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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 1 de enero de 2023

LA CIUDAD DE PIURA, 2022 (CRÓNICA DE VIAJE)

  


Sábado 10: último día en Piura. María tenía clases en la universidad, por lo que César, su amigo y yo íbamos a dar una vuelta por la ciudad en sí y Catacaos. Generalmente, muchas veces usamos a la ciudad como una especie de dormitorio para ir a conocer sus alrededores sin conocer mucho de los secretos que la ciudad encierra en sí. Eso pasa con Cusco (o Cuzco), ciudad que visitas de manera relámpago y que, por acuerdo con mis amigos de la PUCP, a inicios de este año que muere recorrimos con calma la ciudad con sus bellas calles, casas e iglesias. Y aún así fue insuficiente. Bueno, eso decidimos hacer con Piura en este día; pero también iba a tener momentos de decepción y frustración como pasaremos a detallar.

María se fue temprano a trabajar. Un taxi de confianza la lleva y recoge como lo solía hacer durante las semanas que ha ido a trabajar a Piura. Coordiné con César para que arreglen sus cosas y pueda dejarlas luego en nuestro cuarto antes de viajar. Por razones de coordinación, César ya no iba a retornar a Tumbes sino tenía que viajar a Trujillo. Cosas del raro azar. Nos fuimos a tomar desayuno a otro lugar cercano de una playa de estacionamiento donde dejamos la camioneta: Don Parce en la calle Arequipa (calle donde viví mi niñez y de la que recuerdo poco). Este Don Parce era de la cadena de El Parcelero y parece que tuvieron desavenencias económicas y cada uno por su lado. El restaurante está en pleno corazón de la ciudad, al frente del centro comercial Plaza del Sol. El desayuno estuvo bastante bueno. Piura es una ciudad que tiene una oferta gastronómica relevante; estos tres días lo demostraron. Luego de pagar la cuenta, nos fuimos a nuestro primer objetivo: la casa de Don Miguel Grau.

Miguel Grau es uno de los principales héroes de nuestra nación (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/grau_miguel.htm). La Marina de Guerra se ha hecho responsable de la restauración y cuidado de esta casa museo, que es un verdadero santuario (https://www.marina.mil.pe/es/cultura/museos/casa-grau-piura/). La visité hace un par de décadas y cada vez que iba, retornaba a visitarla. Entró en una etapa de restauración tras el terremoto de 1912 (hay una buena profusión fotográfica de cómo quedó la casa) y ahora se la ve con una mejor museografía, infografía amable y didáctica, y bastante primor para su cuidado. Esta casa en realidad no perteneció a Grau, sino a su abuelo materno. Grau radicó en Lima por lo que la información personal también se encuentra en la casa que residió hasta el último año de vida (https://www.marina.mil.pe/es/cultura/museos/casa-grau-lima/). La casa de Piura tiene una serie de fotos muy íntimas como la del héroe y sus hijos (8 en total); la casa muestra cómo era un hogar piurano a fines del siglo XIX. Su pequeño patio tiene una estatua de Don Miguel; algunos turistas se sientan para tomarse fotos como uno lo puede hacer también en la casa de César Vallejo en Santiago de Chuco. Momentos simpáticos para reforzar la memoria de una nación que necesita a gritos patrones o modelos de conducta. Un detalle que sí me entristeció era ver en el patio que está rodeado de algunos edificios que no tienen enlucido (como en todo en nuestro país); eso desmejora la estética de tan simpático rincón. 




De ahí en adelante iba a tener una cadena de desilusiones en la ciudad. Nos fuimos hacia la Plaza de Armas a tomar unas cuantas fotos. 




En el 2014, estuvimos en el Museo BCRP que tiene una colección muy buena de huacos Vicús, además de pinturas de Ignacio Merino (https://www.deperu.com/cultural/museos/museo-del-bcr-piura-2149); sin embargo, por ser sábado estaba cerrado. Igualmente, los días anteriores por ser días feriados. Una forma de desalentar un turismo externo que llega, muchas veces, a la ciudad no precisamente en días laborables. Me quedaré con el recuerdo de aquella visita. Luego nos fuimos caminando a la pequeña iglesia de San Francisco. Entre los jirones Callao y Lima, tiene un pequeño atrio y frente a su entrada principal una bella casa que se va arruinando lentamente. Esta pequeña iglesia está ligada a la independencia de Piura en el contexto de la independencia de la Intendencia de Trujillo que el 2020 celebró el Bicentenario. Los planos de la iglesia pertenecieron a Don Martínez de Compagnon. (https://www.arzobispadodepiura.org/templos-de-piura-y-tumbes/iglesia-san-francisco/). Esta iglesia fue declarada monumento histórico en 1969 durante el gobierno de Velasco. Aquí tenemos un video bastante explicativo: https://www.youtube.com/watch?v=l-3LUoHehk0. Las personas que estaban en la iglesia fueron muy amables, incluso me dijeron para prender la luz y tener mejor visibilidad, pero les pedí que no se molestaran. Iba a ser todo diferente a la siguiente experiencia. 




Había pedido información a un policía sobre el Museo de Arte Religioso de la iglesia del Carmen; además, visitar la Plaza Merino. El policía no ubicaba el museo, pero sí la plaza; pensé que no estaba informado. Sin embargo, seguí adelante con mi plan. Fuimos a la simpática plaza en la que está la estatua de don Ignacio Merino, gran pintor peruano del siglo XIX (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/merino_ignacio.htm). Algunas de sus pinturas están en el Museo del BCRP (que estaba cerrado) y en el MALI. Además tiene un retrato de Santa Rosa muy interesante (https://www.afapperu.org/noticias-afap/blog-post-title-one-ehzjg). Aquí más datos: https://publicacioneslima.pe/wp-content/uploads/2018/10/munilibro-9.pdf. Merino con Luis Montero son los más grandes pintores piuranos del siglo XIX y de los mejores peruanos con Carlos Baca- Flor y Daniel Hernández. De Montero en el MALI está la impresionante pintura Los funerales de Atahualpa; de Merino, La lectura de Don Quijote. Ambas pinturas de gran factura.




La plaza es muy bonita, pero estaba llena de toldos con cierto orden y un lugar asignado por el MINSA para vacunación. Imagino que esto será provisional, pues las fiestas navideñas estaban próximas. En la plaza está ubicada la bella iglesia del Carmen y frente a la plaza está la iglesia María Auxiliadora. En la primera década de este siglo, había visitado El Carmen y anunciaban la apertura de un museo. Es una bella iglesia con altares en pan de oro y un bonito púlpito (https://www.arzobispadodepiura.org/templos-de-piura-y-tumbes/iglesia-del-carmen/). Había una misa, por lo que decidimos esperar un rato, mientras íbamos a buscar el dichoso museo para ver sus tesoros tal como lo promocionaban algunas páginas turísticas. ( https://www.raptravel.org/informacion-piura10-departamento-piura-atractivos-turisticos-piura-iglesia-el-carmen.php). No existe museo alguno, así que decidimos salir a comprar unas botellas de agua para controlar el calor (que ya arreciaba). Cuando terminó la misa, tomé algunas fotos y se acercó un señor al cual le pregunté sobre el Museo; en vez de responderme a mi pregunta, me increpó el hecho de haber tomado fotos y, después de eso, me dijo que el museo no existía, pues todo había sido devuelto a la iglesia como institución; le pregunté nuevamente, pues en varias páginas de internet informan sobre este atractivo turístico, pero me siguió diciendo que no se debería tomar fotos, que era patrimonio religioso y que no era espacio para turismo. Bastante decepcionante la situación. Me da pena por la actitud hacia el visitante y la sensación de información engañosa que puedes tener de la internet. Aquí alcanzo dos páginas que ofrecen información sobre este museo que, según esa persona, no existe: https://www.deperu.com/cultural/museos/museo-de-arte-religioso-de-piura-2148; https://ilamdir.org/recurso/4966/iglesia-de-nuestra-se%C3%B1ora-del-carmen-de-piura-y-museo-de-arte-religioso. No sé con qué criterio se trabaja la información turística de una ciudad que podría dar mucho a los visitantes, pero no con actitudes como la que nos tocó vivir. 




Y para cerrar la visita de la decepción nos fuimos caminando por la Av. Sánchez Cerro y luego la Loreto hasta el Museo Vicús, el cual había visitado también en la primera década de este siglo. (https://www.deperu.com/cultural/museos/museo-municipal-vicus-1812). Este museo acoge a la famosa estatuita de oro, la Venus de Frías, de cabeza movible. (https://portadasarquitectonicasgamarra.org.pe/el-idolillo-de-oro-y-la-diosa-de-frias/).    Esta joya estaba antes en el Museo Brüning de Lambayeque. Íbamos con mucho interés para poder reencontrarme con este tesoro casi dos décadas después. Al llegar nos encontramos con el museo cerrado, con un candado y sin ninguna explicación o advertencia. Habían anunciado que estos museos estaban activos y sólo resultaba información falsa. No sólo los actos vandálicos como los acaecidos en Cusco ahuyentan a los turistas; estas dos formas son otras para alejar a cualquier visitante. Decepcionante.


Fastidiados, nos fuimos a recoger la camioneta: ya en vías de ir al hotel a recoger las cosas para dejar el cuarto de César y colocar sus cosas en el mío, decidimos hacer un alto en el cementerio San Teodoro, el más antiguo de la ciudad, el cual es patrimonio cultural de la nación. En este hay pabellones de instituciones religiosas, como mausoleos familiares con dignas muestras de arte funerario (lápidas, estatuas, vasijas) (https://www.udep.edu.pe/hoy/2014/07/el-cementerio-san-teodoro-176-anos-de-historia-de-piura/). La gente no suele visitar los cementerios por una u otra razón; sin embargo, estos espacios congregan la historia de una ciudad; es la residencia final de sus ciudadanos. Hay pabellones de los párvulos, muchos datan de finales del siglo XIX, incluso durante la guerra del Pacífico. El cementerio está bien tenido en líneas generales; pero, de haber una buena restauración de sus monumentos, se podría incorporar este espacio como una actividad turística más, incluso para los mismos piuranos que desconocen su historia (http://www.sbpiura.gob.pe/pagina/centros-productivos/cementerio-san-teodoro). 






Una vez culminada la visita, fuimos al hotel a hacer los cambios necesarios y llevar al amigo de César a la estación de buses, pues tenía urgencia de viajar. De ahí nos decidimos hacer una visita a Narihualá, sitio arqueológico que César aún no conocía. Para eso se toma la ruta hacia Catacaos, pues se encuentra muy cerca. Esta era mi tercera visita; el año pasado había ido con Maria, Laura y la directora de la Alianza Francesa de Chiclayo. Narihualá, sitio tallán, tiene un pequeño museo de sitio que se vio un poco afectado con el sismo del año pasado. Sobre la huaca están los restos de una iglesia en estado ruinoso. He aquí un video para información general: https://www.youtube.com/watch?v=JfElgFDit80. La primera vez que visité este lugar carecía de muchas cosas y la investigación era incipiente. Ahora ya todo esto ha cambiado (https://arqa.com/actualidad/colaboraciones/narihuala-principal-asentamiento-arquitectonico-de-la-cultura-tallan.html#:~:text=Narihuala%20fue%20el%20principal%20centro,de%20la%20provincia%20de%20Piura.) La visita fue simpática, poca gente. Muchas personas aún no conocen este lugar. Un circuito o más información de la sociedad tallán se hacen necesarios. Una amiga ha estado trabajando con las personas para trabajar en el desarrollo de artesanía y la mejora de servicios; ahora falta que vaya más gente al lugar, captar otro tipo de turista o enganchar al turista que busca playa para integrarlo a este circuito.




Ya estábamos con hambre. Con la intención de hacer compras para nuestras familias y amigos (estaba en varios juegos colectivos de Amigo Secreto), nos fuimos a Catacaos. Dejamos la camioneta cerca de la plaza de armas y nos fuimos a deambular por la calle Comercio, la arteria plagada de tiendas de artesanía, platería, etc. En viajes anteriores había hecho diversas compras de plata o pedrería. Hay que buscar, pues muchas cosas se repiten y ves lo mismo en muchas tiendas que venden las mismas cosas. Una vez concluidas nuestras compras fuimos a almorzar; pedimos consejos de las personas de la tienda donde compramos y nos recomendaron uno nuevo que se ubica en un segundo piso. Lastimosamente, no aparece este en el mundo virtual. Queda sobre la calle Comercio a una cuadra de la plaza principal. Los tamalitos verdes estuvieron precisos. Lo mismo que sus carnes aliñadas. Buena elección. Salimos con dirección a la plaza y vimos la iglesia principal abierta: la iglesia de San Juan Bautista. (https://turismoi.pe/iglesias/iglesia/iglesia-de-san-juan-bautista--4.htm). Esta iglesia la he visitado muchas veces en las numerosas visitas que hice a Piura durante los 90 e inicios de este siglo; en 1998 estuve en una celebración de Semana Santa. En esta oportunidad, había una ceremonia de confirmación de algunos jóvenes. Hice algunas fotos y luego nos fuimos a recoger la camioneta con nuestros bultos y compras. La vía entre Catacaos y el acceso al nuevo intercambio vial (de los numerosos que ahora Piura tiene – sana envidia-) para ir a Piura el tránsito es un poco pesado por existir sólo una vía por dirección. Esperemos que pronto esto se convierta en autopista, pues es también el camino para conectar con otra zona que ha crecido poblacionalmente: Sechura.




Nos fuimos a dejar la camioneta. Fuimos por la Av. Progreso (larga), estábamos en Castilla; teníamos que cruzar el río y lo hicimos por el puente Bolognesi. Viéndolo bien, pocas veces hemos cruzado el Piura, pues todo lo hicimos en el margen norte (en cierta manera). Desde ahí, ya era fácil ubicarse. Al llegar al grifo donde se encuentra la empresa de alquiler de autos San José, cargamos de combustible para entregarlo. Todo Ok. Hicimos el pago y luego César me invitó a tomar una buena raspadilla en la tienda del grifo. Ahí nos enteramos que Francia y Marruecos habían pasado a la semifinal. Locura. Todavía no habíamos avisado a Maria que Portugal había perdido, pero imagino que, con sus alumnos, estos le habrían comentado. Como había problemas para hallar un taxi (de locura) decidimos caminar al hotel: una buena caminata para reposar el tardío almuerzo. Fuimos en dirección al centro comercial Plaza de la Luna (bonita arquitectura) que tiene a su costado el hotel Holiday Inn. Caminamos toda la Av. Guillermo Gulman, donde vimos varias ardillas corriendo por el jardín central. Llegamos a la Av. Sánchez Cerro hasta llegar a la calle Los Naranjos y luego tomar la Av. Sullana. Es una zona comercial, pues se halla cerca del mercado por lo que hay que ir muy atento para evitar robos. De ahí doblamos a la Av. Country y nos encontramos con un espacio interesante: la Plazuela Mártires de Uchuraccay, la cual tenía los bustos de los periodistas asesinados en esa masacre (https://lum.cultura.pe/noticias/%C2%BFqu%C3%A9-ocurri%C3%B3-en-uchuraccay). Nos detuvimos un rato a ver los mismos y vimos con pena que algunos habían sido vandalizados y tenían pintas. En nuestra caminata al hotel le contaba a César sobre la proyección del documental de Hernán Rivera Mejía, director cinematográfico franco peruano que estuvo con nosotros en la Alianza Francesa para presentar su obra (https://lum.cultura.pe/noticias/%C2%BFqu%C3%A9-ocurri%C3%B3-en-uchuraccay).




Al llegar al hotel, tomé una buena ducha; Maria llegó y nos preparamos para ir a cenar ya con nuestras cosas listas para partir. Antes de salir, se hicieron los pagos necesarios y nos fuimos al otro patio de comida que queda vecino al que habíamos ido el día anterior en la Av. Andrés Avelino Cáceres. Escogimos un buen restaurante: Festa. El único problema (y creo que pasa en muchos restaurantes de nuestro país) es la música a todo volumen y bailable. Una rara combinación de ir a comer y bailar al mismo tiempo. Personalmente me disgusta estar sentado para comer rico y que te revienten el oído (no puedes ni hablar) con música chillona. Creo que es un hábito que haría mucho bien por nuestra salud mental, calmarnos para disfrutar lo que vas comiendo con placer: las carnes buenas y el postre, mucho mejor; fue tan bueno que decidimos repetir este último. De ahí nos fuimos al hotel a sacar nuestras cosas e ir a la agencia. Fin de nuestra visita piurana.





domingo, 25 de diciembre de 2022

PIURA, 2022 (VIAJE A LAS PLAYAS, SOSTENIDOS Y BEMOLES)




Tras varios meses de no haber cultivado mi espíritu viajero desde el año pasado, logré, por fin, hacer un breve viaje por tres días a Piura, lugar en el que siempre hay secretos por conocer, repetir algunos buenos lugares, comer delicioso; así como también experimentar algunas decepciones y tensiones que todo viaje, siempre te ofrece. Como María está trabajando en la UPAO de Piura de jueves a sábado, decidimos aprovechar los dos días feriados (jueves 08 y viernes 09) y coincidir con nuestro amigo César Alva, con el fin de recorrer algunas zonas de la costa piurana. 

Jueves 08: habíamos viajado en ITTSA el día previo. Como era un fin de semana largo, las empresas de buses al Norte iban repletos. La región Piura es una zona atractiva, con mucho potencial; sin embargo, tiene aún grandes vacíos por cubrir para hacerla más atractiva a viajeros de toda índole: los culturales (arqueología, cultura viva, cultura religiosa), los laxos (playas escondidas, paisajes atractivos, gastronomía variada y deliciosa) y los que buscan el dolce far niente (sierras relajadas y amables, desiertos apacibles y rumor de olas en balnearios al alcance de todo bolsillo). Por diversas razones, el planificado viaje fue modificando por una u otra razón. Por ejemplo, en principio íbamos a ser 6 personas y quedamos 4; por esa razón tuve que hacer cambios con las dimensiones de la camioneta que íbamos a alquilar. A última hora, la universidad cambió el boleto de María, quien partió 40 minutos más tarde (aunque llegamos al mismo tiempo a Piura). Un inicio un poco accidentado. Al llegar a la ciudad, Maria se desplazó rápido para poder irnos al hotel al cual ella asiste todas las semanas para sus clases los viernes y los sábados en la UPAO sede Piura. Ya en el hotel instalados, nos dimos con la sorpresa de que el baño tenía pequeñas dimensiones por lo que se hizo la gestión para el cambio. Sin embargo, pudimos ver varias ardillas que caminan y saltan por los numerosos cables aéreos y algunos jardines de las avenidas de la ciudad. Ya duchados, nos fuimos a la plaza de armas de la ciudad para ir al restaurante El Chalán, el cual ha decaído lamentablemente. Felizmente llegamos temprano al lugar, el cual se iba llenando rápidamente pues en la catedral había una ceremonia de comunión por lo que iban llegando jovencitos y sus familias, y entraban todos a tomar desayuno. El lugar se llenó rápidamente de gente, el servicio se hizo lento y la calidad de lo servido no estaba bueno, fuera de la cantidad de moscas que pululan entre los platos y las personas. César y su amigo se tardaron por lo que nos tuvimos que ir a otro lugar a tomar desayuno más cerca: restaurante El Parcero, más grande y limpio que El Chalán. Una vez terminados los desayunos, nos fuimos caminando primero a hacer una rápida visita al antiguo puente San Miguel (antes Puente Viejo), restaurado e inaugurado en el 2014. (https://www.perutoptours.com/index19pi_puente_san_miguel.html). Este puente se derrumbó en 1981 cuando un chofer de camión trató de hacer pasar su unidad haciendo colapsar su estructura, y luego en el fenómeno de El Niño de 1998, cuando las aguas rebasaron su altura. (https://www.udep.edu.pe/hoy/2014/02/nuevo-puente-san-miguel/). Tras la visita, nos fuimos  a recoger la camioneta separada. El primer día iba a ser un recorrido por las costas centrales del departamento: Cangrejos, Yacila, Paita, Colán para retornar a Piura. Al día siguiente íbamos a tentar el Sur, pero habría cambios rigurosos. 



Recogimos la camioneta y salimos a nuestros destinos. Íbamos a hacer una verdadera odisea. Una de las cosas impresionantes de Piura es la de contar con una red vial de calidad. La autopista de Piura a Paita causa envidia frente al miserable sistema vial liberteño. Los nuevos intercambios viales de las entradas/salidas de la ciudad hacia el Oeste o al Norte, o el mantenimiento de las calles y la nueva avenida Sánchez Cerro dejan a Trujillo como una simple ciudad de segundo nivel. Hay dos cosas que entorpecen a esta impresionante red vial: las mototaxis, vehículos con choferes temerarios e irresponsables; y la basura plástica, esa plaga que ensucia las bermas y el paisaje costeño (también lo tiene La Libertad). La falta de una política clara y drástica con el mal uso de este material nocivo y la carencia de un verdadero sistema de reciclaje en nuestras ciudades hacen que la basura de todo tipo sea parte de nuestro paisaje urbano e, incluso, fuera de las ciudades; ya es de rigor identificar la proximidad de una ciudad (grande o pequeña) por la presencia de bolsas de plástico flotando u otro tipo de residuos que pueblan las bermas de las carreteras. ¡Cuánto nos falta en este proceso de educación de todo tipo: ecológica, urbana, cívica, histórica, salud...! Sigamos con nuestro itinerario. Tomamos la autopista a Paita. Por una razón, equivocamos el acceso de Cangrejos. Ese acceso correspondía a otro lugar al que luego iríamos, pero a través de otro acceso, un lugar totalmente nuevo para nosotros. Salimos de este acceso y retomamos la autopista; poco antes de llegar a la entrada a Paita hay un desvío a Yacila y Cangrejos. El acceso que habíamos tomado en 2015 cuando vinimos con Orietta estaba despoblado; ahora está lleno de casas construidas de manera desordenada que rodean la carretera (como pasa en todo el país). Luego de dejar el desorden de mototaxis y combis, de reparaciones y desvíos, llegamos a la entrada de Cangrejos. Es un desvío en la ruta a Yacila, un balneario al cual fuimos en el 2015 también. Cangrejos se está poblando paulatinamente, pero las construcciones iniciales están casi abandonadas, pues estas sufren el embate del viento y la arena; muchas de las casas están casi cubiertas de arena; las nuevas construcciones y el pueblo que están creciendo aprovechan el abrigo de una colina de rocas sobre la cual se están asentando. Ingresamos al pequeño pueblo y dejamos la camioneta cerca de las casas semiabandonadas; esa playa es una abierta ensenada en cuyas “puntas” se encuentran las construcciones; por eso, tras esos bloques (cuadras) de casas semicubiertas vemos otro conjunto de edificaciones entre el cual hay un hotel. Maria se quedó a tomar fotos de las casas, mientras nosotros decidimos caminar por el litoral. Cangrejos es una pequeña playa bonita, con un azul extraordinario. Aquí hay datos para esta simpática visita: https://turismoi.pe/playas/playas-del-norte/cangrejos.htm.  La caminata fue relajante, pero teníamos que seguir nuestro periplo. El siguiente objetivo: Yacila. 




Una vez en la camioneta, nos dirigimos a Yacila. Es un balneario más grande y desde la última visita que hicimos, este ha crecido y se ha poblado de más casas y edificios residenciales. Es un balneario por el cual te das cuenta que en el mar la vida sí es más sabrosa. A diferencia de Cangrejos, Yacila tiene un puerto para la pesca artesanal. Ya el calor iba apretando. En esta oportunidad, nos adentramos por las estrechas calles que han crecido de manera desordenada en este balneario. Hay un lugar amplio de estacionamiento cerca de una de las grandes rocas que forman parte del paisaje de este lugar. Esta roca es visitada por los veraneantes y parejas que buscan un lugar para ellos. Forma una playa de piedras y frente a esta se ven pequeñas islas y los inmensos paredones que van hacia Paita. Caminamos por estos senderos y, luego, decidí ascender a una pequeña colina desde la cual se veía toda la pequeña bahía; esta colina estaba coronada por una cruz. Una buena vista del lugar: https://viasatelital.com/mapas/yacila.htm (https://www.somosperu.org.pe/viaja-y-conoce-playa-yacila-en-piura/

Al descender decidimos partir hacia Paita. Ya sentados en la camioneta, de pronto César iba en su Google Map buscando otras opciones de visita. Encuentra uno que nos llama la atención: La Islilla. La ruta para este lugar sí fue toda una odisea. Buscamos la entrada para este lugar y eso sí que fue bastante adrenalínico. La ruta estaba cerrada por diversos tramos y teníamos que salir de la carretera (que la están asfaltando) para buscar otra forma de ingresar nuevamente a la vía. Hubo tramos en los que se van a construir puentes, pero tuvimos que cruzar estos desvíos saltando montículos de tierra o arena. Alucinante. Pasamos algo más de 15 minutos sin ver persona alguna hasta que nos topamos con maquinaria y personas encargadas en la construcción de la ruta: nos volvió el alma al cuerpo. Al llegar a la pequeña ciudad, comenzamos a ver motos, combis, autos que iban y venían de este lugar; eso me causó sorpresa, pues vimos un tráfico fluido. Obviamente habíamos tomado una ruta que se está edificando. Sin embargo, todo apunta a que esta carretera va a ser una más del buen sistema vial que tiene esta región. Volvamos a la zona: La Islilla. Esta es una caleta de pescadores que tiene cerca de sus playas a una pequeña isla que le da el nombre a la zona. Un detalle relevante es que en esta zona aún se usan naves balsas para la pesca y que los jóvenes también lo usan como diversión (https://seturismo.pe/piura-islilla/) Hicimos una breve caminata; quisimos dar una vuelta por la isla, pero la cantidad que nos querían cobrar un suma exorbitante. Había una agencia de turismo, pero se veía muy informal. La zona puede ofrecer varias ofertas interesantes (https://eltiempo.pe/la-islilla-cuna-tradiciones-ancestrales-de-pesca-ac/). Grave problema de la región y del país. Íbamos a ver en otros casos esa crisis en la que hay que trabajar. 




Regresamos a la camioneta para ir a almorzar a Paita, pues ya casi eran las 2 de la tarde. Llegamos a Paita y buscamos el restaurante del Club Liberal. Aquí fuimos con Orietta y Maria en el 2015. 7 años después vimos la decadencia de este lugar. Una pena que este espacio que tiene tan interesante edificio haya caído en la desgracia. Recuerdo cuando fui a comer en los 90 con varios amigos, la carta era mil veces mejor y la calidad de la comida era notable. La comida es copiosa, pero ya no ofrece algo de calidad, fuera de la cantidad de moscas que pululan por nuestros platos. Ahora hay que sacarlo, pues, de la lista de visitas obligadas. De ahí, hicimos una pequeña caminata hacia la antigua iglesia La Merced y ver el bonito, pero derruido, edificio de la Aduana. Paita tiene joyas arquitectónicas que muestran su esplendoroso pasado. Ni modo. Voluntad política y cívica. 


Regresamos a la camioneta para partir hacia Colán para ver su antigua iglesia. Aquí en Paita hay una iglesia muy interesante, la Basílica de la Virgen de las Mercedes, (reemplaza a la anterior que se ubica al costado de la Aduana y que Maria había fotografiado) que hay que visitar por los interesantes vitrales de Winternitz, artista que fue docente en la PUCP (https://www.arzobispadodepiura.org/nuestra-senora-de-las-mercedes-de-paita-patrona-de-la-arquidiocesis-de-piura/). En la próxima estancia a Piura debo incluir una visita de rigor a este lugar. Salimos de Paita un poco decepcionados y nos enrumbamos a Colán. 

Colán es siempre un lugar atractivo. El balneario por excelencia de los piuranos, tiene un monumento histórico de alta relevancia en nuestra historia: la iglesia de San Lucas. Es la primera iglesia edificada en el Pacífico sur. Edificado sobre una huaca o templo tallán, es una construcción hecha por los dominicos en su proceso de cristianización y extirpación de idolatrías en nuestro continente. Es pequeña, pero cargada de mucha historia (https://www.turismoreligioso.travel/patrimonio/iglesia-san-lucas-de-colan-historia/). La iglesia ha sido reconstruida, pero se ve abigarrada por tener una serie de imágenes y andas que se encuentran en el interior de la iglesia por lo que se ve un poco desordenada. La iglesia estaba abierta y había acceso libre para ver sus altares (el principal en pan de oro) e imaginería en las que se mezclan estatuas antiguas con recientes, así como un decorado floral variopinto. Aquí un artículo especializado sobre la historia y arquitectura de la misma. Una buena visita de todas maneras.  (https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/boletindearqueologia/article/view/19336/19459).



Hacía tiempo que tenía planeado visitar Amotape. Es un pequeño poblado cargado de historia, pues aquí se encontraba la tumba de Simón Rodríguez, maestro y benefactor de Simón Bolívar. Piura tiene dos personajes relevantes en la historia de nuestra independencia: Manuelita Sáenz, compañera sentimental de Simón Bolívar, y Simón Rodríguez. No sé si todos los piuranos saben estos datos. La Sáenz vivió un buen tiempo en Paita, tuvo visitas como las de Melville (Moby Dick) y el patriota italiano Garibaldi (tuvo la nacionalidad peruana); murió a causa de una epidemia de difteria y enterrada en fosa común (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/saenz_de_thorne.htm) (https://fundacionbbva.pe/opinion/manuela-saenz-la-silenciosa-libertadora/). Y el otro personaje es Simón Rodríguez, venerado en Venezuela y Colombia. Murió en Amotape (https://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/rodriguez_simon.htm). La historia es un buen móvil que te invita a buscar esos rincones donde pasaron o quedaron personas que construyeron nuestro pasado. Una vez, caminando por las calles de Paita en 2014, estaba hablando con unas amigas sobre estos dos personajes y un transeúnte, desconocido, se detuvo y me comenzó a hablar de ellos. Me causó sorpresa y esperanza de que reconozcamos ese patrimonio humano que está en nuestro país. Esta experiencia quedó impregnada en mí hasta que en este viaje me saqué el clavo de conocer Amotape. No hay que confundir con un parque ecológico: Cerros de Amotape que se encuentran cerca de Máncora y en Tumbes. Este es un pequeño pueblo (también integra este parque) al cual se llega también por ruta asfaltada; sin embargo, no fue fácil acceder. Primero nos dirigimos hacia el Pueblo Nuevo de Colán y desde ahí empezó  la aventura que nos hizo ir por canales que en algún momento se interrumpieron y tuvimos que dar marcha atrás. Ya iba haciéndose tarde. Llegamos a Amotape cerca de las 6 pm. Vimos su iglesia por fuera, aquí estuvo enterrado Simón Rodríguez (https://www.iperu.org/distrito-de-amotape-provincia-de-paita). 



Terminada nuestra excursión, decidimos regresar y esto se iba a poner peliagudo. Teníamos que regresar por el pueblo de Tamarindo y la carretera estaba en construcción. De noche todos los gatos son pardos y los huecos, escondidos. Decidimos seguir a una combi que la vimos subir por un muro; así de loco era este trayecto. Cruzamos una planta de etanol, Caña Brava, la cual tiene numerosas quejas por contaminación. Por fin salimos hacia la Panamericana, pero esta solo tiene una vía por cada sentido por lo que el retorno se volvió un poco penoso hasta llegar a la excelente autopista que conecta Sullana y Piura. Una cosa sí es de cuidar: los mototaxis que van por la autopista. Total imprudencia y también la torpe conducción de muchos camioneros que prefieren ir a la izquierda, entorpeciendo la fluidez vial. Llegamos a Piura cerca de las 8 pm. Nos fuimos a pegar un duchazo y de ahí a cenar al hotel Casa Andina, cerca de nuestro hotel. Para el día siguiente iríamos a un patio de comidas que sería la envidia de Trujillo. Genial. (https://infomercado.pe/tao-restobar-abre-sus-puertas-es-posible-mantener-un-restaurante-en-azul-con-aforo-reducido/). De ahí nos fuimos a dormir. Fin de primer día.