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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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jueves, 10 de diciembre de 2015

CRÓNICAS AREQUIPEÑAS 4


Martes 20 de octubre. Casi 7 a.m. El día anterior, antes de un buen sueño, una ducha caliente no hace nada más que contribuir a que duermas profundamente. Tomamos un frugal desayuno y salimos a visitar el cañón en sí. Chivay es una parada frecuente, pero cuando haces la visita de un día (como la hice en el 2013), te detienes solo a desayunar y almorzar. Desde la ventana de mi habitación del hotel se vía el Sabancaya siempre activo. Salimos con destino de nuestras esperadas visitas. Esta visita sí colmó muchas expectativas que pudieron ser satisfechas las visitas pasadas: la iglesia de la Inmaculada Concepción de Yanque, una visita postergada tres veces y que ahora se hizo realidad. Pese a que llegamos a la 7:30 a.m. el lugar ya estaba lleno de turistas y los pobladores instalados en la plaza principal para vender artesanías o tomarse fotos con sus trajes o sus animales que domestican. La iglesia es de fines del siglo XVII (1690). La visita fue extraordinaria, aunque bastante tumultuosa (había muchos turistas como nosotros) a pesar de ser tan temprano. La entrada principal no da hacia la plaza; sin embargo, la otra puerta (la lateral) es la que se usa como la principal (está siempre cerrada). Su portada es la más imponente de todas las iglesias registradas en el Colca; tiene bellos relieves en piedra sillar. Había un grupo de danzarines que se divertían en la plaza y se tomaban fotos con los turistas, obvio con su respectiva propina.







Una vez terminada esta extraordinaria visita nos dirigimos al mirador llamado Cruz del Cóndor. En el camino cruzamos el pueblo de Achoma y Maca, en camino a nuestra visita esperada, sobre todo para María y Soraia. A Maca regresamos posteriormente. Llegamos temprano a Cruz. La primera vez que fui en 1987, el lugar no contaba con facilidades, el lugar era desolado. En 1992, aún no había hoteles de calidad en Chivay y las facilidades para llegar al observador eran aún precarias. Pero en mis visitas del 2013 y de este año, la situación es totalmente diferente. Se han construido diversas facilidades, hay servicios higiénicos limpios, diversos pisos para poder observar las aves. En 2013 tuve bastante suerte: vi unos 10 cóndores de diversos tamaños. Pero esta vez, por la estación, solo vimos un solo, triste y lejano (nunca se acercó) cóndor. La visita fue frustrante, además del hecho de estar lleno (hasta el exceso) de visitantes. Oías muchas lenguas, todos con inmensas cámaras para poder tomar las mejores imágenes de esta majestuosa ave; lástima, pues se fueron sin haber logrado el objetivo.




De ahí nos dirigimos a Maca. Hay varias cosas para ver en el camino, pero eso implica quedarse más tiempo en la zona: hay un géiser (Infiernillo) o ver los pueblos de la otra orilla del río como Madrigal (una mina antigua, colonial), Lari o Coporaque. El Colca es como para tres días exclusivamente. Nos fuimos a Maca donde hicimos un alto de una hora aproximadamente. En realidad, el tiempo se nos estaba agotando, puesto que teníamos que estar antes de las 6 p.m. en Arequipa. En Maca ingresamos a la iglesia, el templo de Santa Ana, iglesia colonial que fue muy afectada con el problema de la falla geológica de 1991 y que causó el derrumbe de una de sus torres y parte de la interesante estructura de todo el cuerpo arquitectónico. En la visita que hice en 1992 se veía al monumento bastante colapsado. Varias entidades han permitido la restauración del monumento. Otra de las cosas tristes es que mucho de su patrimonio artístico ha sido saqueado. Se ven marcos sin las pinturas o yeserías hurtadas, así como algunos detalles de las imágenes de la santería que adorna sus altares. Una vez fuera nos fuimos a ver una muestra de la inmensa variedad de maíz de la zona; impresionante. Otro detalle fue el hecho de tomarnos un jugo de sancayo, un extraño fruto con un delicioso sabor un poco ácido. (http://veracidadprimero.blogspot.es/tags/el-sancayo/)  Tanto éxito tuvo que repetimos la bebida para calmar la sed y darnos el gusto. Además comimos chichasara, una delicia. Soraia nos daba consejos médicos de no comerlo por ser fritura, pero eso no impedía que los tres continuemos comiendo como vicio. Eso es uno de mis mejores recuerdos de niñez, con el cañihuaco; productos que eran tan frecuentes en nuestra dieta como el delicioso pan de tres puntas que comíamos en nuestro rico desayuno.






Así iniciamos nuestro camino de retorno. Hicimos un alto en un paradero que se ha dejado de visitarlo a causa de un derrumbe que causó la muerte de un turista. Este tiene una piedra que, según recuerdo, era una suerte de maqueta de la andenería. Además se ven unas tumbas ubicadas en un lugar casi inaccesible por lo escarpado de la zona: Choquetico. Estas tumbas son de origen Collagua (zona que le corresponde en el río, ya que al frente se ubican los Cabana). Aunque pueblos muy vinculados desde la era Huari, los collagua hablan aimara y los cabana, quechua (https://www.academia.edu/9560193/COLLAGUAS_Y_CABANAS)






Nuestro retorno ya se hizo bajo un conato de nevada y lluvia. Nuestro país tiene climas, espacios y personas tan diferentes. La geografía de la zona es aplastante, los Andes son montañas de respetar, estructuras que tienen toda la razón de ser adoradas (apus) por estos pueblos tan viejos. En el camino veíamos nuevamente las llamas, vicuñas y las alpacas. Ya cerca de la carretera que une Arequipa con Juliaca, nos cruzamos con un gran rebaño de vicuñas que cruzaban nuestro camino.




Llegamos a Arequipa casi a las 5:30 pm. Nos instalaron en un hotel que tuvo problemas de conexión de agua. Una pena, pues esto iba a ser la nota negra de nuestro viaje. Algo limpios, salimos para hacer algunas compras. Las chicas querían cosas de alpaca. Fuimos a un lugar de tiendas selecto: El Ekeko, un centro de tiendas en la calle Mercaderes (que es peatonal hace varios años). María veía un bello abrigo de vicuña, pero el precio la dejó muda: 29,900 soles. Nos fuimos a cenar como siempre delicioso en la Creperíe. Preparamos nuestras maletas, puesto que al día siguiente, miércoles 21 regresábamos a Trujillo.

lunes, 7 de diciembre de 2015

CRÓNICAS AREQUIPEÑAS 3

Lunes 19 de octubre. 8 a.m. Luego de nuestro sustancial desayuno y ya habiendo arreglado las maletas y cancelado algunas cuentas del hotel, nuestra guía vino a recogernos para partir a Chivay donde pasaríamos la noche y retornaríamos el martes 19. La idea era salir lo más temprano posible para evitar el tráfico pesado de la carretera a , Juliaca, Puno y Cuzco. Y el trayecto, aunque es una buena carretera, es riesgosa por la presencia de camiones, ómnibus y todo tipo de movilidad. Además la presencia de muchas cruces en el camino nos indica que la vida pende de un hilo aquí. Chivay está a 163 kilómetros y es la capital de la provincia que lleva por nombre mi apellido. En la ruta ves pequeños poblados que difícilmente prosperan por ser una zona muy agreste para la agricultura intensiva. El primer encuentro no muy lejos de salir de la ciudad es Yura y su inmensa fábrica que elabora cemento. En mis años escolares, venir aquí o a Socosani eran viajes largos; los tiempos han cambiado. Mis recuerdos de Socosani son bonitos. Ahora ha pasado a manos privadas y ya no hay acceso fácil, según me comentaron. El camino iba en ascenso y el tráfico, por algunos tramos, se hacía más denso. Íbamos, en varios sectores, paralelamente a las líneas del tren Arequipa-Juliaca. El Perú es uno de los países que ha permitido, asombrosamente, que sus ferrocarriles desaparezcan. Ahora el tren se ha vuelto una promesa electoral de varios candidatos vivarachos, pero primero tienen que desmantelar el fuerte lobby de las empresas terrestres. Tanto trenes como tranvías murieron a lo largo de dos décadas entre los 60 y 70. Este tren está dedicado, ahora, al transporte de mineral. En los años 70 era usado para uso de personas y carga. Nuestro viaje de promoción a Cuzco y Puno fue por vía ferroviaria; y en 1976, en otra visita a Cuzco, la volví a emplear. Ahora la antigua estación de tren en Arequipa se ha convertido en una zona de museos y parque (http://elbuho.pe/anteriores/web366/politica10M.htm). Volvamos a nuestro viaje; en el camino te encuentras con algunas estaciones de la época en el que el tren era de pasajeros. Así a la distancia pudimos distinguir Pampa de Arrieros, un virtual pueblo fantasma que perdió su razón de ser, puesto que solo se transporta minerales. Aquí más datos (http://elcomercio.pe/peru/arequipa/pampa-arrieros-pueblo-fantasma-arequipa-noticia-1720573). He leído en algunas fuentes que quieren incluirlo en circuitos ciclísticos; espero haya suerte. Vamos "vadeando" el Chachani, y llegamos a la bifurcación de la ruta: la carretera principal sigue a Juliaca, nosotros tomamos la desviación a Chivay. 



Nos habíamos cruzado con varias vicuñas en el camino y los turistas descendían de varios buses para tomar fotos. Poco más de un par de kilómetros de la asfaltada vía, llegamos a un pequeño poblado de pocas casas, una suerte de pascana, al cual llegan vendedoras de ropa de lana y otras cosas. Además hay un pequeño restaurante que vende choclo con queso y bebidas calientes para comenzar a subir hasta más allá de los 4000 metros. Comimos un par de choclos deliciosos, compramos hojas de coca y algunos chullos. Seguimos nuestro trayecto. En el camino vimos más vicuñas, algunas vizcachas, los lagos con varios patos hasta llegar a Patapampa (4,910 metros s.n.m.). Llovía un poco y vimos algunos pequeños copos de nieve. Es un mirador de volcanes (Misti, Chachani, Ampato, Sabancaya, Hualca Hualca, Chucura, Mismi y Ubinas). Aquí más datos sobre el lugar y volcanes (http://turismoinca.blogspot.pe/2014/10/el-mirador-de-los-volcanes-de-patapampa.html). No pudimos ver los volcanes, puesto que el cielo estaba cubierto. Además el frío nos tenía ateridos, fuera de que la altura nos estaba afectando. Algunos no tuvieron buena experiencia al parecer (http://www.dangerousroads.org/south-america/peru/3371-abra-patapampa.html). Lo que sí vimos fueron las apachetas que muchos viajeros dejan como recuerdo y la promesa de retornar (ya he ido cuatro veces). De ahí iniciamos el descenso hasta nuestro objetivo. 














El clima fue mejorando. Al llegar a Chivay, tuvimos que detenernos en la entrada para pagar el boleto de entrada: costo para  nacionales es de 20 soles; a los extranjeros: 40 si eres latinoamericano y 70 si vienes de otra parte del planeta. Soraia tuvo que pagar esa cantidad. En realidad, muchas personas esperan que con tal cantidad de dinero que ingresa (para ser no temporada alta, el Colca estaba rebosante de turistas) los servicios mejoraren y culminaren la carretera hasta Cruz del Cóndor. Líos que nunca faltan. Antes de almorzar, nos instalamos en nuestro hotel y pedimos prestadas toallas para  ir a los baños termales. El almuerzo fue consistente (han mejorado en servicios como hoteles y restaurantes) y nos dirigimos a Calera, como se llama el lugar. Un buen baño de agua tibia a cielo abierto fue el paraíso. Luego nos fuimos a reposar a nuestro hotel; Soraia no se sentía bien por todas las descompensaciones que estaba teniendo: cambio de horario, de comida, de altura, de temperaturas. Salimos a las 7 p.m. para cenar algo ligero; antes ingresamos a ver el templo principal, el Nuestra Señora de la Asunción. En visitas previas siempre la encontraba cerrada, pero esta vez no se me iba a “escapar”. La visita fue grata, se ve la simplicidad de los frescos que adornan sus paredes así como las imágenes que están en el altar, utilizadas para una evangelización simple y visual. Aquí más detalles (http://www.mincetur.gob.pe/TURISMO/OTROS/inventario%20turistico/Ficha.asp?cod_Ficha=3820). 










Dimos una pequeña vuelta, pero el cansancio nos derrotó. Además teníamos que salir con nuestras cosas al día siguiente martes para visitar el Cañón y visitar sus ciudades. Cerramos un lunes accidentado.