Un sismo ha remecido todos los
partidos políticos peruanos de derecha a izquierda. El epicentro ha sido en
Brasil. Las ondas sísmicas han llegado como información que ya era conocida por
todos; solo faltaba su confirmación y los detalles de la misma: la contribución
hecha por la empresa Odebrecht en las campañas electorales presidenciales.
Aunque (como recalco) todos esperábamos que se confirmase las cantidades
aportadas en las últimas décadas, ha cundido una fuerte desazón en la
ciudadanía peruana sobre el futuro político de nuestra nación. Lo dicho por
Barata ha “desbaratado” a todas las tiendas políticas, las cuales les tomará
tiempo en recomponer sus alicaídos cuadros y su escasa credibilidad. Sus
líderes se han visto cuestionados, pese a que voceros u otros intermediarios nieguen
a todas luces el escándalo vivido. Salvo los más obtusos, fanáticos o ingenuos,
los ciudadanos no les creen; sin embargo, nuestra sociedad aún está aturdida
por la podredumbre expuesta por Barata. PPK aún sigue en palacio, en un puesto
que le ha quedado grande y que negoció escandalosamente para aferrarse a él;
Keiko niega a todas luces la ayuda recibida en las recientes campañas en las
que resultaba siempre perdedora. Los anuncios previos sobre la salida de
algunos congresistas del partido FP quizá sí sean realidad, luego de lo
acontecido. Toledo está no habido. El golpeado APRA ya no sabe qué hacer con su
cuestionado líder, Alan García, para muchos el paradigma de la corrupción en el
Perú. El único que se puso a disposición fue Ollanta Humala y su esposa,
quienes se hallan en prisión; en realidad, recalco, el único que a la fecha ha
enfrentado la justicia poniéndose a su disposición. La lapidación de la pareja
Humala Heredia ha significado la apertura de las puertas del infierno para los
demás líderes de la decrépita capa política peruana actual.
Pero lo que estamos viendo es
solo la punta del iceberg Odebrecht; solo se ha enunciado las aportaciones de
esta empresa en las campañas electorales a la Presidencia. Las siguientes
declaraciones serán sobre su posible participación en las Regionales,
Municipales o, por qué no, las distritales. Odebrecht debe de haber participado
en todos aquellos espacios en los que sus intereses estaban en juego, sobre
todo en lugares donde se desarrollaban grandes proyectos. Por ejemplo,
Chavimochic. Odebrecht es una empresa habituada a no dar puntada sin hilo. Por
eso, dudo que las cifras y los receptores del dinero mal habido carezcan de
sustento. La prisión también pesa sobre ellos y cualquier falsedad sería falta
para esos “distinguidos” empresarios brasileños. En abril se abrirá un poco más
la caja de Pandora. Quizá, como Yoshiyama y Bedoya, algunos personajes de todo
el país estarán preparando sus furtivas salidas a destinos lejanos. Y, como siempre,
la corrupta justicia peruana tratará de salvar el pellejo a cuanto corrupto es
nombrado por Barata.