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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 25 de diciembre de 2022

PIURA, 2022 (VIAJE A LAS PLAYAS, SOSTENIDOS Y BEMOLES)




Tras varios meses de no haber cultivado mi espíritu viajero desde el año pasado, logré, por fin, hacer un breve viaje por tres días a Piura, lugar en el que siempre hay secretos por conocer, repetir algunos buenos lugares, comer delicioso; así como también experimentar algunas decepciones y tensiones que todo viaje, siempre te ofrece. Como María está trabajando en la UPAO de Piura de jueves a sábado, decidimos aprovechar los dos días feriados (jueves 08 y viernes 09) y coincidir con nuestro amigo César Alva, con el fin de recorrer algunas zonas de la costa piurana. 

Jueves 08: habíamos viajado en ITTSA el día previo. Como era un fin de semana largo, las empresas de buses al Norte iban repletos. La región Piura es una zona atractiva, con mucho potencial; sin embargo, tiene aún grandes vacíos por cubrir para hacerla más atractiva a viajeros de toda índole: los culturales (arqueología, cultura viva, cultura religiosa), los laxos (playas escondidas, paisajes atractivos, gastronomía variada y deliciosa) y los que buscan el dolce far niente (sierras relajadas y amables, desiertos apacibles y rumor de olas en balnearios al alcance de todo bolsillo). Por diversas razones, el planificado viaje fue modificando por una u otra razón. Por ejemplo, en principio íbamos a ser 6 personas y quedamos 4; por esa razón tuve que hacer cambios con las dimensiones de la camioneta que íbamos a alquilar. A última hora, la universidad cambió el boleto de María, quien partió 40 minutos más tarde (aunque llegamos al mismo tiempo a Piura). Un inicio un poco accidentado. Al llegar a la ciudad, Maria se desplazó rápido para poder irnos al hotel al cual ella asiste todas las semanas para sus clases los viernes y los sábados en la UPAO sede Piura. Ya en el hotel instalados, nos dimos con la sorpresa de que el baño tenía pequeñas dimensiones por lo que se hizo la gestión para el cambio. Sin embargo, pudimos ver varias ardillas que caminan y saltan por los numerosos cables aéreos y algunos jardines de las avenidas de la ciudad. Ya duchados, nos fuimos a la plaza de armas de la ciudad para ir al restaurante El Chalán, el cual ha decaído lamentablemente. Felizmente llegamos temprano al lugar, el cual se iba llenando rápidamente pues en la catedral había una ceremonia de comunión por lo que iban llegando jovencitos y sus familias, y entraban todos a tomar desayuno. El lugar se llenó rápidamente de gente, el servicio se hizo lento y la calidad de lo servido no estaba bueno, fuera de la cantidad de moscas que pululan entre los platos y las personas. César y su amigo se tardaron por lo que nos tuvimos que ir a otro lugar a tomar desayuno más cerca: restaurante El Parcero, más grande y limpio que El Chalán. Una vez terminados los desayunos, nos fuimos caminando primero a hacer una rápida visita al antiguo puente San Miguel (antes Puente Viejo), restaurado e inaugurado en el 2014. (https://www.perutoptours.com/index19pi_puente_san_miguel.html). Este puente se derrumbó en 1981 cuando un chofer de camión trató de hacer pasar su unidad haciendo colapsar su estructura, y luego en el fenómeno de El Niño de 1998, cuando las aguas rebasaron su altura. (https://www.udep.edu.pe/hoy/2014/02/nuevo-puente-san-miguel/). Tras la visita, nos fuimos  a recoger la camioneta separada. El primer día iba a ser un recorrido por las costas centrales del departamento: Cangrejos, Yacila, Paita, Colán para retornar a Piura. Al día siguiente íbamos a tentar el Sur, pero habría cambios rigurosos. 



Recogimos la camioneta y salimos a nuestros destinos. Íbamos a hacer una verdadera odisea. Una de las cosas impresionantes de Piura es la de contar con una red vial de calidad. La autopista de Piura a Paita causa envidia frente al miserable sistema vial liberteño. Los nuevos intercambios viales de las entradas/salidas de la ciudad hacia el Oeste o al Norte, o el mantenimiento de las calles y la nueva avenida Sánchez Cerro dejan a Trujillo como una simple ciudad de segundo nivel. Hay dos cosas que entorpecen a esta impresionante red vial: las mototaxis, vehículos con choferes temerarios e irresponsables; y la basura plástica, esa plaga que ensucia las bermas y el paisaje costeño (también lo tiene La Libertad). La falta de una política clara y drástica con el mal uso de este material nocivo y la carencia de un verdadero sistema de reciclaje en nuestras ciudades hacen que la basura de todo tipo sea parte de nuestro paisaje urbano e, incluso, fuera de las ciudades; ya es de rigor identificar la proximidad de una ciudad (grande o pequeña) por la presencia de bolsas de plástico flotando u otro tipo de residuos que pueblan las bermas de las carreteras. ¡Cuánto nos falta en este proceso de educación de todo tipo: ecológica, urbana, cívica, histórica, salud...! Sigamos con nuestro itinerario. Tomamos la autopista a Paita. Por una razón, equivocamos el acceso de Cangrejos. Ese acceso correspondía a otro lugar al que luego iríamos, pero a través de otro acceso, un lugar totalmente nuevo para nosotros. Salimos de este acceso y retomamos la autopista; poco antes de llegar a la entrada a Paita hay un desvío a Yacila y Cangrejos. El acceso que habíamos tomado en 2015 cuando vinimos con Orietta estaba despoblado; ahora está lleno de casas construidas de manera desordenada que rodean la carretera (como pasa en todo el país). Luego de dejar el desorden de mototaxis y combis, de reparaciones y desvíos, llegamos a la entrada de Cangrejos. Es un desvío en la ruta a Yacila, un balneario al cual fuimos en el 2015 también. Cangrejos se está poblando paulatinamente, pero las construcciones iniciales están casi abandonadas, pues estas sufren el embate del viento y la arena; muchas de las casas están casi cubiertas de arena; las nuevas construcciones y el pueblo que están creciendo aprovechan el abrigo de una colina de rocas sobre la cual se están asentando. Ingresamos al pequeño pueblo y dejamos la camioneta cerca de las casas semiabandonadas; esa playa es una abierta ensenada en cuyas “puntas” se encuentran las construcciones; por eso, tras esos bloques (cuadras) de casas semicubiertas vemos otro conjunto de edificaciones entre el cual hay un hotel. Maria se quedó a tomar fotos de las casas, mientras nosotros decidimos caminar por el litoral. Cangrejos es una pequeña playa bonita, con un azul extraordinario. Aquí hay datos para esta simpática visita: https://turismoi.pe/playas/playas-del-norte/cangrejos.htm.  La caminata fue relajante, pero teníamos que seguir nuestro periplo. El siguiente objetivo: Yacila. 




Una vez en la camioneta, nos dirigimos a Yacila. Es un balneario más grande y desde la última visita que hicimos, este ha crecido y se ha poblado de más casas y edificios residenciales. Es un balneario por el cual te das cuenta que en el mar la vida sí es más sabrosa. A diferencia de Cangrejos, Yacila tiene un puerto para la pesca artesanal. Ya el calor iba apretando. En esta oportunidad, nos adentramos por las estrechas calles que han crecido de manera desordenada en este balneario. Hay un lugar amplio de estacionamiento cerca de una de las grandes rocas que forman parte del paisaje de este lugar. Esta roca es visitada por los veraneantes y parejas que buscan un lugar para ellos. Forma una playa de piedras y frente a esta se ven pequeñas islas y los inmensos paredones que van hacia Paita. Caminamos por estos senderos y, luego, decidí ascender a una pequeña colina desde la cual se veía toda la pequeña bahía; esta colina estaba coronada por una cruz. Una buena vista del lugar: https://viasatelital.com/mapas/yacila.htm (https://www.somosperu.org.pe/viaja-y-conoce-playa-yacila-en-piura/

Al descender decidimos partir hacia Paita. Ya sentados en la camioneta, de pronto César iba en su Google Map buscando otras opciones de visita. Encuentra uno que nos llama la atención: La Islilla. La ruta para este lugar sí fue toda una odisea. Buscamos la entrada para este lugar y eso sí que fue bastante adrenalínico. La ruta estaba cerrada por diversos tramos y teníamos que salir de la carretera (que la están asfaltando) para buscar otra forma de ingresar nuevamente a la vía. Hubo tramos en los que se van a construir puentes, pero tuvimos que cruzar estos desvíos saltando montículos de tierra o arena. Alucinante. Pasamos algo más de 15 minutos sin ver persona alguna hasta que nos topamos con maquinaria y personas encargadas en la construcción de la ruta: nos volvió el alma al cuerpo. Al llegar a la pequeña ciudad, comenzamos a ver motos, combis, autos que iban y venían de este lugar; eso me causó sorpresa, pues vimos un tráfico fluido. Obviamente habíamos tomado una ruta que se está edificando. Sin embargo, todo apunta a que esta carretera va a ser una más del buen sistema vial que tiene esta región. Volvamos a la zona: La Islilla. Esta es una caleta de pescadores que tiene cerca de sus playas a una pequeña isla que le da el nombre a la zona. Un detalle relevante es que en esta zona aún se usan naves balsas para la pesca y que los jóvenes también lo usan como diversión (https://seturismo.pe/piura-islilla/) Hicimos una breve caminata; quisimos dar una vuelta por la isla, pero la cantidad que nos querían cobrar un suma exorbitante. Había una agencia de turismo, pero se veía muy informal. La zona puede ofrecer varias ofertas interesantes (https://eltiempo.pe/la-islilla-cuna-tradiciones-ancestrales-de-pesca-ac/). Grave problema de la región y del país. Íbamos a ver en otros casos esa crisis en la que hay que trabajar. 




Regresamos a la camioneta para ir a almorzar a Paita, pues ya casi eran las 2 de la tarde. Llegamos a Paita y buscamos el restaurante del Club Liberal. Aquí fuimos con Orietta y Maria en el 2015. 7 años después vimos la decadencia de este lugar. Una pena que este espacio que tiene tan interesante edificio haya caído en la desgracia. Recuerdo cuando fui a comer en los 90 con varios amigos, la carta era mil veces mejor y la calidad de la comida era notable. La comida es copiosa, pero ya no ofrece algo de calidad, fuera de la cantidad de moscas que pululan por nuestros platos. Ahora hay que sacarlo, pues, de la lista de visitas obligadas. De ahí, hicimos una pequeña caminata hacia la antigua iglesia La Merced y ver el bonito, pero derruido, edificio de la Aduana. Paita tiene joyas arquitectónicas que muestran su esplendoroso pasado. Ni modo. Voluntad política y cívica. 


Regresamos a la camioneta para partir hacia Colán para ver su antigua iglesia. Aquí en Paita hay una iglesia muy interesante, la Basílica de la Virgen de las Mercedes, (reemplaza a la anterior que se ubica al costado de la Aduana y que Maria había fotografiado) que hay que visitar por los interesantes vitrales de Winternitz, artista que fue docente en la PUCP (https://www.arzobispadodepiura.org/nuestra-senora-de-las-mercedes-de-paita-patrona-de-la-arquidiocesis-de-piura/). En la próxima estancia a Piura debo incluir una visita de rigor a este lugar. Salimos de Paita un poco decepcionados y nos enrumbamos a Colán. 

Colán es siempre un lugar atractivo. El balneario por excelencia de los piuranos, tiene un monumento histórico de alta relevancia en nuestra historia: la iglesia de San Lucas. Es la primera iglesia edificada en el Pacífico sur. Edificado sobre una huaca o templo tallán, es una construcción hecha por los dominicos en su proceso de cristianización y extirpación de idolatrías en nuestro continente. Es pequeña, pero cargada de mucha historia (https://www.turismoreligioso.travel/patrimonio/iglesia-san-lucas-de-colan-historia/). La iglesia ha sido reconstruida, pero se ve abigarrada por tener una serie de imágenes y andas que se encuentran en el interior de la iglesia por lo que se ve un poco desordenada. La iglesia estaba abierta y había acceso libre para ver sus altares (el principal en pan de oro) e imaginería en las que se mezclan estatuas antiguas con recientes, así como un decorado floral variopinto. Aquí un artículo especializado sobre la historia y arquitectura de la misma. Una buena visita de todas maneras.  (https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/boletindearqueologia/article/view/19336/19459).



Hacía tiempo que tenía planeado visitar Amotape. Es un pequeño poblado cargado de historia, pues aquí se encontraba la tumba de Simón Rodríguez, maestro y benefactor de Simón Bolívar. Piura tiene dos personajes relevantes en la historia de nuestra independencia: Manuelita Sáenz, compañera sentimental de Simón Bolívar, y Simón Rodríguez. No sé si todos los piuranos saben estos datos. La Sáenz vivió un buen tiempo en Paita, tuvo visitas como las de Melville (Moby Dick) y el patriota italiano Garibaldi (tuvo la nacionalidad peruana); murió a causa de una epidemia de difteria y enterrada en fosa común (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/saenz_de_thorne.htm) (https://fundacionbbva.pe/opinion/manuela-saenz-la-silenciosa-libertadora/). Y el otro personaje es Simón Rodríguez, venerado en Venezuela y Colombia. Murió en Amotape (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/rodriguez_simon.htm). La historia es un buen móvil que te invita a buscar esos rincones donde pasaron o quedaron personas que construyeron nuestro pasado. Una vez, caminando por las calles de Paita en 2014, estaba hablando con unas amigas sobre estos dos personajes y un transeúnte, desconocido, se detuvo y me comenzó a hablar de ellos. Me causó sorpresa y esperanza de que reconozcamos ese patrimonio humano que está en nuestro país. Esta experiencia quedó impregnada en mí hasta que en este viaje me saqué el clavo de conocer Amotape. No hay que confundir con un parque ecológico: Cerros de Amotape que se encuentran cerca de Máncora y en Tumbes. Este es un pequeño pueblo (también integra este parque) al cual se llega también por ruta asfaltada; sin embargo, no fue fácil acceder. Primero nos dirigimos hacia el Pueblo Nuevo de Colán y desde ahí empezó  la aventura que nos hizo ir por canales que en algún momento se interrumpieron y tuvimos que dar marcha atrás. Ya iba haciéndose tarde. Llegamos a Amotape cerca de las 6 pm. Vimos su iglesia por fuera, aquí estuvo enterrado Simón Rodríguez (https://www.iperu.org/distrito-de-amotape-provincia-de-paita). 



Terminada nuestra excursión, decidimos regresar y esto se iba a poner peliagudo. Teníamos que regresar por el pueblo de Tamarindo y la carretera estaba en construcción. De noche todos los gatos son pardos y los huecos, escondidos. Decidimos seguir a una combi que la vimos subir por un muro; así de loco era este trayecto. Cruzamos una planta de etanol, Caña Brava, la cual tiene numerosas quejas por contaminación. Por fin salimos hacia la Panamericana, pero esta solo tiene una vía por cada sentido por lo que el retorno se volvió un poco penoso hasta llegar a la excelente autopista que conecta Sullana y Piura. Una cosa sí es de cuidar: los mototaxis que van por la autopista. Total imprudencia y también la torpe conducción de muchos camioneros que prefieren ir a la izquierda, entorpeciendo la fluidez vial. Llegamos a Piura cerca de las 8 pm. Nos fuimos a pegar un duchazo y de ahí a cenar al hotel Casa Andina, cerca de nuestro hotel. Para el día siguiente iríamos a un patio de comidas que sería la envidia de Trujillo. Genial. (https://infomercado.pe/tao-restobar-abre-sus-puertas-es-posible-mantener-un-restaurante-en-azul-con-aforo-reducido/). De ahí nos fuimos a dormir. Fin de primer día.



jueves, 9 de septiembre de 2021

PIURA NUEVAMENTE (CRÓNICA DE VIAJE)




Sábado 28 de agosto. Tras un viaje tranquilo desde Trujillo vía ITTSA, llegamos a Piura muy temprano. Habíamos viajado durmiendo en sus cómodos bus cama. Al llegar pude apreciar el interesante sistema vial que tiene la ciudad con numerosas vías a desnivel, algo aún impensado para Trujillo. Había llamado a mi amiga Vania Távara donde íbamos a pasar la primera noche para ordenar nuestras cosas y medir tiempos. Al grupo inicial se nos unía la directora de la Alianza Francesa de Chiclayo en esta nueva aventura que nos iba a llevar a la sierra de Piura: Ayabaca. En el año 1986 estuve en Canchaque y el 2000 fui a Huancabamba para hacer el viaje ritual a las lagunas de las Huaringas, viaje que quedará siempre en mi memoria. Era, pues, un tercer viaje a la sierra piurana, lugar que encierra novedades y bellezas. En el 2005 estuve en Poechos, pero eso no puede ser considerado sierra propiamente dicho. Piura es un departamento o región rico, poblado, con marcados contrastes, dos ríos generosos y peligrosos a la vez (el Piura y el Chira, este último con caudal todo el año), con una pujanza increíble pese al abrasador calor. Por otro lado, tiene el problema de la basura y los desechos que malogran sus ciudades, campos y carreteras; y un desorden urbano que caracteriza mucho a las ciudades costeras.

Una vez instalados, nos fuimos a tomar un opíparo desayuno al estilo piurano y a recoger la camioneta de alquiler que usaríamos por 3 días completos. Ya todos instalados en nuestra “casa rodante”, nos fuimos a Narihualá, nuestro primer objetivo. Retorno a este lugar luego de casi quince años. La primera vez había almorzado con un grupo de amigos en Catacaos y en un mototaxi nos fuimos a este lugar. Ya había el museo de sitio, pero el lugar estaba muy descuidado. Aquí están mis impresiones de entonces (https://elrincondeschultz.blogspot.com/2008/08/narihual.html). El sitio ha mejorado en cuanto a servicios y hubo varias personas visitando el lugar. El pequeño poblado ha mejorado en torno al monumento: hay un pequeño mercado de venta de recuerdos y miel, más otros productos que ofrecen a los turistas. Lo que sí no ha desaparecido es la mendicidad que vimos en la primera visita; siempre están los niños guías que se ofrecen para darte explicaciones del lugar. En el museo de sitio hay una interesante exposición de fotos antiguas reproducidas que muestran el lugar en los años 20 y 30, y diversas escenas que muestran cómo hilaban, cómo hacían la chicha, entre otras. En el edificio se ve una grieta causada por el último sismo que afectó a la zona (30 de julio); la museografía ha mejorado, pero un poco más de cartografía actual, maquetas o versiones en 3D serían ideales para poder tener una idea del lugar que está muy afectado por ser un conjunto de barro. Además, una página virtual sería ideal (no la hay, sólo información de horarios y entradas, pero no contenido específico). Entre los terribles Niños de siglos pasados (imagino qué daños habrá causado el del 2017), la destrucción humana (las personas usaban sus adobes para construir sus casas) y la expansión agrícola, más la erosión eólica, todo esto se ha confabulado contra este sitio arqueológico; pero ahí están las ruinas como mudos testigos de su esplendor. Luego iniciamos la visita al espacio en sí: hay una señalética más atractiva y el espacio ha sido cubierto para protegerlo de las lluvias y la inclemencia del sol abrasador que también juega su papel en la erosión. El conjunto es un grupo de terrazas, siendo la mayor la que tiene una capilla en la parte superior como una muestra de ¿extirpación de idolatrías? Ingresamos inicialmente a una explanada o patio ceremonial y, luego, hacemos el ascenso en dirección a la capilla. La vista desde esta parte superior es extraordinaria: tienes una vista del valle del río Piura en este sector. Imaginar cómo habrá sido este en tiempos prehispánicos con otros cultivos, otro idioma, otra cultura. La visita es rápida, pues las investigaciones no han avanzado mucho en descubrir más partes del conjunto. Lo que sí hay que resaltar es la cantidad de lechuzas que hay en el lugar, así como las dañinas palomas que con sus heces van dañando el lugar: otra forma de erosión. Aquí datos históricos del lugar: https://arqa.com/actualidad/colaboraciones/narihuala-principal-asentamiento-arquitectonico-de-la-cultura-tallan.html. Otro más:  https://turismoi.pe/arqueologia/sitio-arqueologico/fortaleza-de-narihuala.htm






Salimos del lugar para dirigirnos a Sechura, nuestra siguiente meta.

Piura tiene un interesante sistema vial en la costa. Tomé una ruta alternativa para llegar a la ciudad, siempre con un paisaje feraz, agricultura diversa y pequeños poblados agrícolas. Desde La Unión ingresamos por la ruta a Bellavista, La Rinconada y Llicuar hasta Sechura. Llegamos a nuestra meta para almorzar: el hambre apretaba. Pedimos información para ir a un buen lugar y nos metimos en calles estrechas, algunas difíciles de pasar: pero las chicas eran de armas tomar y movimos todo lo que se ponía en nuestro camino, ante el asombro y apatía de algunos lugareños (pena). Nos dieron el dato de un lugar: Los sabores de mi tierra. Buena elección. Un almuerzo como se debe. Habíamos dejado la camioneta cerca y decidimos dar un paseo en la plaza cuando me acerqué a la iglesia San Martín de Tours (con torres impresionantes). Y para sorpresa nuestra, ¡nos dejaron entrar! Es una iglesia con tanta historia, vinculada a Martínez de Compagnon y el Norte peruano (https://rpp.pe/peru/actualidad/piura-iglesia-san-martin-de-tours-es-parte-de-la-historia-de-sechura-noticia-542719?ref=rpp). La primera vez que fui a esta iglesia fue en 1984. Recuerdo que tomé un colectivo desde una Piura dañada por el Fenómeno del Niño del 82-83 y logré visitar su interior. Luego en 2008, regresé a la misma y logramos subir hasta el campanario. En el 2014, poco después de un sismo, con un grupo de amigos llegamos, pero el edificio estaba cerrado. Habían caído muchas partes de las cornisas y una de las torres estaba afectada. En esta oportunidad, todo el conjunto está siendo restaurado por una empresa minera (https://repositorio.cultura.gob.pe/bitstream/handle/CULTURA/695/RESTAURACI%c3%93N%20INGLESIA%20SAN%20MART%c3%8dN.pdf?sequence=1&isAllowed=y). Estuve tomando fotos a la portada y nos permitieron acceder al interior y vimos la restauración de altares (el altar mayor ya está acabado y el acceso a la sacristía muestra su belleza pictórica; además hay un conjunto de cuadros que representan el Vía Crucis con motivos de la zona: pobladores, formas de casas, paisajes (como se ve en la iglesia de Huanchaco también). Pero uno de los secretos que nos mostraron fueron las catacumbas en las que se han hallado túneles que conectan con diversos lugares estratégicos. No pudimos subir al campanario, pero la visita nos satisfizo un montón. Aquí datos de los túneles: http://gonzalo-elobservador.blogspot.com/2012/04/hallazgo-en-obra-municipal.html.







Salimos hacia la plaza principal en la que había una feria de productos del lugar. Pero queríamos a ver la playa cercana que la visité por primera vez en 2008: Chulliyache. Piura tiene un litoral fascinante. Ensenadas, bahías, algunas islas, playas extensas, aguas cálidas, deltas de ríos como el Chira o el Piura.  Algunas lagunas se formaron con el último mega Niño del 1997-98. Además, Sechura es el desierto más grande de Perú y es una gran depresión en algunas partes que encierran alturas por debajo del nivel del mar (Depresión de Sechura que está a -34 metros b.n.m.). Tiene varios manglares, no tan grandes como los de Tumbes, pero sí los últimos que se verán hasta llegar a las zonas verdes de Chile. La primera vez que fuimos a este lugar cruzamos unas lagunas que ahora son de oxidación (lástima) y que llevan carteles advirtiendo el peligro de estas aguas. Hace 15 años, las aguas eran transparentes y había muchas aves que buscaban peces o pequeños gusanos. Nos fuimos por el camino de trocha y cruzamos la entrada a los manglares del lugar (imagino que estarán contaminados con las aguas servidas). Así llegamos a Chulliyache, también conocida como Sechura la vieja, un pueblo fantasma que se sigue usando como balneario (https://rpp.pe/peru/actualidad/piura-chulliyachi-la-ciudad-fantasmapero-que-se-resiste-a-morir-noticia-557123?ref=rpp). Había varias personas en la playa; dejamos la camioneta y nos fuimos a caminar, disfrutar la arena, la brisa marina cargada de yodo y ver cómo se iba poniendo el sol. 





Pero no podíamos quedarnos mucho tiempo ahí, pues las chicas querían hacer sus compras en Catacaos: joyas o carteras. Retornamos por la “vía oficial” y llegamos cerca de las 7:00 a nuestro destino. La visita fue a la Calle Comercio, por obvias razones. Al final, fueron carteras de cuero lo que compraron las chicas. Felices. Regresamos a Piura y dejamos a las chicas en el Hotel Mango Verde (http://www.mangoverde.com.pe/) donde pasaron la única noche, pues al día siguiente nos íbamos a Ayabaca. Fuimos a casa de Vania a ducharnos y de ahí salimos a cenar todos al Tao. La noche piurana era increíble: un montón de gente que iba y venía a diversos lugares. Mucha crisis no se veía. Cenamos bien unos makis deliciosos y sangría de vino blanco para la noche fresca piurana. De ahí a dormir, pues salíamos temprano a nuestro nuevo destino.




martes, 28 de marzo de 2017

PIURA EN SU HORA (SUMA DE ERRORES EN UNA RICA REGIÓN)

Nací en Piura hace casi 60 años. Nací un mes después y el mismo año en que los soviéticos pusieron el primer artefacto humano en órbita fuera de la atmósfera. La era espacial había empezado. El hombre comenzaba a irse más allá de nuestros confines para dominar (esa es nuestra filosofía) otros lugares allende nuestro planeta. Piura fue mi lugar natural durante mis tres primeros años. Cálida, recuerdo dos hechos memorables de mi niñez: mi primer film en algún cine de la ciudad (un film de Chaplin) y ver a Xiomara Alfaro, quien había impuesto dos canciones de moda en esa época (Nunca en domingo y Moliendo café). La mudanza familiar a Arequipa hizo que me alejase de Piura. Retorné en 1967 a recoger una simpática herencia que incluía un piano de cola, el cual nunca pudimos trasladar a Arequipa. Sí recuerdo el problema del agua: riesgo de insalubridad. El agua de Piura, extraída de subsuelo, era muy salobre.  
Por muchos años solo sabía que cosas que sucedían en Piura por noticieros o diarios. Por mis tíos escuchaba todo lo que había sucedido en la inundación de 1972, cuando las aguas del río Piura llegaron más allá de la plaza de armas. Recuerdo lo de la Represa Poechos, toda la construcción hasta su inauguración en 1976. Ese año con un amigo decidimos ir a Ecuador y visitamos Piura tras una ausencia personal de 9 años. Piura había crecido, pero desordenadamente. Lo del Niño del 82-83 fue un golpe mortal para la ciudad y región; recuerdo situaciones como la de encontrarme con muchos piuranos en Lima (estudiaba en ese entonces en esa ciudad), familias de clase media, quienes habían dejado Piura para instalarse en la capital; los identificaba en los micros y era difícil para ellos: gente mayor a la cual le iban enseñando cómo desenvolverse en una ciudad nueva y grande, por ejemplo, para tomar un micro. Era fácil reconocerlos por su hablar y su desplazamiento tímido en una ciudad que no manejaban. En el 85 retorné a Piura. Ciudad que se levantaba, fue el año que conocí Canchaque y la bella sierra de esta Región; y la zona de Sechura con la impresionante iglesia mandada a construir por Martínez de Compagnon. Piura aún mostraba las heridas de ese duro Niño que le tocó vivir. Calles en mantenimiento, cambios de tuberías, reparación de edificios. En el 93 regresé nuevamente a la ciudad y había signos de progreso. Hasta el 98. Después estuve visitando a un amigo, ya que se había mudado a Piura y pude conocer la vastedad y riqueza, con mayor presencia. Vi el puente caído y la placa que recordaba a todos los que murieron ahogados o arrastrados por las aguas. Ese 2000 hice un viaje alucinante a las lagunas de las Huaringas. Para cruzar un tramo de la trocha, tenías que ir vadeando un río. Le pregunté al chofer cómo lo hacían en temporadas de lluvias a lo cual me respondió tranquilamente que se quedaban aislados hasta dos semanas. También veías cómo la ciudad vieja iba siendo demolida para dar paso a la modernidad: el viejo Piura caía para permitir que edificios reemplacen bellas casas semiabandonadas o semiderruidas. 
Estuve por Piura llevando a amigos para que conozcan Paita, Parachique, Sullana, Talara, Negritos, Cabo Blanco, Narihualá, Colán, Máncora, Chulucanas, Manglar de San Pedro, playa Cangrejos, Yacila, Yapatera, etc. Hemos cruzado por un bosque de postes de energía eólica inactivo aún cerca de Talara; hemos visto la nueva planta de fosfatos y la que estaba en construcción de Cementos Pacasmayo, empresa que se está mudando a esta Región. He visto Poechos, que acompaña a otra represa más pequeña: San Lorenzo. La ciudad se ha plagado de nuevas edificaciones, crecen malls por todas partes, algunos mucho más grandes que los que Trujillo o Chiclayo, ciudades más grandes poblacionalmente hablando; la ciudad y la Región son ricas. Pero, ¿qué ha pasado con toda esa riqueza? ¿Para qué ha servido este boom de todo nivel para una zona que ha sido doblegada por este último Niño? Como de costumbre, se han construido edificaciones sin criterios ni orden, se han zonificado espacios de alto riesgo sin medios de amortiguación (como bosques o grandes parques, por ejemplo)
El Gobierno Central, en 2015, destinó mucho dinero para esta Región pues se sabe que es una de las afectadas. ¿En qué se ha invertido el mismo siendo responsable del mismo el Gobierno Regional de entonces? Se está difundiendo por redes que en el 2007 se rechazó un proyecto de prevención para ser aplicado al río Piura y todo su cauce, y fue rechazado por no tener retorno económico  (como pasó, en cierta forma, con el rechazo al pedido para la zona de El Porvenir).
La gente comenta la ira divina para apuntar los ojos hacia el lado incorrecto; lo que debe de entenderse que más grande y peligroso es la estupidez humana o, lo que me parece más viable, la corrupción de esas personas que a la larga son las causantes de pérdidas humanas y materiales que ahora estamos sufriendo. ¿Prescripción para estos casos? Si el asesinato intencional está incluido ahora dentro de los delitos que pueden prescribir, bueno. La sociedad civil tiene la palabra. 

lunes, 29 de diciembre de 2014

CRÓNICAS PIURANAS VI: LAS ENTRAÑAS

28 de julio, día de la independencia de nuestra patria. Días festivos, días en la que muchos servicios básicos colapsan por los turistas. Esa es la razón por la cual decidimos no ir hacia los balnearios, sino internarnos hacia Chuculanas a buscar las famosas cerámicas de renombre internacional, así como ir a Yapatera, uno de los últimos reductos de población negra en nuestro país. No íbamos a encontrar ni uno ni el otro, pero el recorrido sí valió “la misa”. Chuculanas se encuentra a unos 80 kilómetros de Piura y está conectada por una estupenda carretera. Cabe resaltar que la red vial que recorrimos en estos dos viajes me ha provocado mucha envidia y la comparo con las pobres carreteras que tenemos en La Libertad. Según datos de Provías, al 2011 la Región Piura tenía más del doble que nuestra Región; esto se ha incrementado con la reciente inauguración en octubre de tramos correspondientes entre Sullana, Paita y Piura. Solo la costa liberteña tiene una carretera digna de ser nombrada como tal; recientemente se ha concluido la ansiada carretera a Huamachuco. El día que la recorra daré fe de lo que comentan.
Ya rumbo hacia Chulucanas, fue nuestra primera llenada de tanque. En realidad, es bastante módico alquilar un auto entre tres o cuatro personas: ahorras tiempo, no te fatiga el viajar en tu propia movilidad desde tu ciudad de origen y dispone de libre maniobrabilidad y tiempos. Previamente habíamos tomado un buen desayuno en el centro de la ciudad y nos fuimos para las compras necesarias para almorzar en alguno de los lugares que nosotros creíamos adecuado. Este turismo no está desarrollado en el Perú, el del viajero en su auto que busca la comodidad inmediata, que te permite tomar bebidas frescas en la ruta o poder hacer una buena pascana para tomar tus alimentos con comodidad. En Francia y España pude ver esa organización para los viajeros en sus vehículos. Espero algún día lleguemos a ese tipo de facilidades.
Llegamos a Chulucanas luego de haber atravesado una buena extensión desértica y atravesado varios pueblos “santos”. Esto es muy pintoresco: Santa Ana, San José, etc. Al retorno nos detuvimos en Virgen de Fátima para tomar una foto a María en recuerdo de su tierra. Interesante, Fátima es un nombre muy común en la lengua árabe y uno de los mayores santuarios, ubicado en Portugal, tiene ese nombre.
Chulucanas, tierra de algunos amigos,  es una pequeña ciudad que visité por primera vez en 1993. En ese entonces los talleres de los maestros ceramistas estaban cerca de la plaza de armas. Ahora se hallan en otro lugar llamado La Encantada. Eran oriundos de ese lugar, pero no se contaban con las facilidades de poder acceder a este pequeño poblado, dentro de los campos de cultivo.
Chulucanas es una ciudad agrícola, capital de la provincia de Morropón, famosa por sus limones y su gruta; aquí se respira ese mundo ligado al campo. La  modernidad la ha invadido con restaurantes, farmacias, tiendas de artículos agrícolas. Recordaba brevemente algunas de las historias que Luis Eduardo García había escrito sobre su niñez en esta localidad. Como ese gracioso cuento Adiós Sofía en el que narra su estrepitosa captura por parte de la policía local cuando quisieron entrar al Cine Municipal para ver una película de Sofía Loren, una de mayores de 21 años. Esas épocas ya no existen, ni el cine ni la Chulucanas de su niñez.  Siendo día festivo, la ciudad tenía visos de haber celebrado un izamiento. La plaza estaba engalanada, nada más. Fuimos a ver su moderna iglesia matriz con una bella escultura en la portada. Antes de ir a La Encantada, decidimos ir a Yapatera. Nos indicaron el camino y para cerciorarme, nos detuvimos al costado de una imponente morena; ella nos confirmó el camino remarcando que era oriunda de ese pequeño pueblo y que nos iba a gustar. El camino está en buen estado y llegamos pronto al lugar. El calor arreciaba. Llegamos al poblado, pero no tiene una buena señalización por lo que seguimos el camino. A cierta altura decidimos regresar. En realidad nos estábamos yendo hacia Tambo Grande. Retornamos y tomamos algunas fotos a la vetusta comisaría; una simpática construcción, ya en el abandono.
Un poco más allá, logramos ver lo que fue la casa hacienda del lugar. Ingresamos y comenzamos a tomar fotos. De repente apareció un señor con su burro, su piajeno. No tenía buena pinta, puesto que se acercó hacia nosotros con un machete; él pensaba que habíamos ingresado para hurtar algo, ya que contiguo a las antiguas instalaciones, se han edificado aulas modernas del colegio de la zona. Aquietadas las aguas, le pedí información, pues teníamos curiosidad de ver los antiguos almacenes de algodón. Le agradecimos sus datos y decidimos partir hacia La Encalada por seguridad. Ya en Trujillo me enteré por Rosa Gulman que esta había sido hacienda de su familia. Cosas de la vida.
Nos fuimos hacia La Encalada, por la ruta vimos los restos de lo fue otra casa hacienda. Una pena. Hay varias casas así en esta región que podrían ser rescatadas para ser parte de un sistema más complejo de un turismo nada despreciable, para aquellos que buscan la tranquilidad en lugares cálidos e incluso un refugio “lejos del mundanal ruido”. Las edificaciones monumentales como Sojo, Yapatera o La Encalada son construcciones bellas, como las que vi en Lambayeque y las que aún quedan en La Libertad. Pero, la visita sí fue frustrante. Los artesanos ya no trabajan con creatividad, sino que trabajan en serie en modelos que no reflejan su mundo, sus experiencias, su vivencia. Entre lo que vi en 1993 a lo que he visto en este julio del 2014 siento un retroceso; aquí el “mercado” les mató el gusto y el sentido práctico terminó por ser el sentido común generalizado. Tal fue nuestra frustración que María solo compró un cenicero para Orietta. Punto.
Iniciamos retorno a Piura, más tranquilos por la bonita calzada de árboles que limitan la carretera de salida de Chulucanas – La Encalada hacia la carretera Panamericana. Llegamos a Piura más o menos a las 6 pm. Una buena ducha y una cena opípara como de costumbre.

Al día siguiente nos tocaba ir a la playa otra vez.


martes, 23 de diciembre de 2014

CRÓNICAS PIURANAS III: LA CIUDAD ABANDONADA

Y así llegamos a nuestro último día en la primera visita de Piura de este año. EL domingo 04 fue el día para recorrer las calles de Piura vieja con su izamiento de bandera, su marinera al aire, sus chifles y natillas que hay que saber buscarlas. Con María nos fuimos a dejar el auto para terminar con esos trámites. En realidad, alquilar un auto entre varios es mucho más económico y tienes una capacidad de independencia con la que no se cuenta cuando no dispones de movilidad y dependes de los tours organizados. Según Lorena, el lugar ideal para comprar los “recuerdos” gastronómicos era en casa de una señora que reside en Miraflores.
El barrio muestra ya una marcada decadencia, pero vemos aún bellas mansiones que antaño mostraban bellos tragaluces o vitrales. Pese a todo, las calles se veían limpias y los parques ahora estaban un poco mejor tenidos que cuando estuve hace unos años. Piura es una ciudad fuertemente azotada por el fenómeno de El Niño. Pese a todas las medidas que se tomen, la ciudad sufre estragos sobre todo en los sectores sociales más deprimidos. Pero también está en la dejadez e irresponsabilidad de autoridades y población que suelen dejar construir y edifican en zonas extremadamente peligrosas para que se construya. Y no es solo un síntoma piurano, lo es de todo el país. Ya en Trujillo reiteradas veces se ha alertado a la gente por estar construyendo, incluso con material noble, en lechos secos de ríos. En el Niño del 98, muchos de estos lechos se volvieron activos con la siguiente catástrofe social causada. Crónica de una muerte anunciada. Este nuevo Niño parece ser menos intenso, pero en un país tan poco precavido como el nuestro, medidas extremas deben procurarse para evitar lamentos futuros. En los mega Niños del 83 y el 98 se tuvieron que implementar bombas extractoras de agua para poder evacuar todo el líquido acumulado en parques, calles, avenidas y casas. También es triste pasar por uno de los puentes que cayó por el embate del caudal del río Piura: en una de sus entradas está la placa recordatoria de todas aquellas personas que murieron ahogadas  cuando se cayó el puente que transitaban en mototaxi, en taxis o vehículos particulares. Triste memoria. Piura tiene tantas anécdotas con el Niño, una suerte de simbiosis. Pero los piuranos reconstruyen su ciudad; sin embargo, deberían proyectarla para evitar estos riesgos con defensas más sólidas, mejores sistemas de drenaje, alcantarillado limpio en sus calles (es insólita la suciedad que nos rodea: miles de bolsas de plástico que se ve ya varios kilómetros alejados del corazón de cualquier ciudad peruana). Vimos una buena defensa ribereña cerca del puente viejo, las calles están protegidas con buenos muros. Y podemos ver bellas casas con jacarandás que adornan las vías. Pero Piura está perdiendo su patrimonio arquitectónico del siglo XIX. Muchas edificaciones están cayendo en el abandono y el deterioro; sus dueños luego las demolerán y harán los monumentos al consumo: galerías comerciales. Estas están poblando el centro (lo vi en Tacna en la ex bella avenida Bolognesi). Ojalá hubiera un movimiento de personas interesadas en rescatar su historia, su identidad.

Dejamos Piura con destino a Trujillo vía bus por la tarde. En el trayecto vi tanto basural que han terminado por afear los médanos con algarrobo que solían acompañar al viajero. Una pena.