas voceadas prevenciones no han cumplido con su objetivo. El Estado había destinado una buena partida presupuestaria para ser ejecutada por el Estado mismo, los Gobiernos regionales y locales. El Gobierno de ese entonces había destinado presupuestos para medidas preventivas durante el 2015 y para reconstrucción en el 2016. El dinero estaba destinado a limpiar y mejorar de cauces de ríos, construcción de muros de contención, sistema vial, entre otros. Los resultados no pueden ser tan buenos si hemos tenido esta situación casi desastrosa que estamos viviendo y que tiende a agravarse. La pregunta es qué se hizo.
Lo de Trujillo como ciudad sí es lamentable. Las lluvias desnudan una gran verdad: nuestro sistema vial va camino al colapso. Entre rompemuelles y la carencia de drenes, la ciudad se convierte en un gran charco que incrementa la molestia por la lenta evaporación de las aguas estancadas y el peligro latente de un rebrote de las no pocas enfermedades endémicas de la Región, como el dengue. Pero además están los ciudadanos que somos poco conscientes de cómo actuar en estas situaciones: el caos generado en el tráfico casi rayano al salvajismo es una muestra de lo poco preparados, en general, que estamos. Los trujillanos nos convertimos, a la larga, en una gran parte del problema. Vayamos a cambios necesarios de estructuras sociales y mentales.