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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 18 de julio de 2021

PERÚ Y FRANCIA (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 18 DE JULIO)


El pasado miércoles Francia celebró su fiesta nacional. Conmemoración de una fuerte carga política, social y cultural que marcó el fin de una era y el inicio de una nueva. Aunque la toma de Bastilla no fue un hecho trascendental desde el punto de vista militar, sí lo va a ser desde la perspectiva del pensamiento como un cambio copernicano de la condición humana que, como estamos viendo recientemente, se pone en peligro ante posiciones radicales, ultraístas y fanáticas.

Las instituciones en las que hice mis estudios escolares y universitarios eran de origen francés. La Revolución Francesa masificó la educación básica para que todos individuos conozcan el espíritu de la nueva república y se conviertan en ciudadanos. Una vez que España abandonó nuestro territorio, muchas instituciones funcionaron con una suerte de inercia; hubo necesidad de armar todo el sistema legal, administrativo y ejecutivo de la joven nación. Los conceptos planteados en El contrato social de Rousseau comenzaron a moldear las nuevas repúblicas, desechando las ideas monárquicas que merodeaban en nuestras novísimas naciones. Cabe recalcar, además, que fueron las invasiones napoleónicas las que aceleraron las gestas independistas hispanoamericanas. Hubo un constructo legal que fue adoptado y que permanece hasta nuestros días con ciertas modificaciones: el Código Napoleónico que inspira nuestra inicial Constitución y es base de nuestro aparato legal. La Alianza Francesa hizo tres conferencias en torno a estos momentos gestados por la figura muy polémica de Napoleón por el bicentenario de su muerte. Luego serían la salud, educación, la policía y fuerzas armadas las que serían reorganizadas a través de misiones francesas. Y con ellas llegó la cultura y arte de esa nación: ciencias, arquitectura, fotografía, gastronomía, cinematografía. Desde tiempos virreinales, nuestro país estuvo en el imaginario de la sociedad francesa. Vale un Perú, frase con una carga emotiva, hizo que nuestro pasado precolombino sea visto con cierta visión idílica exagerada como lo refleja la ópera Las Indias Galantes de Rameau, en la que el amor huye de una Europa codiciosa hacia lugares exóticos idealizados como China, Turquía, Norteamérica y, por supuesto, el Perú. Su literatura nos vio como el espacio en el que los ideales de su Revolución se encarnaron en un general peruano que frecuentaba al marqués De la Mole, conocido de Julien Sorel, el principal protagonista de la novela Rojo y negro de Stendhal. O la visión especial de Louis Baudin, autor de El imperio socialista de los incas, que hace una relectura interesante de las sociedades precolombinas y de América Latina; algo que en cierta manera se verá un poco en el libro Civilizaciones de Laurent Binet. Flora Tristán y su nieto, Gauguin, estuvieron por aquí. Vallejo está en Montmartre; París fue gestora del boom latinoamericano. Los DDHH, grandes conceptos del siglo XX, están aún pendientes en nuestra agenda.

domingo, 14 de julio de 2019

FRANCIA (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DE TRUJILLO 14 DE JULIO)


14 de julio de 1789. La toma de la Bastilla. Este incidente cambió la historia de la humanidad. La sociedad francesa, estratificada de manera inamovible y por derecho divino, había entrado en una fase de no retorno. Entre la nobleza francesa y el pueblo llano había crecido una brecha insalvable, con derechos incuestionables y, para la actualidad, inauditos adquiridos por aquella desde el medioevo. Muchos de estos derechos rayaban con el absurdo y eran validados solo por la idea de que su estatus era certificado por la iglesia de entonces. La educación y la difusión de ideas fueron las principales herramientas que permitieron este vuelco en la humanidad. Las ideas de los hombres y mujeres del Siglo de las Luces comenzaron a calar en una sociedad insatisfecha y harta de vejámenes tolerados por un sistema legal inalterable; las ideas se expandieron como pólvora, no solo en Europa, sino en las colonias americanas que estaban bajo el yugo español. Los poderosos conceptos generados por pensadores sociales y filósofos como Rousseau o Voltaire habían rendido su fruto con la independencia de los Estados Unidos y se expandían como un rayo entre los intelectuales de las entonces inquietas colonias americanas. La nueva Constitución del nuevo Estado francés desafiaba los arcaicos conceptos de la persona y ciudadano. La base de la nueva república se asentaba en tres palabras: libertad, igualdad y fraternidad.
230 años después, muchas de las ideas engendradas en esta revolución movilizan a la humanidad en general. La libertad de todo tipo es el punto de partida de muchas sociedades y es apreciada y defendida, incluso, de manera constitucional en todo país civilizado y grupo humano que espera que esta no quede como una palabra cargada de buenas intenciones, sino una entelequia a la cual aspiran todos los hombres del planeta. La igualdad acompaña innegablemente a la libertad. No una igualdad abstracta, sino una que permita a toda persona tener acceso a todo aquello que el derecho le confiere: la salud, educación, alimentación y seguridad. Y todo esto se logra cuando se ve al próximo como un integrante de la gran familia que es la humanidad: la fraternidad. Sin embargo, si vemos los momentos por los que atraviesa nuestro país, estas tres grandes ideas están ausentes en muchos espacios y momentos de nuestra sociedad. La corrupción política y económica son algunas de las causales de su impedimento; pues, a causa de estas, se les niega a muchos ciudadanos una vida mejor en salud, en educación, en una sociedad que luche por la equidad. Están también las reivindicaciones de muchos peruanos y peruanas marginados por diversas razones: sociales, culturales, raciales, lingüísticas, religiosas, opciones sexuales. Un gran abanico de injusticias por no tratar al otro con sentido de igualdad y no respetando su libertad.
Pero, la ola que desató Francia ese 14 de julio es bastante difícil que se detenga. Y esperemos que así sea.

lunes, 16 de julio de 2012

DISCURSO EN LA ALIANZA FRANCESA POR 14 DEJULIO

El 14 de julio no es sólo una fiesta importante para Francia. Lo es para toda la humanidad. La toma de una lúgubre prisión precipitó una serie de hechos que provocarían cambios transcendentales para el ser humano. Aunque sus inicios fueron violentos y traumáticos (qué revolución no lo es), este evento abrió una ventana de esperanza para los hombres en la búsqueda de una sociedad más justa y un mundo mejor que todos los seres humanos soñamos y esperamos llegue. Desde el siglo XVI, el pensamiento europeo estaba en la búsqueda de una racionalidad que permitiese conocer los problemas de este mundo y sus soluciones: problemas físicos, matemáticos, sociales. El hombre europeo había visto cambiar su mundo físico de un planeta plano a uno redondo y tenía que enfrentarse a este primer gran proceso de globalización con herramientas para entender un espacio físico y mental que tenía delante de sí. Necesitaba libertad para pensar, pero una libertad para no hacer lo que le plazca sino en un espacio de fraternidad, tan ansiada por hombres de buena voluntad en nuestros días, e igualdad; esto es, el respeto a los demás en sus diferencias, en sus intereses, en sus sueños. He aquí el gran paso que dio la Humanidad ese 14 de julio de 1789. Se dio cuenta de que podía crear un mundo en que la justicia sea la verdadera diosa que guíe a los hombres, no importando su credo, raza, opción o lengua. En este nuevo mundo, el individuo no pasaba a ser un ente aislado, sino integrado a una sociedad que lo cobija y lo protege, que lo educa y lo alimenta, lo divierte y le da las herramientas para sus sueños. Y él, el nuevo hombre, también asume varias responsabilidades para convertirse en un ser social. Todo esto viene a ser una de los más grandes logros del pensamiento del hombre: la famosa Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.


El viaje a esta obra maestra de la humanidad del siglo XVIII fue larga y tortuosa, pero engendrada ya desde el Medioevo, cuando se crearon los centros de estudios y algunas condiciones históricas. También la expansión del hombre para conocer sus recursos, su medio, le permitió ir conociendo que muchas veces algunos dogmas no eran del todo ciertos. El hombre recibió más luces con el descubrimiento del nuevo mundo, nuestro mundo. Allí encontraron culturas que les abrieron más los ojos ante ese gran dilema que tenía ante sí: el de ser libre y dueño de sus actos. Una suerte de adolescencia final para llegar a una madurez sobria. Esa madurez se ha de extender más allá de sus fronteras y recalaron en nuestras costas. Las ideas del Siglo de las Luces iban a comenzar a realizarse en nuestro Continente. Así los Estados Unidos de Norteamérica prácticamente hizo su constitución tomando como base la Declaración Universal. Toda América fue encendida por los revolucionarios de la iluminación. En la novela Rojo y Negro de Stendhal se habla de un militar peruano que habla de las luchas por nuestra Independencia y es oído por todo un grupo de intelectuales y burgueses en casa del marqués de La Mole. Francia había tenido (y tiene una predilección por nuestros países); en cierta manera, fuimos engendrados por el espíritu que nos dejaron hombres como Montesquieu, Rousseau, Voltaire, quienes fueron leídos por Francisco Miranda o Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, y tomada la posta por hombres como Sucre o Bolívar. Los primeros años de nuestra independencia fueron caóticos, pero en la construcción de nuestra identidad los primeros grandes aportes culturales no llegaron de los ingleses, pese a que habían ayudado a los independistas; sino de los franceses, con quienes había más similitudes culturales y religiosas. Así órdenes religiosas van a ir instalándose en nuestras ciudades para educar a los ciudadanos nuevos para un país nuevo; los recoletos, las monjas del Sagrado Corazón, entre otras varias instituciones fundan colegios; luego llegan misiones para las áreas de salud y seguridad. La policía y el ejército son reformados a la usanza francesa: incluso grados en la jerarquía militar pasan a tener denominación francesa. En los días aciagos de la guerra con Chile, hubo un contralmirante francés, George Bergasse du Petit Thouars, quien salvó a Lima de una destrucción atroz como ya le había acaecido a Chorrillos días antes.

Francia ha tenido siempre una presencia notable en nuestra sociedad y una evidencia de ello es nuestra Alianza Francesa, fundada hace 48 años, para resaltar esa amistad franco-peruana, así como ofrecer a la comunidad en la que se instala no sólo la enseñanza de su lengua, sino su cultura, sus avances en todos los campos de la ciencia y el arte. Y esa es nuestra misión, una suerte de ventana a la sociedad trujillana para abrir otras fronteras, pero también para hacer recordar a todos los trujillanos, a los que nos sentimos como tales, a todos los peruanos, a todos los hombres en general, que esta fecha no debe ser olvidada, como ya lo había planteado Lipovesky en cuanto a las efemérides; que el contenido significativo de su recuerdo sea la guía de cualquier acción de todos los hombres y mujeres libres para poder construir una sociedad más justa en el marco de la confraternidad que toda civilización debe tener.

GERARDO CAILLOMA