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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

domingo, 29 de noviembre de 2020

RANCIOS CINISMOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 29 DE NOVIEMBRE)

Las aguas no están para nada quietas. A río revuelto, ganancia de “pescadores”. Y qué pescadores. En el hemiciclo que reúne una variopinta cantidad de personajes con problemas judiciales, los congresistas siguen en su fanfarria como si lo sucedido hace una semana no hubiera nunca ocurrido. Mientras miles de ciudadanos de todas las edades, sobre todo jóvenes, salen a las calles a protestar hastiados de la política y del nada prestigioso privilegio de haber tenido tres presidentes en menos de una semana; nuestra casta política hace diversos contubernios amañados sin ningún tipo de escrúpulos buscando cómo ganar réditos a como dé lugar. Las reuniones del actual presidente Sagasti con personajes arteros como Keiko Fujimori o César Acuña genera mucho escepticismo en la sociedad, pese a los drásticos cambios necesarios en una cúpula de la PNP cuestionada por muchos actos de corrupción durante la pandemia (recordemos los casos del material sobrevaluado o de pésima calidad) y, peor aún, por los acontecimientos represivos y luctuosos en las últimas protestas callejeras con la suma de dos muertos, ciudadanos heridos e, incluso, secuestrados. Las humillantes declaraciones de un cínico Manuel Merino colmaron la paciencia de muchas personas y, en un arranque de populismo, los congresistas decidieron levantar la pensión vitalicia de los numerosos expresidentes vivos (prófugo, con arresto domiciliario, golpista, con sentencia suspendida). Pero nuestros parlamentarios olvidaron un reclamo pendiente: la inmunidad. De pronto, nos viene una sorpresa: el lanzamiento de Martín Vizcarra al Congreso por el partido Somos Perú. El apoyo masivo (no sé si le quedará este hasta las elecciones en abril del 2021), sin duda, cambia todo el panorama electoral. Muchos de los actuales candidatos cuyos partidos participaron en la asonada de hace dos semanas ven con mucho temor esta candidatura. Muchos han salido mal parados como golpistas, mentirosos y traicioneros. Personajes como KFF o Acuña Peralta enfrentan el dilema de promover la vacancia para evitar el posible acaparamiento de curules por parte de Somos Perú, o se hacen literalmente los locos con el posible riesgo de que varias agrupaciones desaparezcan del mapa electoral. La primera posibilidad nos hace recordar la pesadilla que experimentamos con una mayoría parlamentaria confrontacional plagada de fujimoristas aviesos que tumbaron a PPK y volvieron ingobernable al país. Vizcarra, como candidato, pone a los políticos contra las cuerdas.  A todas luces, es la cerecita de la torta.

¿Somos el país de las maravillas?, ¿qué hacer? Pues informarnos. Saber qué nos van a ofrecer los numerosos partidos que, de hecho, vienen con posibles delincuentes como candidatos. Nuestro voto es clave para seguir poniendo límites a la corrupción. Es momento de construir ideas, argumentos para desarticular cuanto payaso populista se ponga delante de un estrado o cámaras. Ahí está nuestro poder. 

domingo, 22 de noviembre de 2020

TERRUQUEO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 22 DE NOVIEMBRE)

Para empezar este artículo, tomo prestado un pequeño extracto del ensayo “Estética de la derecha peruana: una breve indagación sobre sus formas” de Mijail Mitrovic: “[..] El fujimorismo en el poder apostó por la cultura de masas como mecanismo de dominación y en ella la imagen documental operaba de dos modos: por un lado, atiborraba la prensa chicha del mórbido realismo de la catástrofe y el crimen, mientras la cuidadosa puesta en escena de las capturas de líderes de Sendero y el MRTA apuntaba no tanto a la lucha contra la subversión sino a desalentar cualquier disenso mediante el estigma del terruqueo [..]”. El resaltado y subrayado son míos.

Tenemos un nuevo presidente. Uno nuevo surgido en el marco de una ola de descontento contra la clase política vergonzosa y descarada. Los que recordamos los años 80 desde inicios de las acciones sangrientas de SL, los gobiernos de entonces no fueron capaces de enfrentar el crecimiento de este cáncer que prosperó por incapacidad de no ver al monstruo que tenían delante de sí, por el crecimiento de una galopante corrupción, una inflación desastrosa, escasez e ingobernabilidad como lo fue el primer gobierno de Alan García. Los entonces partidos de izquierda, corroídos por la inacción y el avance senderista abrumador, no trazaron una frontera con los movimientos terroristas, salvo excepciones. El ascenso de Fujimori fue acompañado de un aparato mediático que aplastaba sistemáticamente a opositores sociales y políticos de manera escandalosa. Así surgió el término terruco y sus diversas variables como "terruqueo" o “terruquear”. Esta palabra sirvió para encasillar, como una suerte de cajón de sastre, toda acción que implicaba reclamos por trasgresión de los derechos sociales y humanos. Ejemplos sobran. Cualquier resquicio de malestar contra el régimen o contra el modelo y las personas que sustentaban ciegamente al gobierno de turno, era acallado no solo a través de los medios, sino por la sociedad misma que vio con temor un posible rebrote de SL o cualquier variante de terrorismo. Tres generaciones de peruanos hemos crecido y reaccionado con el prejuicio que estigmatizaba personas y acciones. Esto también, en cierta manera, desalentó a muchas personas que querían hacer política, pues el fujimorato desmanteló toda forma de institucionalidad política: los Vladiveos son las más claras evidencias de ello. Prensa, farándula y algunos partidos políticos eran ignominiosos vasallos de una campaña escandalosa. Pero el daño causado en la sociedad aún persiste en las percepciones de la gente. Son respuestas automáticas, aprendidas por el sonsonete reiterado no solo en esa década, sino en los gobiernos siguientes. Una extensión a estas palabras es “caviar”, dada a aquellas personas que, pese a su condición socioeconómica, se adhieren a reclamos sociales justos.

La gente - los “terrucos” - salió a la calle a protestar. Una barrera ha comenzado a caer. Es tiempo de desaprender prejuicios y poner las cosas en orden.

domingo, 15 de noviembre de 2020

NO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO DOMINGO 15 DE NOVIEMBRE)


Cuando publico este artículo la suerte del gobierno interino de Merino se tambalea y cae a pedazos por la acción luctuosa del día de ayer sábado 14 de noviembre. Hasta la fecha hay dos jóvenes muertos y las renuncias masivas de ministros y miembros de diversos poderes del Estado, totalmente deslegitimado ante la sociedad peruana e, incluso, internacional. Ahora nos toca un camino difícil, pero no imposible para aspirar a reformas profundas en mejora de la gobernabilidad de nuestra nación. Que las muertes injustas de estos jóvenes no sea en vano.

Lunes 09 de noviembre. Un día de los más oscuros para la política y sociedad peruanas. En un acto alevoso y premeditado de la manera más maquiavélica posible, Martín Vizcarra es vacado gracias a una interpretación aún antojadiza de esa caterva de mezquinos angurrientos en la que se ha convertido el Congreso de la República. Y, desde entonces, entramos en el limbo total. Algunas personas aplaudieron inmediatamente el acto y se sumaron discretamente a la algarabía insana de estos facinerosos que comenzaron a tramar la repartija de todo el poder político actual: una forma velada de golpe disfrazada de un proceso democrático para legalizarse ante la sociedad nacional e internacional. Pero estos mequetrefes, lejos de haber percibido el sentir social, avanzaron con sus planes para dejarnos ahora en una situación extrema que, estas alturas que redacto este artículo, no ha quedado para nada aclarada. Las primeras reacciones fueron el primer campanazo que puso en alerta a los peleles que se sumaron a la votación: de pronto, sus cálculos políticos no comenzaron a cuadrar y, a medida que la indignación ha ido creciendo, han ido, literalmente, “zafando cuerpo”. Es tanta la indignación popular que uno de los principales gestores de este zafarrancho, Edgar Alarcón, brilla por su ausencia en medios y comunicaciones. El gabinete formado por Ántero Flores Aráoz es, por demás, una demostración del abandono y desesperación que rodean a este pseudo gobierno, y ha rebuscado por los rincones olvidados de los desvanes políticos para sacar a personajes tan cuestionados como D´Alessio, ¡Sheput! (por fin lo sacan de las cavernas) o el cuestionado Gastón Rodríguez, quien empezó bastante mal por las acciones hechas por la PN en las manifestaciones masivas contra los ciudadanos: el uso de perdigones y gases lacrimógenos ha causado rechazo nacional e internacional. Y desde el punto de vista internacional, muchos países esperan el pronunciamiento del TC para reconocer la validez de este; hasta la fecha solo cuatro países han reconocido al mismo. La OEA y varios organismos internacionales están a la espera.  

¿Los partidos, en qué se han convertido? Los casos de AP y APP han provocado la repulsa general; César Acuña dio unas declaraciones días antes sobre la posición partidaria y, sin embargo, ese lunes negro sucedió lo contrario. Cálculos políticos que pasarán facturas políticas que no deben ser olvidadas por la población. Los reclamos de los trujillanos frente a las puertas de APP en la marcha del jueves es un claro indicio del daño causado a la escasa fiabilidad de estos. Muchos arguyen que no deberíamos quejarnos, puesto que hemos elegido a esas patrañas. No. La responsabilidad cae sobre un partido político: estos escogen a su gente y ofrecen una lista a una población que debe ejercer el voto obligatorio. Si tenemos congresistas delincuentes, es gracias a esas agrupaciones que los empoderan y avalan para que nos dirijan como sociedad.


domingo, 8 de noviembre de 2020

DESBARAJUSTE GRINGO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 08 NOVIEMBRE)

 ¡Vaya elecciones norteamericanas! Imbuidas en la pandemia, la fuerte crisis económica, los miedos a cualquier cosa o acción que evoque a un hipotético socialismo y la marcada influencia tendenciosa de una cultura que vive de las encuestas; la semana que pasó ha sacado varios y diversos demonios norteamericanos que están mostrando profundas y preocupantes brechas no solo en lo económico, sino en lo social y cultural, brechas que repercuten en la vida política de ese país. Al terminar de redactar este artículo la balanza se inclinó a favor de Joe Biden, quien será el inquilino de la Casa Blanca, en su calidad del cuadragésimo sexto presidente de esa nación. Sin embargo, hay nubarrones en el panorama.

La figura polémica de Donald Trump desata fuertes pasiones. Hemos visto por diversos medios las reacciones de muchos adeptos y correligionarios con actitudes desafiantes y autoritarias que han generado profundas grietas en el tejido social norteamericano; también hemos visto las reacciones de diversas comunidades, personalidades y movimientos contrarios a este presidente por las numerosas declaraciones, actitudes y desplantes que lo han caracterizado desde su campaña electoral hasta su periodo presidencial que culminará el próximo enero. Previas a las elecciones que lo enfrentaron a Hillary Clinton, sus declaraciones racistas, sexistas, xenófobas y bravuconas eran aplaudidas por aquellos que miraban en él las posibilidades de volver a hacer a “América grande otra vez”. En su política exterior tendió a aislar a los Estados Unidos ante una posición que no dejaba de tener cierta razón desde el punto de vista de un inversionista; sin embargo, en las relaciones internacionales, aunque tengan mucho de ese trasfondo, las cosas no se mueven necesariamente así. Además, la errática visión pragmática frente al caso de coronavirus ha tenido consecuencias nada positivas, como le pasó a la suerte de adlátere que es Jair Bolsonaro. Sus políticas económicas por encima de las de salud llevaron a sus países a una expansión de la epidemia a niveles insospechados y, con el agravante de una segunda ola devastadora que está generando mucha zozobra. La pandemia hizo que millones de estadounidenses hayan emitido su voto por correo, acción que ha sido cuestionada por Trump al decir que hay claras evidencias de fraude y que, a la larga, esos votos han decidido la suerte del ahora virtual presidente norteamericano. Trump y sus seguidores han actuado erráticamente y dejan mucho por desear: desde la autoproclamación de su reelección, desconocimiento del voto electoral y el no reconocimiento de estas elecciones. Esta actitud nos hace recordar las últimas elecciones en las que Keiko Fujimori nunca reconoció el triunfo de su contrincante y dio la consigna de boicotear al Poder Ejecutivo desde cualquier frente con el avieso Congreso que terminó por ser clausurado. ¿Biden y América Latina? Muchos apuntan que nada cambiará. Veremos.

domingo, 1 de noviembre de 2020

CARNAVAL ELECTORAL (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO DOMINGO 01 DE NOVIEMBRE)

 ¡24 candidatos a la presidencia con sus respectivas planchas! Otras tantas listas para el Congreso de la República. Si una persona mirara a la distancia esta contienda política, diría que nuestro país resuma democracia. Tanto, así como pensar que somos la sociedad mejor preparada académicamente por la copiosa cantidad de universidades que tenemos en cada región y ciudad. En el mundo de las apariencias somos una sociedad con un alto sentido de participación ciudadana electoral y con una formación académica generalizada. Nada tan lejos de la verdad.

Por décadas, el desprestigio del Congreso vino acompañado del deterioro de las agrupaciones políticas. A la mente me vienen viejos partidos que sostenían líneas ideológicas y formaban cuadros partidarios con personas entrenadas para el mundo político formal. Cada uno de ellos ha ido perdiendo el sentido de su razón de ser para quedar como un simple conjunto de personas que se reúnen para alcanzar el poder a como dé lugar. Un torcido sentido práctico los guía. Sus intenciones son descaradamente evidentes y esta es la forma cómo ahora entendemos el quehacer proselitista. En su desenfrenado camino por el poder se ha buscado, moda de antaño, artilugios y leguleyadas con el fin de llevar “agua para su molino”, sea partidario, sea de interés personal. De hace un buen tiempo, hay estrategias diversas como las de recurrir a personajes mediáticos con el fin de ganar votos de personas con escasa madurez electoral. No es nuevo. Recordemos el polémico paso por el hemiciclo de la vedette Susy Díaz, quien hizo una campaña desopilante mostrando, en su nalga derecha, el número 13 con el postulaba al Congreso en la lista de uno de los usuales desaparecidos partidos “express” Movimiento Independiente Agrario (MIA); debemos de tomar en cuenta de que ella tomó “prestada” la táctica que había utilizado la actriz porno italiana Cicciolina que le permitió entrar al parlamento de su país. Por el número de leyes aprobadas, Susy Díaz fue más prolífera que muchos congresistas reelectos; sin embargo, la corrupción la envolvió. El mundo de la televisión, de la farándula y el deporte es tentado por líderes partidarios interesados en captar el voto de ese electorado díscolo o desinformado. Recordemos el boom de las voleibolistas que llevó al congreso a Leila Chihuán y Gaby Pérez del Solar por Fuerza Popular; Cecilia Tait por Perú Posible; y Cenaida Uribe por Gana Perú. Leila y Cenaida no salieron bien paradas.

Así también, y contradiciendo la mala fama de muchos estos personajes públicos, tenemos el interesante prospecto político de un Salvador del Solar que muchos lo querían en el sillón presidencial. No postulará, pues se sabe que lo que se viene en los años siguientes será una dura prueba de fuego de la cual pocos sobrevivirán políticamente a la cólera de una nación cansada de estos partidos políticos demagogos, los cuales parecen velar solo por sus intereses, tal como lo evidencian.