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Trujillo, La Libertad, Peru
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miércoles, 28 de diciembre de 2022

PIURA, TALARA, NEGRITOS. 2022

 



Viernes 09: los planes iniciales de ir hasta Bayóvar, un sueño anhelado se tuvo que cambiar. Piura me ha ocultado varias cosas. El año pasado no logramos ir a las ruinas de Aypate, pues la carretera estaba en mantenimiento; en esta oportunidad, fue por el comentario que el chofer de la movilidad que lleva María a la universidad nos había advertido: pescadores furtivos ilegales estaban generando desórdenes en la carretera azuzados por una congresista de la región al haberse promulgado una drástica sanción contra aquellos que usaban métodos criminales, destructivos en la pesca u otras formas de captura de animales. Este es todo un problema latente en nuestras naciones: con el argumento de generar recursos personales, muchos pescan con dinamita, curare u otras formas abusivas y depredadoras que terminan arrasando con la riqueza de la zona para beneficio de un puñado de oscuros personajes. Como los mineros ilegales, por ejemplo. Y esta situación ha sido aprovechada por políticos populistas, arribistas e irresponsables que cubren estos delitos. En el viaje del 2014, estuvimos en Sechura y Parachique. El año pasado (2021) estuvimos nuevamente en Sechura y pudimos visitar su playa y su gran iglesia ya restaurada tras los daños sufridos en el terremoto del 2014. Aquí mis crónicas de esas visitas del 2014 y 2021: https://www.blogger.com/blog/post/edit/4795243307169787731/4028320264144713797 y https://elrincondeschultz.blogspot.com/2021/09/piura-nuevamente-cronica-de-viaje.html. Espero, pues, volver nuevamente a esta zona, descender hasta Parachique e ir hasta Bayóvar e Illescas. He visto fotos de las playas que se encuentran por ahí, pero comentaban que hay que ir con gente que conoce, pues podría uno perderse en esas rutas aún no del todo bien trazadas. Playas como Punta Shode o Nonura son cada vez más conocidas, pero la infraestructura vial es un tema pendiente.

Salimos temprano no sin antes, en el hotel, haber dejado todo listo con el fin de poder cambiarnos a una nueva habitación con un baño más cómodo; nos dirigimos a desayunar a El Parcelero, nuestro nuevo point. Antes de ir al restaurante ingresé a la iglesia de San Sebastián. No recuerdo haber ingresado a esta iglesia en mi vida, quizás cuando era muy niños (3 años, recuerdos muy vagos). Estuve un rato en este espacio que tiene unos bonitos vitrales (https://blog.nicoleyluis.com/2019/11/06/iglesia-san-sebastian/).




Tomamos un desayuno frugal para salir rápido hacia Talara. Ya premunidos con todo: agua, sombreros, cremas y las cámaras nos fuimos hacia el Norte. La ruta de salida es por la Avenida Sánchez Cerro, la que se ha convertido en un viaducto de tránsito rápido, aunque no dejan de ingresar de vez en cuando mototaxis que ponen en peligro el tránsito en general. Felizmente salimos rápido de Piura gracias al sistema de avenidas, pasos a desnivel y tréboles con los que nos ubicábamos rápido y nos permitió acceder con facilidad a la autopista a Sullana. Luego en Sullana, pasamos “bajo el puente” y llegamos a Marcavelica donde se estrecha nuevamente la vía. Esperemos a futuro que esta vía de alto tránsito a Talara y Tumbes se convierta en una buena autopista. Mucha gente va a Máncora, Punta Sal y todos los balnearios de moda durante fiestas, por lo que esta vía se satura, pues solo tiene un carril (aunque amplio) por lado. Felizmente no había aún mucho tránsito y la carretera, salvo algunos tramos, se encuentra en buen estado. Ahora se han hecho numerosos puentes que recuerdo en la visita a Tumbes en el 2019 estaban en todo el proceso de reconstrucción; ahora están implementados y bien señalizados por lo que la ruta fue pasible, amable para el auto y el conductor. El día anterior habíamos ingresado por un poblado llamado Ignacio Escudero hasta Marcavelica, tramo que hicimos de noche y con tránsito pesado y denso. Cruzamos varios puentes con graciosos nombres y algunos, ya con falta de imaginación o sobre un río desconocido, tenía solamente numeración cartográfica. Un poco antes de llegar a Talara, se cruza por un parque eólico; en el 2014, con Orietta y Maria llegamos por este sitio y se veía aún vacío. Ahora ya hay proyectos de urbanización del lugar. Según el mapa, en Milla 7, en la Panamericana aparece un desvío de ingreso a Talara. Iba recordando esa grata visita que hicimos con Orietta y María que nos llevó hasta Cabo Blanco, Máncora y otros lugares. Ahora nos íbamos a centrar en Talara y sus alrededores para buscar lugares secretos. En la visita anterior estuvimos en Punta Balcones, el punto más septentrional de América del Sur, y Negritos. Pero ahora íbamos a ver otros lugares que nos sorprendieron. Ya en Talara, dimos la vuelta al aeropuerto (usado por la Fuerza Aérea Peruana, incluso) e ingresamos a la ciudad. Hice una maniobra incorrecta e ingresé a una calle en la que pensé, inicialmente, estaba el hotel  donde estuvimos en la visita anterior, el Oro Negro. Equivocación. Tuvimos que volver a salir para ingresar por otra avenida, la que nos llevó a la ruta que fuimos improvisando. Antes nos detuvimos en una estación de gasolina para cargar más combustible y buscar más agua. Talara está destinada a tener un gran consumo por la cantidad de gente que está llegando por la refinería de petróleo, situación que, espero, tenga efectos más positivos que negativos para la ciudad en su conjunto. Cajamarca tuvo un vuelco drástico con la minería; así como vinieron mejores servicios de todo tipo, el costo de vida subió de manera alarmante y también los índices de violencia y prostitución, fuera de otros problemas sociales que luego se irían conociendo (contaminación, por ejemplo). Veremos qué pasa en Talara. (https://www.refineriatalara.com/petroperu-culmina-trabajos-de-mantenimiento-de-via-del-cono-norte-de-talara/).  Subimos por la carretera muy bien asfaltada en dirección a Negritos. En el trayecto vimos un cartel que indicaba un bosque petrificado, novedad que no tuvimos tiempo de visitar. Era casi mediodía, por lo que no contábamos con mucho tiempo. Fuimos a Negritos y seguimos adentrándonos para ir al muelle. Pero en el camino, César nos indicó de un lugar por lo que dimos marcha atrás para ir a un salar, el Salar de Negritos; sin embargo, no bajamos a visitarlo, sino que nos fuimos hacia la playa hasta llegar a un lugar interesante desde el cual se ven las plataformas petroleras: Litoral 3-4. Aquí había varios pescadores artesanales y la vista era genial, salvo la cantidad de viento que corría; por esa razón los pescadores iban completamente cubiertos en su mayoría. Estuvimos viendo el mar y la pesca de estas personas en una zona en la que hay intensa actividad extractiva de petróleo. Pensé que iban a venir a sacarnos del lugar por ser zona rígida.




Ya casi a la 1 pm nos fuimos al Salar. Antes de llegar a este salar se cruza a través de un corto puente una laguna, la Laguna de las Parihuanas (no vimos alguna) (https://www.elregionalpiura.com.pe/index.php/region-piura/151-talara/52697-talara-crean-area-de-conservacion-ambiental-balcones). Esta forma parte de unos humedales, zona de interés que hay por conocer y prepararlos para poder ser disfrutado por diversas personas. Es necesario conocer estos lugares para respetarlos, formar cultura geográfica e histórica y crear identidad cultural.



De ahí nos fuimos al salar, no muy lejos de la laguna; en un principio pensábamos que eran pozas en las que se esperaba la evaporación del agua para quedarse con la sal (como debe de ser lo del Salar). La entrada no está lejos de la carretera: https://www.infobae.com/america/peru/2022/06/16/conoce-el-salar-de-negritos-la-maravilla-natural-escondida-en-piura/. Uno de los puntos que hay que cuidar pronto es evitar el ingreso de vehículos al mismo salar y cuidar que no se extraiga sal del lugar, puesto que se ven ya zonas vacías. Un punto urgente que atender para no perder esta joyita que podría generar recursos turísticos para los amantes del Medio Ambiente. Todo el conjunto puede generar una visita completa para los amantes de la naturaleza, el mar en su conjunto. 





Salimos de nuestra visita en dirección a Negritos. Le dije a María para que tomase fotos de algunas construcciones de palafito, muchas de las cuales han comenzado a cubrir sus bases. A diferencia del 2014, ahora Negritos tiene más vida, han habilitado más casas; la refinería está demandando alojamientos más aparentes y de mejor calidad que los que puede uno hallar en Talara; Negritos tiene casas atractivas de madera y de material noble. No entramos a su malecón, pero la ciudad en sí está más cambiada que la visita anterior. Definitivamente. Un video que muestra el potencial del lugar: https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=fdRJsUOtJGU. Una nueva visita quedándose más tiempo en Talara para retornar a Cabo Blanco e ir a Punta Balcones se hace obligatorio: https://www.talaramiorgullo.pe/buena-noticia/la-punta-mas-occidental-de-sudamerica-esta-en-talara-punta-balcones

Al llegar a Talara, nos dirigimos al Hotel Casa Andina para almorzar en algún lugar limpio y seguro. La zona en la que se halla el hotel es residencial, bonita, con casas grandes y lujosas sobre la Av. Bolognesi. El hotel no ofrece almuerzos, pero nos sugirió un buen lugar para almorzar bien y rico: restaurante Cabo Blanco. Nos dirigimos al lugar. El lugar estaba lleno en el primer piso, pues había una inmensa pantalla para ver los partidos de fútbol de Qatar 2022: una locura. Estaban pasando el partido Argentina/ Países Bajos. Como no soy muy amante del fútbol y varios de los viajeros conmigo tampoco, nos fuimos al segundo piso. Pero había otro televisor; no tan grande, felizmente. Almorzamos rico, también abundante como en Paita, pero más limpio y a buen precio (https://es.restaurantguru.com/Cabo-Blanco-Talara) A eso de las 3:30 pm retornamos a Piura para evitar el tráfico. En el retorno condujo María. Llegamos casi a las 5.30 a Piura, lo que nos dio tiempo para una buena ducha antes de ir a cenar al restaurante Tao. Maria tenía que hacer unas compras, por lo que nos fuimos al Open Plaza Piura que estaba lleno de gente y autos. María decidió quedarse y yo regresé al hotel en la camioneta. María nos llamó más tarde para ir a cenar, nos fuimos a pie hasta el lugar (no está lejos de nuestro hotel). La caminata nocturna nos hizo mucho bien. Comer en el Tao es una buena experiencia. Estuvimos aquí por primera vez en el 2014 y el año pasado (2021) repetimos la experiencia. Bien vale la repetición (https://es.restaurantguru.com/Tao-Piura). Para acabar la noche nos fuimos caminando al puente Andrés Avelino Cáceres (a un paso), pero el viento nos doblegó. Hasta nuestro último día.






miércoles, 24 de diciembre de 2014

CRÓNICAS PIURANAS IV: HACIA LA HISTORIA

La segunda visita a Piura fue en el mes de julio. En esta oportunidad viajamos María, Orietta y yo, el trío que decidió ir a buscar el sol. Salimos de Trujillo la tarde del viernes 25 para aprovechar las fiestas patrias. Llegamos a instalarnos en el hotel en el cual habíamos estado en nuestra visita en mayo. Pero eran las vísperas de fiestas y la avenida Grau estaba cerrada, ya que se había instalado un inmenso escenario para la serenata a la patria. Dejamos nuestras maletas y nos fuimos a cenar a un “patio de comidas” (así le llaman) para comenzar nuestro viaje gastronómico también. Y nos fuimos a la cama temprano para aprovechar nuestro viaje el sábado 26. Nos íbamos a instalar en Talara, ya que no había más hoteles en otras zonas. Con nuestro auto alquilado, salimos rumbo a Sullana.

Conocedores de la ruta, íbamos viendo más detalles que en nuestro primer viaje habíamos obviado. Nos detuvimos nuevamente en Marcavelica para comprar alguna fruta. Antes de salir de Piura, ya habíamos comprado todos nuestros pertrechos. Salame, fruta, atún, deliciosos quesos. Nos íbamos a una pequeña orgía de sabores. Nos detuvimos en el puente sobre el río Chira, desde el cual tienes un bello paisaje. Lastimosamente, era una zona muy peligrosa y, como dijo Orietta riendo, un alma piadosa se detuvo para advertirnos que nos podían asaltar en cualquier momento y despojarnos de nuestras cámaras fotográficas. En realidad, estábamos muy concentrados con el paisaje. Creo que varios ángeles de la guarda nos acompañaron en este viaje. Tras la pascana en Marcavelica sí seguimos viaje hacia Talara, al hotel en el cual íbamos a pasar nuestra única noche para seguir otra vez un ascenso más holgado hasta Máncora.
El viaje fue tranquilo. Antes de llegar a Talara hay un inmenso campo de postes de energía eólica, el cual está parado. Es un monumento al derroche, ya que estas estructuras se están deteriorando lentamente. Elefante blanco y ganancias inescrupulosas de bolsillos oscuros. La entrada a Talara es bastante especial, si cabe el término. Debido a la pista de aterrizaje del aeropuerto, la carretera de entrada bordea literalmente dicha pista. Premuras fisiológicas nos exigían llegar a nuestro destino lo más pronto posible, pero llegar a una ciudad nueva siempre te demanda mucha paciencia. Talara no es grande, pero el orden de las calles es extraño; imaginar que sus orígenes se remontan a ser un campamento petrolero. Felizmente llegamos a nuestro hotel, hostal Oro Negro, y nos instalamos. Almorzamos algo y preguntamos acerca de lugares de interés para visitar; además nos comentaron que nos podían preparar una langosta por persona. Decidimos hacer una breve siesta y nos preparamos para visitar los alrededores de Talara: Negritos y Punta Pariñas. Este último lo recuerdo de mis clases de geografía del colegio: es el lugar más occidental de América del Sur.

Salimos en dirección a todas las localidades que también tienen su origen en la explotación petrolera. Previamente, durante el almuerzo, el dueño del hotel nos comentaba que Talara iba a sufrir una crisis por la escasez de servicios que iba a afrontar ante la eminente llegada de una gran masa poblacional con cierta calificación y cierto poder adquisitivo, muy frecuente en el mundo del petróleo. Tienen que crear nuevos servicios de buen nivel de todo tipo: educativos, médicos, restaurantes, esparcimiento, etc. Es una inmensa oportunidad de negocio para unos diez años, por lo menos. Talara tendrá que cambiar su fisonomía de pueblo a una pequeña ciudad con servicios de calidad. De ofrecer buenos hoteles y otros servicios vinculados, vendría un turismo nada despreciable a la zona. Quedamos muy interesados en todo lo que habíamos oído. Pero el recurso humano es el que va a tener más problemas. Puede ser la oportunidad para toda esta zona de salir adelante en diversos planos. Ojalá se focalicen en educación y capaciten a las personas, puesto que ese recurso natural es limitado y se deben crear condiciones opcionales para mantener su crecimiento. Con la actitud de ganar todo rápido, no se planifican proyectos que tengan una vida de largo plazo. Cultura de la extracción, como pasa con la minería en la actualidad.
Históricamente, esta zona es muy sensible y los que tenemos nuestros años recordamos el famoso escándalo de la IPC, la extraviada página 13 de ese famoso contrato y el derrocamiento de Belaunde. Esto en el 03 de octubre de1968. Este lugar fue nacionalizado (09 de octubre del mismo año) y como tal se mantuvo hasta entrado el gobierno de Fujimori. Ahora hay planes de privatización, pero esto sigue siendo muy sensible. Es un recurso estratégico de la nación y países que han sido considerados paradigmas del liberalismo económico mantienen algunos estratégicos en condición de estatales. Sin ir muy lejos, Chile no tuvo intención de privatizar sus grandes minas de cobre; es más, son fuentes indirectas para llenar las arcas del Estado. He oído exponer sobre este tema y sobre otros (los puertos y aeropuertos, por ejemplo) a muchas personas, sobre todo a militares que ven con malos ojos el desprendimiento de nuestros bienes naturales y zonas estratégicas (seguridad, por ejemplo) por parte de personas que quieren privatizar todo. Esta reflexión es para enmarcar las sensaciones que yo iba teniendo al recorrer estos lugares. Tanto a Orietta como a María, este contexto les es extraño. Pero muchos nombres, La Brea y Pariñas, Lobitos, la misma Talara, me traían recuerdos de mis años de colegio. Años en los que los curas de La Salle, los profesores, los diarios, mis padres, los vecinos, hablábamos de política, la respirábamos. Debates en revistas, la televisión (aunque era diferida y luego controlada), espacios de discusión. ¿Adónde se fue todo eso?

En la ruta hacia estos poblados, íbamos a tener un compañero paisajístico frecuente en el mar: las plataformas petroleras. Lo mismo por las carreteras, esas famosas torres de extracción de gas, muy frecuentes en la Panamericana. En Negritos vimos con nostalgia un espacio que pronto será demolido. El viejo cine del pueblo; me imagino que en las matinés de años pasados se iba al cine en grupo, con los amigos, a hacer bulla. Como en Cinema Paradiso, veía una antigua construcción que se iba a ir para siempre.

La visita a Pariñas y Negritos fue muy interesante por las observaciones de María. Como arquitecta, nos deteníamos a ver las construcciones hechas en madera, algunas sobre palafitos. Muchas eran estándar, puesto que fueron construidos como campamentos y que se fueron convirtiendo en pueblos. Algunas casas son magníficas y han sido mantenidas por sus propietarios, las ha preservado y restaurado bien, no tienen intervenciones “traumáticas” como suele suceder cuando un inexperto funge el papel de arquitecto o restaurador. Zapatero a su zapato.
Regresamos a Talara a hacer algunas compras (por ejemplo, más quesos, buen vino blanco para las langostas, fruta para nuestra jornada, pan), ya que partíamos temprano el domingo 27 hacia las playas con historia. Vimos algo de la ciudad, fuimos a su plaza de armas. Esa noche cenamos con los dioses. Además el vino blanco que habíamos mandar a helar nos abrió la mente con sus burbujas. Tuvimos una grata conversación que encandiló a otros comensales. Pensábamos que el hotel estaba vacío, pero no era así. Lo que sí me pareció un poca bizarra la situación fue la presencia de una joven pareja que venían a pasar su noche de amor y se hallaron con tres “loros” que reíamos a carcajada batiente. Pobres.


Nos fuimos a buen sueño reparador. Las playas nos esperaban