Trujillo es una ciudad que se acerca
al millón de habitantes. Durante los días laborales, esta población se
incrementa por el número de personas residentes en áreas cercanas a la ciudad y
que laboran en diversas empresas e instituciones localizadas en nuestro cono
urbano. Nuestra ciudad tiene grandes potenciales que se han ido posesionando en
el imaginario de los peruanos y de muchos turistas internacionales que nos han
visitado. Es una ciudad con riqueza arqueológica, cultural, social, educativa y
productiva. Una urbe ubicada cerca de un río y vecina al mar que le da ciertas
ventajas geopolíticas que nos convertirían en una urbe rica y que podría trazar
el destino de nuestra nación. Tiene pujanza productiva todavía primaria, salvo
excepciones. Una ciudad multiétnica, variada.
Sin embargo, diversos factores
humanos han mellado y continúan afectando la organicidad trujillana. La
carencia de una educación cívica, el escaso sentido de autoridad y la débil
capacidad de trabajar en equipo han sido los factores que han hecho que todo
ese potencial se ponga en riesgo permanente con la consiguiente pérdida de
oportunidades sociales. Evidencias saltan a la vista sin mucho esfuerzo.
Tomemos dos ejemplos: transporte urbano y manejo de residuos sólidos.
Para nadie es un secreto que
nuestro transporte es un caos. Tierra de nadie. Fuera de la escasa educación
vial de públicos y privados, así como el lamentable estado de calles y avenidas
de la ciudad; Trujillo posee un sistema ineficiente, riesgoso e, incluso,
contaminante. El estado de vehículos de transporte público, que es privado, es
un permanente atentado contra los usuarios de este y los demás ciudadanos,
puesto que la antigüedad de muchos buses, combis y taxis presentan una amenaza
latente contra cualquier ciudadano y el medioambiente. La concesión de rutas es
otra pesadilla, puesto que hay zonas sobresaturadas de líneas de transporte
cuya ganancia está en el número de pasajeros que estas lleven; por tal motivo
no respetan ni horarios, ni espacios rígidos, ni la cantidad reglamentada de
usuarios. Pedir calidad de servicio raya con el ridículo. Una buena línea
municipal de grandes buses, tranvías y desde ya pensar en un subterráneo son
soluciones obligadas si queremos salir del caos cotidiano. Las soluciones van a
ser impopulares, pero atacarán el cáncer en el que se ha convertido todo este
tema.
El segundo ya es problema
arrastrado por varias gestiones ediles. Por su tiempo se ha hablado de crear
una solución global al problema del manejo de la basura. Hubo conversaciones
para creación de plantas de tratamiento de residuos, quedando en el tintero.
Hay fuertes mafias que se mueven tras el reciclaje y el manejo del relleno
sanitario. Absurdo es fomentar una cultura de manejo entre la población
(separación de vidrios, papel o plástico) si es que casi todos los desechos van
a terminar en el mismo botadero.
Estamos a tiempo de tomar
decisiones correctas.