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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 25 de diciembre de 2022

PIURA, 2022 (VIAJE A LAS PLAYAS, SOSTENIDOS Y BEMOLES)




Tras varios meses de no haber cultivado mi espíritu viajero desde el año pasado, logré, por fin, hacer un breve viaje por tres días a Piura, lugar en el que siempre hay secretos por conocer, repetir algunos buenos lugares, comer delicioso; así como también experimentar algunas decepciones y tensiones que todo viaje, siempre te ofrece. Como María está trabajando en la UPAO de Piura de jueves a sábado, decidimos aprovechar los dos días feriados (jueves 08 y viernes 09) y coincidir con nuestro amigo César Alva, con el fin de recorrer algunas zonas de la costa piurana. 

Jueves 08: habíamos viajado en ITTSA el día previo. Como era un fin de semana largo, las empresas de buses al Norte iban repletos. La región Piura es una zona atractiva, con mucho potencial; sin embargo, tiene aún grandes vacíos por cubrir para hacerla más atractiva a viajeros de toda índole: los culturales (arqueología, cultura viva, cultura religiosa), los laxos (playas escondidas, paisajes atractivos, gastronomía variada y deliciosa) y los que buscan el dolce far niente (sierras relajadas y amables, desiertos apacibles y rumor de olas en balnearios al alcance de todo bolsillo). Por diversas razones, el planificado viaje fue modificando por una u otra razón. Por ejemplo, en principio íbamos a ser 6 personas y quedamos 4; por esa razón tuve que hacer cambios con las dimensiones de la camioneta que íbamos a alquilar. A última hora, la universidad cambió el boleto de María, quien partió 40 minutos más tarde (aunque llegamos al mismo tiempo a Piura). Un inicio un poco accidentado. Al llegar a la ciudad, Maria se desplazó rápido para poder irnos al hotel al cual ella asiste todas las semanas para sus clases los viernes y los sábados en la UPAO sede Piura. Ya en el hotel instalados, nos dimos con la sorpresa de que el baño tenía pequeñas dimensiones por lo que se hizo la gestión para el cambio. Sin embargo, pudimos ver varias ardillas que caminan y saltan por los numerosos cables aéreos y algunos jardines de las avenidas de la ciudad. Ya duchados, nos fuimos a la plaza de armas de la ciudad para ir al restaurante El Chalán, el cual ha decaído lamentablemente. Felizmente llegamos temprano al lugar, el cual se iba llenando rápidamente pues en la catedral había una ceremonia de comunión por lo que iban llegando jovencitos y sus familias, y entraban todos a tomar desayuno. El lugar se llenó rápidamente de gente, el servicio se hizo lento y la calidad de lo servido no estaba bueno, fuera de la cantidad de moscas que pululan entre los platos y las personas. César y su amigo se tardaron por lo que nos tuvimos que ir a otro lugar a tomar desayuno más cerca: restaurante El Parcero, más grande y limpio que El Chalán. Una vez terminados los desayunos, nos fuimos caminando primero a hacer una rápida visita al antiguo puente San Miguel (antes Puente Viejo), restaurado e inaugurado en el 2014. (https://www.perutoptours.com/index19pi_puente_san_miguel.html). Este puente se derrumbó en 1981 cuando un chofer de camión trató de hacer pasar su unidad haciendo colapsar su estructura, y luego en el fenómeno de El Niño de 1998, cuando las aguas rebasaron su altura. (https://www.udep.edu.pe/hoy/2014/02/nuevo-puente-san-miguel/). Tras la visita, nos fuimos  a recoger la camioneta separada. El primer día iba a ser un recorrido por las costas centrales del departamento: Cangrejos, Yacila, Paita, Colán para retornar a Piura. Al día siguiente íbamos a tentar el Sur, pero habría cambios rigurosos. 



Recogimos la camioneta y salimos a nuestros destinos. Íbamos a hacer una verdadera odisea. Una de las cosas impresionantes de Piura es la de contar con una red vial de calidad. La autopista de Piura a Paita causa envidia frente al miserable sistema vial liberteño. Los nuevos intercambios viales de las entradas/salidas de la ciudad hacia el Oeste o al Norte, o el mantenimiento de las calles y la nueva avenida Sánchez Cerro dejan a Trujillo como una simple ciudad de segundo nivel. Hay dos cosas que entorpecen a esta impresionante red vial: las mototaxis, vehículos con choferes temerarios e irresponsables; y la basura plástica, esa plaga que ensucia las bermas y el paisaje costeño (también lo tiene La Libertad). La falta de una política clara y drástica con el mal uso de este material nocivo y la carencia de un verdadero sistema de reciclaje en nuestras ciudades hacen que la basura de todo tipo sea parte de nuestro paisaje urbano e, incluso, fuera de las ciudades; ya es de rigor identificar la proximidad de una ciudad (grande o pequeña) por la presencia de bolsas de plástico flotando u otro tipo de residuos que pueblan las bermas de las carreteras. ¡Cuánto nos falta en este proceso de educación de todo tipo: ecológica, urbana, cívica, histórica, salud...! Sigamos con nuestro itinerario. Tomamos la autopista a Paita. Por una razón, equivocamos el acceso de Cangrejos. Ese acceso correspondía a otro lugar al que luego iríamos, pero a través de otro acceso, un lugar totalmente nuevo para nosotros. Salimos de este acceso y retomamos la autopista; poco antes de llegar a la entrada a Paita hay un desvío a Yacila y Cangrejos. El acceso que habíamos tomado en 2015 cuando vinimos con Orietta estaba despoblado; ahora está lleno de casas construidas de manera desordenada que rodean la carretera (como pasa en todo el país). Luego de dejar el desorden de mototaxis y combis, de reparaciones y desvíos, llegamos a la entrada de Cangrejos. Es un desvío en la ruta a Yacila, un balneario al cual fuimos en el 2015 también. Cangrejos se está poblando paulatinamente, pero las construcciones iniciales están casi abandonadas, pues estas sufren el embate del viento y la arena; muchas de las casas están casi cubiertas de arena; las nuevas construcciones y el pueblo que están creciendo aprovechan el abrigo de una colina de rocas sobre la cual se están asentando. Ingresamos al pequeño pueblo y dejamos la camioneta cerca de las casas semiabandonadas; esa playa es una abierta ensenada en cuyas “puntas” se encuentran las construcciones; por eso, tras esos bloques (cuadras) de casas semicubiertas vemos otro conjunto de edificaciones entre el cual hay un hotel. Maria se quedó a tomar fotos de las casas, mientras nosotros decidimos caminar por el litoral. Cangrejos es una pequeña playa bonita, con un azul extraordinario. Aquí hay datos para esta simpática visita: https://turismoi.pe/playas/playas-del-norte/cangrejos.htm.  La caminata fue relajante, pero teníamos que seguir nuestro periplo. El siguiente objetivo: Yacila. 




Una vez en la camioneta, nos dirigimos a Yacila. Es un balneario más grande y desde la última visita que hicimos, este ha crecido y se ha poblado de más casas y edificios residenciales. Es un balneario por el cual te das cuenta que en el mar la vida sí es más sabrosa. A diferencia de Cangrejos, Yacila tiene un puerto para la pesca artesanal. Ya el calor iba apretando. En esta oportunidad, nos adentramos por las estrechas calles que han crecido de manera desordenada en este balneario. Hay un lugar amplio de estacionamiento cerca de una de las grandes rocas que forman parte del paisaje de este lugar. Esta roca es visitada por los veraneantes y parejas que buscan un lugar para ellos. Forma una playa de piedras y frente a esta se ven pequeñas islas y los inmensos paredones que van hacia Paita. Caminamos por estos senderos y, luego, decidí ascender a una pequeña colina desde la cual se veía toda la pequeña bahía; esta colina estaba coronada por una cruz. Una buena vista del lugar: https://viasatelital.com/mapas/yacila.htm (https://www.somosperu.org.pe/viaja-y-conoce-playa-yacila-en-piura/

Al descender decidimos partir hacia Paita. Ya sentados en la camioneta, de pronto César iba en su Google Map buscando otras opciones de visita. Encuentra uno que nos llama la atención: La Islilla. La ruta para este lugar sí fue toda una odisea. Buscamos la entrada para este lugar y eso sí que fue bastante adrenalínico. La ruta estaba cerrada por diversos tramos y teníamos que salir de la carretera (que la están asfaltando) para buscar otra forma de ingresar nuevamente a la vía. Hubo tramos en los que se van a construir puentes, pero tuvimos que cruzar estos desvíos saltando montículos de tierra o arena. Alucinante. Pasamos algo más de 15 minutos sin ver persona alguna hasta que nos topamos con maquinaria y personas encargadas en la construcción de la ruta: nos volvió el alma al cuerpo. Al llegar a la pequeña ciudad, comenzamos a ver motos, combis, autos que iban y venían de este lugar; eso me causó sorpresa, pues vimos un tráfico fluido. Obviamente habíamos tomado una ruta que se está edificando. Sin embargo, todo apunta a que esta carretera va a ser una más del buen sistema vial que tiene esta región. Volvamos a la zona: La Islilla. Esta es una caleta de pescadores que tiene cerca de sus playas a una pequeña isla que le da el nombre a la zona. Un detalle relevante es que en esta zona aún se usan naves balsas para la pesca y que los jóvenes también lo usan como diversión (https://seturismo.pe/piura-islilla/) Hicimos una breve caminata; quisimos dar una vuelta por la isla, pero la cantidad que nos querían cobrar un suma exorbitante. Había una agencia de turismo, pero se veía muy informal. La zona puede ofrecer varias ofertas interesantes (https://eltiempo.pe/la-islilla-cuna-tradiciones-ancestrales-de-pesca-ac/). Grave problema de la región y del país. Íbamos a ver en otros casos esa crisis en la que hay que trabajar. 




Regresamos a la camioneta para ir a almorzar a Paita, pues ya casi eran las 2 de la tarde. Llegamos a Paita y buscamos el restaurante del Club Liberal. Aquí fuimos con Orietta y Maria en el 2015. 7 años después vimos la decadencia de este lugar. Una pena que este espacio que tiene tan interesante edificio haya caído en la desgracia. Recuerdo cuando fui a comer en los 90 con varios amigos, la carta era mil veces mejor y la calidad de la comida era notable. La comida es copiosa, pero ya no ofrece algo de calidad, fuera de la cantidad de moscas que pululan por nuestros platos. Ahora hay que sacarlo, pues, de la lista de visitas obligadas. De ahí, hicimos una pequeña caminata hacia la antigua iglesia La Merced y ver el bonito, pero derruido, edificio de la Aduana. Paita tiene joyas arquitectónicas que muestran su esplendoroso pasado. Ni modo. Voluntad política y cívica. 


Regresamos a la camioneta para partir hacia Colán para ver su antigua iglesia. Aquí en Paita hay una iglesia muy interesante, la Basílica de la Virgen de las Mercedes, (reemplaza a la anterior que se ubica al costado de la Aduana y que Maria había fotografiado) que hay que visitar por los interesantes vitrales de Winternitz, artista que fue docente en la PUCP (https://www.arzobispadodepiura.org/nuestra-senora-de-las-mercedes-de-paita-patrona-de-la-arquidiocesis-de-piura/). En la próxima estancia a Piura debo incluir una visita de rigor a este lugar. Salimos de Paita un poco decepcionados y nos enrumbamos a Colán. 

Colán es siempre un lugar atractivo. El balneario por excelencia de los piuranos, tiene un monumento histórico de alta relevancia en nuestra historia: la iglesia de San Lucas. Es la primera iglesia edificada en el Pacífico sur. Edificado sobre una huaca o templo tallán, es una construcción hecha por los dominicos en su proceso de cristianización y extirpación de idolatrías en nuestro continente. Es pequeña, pero cargada de mucha historia (https://www.turismoreligioso.travel/patrimonio/iglesia-san-lucas-de-colan-historia/). La iglesia ha sido reconstruida, pero se ve abigarrada por tener una serie de imágenes y andas que se encuentran en el interior de la iglesia por lo que se ve un poco desordenada. La iglesia estaba abierta y había acceso libre para ver sus altares (el principal en pan de oro) e imaginería en las que se mezclan estatuas antiguas con recientes, así como un decorado floral variopinto. Aquí un artículo especializado sobre la historia y arquitectura de la misma. Una buena visita de todas maneras.  (https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/boletindearqueologia/article/view/19336/19459).



Hacía tiempo que tenía planeado visitar Amotape. Es un pequeño poblado cargado de historia, pues aquí se encontraba la tumba de Simón Rodríguez, maestro y benefactor de Simón Bolívar. Piura tiene dos personajes relevantes en la historia de nuestra independencia: Manuelita Sáenz, compañera sentimental de Simón Bolívar, y Simón Rodríguez. No sé si todos los piuranos saben estos datos. La Sáenz vivió un buen tiempo en Paita, tuvo visitas como las de Melville (Moby Dick) y el patriota italiano Garibaldi (tuvo la nacionalidad peruana); murió a causa de una epidemia de difteria y enterrada en fosa común (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/saenz_de_thorne.htm) (https://fundacionbbva.pe/opinion/manuela-saenz-la-silenciosa-libertadora/). Y el otro personaje es Simón Rodríguez, venerado en Venezuela y Colombia. Murió en Amotape (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/rodriguez_simon.htm). La historia es un buen móvil que te invita a buscar esos rincones donde pasaron o quedaron personas que construyeron nuestro pasado. Una vez, caminando por las calles de Paita en 2014, estaba hablando con unas amigas sobre estos dos personajes y un transeúnte, desconocido, se detuvo y me comenzó a hablar de ellos. Me causó sorpresa y esperanza de que reconozcamos ese patrimonio humano que está en nuestro país. Esta experiencia quedó impregnada en mí hasta que en este viaje me saqué el clavo de conocer Amotape. No hay que confundir con un parque ecológico: Cerros de Amotape que se encuentran cerca de Máncora y en Tumbes. Este es un pequeño pueblo (también integra este parque) al cual se llega también por ruta asfaltada; sin embargo, no fue fácil acceder. Primero nos dirigimos hacia el Pueblo Nuevo de Colán y desde ahí empezó  la aventura que nos hizo ir por canales que en algún momento se interrumpieron y tuvimos que dar marcha atrás. Ya iba haciéndose tarde. Llegamos a Amotape cerca de las 6 pm. Vimos su iglesia por fuera, aquí estuvo enterrado Simón Rodríguez (https://www.iperu.org/distrito-de-amotape-provincia-de-paita). 



Terminada nuestra excursión, decidimos regresar y esto se iba a poner peliagudo. Teníamos que regresar por el pueblo de Tamarindo y la carretera estaba en construcción. De noche todos los gatos son pardos y los huecos, escondidos. Decidimos seguir a una combi que la vimos subir por un muro; así de loco era este trayecto. Cruzamos una planta de etanol, Caña Brava, la cual tiene numerosas quejas por contaminación. Por fin salimos hacia la Panamericana, pero esta solo tiene una vía por cada sentido por lo que el retorno se volvió un poco penoso hasta llegar a la excelente autopista que conecta Sullana y Piura. Una cosa sí es de cuidar: los mototaxis que van por la autopista. Total imprudencia y también la torpe conducción de muchos camioneros que prefieren ir a la izquierda, entorpeciendo la fluidez vial. Llegamos a Piura cerca de las 8 pm. Nos fuimos a pegar un duchazo y de ahí a cenar al hotel Casa Andina, cerca de nuestro hotel. Para el día siguiente iríamos a un patio de comidas que sería la envidia de Trujillo. Genial. (https://infomercado.pe/tao-restobar-abre-sus-puertas-es-posible-mantener-un-restaurante-en-azul-con-aforo-reducido/). De ahí nos fuimos a dormir. Fin de primer día.



sábado, 29 de enero de 2022

CUSCO, EL VALLE SAGRADO (CRÓNICA DE VIAJE)

 




Domingo, 02 de enero. Una simpática visita al Valle Sagrado: Urubamba. En los días anteriores, estuvimos coordinando para ir sea a Maras y Moray, o Chincheros y otras ciudades del valle. El día anterior, Cecilia y Raúl se unieron a la visita y ellos consiguieron una movilidad para poder ir todos juntos con la hija de Ricardo y Verónica. Quedamos en reunirnos todos a las 9 de la mañana en la Plazuela de San Blas. La iglesia está en reparación y hay una paccha muy simpática que la ponen a funcionar a cierta hora. Llegamos temprano con Goyo, luego de nuestro sustancial desayuno. Estuvimos husmeando algunas tiendas para ver qué recuerdos o artesanías llevar a nuestras casas. El día estaba esplendoroso. Llegaron todos y partimos casi a la hora: nos íbamos a Chinchero.

El camino es siempre un regalo a los ojos. Tanto Raúl como Cecilia han ido adaptándose a esta ciudad y la han hecho suya por toda la inmensa red de contactos que han creado a lo largo de los años. Nos iban explicando los logros y espacios ganados para diversos proyectos educativos en la ciudad e, incluso, la región. Cuando hice una visita a Cusco en 1991 antes de mi partida definitiva a Trujillo, estuve con ellos, otros amigos e Ingrid recorriendo algunos lugares (recuerdo que Cecilia había conseguido un Volkswagen y me dio las llaves para conducirlo) del Valle Sagrado que ahora recorreríamos. Pero íbamos a empezar “al revés”: en el 91, cerramos la visita en Chinchero; en el 2022, empezábamos por esta pequeña ciudad. En el camino nos detuvimos a contemplar desde una suerte de parador una serie de montañas que podían observarse con claridad. Así pudimos ver el Salkantay. Recuerdo que en mi viaje a la sierra de Tacna, en el 2013, tuve oportunidad de detenernos en una zona llamada la Apacheta (hay una pequeña capilla) desde la cual podíamos ver la belleza de algunos volcanes (Yukamani y Turukapa); igualmente en el 2015, en el último viaje al Colca, nos detuvimos en Patapampa, en donde hay toda una señalética especial (los volcanes que uno distingue y las alturas de cada uno de ellos); desde ese lugar miras los siguientes volcanes: Misti, Chachani, Ampato, Sabancaya, Hualca Hualca, Chucura, Mismi y Ubinas. En Francia, en los viajes que hice con Melissa e Isabel me han permitido ver lugares con vistas espectaculares potenciadas por servicios que hacen que las personas disfruten del lugar y permanezcan en la zona. También lo vi en Portugal e Israel. En verdad, nuestro país puede crear conceptos paisajísticos como los que vi en Arequipa en el camino al Colca. Lo pueden hacer en Áncash, en la sierra liberteña, los paisajes que vi en mi visita Ayabaca, Huancabamba en Piura; o Cajamarca y la belleza de Balsas. Nuestra geografía es para explotarla sin destruirla: una vez, una chica francesa me dijo hace años, mientras pasábamos de dunas a zonas arbóreas y ríos profundos, que nosotros tenemos un tesoro, sólo falta imaginación y trabajo para hacer de este nuestro mayor recurso. Con la irritante noticia del derrame de petróleo y la inacción de muchas personas frente a este hecho uno puede preguntarse si nosotros, como ciudadanos, nos merecemos un país como este. Esperemos que Cusco haga realidad eso; sin embargo, uno puede constatar la amenaza en ciernes sobre esta zona: el aeropuerto internacional que está construyéndose. Esa realidad ha hecho que el pequeño pueblito que lo recuerdo del 91 y del 2004, ahora sea una amalgama de edificaciones que muestran la equivocada idea de progreso personal y poder, de dinero y de jactancia o exhibicionismo. Como en todas las ciudades peruanas, vemos edificios de tres o cuatro plantas con acabados inconclusos y vidrios polarizados. Terrible.



Antes de llegar a nuestro siguiente destino, vimos a lo lejos la laguna Puray. De ahí, la primera parada para hacer una buena visita fue Chinchero. Un poco antes pudimos ver a lo lejos los trabajos del nuevo aeropuerto internacional; este sí va a impactar en la zona en lo ecológico. Comentaban que, pese a todo, no podrán recibir aviones de gran calado como los jumbos. La construcción de este generó todo un desplazamiento de familias para ocupar sus terrenos; las autoridades sugirieron un modelo de casas para poder tener un espacio orgánico y armónico; pero muchas de las personas han hecho lo de siempre: construir sus terribles edificios inconclusos con sus vidrios pavonados. Terrible. Aquí información de este nuevo aeropuerto: https://portal.mtc.gob.pe/transportes/concesiones/infraestructura_aeroportuaria/aeropuerto_chinchero.html. Arribamos al estacionamiento del Chinchero para dejar la camioneta. La mayoría del grupo decidió ir al mercado, mientras enfilé hacia la iglesia y, en verdad lo digo, descubrí por primera vez el complejo arqueológico. La primera vez llegamos de noche; la segunda vez sólo pude ingresar a la pequeña bella iglesia; pero ahora pude visitar con más detenimiento el sitio arqueológico. No había comprado boleto turístico, pero este era el primer domingo de mes y eso nos permite ingresar libremente a museos públicos y sitios arqueológicos de manejo público. Entré al sitio con el objetivo de ingresar a la iglesia, que era lo que más me interesaba en realidad, sin tener una idea de los restos incas. Aquí información de esta bella iglesia construida, imagino, sobre los restos incaicos como plan de extirpación de idolatría, una política muy usual muy extendida en nuestro territorio (https://www.facebook.com/1857047297910068/posts/2190567127891415/). En Trujillo, la iglesia de Huanchaco está precisamente sobre una huaca. No me permitieron ingresar a la iglesia, pero vi los murales exteriores y estaban restaurados; espero que el interior también lo esté. Pero me fui a ver el sitio incaico: muy buena decisión. Parte de los restos fueron el palacio del inca Túpac Yupanqui (https://tuguia.net/destinos/centro-arqueologico-de-chinchero). Cuando estuve en 2003, había una feria frente a la iglesia; ahora la feria está reubicada. Viendo las fotos que tomé en ese año (2003), las calles de acceso a la plaza estaban al descubierto con acequias en el centro; ahora está todo empedrado y hay muchos negocios de recuerdos. Por cierto, es un centro vivo cultural; se usan los espacios que fueron hechos tanto por incas como por españoles; esa es la atracción que veríamos también, pero con menor fusión, en Ollantaytambo. El grupo estaba merodeando para ver qué podían comprar: Goyo compró un trabajo en metal y Verónica estaba muy entusiasmada por unos tejidos que al final decidió llevar. Una vez concluidas las compras, nos enrumbamos a Ollantaytambo.








A este lugar he ido varias veces, la última en octubre de 2019. Antes de llegar a nuestro siguiente objetivo, Raúl y Cecilia me comentaban del lugar que habían comprado para un futuro. Además, vimos las cápsulas de este novedoso complejo hotelero suspendido en una montaña (Skylodge Adventure). El acceso a Ollantaytambo es simpático y está bastante organizado. En esa oportunidad, subí a las construcciones de este lugar ligado al jefe militar Ollantay. En esta ocasión no iba a ascender nuevamente, pues reconozco que la caminata sí es exhaustiva y no estábamos con mucho tiempo. Esta información es para ahondar en datos de este sitio arqueológico: (https://www.arqueologiadelperu.com/ollantaytambo-la-ciudad-inca-viviente-en-el-valle-sagrado-de-los-incas/?print=pdf)  (https://docplayer.es/37260356-Arqueologia-y-etnohistoria-de-ollantaytambo.html).  El minibús nos dejó en la plaza ferial (entrada al complejo arqueológico) y rodeamos el sitio para curiosear. Como no pensábamos subir, tanto Raúl como Ricardo nos sugirieron nuevos sitios para ver en el pueblo en sí; además unas vistas para mí bastante nuevas del lugar. Ricardo y Verónica se casaron aquí y tienen un recuerdo entrañable del lugar; Goyo y yo nos dejamos llevar, pues, por los dueños de casa. Deambulando por las estrechas calles, en realidad callejones empedrados fuimos conociendo la magia de este lugar preferido por muchos foráneos para quedarse un buen tiempo o definitivamente. Este es el camino, que se le vislumbra parcialmente a otro lugar que tiene características similares: Chachapoyas. Este lugar no solo tiene lugares arqueológicos de impacto, pues cuenta con cataratas, valles, ríos, montañas y otros lugares atractivos que hay que ir poniendo en valor de manera adecuada. Una vez culminada nuestra breve caminata nos fuimos a tomar un par de cervezas a la plaza del lugar en el que hay algunos árboles bizarros. Ya el hambre nos apretaba y decidimos poner pies en polvorosa. Seguimos camino a Pisac. El viaje era un poco largo. Cruzamos Urubamba, vimos ese nuevo museo Inkary hacia lo lejos, luego Calca: el paisaje es generoso en esta zona. A la altura de Calca exactamente una fuerte lluvia comenzó a caer. En realidad, tuvimos bastante suerte, pues no tuvimos lluvia alguna, salvo este domingo. Llegamos a Pisac hacia las tres de la tarde. Verónica nos había comentado de un lugar en el que íbamos a almorzar muy bien. Tal como nos pasó en Ollantaytambo, Pisac iba a ser un punto para reposar y gozar de un buen almuerzo reparador. Al llegar, buscamos un sitio dónde dejar el minibús. Nos dejaron en un sitio para caminar a nuestro destino: El Encanto. Llegamos un poco tarde y la locación era muy especial; nos comenzamos a dar cuenta de que la gente del lugar, incluido los mozos, no usaba mascarilla. Después nos enteramos del fuerte movimiento anti vacuna en esta zona de Cusco. En un principio, pensábamos que no íbamos a almorzar ahí por el desorden de la atención del lugar por lo que fuimos a husmear por ahí y cerca del restaurante había otro local de cerveza casera, Cervecería del Valle Sagrado. Al salir del ambiente cervecero, vimos que ya el grupo estaba instalado en el restaurante, pero no tenían cervezas así que volvimos con Raúl para comprar algunas botellas para nosotros. Fue un almuerzo entretenido con mucha conversación. Terminado todo, decidimos ir a buscar el postre. Raúl comentaba de una señora alemana que hacía postres deliciosos; nos fuimos hacia la plaza principal, Constitución, que están restaurando. Allí nos encontramos con el hijo mayor de Verónica. Luego nos dirigimos hacia la calle Manuel Prado hasta bajar a la avenida Amazonas; vimos el restaurante, el Chijchipa, que había cambiado de propietario. Pedimos los postres y nos fuimos para ya regresar a Cusco. El punto de recojo era cerca del puente sobre el río Vilcanota, a media de cuadra de donde estábamos. Y así comenzamos el famoso ascenso para regresar a nuestro destino final. En el camino nos detuvimos en el Mirador Taray (http://www.viajesmachupicchu.com/valle-sagrado-cusco/valle-sagrado-de-lo-incas-mirador-taray-cusco-sitio-turistico-cusco.html), donde hay un raro monumento en que se ve un abrazo, por eso la llaman El abrazo imposible. Fue un trabajo hecho por la Cervecera Cusqueña. Nos comentaron que ese monumento estaba inicialmente en el barrio San Blas y desencajaba con el entorno del lugar; así que lo removieron y lo colocaron en este lugar. No desentona del todo.







Llegamos a Cusco por el camino por el que pasamos por Puka Pukara, Q´enqo, Sacsayhuaman. Arribamos a San Blas con algunos intentos más de lluvia. Ya en casa de Cecilia y Raúl nos sentamos a conversar un poco más; nos despedimos de Verónica y Ricardo temprano, pues Ricardo viajaba a Lima en el vuelo más temprano. Un poco después, Goyo recibió un mensaje de su hija que no pasó a mayores posteriormente. Así terminamos nuestra reunión PUCP luego de tantas décadas compartiendo experiencias con los cusqueños, comiendo rico, celebrando con buenos vinos, riendo mucho, compartiendo nuestras fotos en redes sociales. Un fuerte abrazo marcó nuestra despedida. Al día siguiente, regresábamos a la costa: Goyo a Lima, yo a Trujillo.





Lunes 03 de agosto: nos levantamos temprano para preparar maletas, dejar todo listo e ir a las últimas compras. Nos fuimos al mercado de San Pedro no sin antes de dejar todo coordinado con Isaac el recojo al aeropuerto. Goyo salió un poco antes y al momento de salir, el conserje del hotel salió a despedirse amablemente y desearnos un feliz retorno. Ya estábamos cerrando un ciclo que había empezado con mucho entusiasmo y algunos contratiempos como mi vuelo cancelado. Ahora ya van quedando en el recuerdo. Fuimos al mercado, Goyo compró sus quesos y luego tomamos un taxi, pues queríamos comprar algunas artesanías en el barrio que las tiene en abundancia: el nuestro que lo fue por casi cinco días. Goyo bajó un poco antes, pues quería hacer el cambio de la punta desgastada de su bastón y yo seguí camino hasta la plaza. Ahí me di cuenta de que no tenía un billete chico, así que me fui a comprar algunas cosas para el viaje y con el cambio, pagué. Ya más tranquilo, comencé a merodear las tiendas; había más tranquilidad que los agitados días de fin de año. Compré mis regalos finales y me fui al hotel a arreglar las últimas cosas. Ya todo listo, esperamos nuestro taxi el cual nos llevó al aeropuerto con buen tiempo. Nos despedíamos de Cusco. En el lugar, hicimos nuestras revisiones finales y las indicaciones que mi destino era Trujillo. Todo marchaba bien. En la sala de espera, me encontré con un amigo de colegio, Héctor Talavera, a quien no veía en años. Sé que un amigo más, Luis Dueñas y su esposa, viven en Cusco; pero no quise arreglar nada con ellos, pues sabía que no iba a cumplir con verlos; la última vez que me comuniqué con ellos fue en 2019 y quedé mal. Igualmente, un exalumno de la universidad en la que trabajaba me mandó un mensaje y le comenté el motivo del viaje, supo comprender. El viaje fue bueno y tranquilo. Llegamos a la hora. A Goyo lo fueron a recoger y nos despedimos con un nuevo fuerte abrazo. Ingresé nuevamente al aeropuerto a Sala de Embarque, todo iba sobre ruedas; tenía hambre así que entré a Tanta a comer algo. Pedí una buena ensalada, un buen jugo y una entrada: papa a la huancaína. Sin darme cuenta, me metí un trozo de papa que estaba muy caliente y me quemó mis papilas gustativas. Ni modo. De pronto, alguien me mandó un mensaje con una foto mía en el lugar: eran dos amigos, Jonathan y Marco, que regresaban de Puno. Estuvimos conversando y Marco me invitó un pisco sour catedral para celebrar el año nuevo. Potente. Medio ebrio de gozo, subí al avión (ventajas de ser adulto mayor en estos casos) para acomodarme. Me encontré con más gente conocida, estaba regresando a casa. Salimos puntuales y llegamos a la hora. Ya en camino a mi hogar fui cerrando este gran reencuentro que espero pronto lo repitamos. ¿Por qué no el Norte playero?







sábado, 22 de enero de 2022

CUSCO 2021 / 2022

 




Viernes 31 de diciembre. Víspera del Año Nuevo, una Noche Vieja para el recuerdo. Habíamos quedado con Ricardo para reunirnos en el Mercado Central de San Pedro temprano por la mañana. La idea era tomar un buen desayuno en el mercado y buscar quesos y otras cosas más. Así que nos levantamos temprano y salimos hacia la plaza para tomar desde ahí un taxi al lugar. La primera vez que estuve en este lugar fue en 1973, pues cerca a este se encontraba la estación del tren para Machu Picchu. A partir de la primera década de este siglo, esta estación pasó al olvido. Aún recuerdo esa visita de ese tiempo y la que hice con una amiga en 1975. Chino quedó encontrarse con nosotros a las 9 am. Hicimos Goyo y yo un primer recorrido, tomamos un buen jugo y un sanguchito de queso serrano.




Salimos del mercado y nos fuimos a esperarlo frente a la iglesia de San Pedro. Quise ingresar (cuando llegamos estaba abierta), pero ya la habían cerrado y se veía una fiesta de fin de año en su atrio. Estuvimos un rato viendo el espectáculo y nos decidimos bajar por la calle Santa Clara en dirección al conjunto San Francisco para visitar el lugar. En el camino se encuentra la iglesia y convento de Santa Clara, los cuales están en refacción. Frente a este conjunto se encuentra el famoso Colegio de Ciencias y Artes, el alma mater de uno de los equipos de fútbol de grata recordación: el Cienciano de Cusco, el famoso Papá, equipo que ganó la Copa Sudamérica en 2003 y luego, nada más y nada menos que la Copa Libertadores de ese año (le ganó al River Plate y otros equipos de pergaminos) y al Recopa al año siguiente. Hay un interesante artículo que le dedica MVLL a este equipo en la desaparecida revista Etiqueta Negra en su número 11. Toda una historia (https://www.youtube.com/watch?v=uoMs4N_gDas)  ( https://peru.as.com/peru/2020/12/19/futbol/1608406639_919170.html). 


 Seguimos hacia la plaza, iglesia y convento de San Francisco para esperar a Ricardo. Había una feria artesanal y nos encontramos con un puesto que vendía libros diversos, entre ellos uno de fotografías, Cusco Revelado, con material de Max T. Vargas, Max Uhle y Martín Chambi.  A la llegada de Ricardo, nos fuimos a tomar un café con una buena conversación. Luego, Goyo se fue hacia nuestro usual café de la plaza y con Ricardo nos fuimos al mercado a que haga las compras para la noche: íbamos a cenar para despedir el Año Viejo en forma, con vinos y pisco, más una rica comida. Tras la visita al mercado, nos fuimos a sacar dinero, comprar unos medicamentos y luego a sacar dinero del banco, pues ya me había quedado sin efectivo. Hice una cola que avanzaba, felizmente, rápido. Pero luego nos enteramos de que había muchos cajeros en la plaza misma y otro cerca de nuestro hotel. Chino partió a su casa (nos veríamos más tarde). Ya con efectivo, me fui al complejo religioso San Francisco (
https://turismoi.pe/iglesias/iglesia/iglesia-y-convento-de-san-francisco--10992.htm). La visita a este espacio fue genial, lástima que no te permiten fotos del interesante patrimonio que tiene este convento, con una impresionante biblioteca (muchos incunables) su catacumba, sus inmensos murales, el coro, su campanario y la vista de Cusco desde este, la sala capitular. La iglesia en sí es muy pobre, sus altares tienen un estilo neoclásico, así también su altar mayor; bajo este, se encuentran otras catacumbas. Este sitio fue visitado por mí en 1975. Tanto tiempo. Esta página tiene mucha información fotográfica: https://ilamdir.org/recurso/7842/museo-del-convento-de-san-francisco-cusco. Este archivo hace una descripción, durante su restauración, de los murales de las catacumbas que están bajo el altar mayor: https://digital.cic.gba.gob.ar/bitstream/handle/11746/325/11746_325.pdf?sequence=1&isAllowed=y




Luego de casi una hora y media, salí a buscar a Goyo para encontrarnos e ir a almorzar. Inicialmente, la idea era almorzar platos típicos, sobre todo el cuy. Quería también una buena sopa. Fuimos a La Chomba por recomendación de Verónica. Fuimos al lugar, pero el espacio era cerrado y no nos convenció mucho. Nos fuimos hacia la plaza. La idea era almorzar en un restaurante con balcón hacia la plaza como nos pasó en el Tunupa. Ahora nos fuimos a otro restaurante al cual fuimos “jalados” por los jóvenes que pululan por la plaza llevando clientes a sus instalaciones; así nos fuimos al Mistura Grill que nos pareció muy simpático. Subimos al segundo piso, pero los balcones ya estaban con comensales; nos proponen la terraza. Subimos, pero esta no tenía ninguna sombrilla e íbamos a ser víctimas de una buena insolación; el lugar es perfecto para una cena (sin lluvia, obviamente), pero el almuerzo iba a ser un suplicio, Agradecimos al mozo y nos fuimos al restaurante vecino: La Estancia Andina. Había un combo para dos personas que incluía muchos tipos de carnes como cuy (lo que buscaba Goyo desde un inicio), corazón de res, alpaca, cordero. Además, papas y una buena guarnición de ensaladas, todo regado con cervecitas. Lastimosamente el cuy no estaba tan bueno, el pellejo que lo cubría estaba demasiado duro. Ni modo. Una vez que terminamos el almuerzo, Goyo sugirió subir a la iglesia San Cristóbal para ver la ciudad desde ahí y, luego, al hotel para descansar para la noche. Tomamos nuestro consabido taxi frente a La Compañía, negociamos que nos lleve al lugar, nos espere un rato y nos lleve luego a nuestro hotel. Nos esperó, vimos el lugar: Cusco es una ciudad fotogénica, pero se está arruinando con la cantidad de edificaciones de ladrillos que no tienen enlucidos y con ventanas polarizadas de un horrible color. Las autoridades deben de cuidar eso, pues la ciudad ya va teniendo un aspecto de gran tugurio, como lo son la mayoría de las ciudades peruanas: paredes sin enlucir, con alambres expuestos, llenos de cables y con lunas polarizadas como una muestra de nuevo rico. Lo ves en Lima, Trujillo, Piura, Chiclayo, Arequipa, Huancayo, Puno; un largo etcétera.




Habíamos quedado en ir a las 8:30 pm para comenzar con el pisco sour.  Pero, previamente, me había comunicado con dos amigos que estaban en Cusco desde hacía dos días y quedamos en vernos por la tarde, cerca de las 6 pm. Salí para buscar a mis amigos y fuimos a tomar un café; luego recibí la llamada de otros amigos que estaba llegando justo ese 31 a Cusco. Sólo logré ver a dos de ellos. Con ellos conversamos, tomamos café en el mismo lugar donde lo habíamos tomado Goyo y Ricardo temprano, frente a la plaza San Francisco. Luego nos fuimos en dirección al Museo Arzobispal. Al llegar a la plaza, esta había sido cerrada por la policía para evitar que la gente se congregue en ella para esperar el Año Nuevo por las medidas sanitarias. Logramos atravesar la valla y nos fuimos al Museo; estuvimos un rato, tenía que ir a la reunión, me estaban esperando para el brindis de fin de año. Me despedí de mis amigos con un fuerte abrazo y quedamos en vernos al día siguiente de ser posible o, en todo caso, en Trujillo. Caminé hasta la casa de los Chiappe Eguiluz, llegué con el corazón en la boca: a pesar de ser sólo cuatro cuadras, la marcha en Cusco equivale a 20 cuadras aproximadamente (un poco exagerado). Llegué a las justas para el pisco sour. La fiesta iba a empezar: iniciamos con un brindis y luego un juego muy aleccionador. Un nuevo año, nuevas expectativas. Traté de hablar con María y llamé a mi madre. Con una rica comida hecha por Ricardo, popular Chino, y Raúl, nos despedimos del 2021. Bienvenido 2022. A las 3 am, Raúl y Ricardo nos acompañaron a nuestro hotel que se encontraba a dos cuadras. El 01 de enero iba a ser un día de reposo.




Sábado 01 de enero. Me levanté un poco tarde. Goyo había bajado a tomar desayuno cerca del hotel. Me fui a ver a mis amigos e hice un recorrido para sacarme los alcoholes de la reciente noche. Buen hígado y físico. Se visitó primero el excelente Museo de Arte Precolombino que se encuentra en la Plaza de las Nazarenas (https://fundacionbbva.pe/casonas-y-museos/museo-de-arte-precolombino/). Ya había ido a este Museo en el 2008, pero en aquella oportunidad tuve que hacerlo rápidamente (fui con Marisol Peñaloza) y sólo alcanzamos a visitar dos salas. En esta oportunidad tuve todo el tiempo del mundo.






Por eso quería hacer este viaje: quedarme el mayor tiempo posible para poder visitar los lugares más atractivos que encierra esta vieja urbe; sin embargo, dos atracciones que Goyo y yo queríamos ver no estuvieron abiertas: el Museo Inka y el Museo Machu Picchu que queda en la Casa Concha. Una vez que terminamos la visita a este primer museo me dirigí al Museo Inka y me di con la ingrata sorpresa de que estaba cerrado. Seguimos el rumbo ahora hacia la iglesia de La Compañía. Por fin pude hacer la visita al lugar: construido sobre el palacio de Amaru Cancha, es un sólido y gran edificio que destaca en la plaza de armas. Los jesuitas sabían dónde ubicarse. Igual en Arequipa y Trujillo; pero no así en Lima que se halla lejos de la plaza mayor. La construcción es alta y debía de serlo más; sin embargo, una construcción religiosa no podía ser más alta que la catedral, por lo que se le restó unos cuantos metros a la edificación original. El interior no puede ser fotografiado. Es raro, en Quito la iglesia de la misma congregación no tiene esas restricciones; pero en Arequipa y Cusco, sus espacios religiosos (como Andahuaylillas), las fotografías son restringidas. En fin. La iglesia consta de una sola nave y su altar mayor es notable. Otro espacio notable es la sacristía, al costado del altar mayor. Igualmente puedes visitar la parte inferior de los campanarios desde donde puedes tener una interesante vista de la plaza y la catedral que era el siguiente objetivo. Aquí un documento interesante de la investigadora polaca de arte virreinal, Ewa Kubiak: https://bazhum.muzhp.pl/media/files/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina-r2012-t2/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina-r2012-t2-s35-66/Sztuka_Ameryki_Lacinskiej_Arte_de_la_Am_rica_Latina-r2012-t2-s35-66.pdf


Luego tomamos dirección a la Catedral, magnífico monumento conformado por dos grandes capillas y el cuerpo central. A la catedral he ingresado muchas veces; la última visita del 2019 fue también motivo de un recorrido al sitio. En esa oportunidad el ingreso era por La Sagrada Familia; ahora lo es por El Triunfo. La iglesia no estaba muy llena por lo que el recorrido fue tranquilo, sosegado y no presionado por las multitudes que apresuran el paso para ir a la siguiente visita del protocolo. Se vio uno a uno los altares; muchas pinturas que recordaba haberlas visto en mi visita en 1975 ahora estaban en el estupendo Museo de Arte Religioso, al cual se iría después. La visita fue reconfortante, algunos altares son bellos y la imagen del Señor de los Temblores no estaba en su capilla, sino en el altar principal. Han colocado SSHH cerca del altar mayor, una puerta discreta. Y para terminar la capilla de la Sagrada Familia con todo el resplandor. Ya a la salida pude comprar dos libros: uno sobre la iglesia de Belén y otro sobre la Pintura Colonial. Aquí algunos detalles y textos: http://recursosbiblio.url.edu.gt/Libros/Peru-Tel/Cusco_Book.pdf / http://apuntesdearquitecturadigital.blogspot.com/2016/07/infografia-academica-la-catedral-del.html . Otro sobre las obras de arte: https://www.egemsa.com.pe/sites/default/files/2021-01/JOYAS%20DE%20LA%20BASILICA%20DE%20LA%20CATEDRAL%20CUSCO_0.pdf



Ya terminada la visita, tomamos dirección al Museo de Arte Religioso. El único problema que encontré aquí es el hecho de no tener libros o folletos completos de información de las maravillas que hay en este recinto. Una antigua compañera mía de trabajo, Katy Díaz, ya fallecida, me contaba que en su niñez corrió por estas habitaciones en tan bello palacete que es del Arzobispado. Muchas pinturas se exponen ante el asombro del visitante como la imponente representación de una de las fiestas religiosas más importantes del Cusco: Corpus Cristi. Arcones, muebles viejos, altares pequeños, estatuas y pinturas de la escuela cusqueña nos van rodeando en esta extraordinaria visita. Una página de referencia: https://www.cusco.gob.pe/bmc/palacio-arzobispal/




Como me quedaba un boleto múltiple, decidí ya ir solo a ver nuevamente la iglesia de San Cristóbal. Tomé un taxi hacia el lugar por la calle Pumacurco, completamente empinada. El chofer me contaba alegremente que los camiones que trasladaban todo el material para la realización del filme Los Transformers no pudieron subir tan complicada cuesta. En verdad, hay que tener una buena tracción para subir hasta el complejo religioso. Entré a la bonita iglesia y subí al campanario. 





Cusco tiene maravillas. Lo mejor para el cuerpo era, ahora, bajar toda esa cuesta y eso es lo que hice. En el descenso tomé el pasaje 7 Culebras, toda una atracción. Coordiné con Goyo, quien había estado con toda la gente y ya estaba en el hotel, para ir a almorzar algo ligero: el hígado nos pedía reposo. Lo esperé en la esquina de Choqechaca y HatunRumiyoc. De ahí nos dirigimos al Inka Grill a comer algo ligero: pedí un “ligero” rocoto relleno y Goyo, una sopa. Luego nos provocó un café; primero fuimos a nuestro café habitual de la plaza, donde estuvimos un rato, ya que el sistema de agua y desagüe se había roto; nos decidimos buscar el café Cicciolina. Nos dirigimos ahí en la calle Ruinas. Un buen postre, un buen café. Goyo preguntó si se hacían reservas; felizmente no hizo alguna. Nos fuimos a descansar para salir más tarde con el fin de cenar algo ligero; quisimos ir al Chifa, pero había que hacer reservas. En el camino estuvimos viendo cosas como artesanía para comprar; ante nuestro frustrado intento, nos fuimos a cenar algo muy frugal en la misma plaza. Íbamos a dormir temprano, pues todos ya habían coordinado para ir al Valle Sagrado al día siguiente. Fin de nuestra jornada, la primera del 2022.