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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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miércoles, 16 de noviembre de 2016

MONSEFÚ, PAISAJE HUMANO INTERESANTE

El fin de año del 2015 decidimos César Alva y yo embarcarnos a Chiclayo para cerrar un año generoso de viajes y también para pensar en mi pronto cambio laboral. Había conversado con unos amigos sobre mi futuro en un nuevo centro de labores, en un colegio. Así pues, entre la meditación y la diversión, nos embarcamos en Emtrafesa el día 30. En el bus nos encontramos con otros dos amigos más quienes cambiaron sus planes de ir al Caribe por divertirse en Chiclayo. Al día siguiente nos daba el alcance otra amiga: una pandilla de cinco personas.
Al llegar a Chiclayo y ya instalados cada uno en sus respectivos hoteles, quedamos encontrarnos en cenar en un simpático restaurante. Allí hicimos planes para el día siguiente. Coordinamos para ir a una discoteca luego de una buena cena para despedir el año viejo. La idea era quedarnos hasta el 03 de enero, pues caía domingo. El primer día del año caía viernes, un buen fin de semana largo.





El 31 de diciembre, último día del año. Habíamos acordado, César y yo, ir a Monsefú, un lugar que había ido con cierta regularidad, pero que no había visitado con detenimiento. Tomamos un taxi hacia nuestro destino y en el trayecto vimos una gran cantidad de muñecos preparados para quemar el año viejo y recibir el nuevo con buenas vibras. Sabía de muchas tradiciones que aún se preservan y que fueron retratadas por Brüning cuando vivió en esta zona norteña desde 1888 hasta 1925, y cuyo legado fotográfico se encuentra en el museo que lleva su nombre en la ciudad de Lambayeque.  Para suerte compré hace varios años en Chiclayo un libro llamado “Lambayeque, Estudios Monográficos”, editado por James Vreeland en 1988 en una imprenta de Monsefú, “El horizonte”, cuyo autor es Enrique (Heinrich) Brüning. Lastimosamente en esta edición no sale fotos de Monsefú; sin embargo, las demás nos dan una clara idea del mundo de esta pequeña ciudad en la época en que fueron tomadas las otras tomas. Cosas de la vida. El pueblo originariamente no estaba ubicado ahí, sino en Callanca (http://monsefuturistico.blogspot.pe/2012/04/callanca-cuna-de-monsefu.html); queda averiguar más al respecto. He aquí otros datos importantes históricos para conocer el origen colonial de la actual Monsefú (http://blog.pucp.edu.pe/blog/jorgevallejo/2014/10/26/monsefu-una-mirada-a-la-historia-local-en-tiempos-de-fiesta/). Lo que parece cierto es que en el siglo XVII el poblado tuvo que desplazarse a la actual ubicación. También se habla de un personaje, Cium, que es mencionado en el libro de Brüning; Cium fue heredero de un mítico personaje, Naylamp. Cium tuvo doce hijos y uno de ellos, Nor, se instaló en el valle de Cinto, donde se ubican varios poblados entre ellos, Monsefú. En realidad, la historia prehispánica está dando grandes pasos en el norte peruano, sobre todo en esta región. Y uno de estos lugares importantes por esclarecer ha de ser Huaca Chotuna. Y así se armará el rompecabezas del Perú prehispánico. Pero todo apunta que el origen de Monsefú está en el mundo colonial.
Luego de explicaciones iniciales, vamos a abordar dos lugares que me interesaron y visité detenidamente: su iglesia, San Pedro, y su antiguo mercado. La iglesia es de origen republicano. La fachada ha ido cambiando en cuestión de colores, fue cambiada sin autorización en 2011. La actual es ocre. El interior se ve bastante descuidado y desordenado. En algunas hornacinas se ven las telarañas colgando y varias estatuas no han sido colocadas. Algunas tienen hasta tres en la misma hornacina y no son del mismo material y época. Es bastante informe la presentación de las imágenes, pero representa la imaginería popular, llena de colorido. Las imágenes son muy tenebristas, pero no se remontan al barroco, ya que es una construcción y con decorado republicanos. El techo, de madera, está pintado con diversas escenas de la vida de Jesús. En el exterior, tal como vimos en Mórrope y en la iglesia de Yanahuara en Arequipa, vimos el Gólgota tal como se presenta al estilo indígena con una iconografía bastante sencilla para ser entendida por la mayoría de personas. En la parte superior de una de las dos torres que integran esta edificación religiosa había un buitre posado sobre la torcida cruz y otro sobre la cabeza del patrono de la iglesia, San Pedro.





Una vez terminada nuestra visita a la iglesia, nos enrumbamos al mercado central que queda en la misma plaza principal. Al entrar, vimos algunos puestos que vendían ropa interior amarilla  y decorada con globos del mismo color para quemar el año; ya estábamos a pocas horas de hacerlo. Los mercados son la parte viva de una ciudad, en ella ves retratada la vida diaria y ves lo que los ciudadanos comen diariamente. El mercado es un muestrario de carnes, frutas, vegetales, pescados y otras rarezas que nunca faltan como el que vimos en Arequipa que vendía fetos de llamas como pago a la tierra. Un mercado surtido en el que busqué algunas cosas que quería llevar a casa: loche, un tipo de zapallo muy antiguo y muy usado en la comida regional lambayecana, en vías de extinción según algunas personas, pues estos frutos no tienen semillas (http://www.peruecologico.com.pe/flo_loche_1.htm); raya seca para hacer el famoso chinguirito, comida que recuerdo con mucho gusto pues mis padres son chiclayanos. La comida de esta zona es una de las más variadas y deliciosas, y ha creado su propia identidad frente a otras regiones del Perú (http://rpp.pe/peru/actualidad/el-loche-nucleo-de-la-gastronomia-lambayecana-noticia-589298). Una cosa interesante que vi fue una bandeja llena de lifes vivos para la venta, peces de río que consumen en pancas. Es un pez que ha estado presente en la dieta de los antiguos moches como lo demuestra el interesante estudio de César Gálvez y Andrea Runcio (file:///C:/Users/Jorge/Downloads/Dialnet-ElLifeTrichomycterusSpYSuImportanciaEnLaIconografi-3200009.pdf). La gente es muy amable; las mujeres se amarran el largo cabello en una gran trenza que luego la enrosca sobre su cabeza. Le sirve como base para llevar objetos como cántaros. Pero he visto una tradición que ya está desapareciendo: las mujeres ya no están vistiendo de negro como solían hacerlo. Antes la mujer iba acumulando un luto inicial por 10 años; si en ese lapso moría otra persona, el luto se iba sumando. Quizá haya habido mujeres que nunca dejaron de usar el negro, pues antes la mortandad era alta.







Para cerrar la visita nos fuimos a la avenida Venezuela en la que se ubica una feria de productos artesanales: tejidos, objetos de madera, recuerdos, etc. Vi algunos simpáticos objetos como manteles y camisas bordadas con finura, y unas muñecas vestidas a la usanza del lugar. Sobre la avenida Venezuela hay algunas casas que esperan solo la picota de la demolición, pese a que en su momento fueron bellas y no han tenido el cuidado merecido. Pero lo más interesante es la pequeña capilla para la Virgen del Carmen, también llamada “la Serranita”. Es una estatua pequeña y que recibe danzas de negritos en su festividad en julio cuando sale en procesión. Lleva un gran rosario de cuentas marrones y tiene el escapulario carmelita.

Una vez concluida nuestra última vuelta, retornamos a Chiclayo para prepararnos para la cena y fiesta. Lastimosamente a medianoche en mi casa de Trujillo ingresaron ladrones. Por esa razón el mismo 01 de enero tuve que retornar a mi ciudad para ver lo acontecido.
En fin, seguiremos investigando la zona.







martes, 1 de noviembre de 2011

TRUJILLO, ¿UNA GASTRONOMÍA PARA EL FUTURO?

En los últimos años nuestro país ha venido experimentando toda una revolución en la gastronomía, la cual ha sido aprovechada por muchas personas tanto en lo cultural como en lo económico. Esta “revolución” ha tratado de ser inclusiva, ya que, a diferencia del chorreo macroeconómico, ésta ha logrado llegar a más gente de todos los estratos sociales y culturales de nuestro país, así como a generar una revaloración de elementos culturales de varias zonas, muchas veces postergadas, ahora puestas en valor por los diversos elementos gastronómicos que aportan a la identidad alimenticia, si cabe el término. Así la sierra, muchas veces olvidada y lejana a los ojos de los ciudadanos costeños, es rememorada por ser el banco ancestral genético de nuestro país. Si comparamos lo dado por la costa frente a lo de la sierra, lo del primero es una mera sombra frente al bagaje rico que los Andes han dado no sólo al país, sino al mundo entero: diversos tubérculos (destacando la papa y sus más de 3,000 variedades), diversos tipos de maíz (choclo o sara, 35 en total), carnes, matices de ajíes y hierbas aromáticas, con las variantes de las oriundas traídas por los españoles u otros foráneos. Con tanta variedad, son algunas ciudades estratégicas que han hallado un interesante desarrollo gastronómico en nuestro país, mucho antes de esta revaloración liderada por Gastón Acurio entre otros.

En verdad, es meritorio reconocer algunas gastronomías como la arequipeña, la cual es una de las más ricas de nuestro territorio, por la variedad de platos, especies, carnes y combinaciones empleadas. Frente a un rocoto relleno, un chupe de camarones o un pastel de papas con anís con su queso fundido serrano, hasta el paladar más exigente se rinde para dar paso al buen momento gourmet. Recuerdo mis años de infancia por esos lares y haber degustado tan variada calidad de nutrientes ricos, deseables; recuerdo la chicha sara, sus grandes granos dulces; el polvo de cañihuaco, parecido al chocolate en polvo, que era todo un vicio para nosotros. Y las diversas calidades de habas, como nunca en otro lugar he visto.

Otro lugar impresionante en la culinaria es Chiclayo, una ciudad en la que quedas sorprendido por la ancestral cocina que preserva y que, espero yo, siga manteniendo vigencia sobre otras propuestas descabelladas. Un delicioso espesado con arroz con loche, acompañado de chinguirito, experiencia fuerte que algunos no terminan por asimilar, son platos fuertes “de bandera” de la culinaria chiclayana, con su tradicional arroz con pato, rellenas, lifes, tacu tacu de olla, u otras delicias, que la hacen una cocina de fuerte personalidad y de fama en nuestro país. Algunas guías de viajeros europeas y norteamericanas sugieren ambas culinarias, la chiclayana y la arequipeña. Recuerdo la guía de Steven Birbaum, que sugería pedir platos preparados “a la chiclayana”.

Otro departamento que ofrece una gran variedad de carnes es Piura. No sólo por lo que ofrece de animales de corral, sino por el vasto océano que baña sus costas que presencian el choque de dos corrientes (la Fría y la Caliente) ofreciendo a sus habitantes toda una fauna ictiológica que te permite preparar la más amplia variedad de cebiches, gracias a sus carnes más los prodigiosos limones de Tambogrande.
Otras culinarias están en vías de descubrirse y son un reto para nuestra imaginación y la aceptación, como lo es la de la selva y sus carnes y frutos desconocidos a la mayoría de peruanos: difícil hallar muchos compatriotas que hayan comido paujil, paiche, chonta, pijuayo, umarí, mango verde con sal, juanes de yuca; muchos más, los suris. Así como los caldos tradicionales de la sierra como el puchero cuzqueño, el caldo de manzana, los locros u otros. Así como no hemos viajado a muchas partes de nuestro país, no hemos viajado a sus honduras gastronómicas. Hay un largo camino por recorrer.
¿Y Trujillo? ¿Dónde estamos? ¿Adónde vamos? Cierto es que hay una tradición culinaria vieja, es la solidez lograda por el hecho de ser un espacio ocupado por más de mil años. Pero es una ciudad un poco rara que le da la espalda a los productos que generosamente la naturaleza le ha estado regalando a su población. Y aunque muchas de sus delicias son de origen serrano, pareciera que aún la ciudad sigue dando las espaldas a las delicias que están delante de uno. El Shámbar se ha revalorado y, de pronto, aparece una ola de consumo. Pero, en los últimos 15 años, la naturaleza verde comenzó a rodear a Trujillo por un proyecto que tiene sus sostenidos como sus fuertes bemoles: Chavimochic. Este proyecto le ha dado una gran variedad de frutos, verduras y hortalizas que todavía no ingresan al imaginario gastronómico, salvo honrosas excepciones. La crisis del 2008 marcó un intento por parte del empresariado del espárrago de desarrollar un mercado de consumo interno para su aceptación. Pero faltó la creatividad para “hacerlo nuestro”. Se usa el espárrago para crear duplicaciones de la cocina francesa como el soufflé. El piquillo o la alcachofa no terminan de ser asumidas de manera popular y masiva como lo ha sido el arroz, un alimento cuya masificación no pasa más allá de los 100 años. Los peruanos hemos hecho del arroz ya un aditamento peruano y hay muchas culinarias actuales que no lo conciben fuera de sus platos fuertes. ¿Llegarán la berenjena, el espárrago, la alcachofa ser parte integrantes de platos de consumo diario? Había sugerido esto en un taller en la zona de Miramar y hubo chispazos interesantes. Quizá Trujillo pueda buscar nuevos derroteros en este novísimo campo ancestral (vale la contradicción). Un desafío para chefs, escuelas de cocinas, restaurantes, vivanderas o simples amas de casa.

Publicado en el primer número de la revista trujillana CÍRCULO SOCIAL