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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

martes, 28 de agosto de 2012

PERÚ, TRUJILLO Y LOS JUEGOS BOLIVARIANOS DEL 2013

Los Juegos Olímpicos de Londres concluyeron hace dos semanas. La euforia de los juegos y la maravilla de las telecomunicaciones nos aturdieron durante 15 días. No pudimos ver la magra, y cada vez más, decepcionante participación del equipo nacional que, durante esta versión, veía cada día cómo sus escasos participantes iban siendo eliminados en los juegos preliminares. Salvo la participación de la fondista Inés Melchor (ocupó un vigésimo quinto puesto), los demás fueron a hacer acto de presencia. Este mediocre eufemismo oculta nuestra constante debacle desde los juegos de Barcelona, donde Pancho Boza ganó una presea de plata. Cada versión nueva vemos menos participación de nuestros deportistas, e incluso, el único deporte colectivo que nos dio una medalla de plata, el vóley, se hunde en una serie de desaciertos ya más allá de una década y todo apunta a que no veremos a este otrora popular deporte (sólo en rama femenina, de los varones mejor ni comentar) en los escenarios internacionales con resultados destacados. Se las invitará como cenicientas para ser vapuleadas por todos los demás rivales (ahora ya Colombia surge como una fuerte amenaza a su tercer puesto en Sudamérica). Para 2016, la participación de los peruanos en Río de Janeiro podría ser una buena oportunidad para “levantar cabeza” en algunos deportes. Podríamos hallar diversas excusas en nuestra situación de sociedad tercermundista para justificar nuestras permanentes debacles, pero al ver en el reparto medallero a países que están incluso en guerra civil o en condiciones económicas rayando con la miseria (frente a nuestra "fantástica" economía) como el caso de Etiopía, Gabón o Botsuana, no hace sino invalidar este parámetro. El problema está en otro lugar; uno de raíz y se llama educación.

Otros datos para reflexionar: en Londres, Rusia y todos los países que integraban la URSS totalizaron ¡165 medallas! Frente a las 104 de USA (otro país con varios estados-países que lo conforman) y 88 de la República Popular China (sumemos 02 de Taiwán y 01 de Hong Kong: 91 medallas). 46 de oro tendría la ex URSS y empataría con USA. Heredaron una gran infraestructura y una escuela deportiva envidiable. El mejor país latinoamericano sigue siendo Cuba; pero Brasil está avanzando, ya que será sede de los siguientes juegos, en 2016. Colombia, con una política agresiva educativa, ha desplazado a México. Y para variar, los dos "pumas" de Sudamérica de la zona del Pacífico (Perú y Chile) no obtuvieron medalla alguna.


Veamos más cifras, pues esto apasiona a tecnócratas y además ellas nos puedan dar una vista general de lo que nos depara los futuros Juegos Bolivarianos de Trujillo (que en realidad no sólo serán aquí sino en Lima –como de costumbre- y Chiclayo). Para eso, demos una vuelta por los juegos realizados en nuestro Continente para no tener un abanico más grande de competidores (la emergencia asiática se ha visto en estos últimos juegos con la crecida de China y de Corea del Sur). Veamos: Perú ha obtenido 94 medallas en todos los juegos panamericanos, desde 1951 en Buenos Aires, Argentina, hasta el 2011 en Guadalajara, México. De todas las medallas, sólo 05 son de oro. Cinco. Salvo Bolivia, todos los demás países vecinos nos llevan una buena distancia en el cuadro medallero. Con Ecuador casi estamos empate, pero con los países que tienen una población o economía mediana a la nuestra, las brechas son considerables. La distancia con Venezuela, Colombia y Chile es de 430, 317 y 164 medallas respectivamente. Ni hablar con potencias como Cuba, Brasil o Argentina. Otro ejemplo que acentúa nuestra decadencia deportiva: en los recientes Panamericanos de Guadalajara, México, nuestro país envió a 139 deportistas con la ilusión de acaparar 20 medallas, sólo se obtuvo 7. En la versión anterior, en Río de Janeiro, el Perú envió menos deportistas y obtuvo 12 medallas. En ambas ocasiones, ninguna de oro. Las cifras vuelven a hablar por sí solas.

Para reducir más nuestras acentuadas diferencias continentales, vamos a focalizarnos en el área andina con los famosos Juegos Bolivarianos, juegos que congregan a los países que fueron liberados por Simón Bolívar: Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela y nuestro país. Perú ha ganado 1178 medallas en los juegos bolivarianos desde 1938 al 2009, de ellas 491 de oro. En la primera versión en Bogotá, Perú dominó el medallero con 75 medallas en total. En Lima en 1947, Perú sigue dominando el medallero con 160. También dominó en Caracas en 1951 con 104. Perú era una potencia en la zona. Pero en Barranquilla en 1961, Perú baja al 4to puesto entre cinco países (aún no participaba Panamá). Desde ese entonces, Perú no ha retomado la cabeza en las siguientes versiones. Perú ocupa el 4to puesto de manera inamovible por debajo de Venezuela, Colombia y Ecuador. Y todo apunta a que el próximo año, los anfitriones (o sea, nosotros) seremos nuevamente relegados a ese cuarto puesto. Seremos, eso sí, testigos de la lucha por el primer puesto entre la potencia que es Venezuela y la ascendente Colombia, que en Londres sorprendió al mundo. Ese será nuestro premio consuelo.

Más cifras. En atletismo, la actividad central de todos los juegos, tenemos disciplinas en las cuales no se ha mejorado una marca en más de 40 años. Por ejemplo, los famosos 100 metros planos no se han mejorado desde 1977 (en La Paz) y los 200 metros planos desde ¡1971! Felizmente, en mujeres estas marcas han ido mejorando paulatinamente.

Esta es la realidad con la que nos vamos a ver en el mes de noviembre del 2013. Salvo la difusión del fútbol, mediocre y lamentable actividad deportiva que recibe una cobertura mediática del 99 %, los otros deportes son ignorados por todos los medios llamados "deportivos", pues estos justifican su preferencia con la frase “el fútbol es lo que le gusta a la gente”. Irónicamente este deporte no dio medalla alguna en los cuadros medalleros grandes (olimpiada o panamericano).

Lo de los Bolivarianos del 2013 en Trujillo tiene un origen muy interesante y accidentado: la ciudad recibió esta designación luego de habérsele retirado la misma a Panamá, producto de desavenencias políticas. La ciudad y las otras dos subsedes (Lima y Chiclayo) están trabajando para este evento, pero la planificación es bastante caótica y pareciera que los mismos ciudadanos se pusiesen trabas entre sí para dejar a la ciudad lista con el fin de recibir a numerosos atletas en diversas disciplinas en nuestras instalaciones.
Pero, existe una pregunta más de fondo que atañe a todos los peruanos: ¿están nuestros deportistas listos para hacer de esta fiesta una verdadera pantalla de nuestro boom económico que se vea reflejado en los verdaderos campos del desarrollo humano? Una vez conversando con Iván Dibós, Presidente del Comité Olímpico Peruano, me comentaba que la decisión de haber descuidado la formación de alumnos en etapa escolar en verdaderas clases de educación física con docentes de la rama nos está pasando la factura. Sería interesante ver si los docentes del área de los miles de colegios públicos y privados de nuestra Patria son verdaderos profesores de educación física. El famoso plan de ahorro y optimización de recursos de la gestión de los últimos gobiernos ha hecho que muchos docentes de otras áreas (incluso de lengua, inglés o matemáticas) cubran esas plazas para poder completar su carga horaria. Fuera del hecho de que se da mayor prioridad a otras áreas del aprendizaje y Educación Física queda relegada como la cenicienta de nuestros planes educativos (incluso muchos chicos jamás han visto o verán un disco de lanzamiento o jabalina, ya que para eso tienen el mundo virtual, justificación bárbara que he escuchado a diversos educadores de todos los niveles). Hay mucho por hacer.

viernes, 24 de agosto de 2012

MÉXICO, DÉCADA PASADA

El cine mexicano de ahora me interesa
Por el modo en que ha asimilado a Hollywood.


ROMPECABEZAS EN 25 PIEZAS, CARLOS MONSIVÁIS




La reciente década pasada, la que inicia el siglo XXI, fue un periodo marcado por una serie de cambios históricos para las artes cinematográficas y para la sociedad mexicana en general; cambios que comienzan en la última década del XX con tres eventos que marcarán al México del XXI: Chiapas, el Efecto Tequila y el TLC con Canadá y USA (NAFTA). Y para agregar, dos eventos más que marcarán a su vecino: 11 de septiembre de 2001 y la crisis del capitalismo del 2008. La excesiva dependencia de la economía mexicana de la norteamericana ha de pasarle una dura factura de la cual va a ser difícil despegarse. A todo esto se debe agregar el fuerte incremento de la violencia provocada por el narcotráfico, debido a que el mercado de consumidores más grande del mundo, USA, comparte con México una gran frontera: 3,326 km. Aproximadamente. Como bien dijo el presidente Porfirio: Díaz “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.



Este es el marco socioeconómico en el que el cine mexicano va a vadearse en los recientes años, que lo ha visto sobrevivir a las nefastas consecuencias de la liberalización del mercado debido al TLC que consideró al cine no como una actividad de excepción, sino como una actividad económica que entraba a competir con la máquina de Hollywood. Según los datos de Víctor Ugalde, quien hace una reflexión sobre las consecuencias del TLC en la producción cinematográfica mexicana, de 1994 (año que entra en vigencia dicho tratado) hasta el año 2003, el número de largometrajes había caído de 747 películas a sólo 212. Un grueso descenso de 71,62 %. Para una cinematografía tan sólida y variada (trabajó todos los géneros), con un público fiel, con una identidad tan bien consolidada, significó un duro golpe para el mundo de la pantalla. Hubo cierre de estudios pequeños y un alto desempleo en el rubro. Incluso el cine comercial se vio afectado por estas reglas del libre mercado impuestas por los estudios grandes, puesto que las salas a duras penas lograban recuperar la inversión hecha. Y el cine de Hollywood iba ganando terreno, con la consiguiente exportación de capitales que van a engrosar los estudios gringos. Y poco podemos decir del cine arte, el cual se rescindió a fuertes niveles. Sí hubo actores o directores que se hicieron famosos; pero esta fama viene no por los estudios mexicanos, sino por la internacionalización de la producción fílmica de algunos buenos directores (como Cuarón, González Iñárritu o Guillermo del Toro) o actores (como Gael García).



Pero una de las características del arte es su creatividad ante situaciones adversas, son una respuesta a los groseros errores causados por los políticos corruptos como Carlos Salinas de Gortari y su banda de neoliberales que causaron la debacle mexicana que hasta hoy carga como pesada deuda. Así surgen directores como Carlos Reygadas, Amat Escalante o Fernando Eimbcke, que dan un nuevo respiro al cine charro e, incluso, sorprenden en diversos festivales (como Cannes), marcando una pauta para levantar la cabeza a esa generación perdida que fue la de finales del siglo XX con la conmoción de Chiapas o la destrucción de la economía de millones de mexicanos ante la fuerte devaluación de su moneda debido a la burbuja creada por la presidencia de Salinas. La década que inició el siglo XXI estuvo marcada por la paranoia de la sociedad norteamericana y su 11 de septiembre; esta paranoia recayó duramente sobre miles de mexicanos que vieron, de repente, su economía afectada debido a la rigurosa decisión de filtrar la frontera para evitar el ingreso de personas potencialmente enemigas del Estado norteamericano. Y así, la nación adalid de los DDHH que clamaban la caída de un muro a miles de kilómetros de su territorio, el muro de Berlín, no tuvo mejor solución que construir uno en la frontera con México. Este muro es, lo que llamaríamos cínicamente, “políticamente correcto”. Esta situación tan especial que se genera en el Río Grande ha sido temática en algunos filmes, pocos de ellos de calidad, y están más centrados en la violencia que se ha generado en los últimos años, debido a que el control estricto de la frontera con los ciudadanos del tercer mundo (sobre todo) ha hecho que el narcotráfico sea un negocio muy rentable y peligroso. El cine ha sido poco reflexivo al respecto (salvo documentales). Como dice Monsiváis, en el cine “..no te dan la transformación de un ser humano en un narco, no te dan la evolución del horror. Te dan la demostración del asesinato.” Gustan de la truculencia más que de la reflexión, es más comercial. Mientras más gore, más llenas la plaza.


Estos de films mexicanos de la reciente década nos dan un panorama interesante de esta producción que tuvo una fulgurante presencia en los años 50 (los recordados estudios Churubusco) y que en la actualidad trata de hacer frente al avance arrollador del cine hollywoodense, el cual ha desplazado inexorablemente al mexicano de las pantallas locales. Un reto que no se sabe si el nuevo inquilino en el sillón presidencial, Enrique Peña Nieto, tenga la voluntad de revertir esta situación. Pero los cuestionamientos con lo este personaje ha logrado la presidencia y los pactos amarrados con el TLC hacen vislumbrar un duro futuro a la industria cinematográfica en general.

LAKE TAHOE DIR. FERNANDO EIMBCKE (2009) Este director ha logrado un buen espacio en el público por su acercamiento al mundo adolescente, el cual aborda con bastante singularidad. No son filmes en la que un joven es tratado en una comedia sosa o trágica, tipo jovencitos perseguidos por un asesino en serie. Los temas que aborda, frente a la frescura y desorientación de un adolescente, son los típicos conflictos de un joven: exploración de la sexualidad, crisis con los padres, relaciones con otros adolescentes. Sus películas emplean todos los recursos que identifican al mundo juvenil con un acercamiento serio. No en vano Eimbcke trabajó en diversos videoclips de grupos muy buscados por este gran público, como es el caso de la banda Molotov. La película empieza con una de las acciones que muchos adolescentes cometen: malograr el auto de su padre y ver cómo solucionar ese problema. El joven actor Diego Cataño vuelve a las pantallas, sólo que ya los cambios de la adolescencia se comienzan a mostrar en su cuerpo.



EL TRASPATIO DIR. CARLOS CARRERA (2009) El tema es un suma de historias cotidianas en la frontera mexicana con los Estados Unidos. La zona de maquila, la sobreexplotación laboral, matanza de mujeres emigrantes, corrupción de los círculos policiales. Son elementos explosivos que conjuran en la ciudad Juárez, una de las ciudades más violentas del mundo. La historia es dinámica y tiene escenas cargadas de sevicia contra las personas más débiles; en este caso, las mujeres emigrantes adolescentes. El film pudo haber explotado más las raíces y el contexto del problema (muy común), pero se queda en la descripción de hechos que apuntan más hacia un morbo visual que a calar en la conciencia del público. Como diría Monsiváis, es una buena lección aprendida de Hollywood.



5 DÍAS SIN NORA DIR. MARIANA CHENILLO (2009) El mundo judío es poco retratado en la cinematografía latinoamericana. Se ve en films argentinos (una de las colonias judías más grande del mundo), uruguaya y la brasileña; pero es temática poco frecuente en otras del subcontinente. En México hay una sólida comunidad que participa en todos los ámbitos de esa sociedad. Y esta película es una muestra de ello. Una comedia de humor negro que se torna en romántica. José, un hombre ya maduro, queda viudo y al morir, Nora, su fenecida esposa, ha dejado todo preparado para que éste se encargue de todos los detalles de las elaboradas exequias hebreas. Una foto genera un conflicto y provoca unas situaciones disparatadas, movidas por un rencor injustificado. Al final, la solución se va hallando en los pequeños detalles que muchas veces dejamos pasar por alto.


CONOZCA LA CABEZA DE JUAN PÉREZ DIR. EMILIO PORTES (2008) Una comedia negra. Los años de una persona, la posibilidad del desempleo, la desesperación hacen a Juan Pérez, de profesión mago, llevar a cabo esta locura. Y su cabeza, ya decapitada, recuerda las locas decisiones que le hicieron que su preciada testa termina cercenada y separada de su cuerpo. La historia se inspira en un mago que quería experimentar la duración de la “conciencia” de una cabeza recientemente decapitada. Macabra historia que impacta a nuestro amigo y lo lleva a tan drástica decisión. En la realidad, el actor principal, Silverio Palacios, casi perdió la cabeza debido a algunas fallas en los trucajes de imágenes, pero sí vivió para contarla.





FUENTES



El paso del TLC por México. Víctor Ugalde. BUTACA, Lima No 25, Año 7 (2005).



Carlos Monsiváis: Rompecabezas en 25 piezas. Mario Castro, César Pereyra, Marcel Velásquez. ABRE LOS OJOS. Lima. Año 1. Número 2, Diciembre 2002.



Cines de la Región: presente y futuro. VENTANA INDISCRETA. Universidad de Lima, Número 2. 2009.



Diez Directores: del centro al sur del continente. VENTANA INDISCRETA. Universidad de Lima, Número 2. 2009.


jueves, 9 de agosto de 2012

ROBERT BRESSON, UN MAÎTRE EXTRAORDINAIRE

La sensibilidad de Bresson es antirromántica y solemne,


Doblegada al abandono de fáciles deleites de la belleza y artificios físicos,

Por un deleite más permanente, más edificante, más sinceros.

Estilo Espiritual en las películas de Robert Bresson, Contra la Interpretación, Susan Sontag




Hay ciertos directores y artistas cuyas obras exigen del receptor un fuerte ejercicio espiritual para su comprensión. Varios de estos han utilizado su arte para poder expresar ese sentimiento íntimo, muy lejos de los cánones institucionalizados de un dogma religioso, para pasar a ser una muestra de sus ejercicios personales con el fin de conocer esa intimidad que yace en cada uno de nosotros. Bresson se circunscribe en este conjunto de autores y artistas que usan al arte, según Susan Sontag, de manera reflectiva y distanciada para poder entender la esencia del ser humano en su materia y su espíritu, despojado este último de todo elemento o maquillaje que se interponga con la espiritualidad en su manifestación básica. Nace en 1901 y es testigo de dos guerras mundiales en las que se ve involucrado su país de origen, Francia. Durante la segunda guerra mundial, va a ser capturado y, tras dieciocho meses de prisión, es liberado. Su libertad la va a aprovechar para comenzar a realizar con más empeño lo que ya había iniciado en 1934: cine. Quizá ese negro periodo carcelario haya influido de sobremanera en algunas líneas de trabajo que irá a adoptar cuando incursione de manera más sostenida en la cinematografía. Tal vez esa cicatriz vaya a ser una constante sobre la discusión permanente sobre la libertad, la liberación, la libre elección (que ha de influir a muchos intelectuales contemporáneos, como Sartre y su obra El Muro). Nuestro director va a hacer de su cine un verdadero ejercicio de la búsqueda de la esencia del espíritu, ligado a la materia, la cual busca su sendero hacia la libertad. Pareciera influido por los místicos españoles (Santa Teresa y San Juan de la Cruz) o de la visión reflexiva de ese genio que fue el danés Carl Dreyer. Pero el rigor elegido para su obra va por el camino de un proyecto de vida que uno se trace y cumpla como meta (tal como lo expone Sontag). Emilio Bustamante, en su ensayo Hacedor de Milagros, comenta la teoría (compartida por muchos críticos de cine y de arte) que Bresson se preocupa no por detalles superfluos, sino por hacer conocer ese interesante campo de las acciones humanas que permitan reconocer, a través de éstas, lo que es el hombre; por esta razón, sus obras no exponen argumentos complejos narrativos, sino los momentos en los que los humanos tomamos decisiones que impliquen un sistema moral que manifieste nuestra esencia espiritual. Por tal razón, su cine más va a parecer un conjunto de “documentales” (si cabe el término) que muestran a diversas personas, hombres y mujeres, actuando casi mecánicamente para conocer no el final sino el proceso para llegar a ese final. Sontag lo relaciona mucho con el concepto actoral de Brecht en cuanto al uso de los personajes: los despoja de todo sentimiento que “perturbe” la esencia de lo que trataremos de ver a través de las acciones. Apunta a casi un mecanicismo de tal manera que el actor, como Brecht, sólo muestre la idea, despojado de todo sentimiento que distraiga la esencia de lo que se quiere mostrar. Por eso, Bustamante dice que Bresson trata de mostrarnos (gracias a este rigor mecánico, frío, repetitivo) el espíritu en su manifestación inicial; Bresson trabajaba con sus actores (casi todos desconocidos, sobre todo en sus últimos films) con el fin de “transmitir una idea”, más que “ser un carácter”. Por esa razón, no duda en ir eliminando cualquier distractor narrativo que pueda tener el público en cuanto a lo que ha de venirle a un personaje de una de sus películas. E, incluso, prefiere obras cuyos finales son totalmente conocidos, caso Juana de Arco, con el fin de no tener tantas “impertinencias” (Sontag dixit) para ir descubriendo el espíritu que subyace en la acción. De ahí la sencillez de sus escenarios, la escasa música diegética o extradiegética empleada, la simplicidad de su fotografía, el uso permanente de planos fijos, la reiteración de ciertas escenas, el uso del silencio.



PICKPOCKET (CARTERISTA) 1959 Un film que nos muestra la desesperación humana de un joven, Michel, que se presionado a volverse carterista. Y vemos el proceso de redención del mismo a través del amor. Pareciera inspirarse en los grandes escritores rusos del XIX, profundos estudiosos del alma humana en sus conflictos. Aquí tenemos Raskolnikov en busca de la cura de sus crisis espirituales. Es un film sencillo en recursos, con amplio dominio de sonido que permite, de manera elíptica, entender las escenas y, con ello, la narración. Es una verdadera obra maestra en la creación de elementos (objetos y ruidos) que, a manera de sinécdoques o metonimias, mantienen el ritmo de la narración. El personaje se muestra frío y sujeto, en cierta manera, por el destino. El actor principal, Martin Lassale, uruguayo de nacimiento, realizó este único film y luego se refugió en México. Esta obra se muestra justo a inicios de la famosa Nouvelle Vague y muchos de los artistas de ese movimiento la tomaron como referencia para sus obras futuras.


LE PROCÈS DE JEANNE D´ARC (EL PROCESO DE JUANA DE ARCO) 1962 Como plantea Sontag, esta obra la hizo de manera muy consciente de acuerdo a sus propias intenciones de uso del cine. Para Bresson, el cine es una narración con un propio lenguaje que busca no ser distraído por algún otro elemento que haya antes usado la cinematografía, como es el caso de la pintura o el teatro. Bresson quería crear un lenguaje propio, despojado de todo lo pictórico o teatral. No quería nada que lo acercase a la máscara, a lo encubierto. Cada imagen era como una palabra que tenía que estar en una sintaxis mayor para exponer una idea. Por eso evitaba deícticos visuales que perturbasen su proyecto. No quería un actor para la cual la película estaba hecha; por eso los actores eran usados casi como piezas de un “ente mayor”. Si comparásemos esta obra con la de Dreyer, con una Renée Falconetti extraordinaria, aquí Florence Carrez pasa a tener un rol simple, pero no sencillo. Su personaje no debe mostrar histrionismos, pero debe mostrar a través de sus actos reflexivos, cómo es ese proceso hacia la liberación de su espíritu, con sus dudas, temores. Según Bustamante, Bresson supo hacer evidente, lo inefable, lo inasible, y esto se lograba gracias a la materia que se mueve para mostrarnos es espíritu que la moviliza. Ese es el punto que esta actriz tenía que lograr. En una entrevista, ella narra lo riguroso que era trabajar con este director, que le exigía despojarse de su identidad, de su yo para convertirse en una portadora de un concepto.

L´ARGENT (EL DINERO) 1983 Último film de nuestro director (él fallecería 16 años después en 1999), un testamento casi negro, inspirado en un relato de otro gran ruso, León Tolstoi. El film tuvo muchos problemas para su financiamiento. Bresson era famoso, pero sus películas no eran tan populares, desde el punto de vista económico (historia conocida para las obras de autores). La historia es muy sencilla, pero conmovedora y desesperanzada. Yvon es un sencillo trabajador de una empresa de reparto de combustible que es objeto de un engaño por la entrega de un billete falso (historia frecuente en nuestra sociedad); él, de buena fe, procede a reclamar a la persona que se lo dio, pero rechaza dicho reclamo a sabiendas que era falso, pues este había sido timado previamente por un par de mozalbetes ricachones irresponsables. Todo esto va desencadenando una serie de eventos que arrastran a este buen hombre, que pierde todo: deja su empleo, muere su hija y su mujer lo abandona. Y termina sus circunstancias con un terrible asesinato. De toda esta terrible situación, es este simple hombre quien sale dignificado frente a los “correctos comportamientos” que hacen los demás personajes, acomodados hipócritas que tratan de mantener lo suyo. Esto evita que nuestro director, ya desencantado por la edad (y lo que lo rodea) no caiga del todo en un profundo nihilismo. Pese a parecernos una tragedia griega, es una terrible muestra del mundo actual, más preocupado por formas creadas por los hombres para su degradación. Valioso testamento para nosotros, quienes somos protagonistas diarios de sucesos como estos.


FUENTES

Hacedor de Milagros: Robert Bresson, “lo inefable” y el estilo. Emilio Bustamante. LA GRAN ILUSIÓN, Lima No 11, 1999-2.

El estilo espiritual en las películas de Robert Bresson. CONTRA LA INTERPRETACIÓN. Susan Sontag. Editorial Seix Barral. Barcelona. 1967

Diccionaire des films. Bernand Rapp y Jean – Claude Lamy. Larousse. 1995.