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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

domingo, 29 de octubre de 2017

EN EL CORAZÓN AMAZÓNICO: VIAJE IQUITOS. Reencuentro con la ciudad luego de 33 años



Un viaje anhelado por tiempo era retornar a Iquitos para ver la ciudad y sus alrededores. Y este retorno se hizo realidad este 28 de setiembre, luego de 32 años de mi primera visita. Soraia, la hija de María, venía nuevamente a Perú y esta vez nos fuimos a la selva, a la Amazonía. Y el viaje fue toda una experiencia de emociones, de aventuras y también de escenas tristes que conforman la realidad de nuestro país.
Salimos, María y yo, en un vuelo de Avianca a Lima el miércoles 27. El vuelo ya estaba atrasado; sin embargo, teníamos que esperar en el aeropuerto unas cuantas horas más hasta la llegada de Soraia. La espera fue un poco fatigosa, pues si quieres esperar tantas horas, lo debes de hacer en un restaurante y debes de consumir. El aeropuerto de Lima es incómodo y atiborrado de gente. Además ambos terminales, el internacional y nacional, comparten los mismos espacios, lo que hace que sus instalaciones estén llenas y ruidosas en todo momento. Paciencia. Una vez llegada Soraia, esperamos hasta una hora prudente para dejar las maletas en Peruvian, la línea en la que nos íbamos a Iquitos. Felizmente nos aceptaron las maletas temprano, ya que nos íbamos con todo el equipaje de Soraia desde Portugal hasta Iquitos. Ya acomodados en el avión, el vuelo salió relativamente a la hora. El vuelo hacía escala en Pucallpa, donde permanecimos unos 25 minutos. Llegamos a Iquitos a eso de las 3 y media de la tarde. Recién aterrizado el avión se desató un aguacero que nos cogió de sorpresa. Quedamos embobados con el chapuzón, tanto así que tomábamos fotos en una zona de seguridad y riesgo. El personal del aeropuerto nos pidió que saliéramos de la zona de aterrizaje. Todos unos provincianos. El agua mojó todo el equipaje de mano, nuestra ropa y las maletas. Ya nos esperaba un auto del hotel en que nos íbamos a hospedar. La lluvia caía copiosamente; según el taxista, no había caído lluvia en los días previos y nuestra presencia la atrajo. Quizás. Desde el aeropuerto hasta el hotel Época nos tomó algo de 20 minutos. Estábamos empapados y sorprendidos por el buen chapuzón. La selva nos estaba recibiendo. El mismo chofer nos ofreció sus servicios para llevarnos a un mariposario y lugar de rescate animal, más otros lugares; pero los precios nos parecieron exorbitantes. Iquitos en una ciudad cara y estos días nos lo iba a demostrar.





Llegamos a nuestro hotel y procedimos a instalarnos. El hotel se ubica en pleno Malecón Tarapacá (o Maldonado), no lejos de la Plaza de Armas, ni de Belén. Estábamos a espaldas del Jirón Próspero, la arteria comercial de la ciudad. La gente del hotel nos dio diversa información y, luego de una buena ducha, salimos a almorzar-cenar algo decente. Al salir nos cercioramos de que ya no llovía y nos fuimos a caminar por el malecón. Este ya no da al río Amazonas, como cuando vine hace años. Ahora el río que pasa es afluente, el Itaya. En nuestro recorrido nos topamos con casas de azulejos, herencia esplendorosa de la época del caucho. Una casa de este malecón había sufrido un grave incendio y, luego hablando con algunas personas al respecto, estaban en la duda de restaurarla o demolerla. Esa casa, que ha quedado en cascarón y su estructura metálica está declarada como monumento nacional, por lo tanto debe de ser restaurada. Además es parte de ese armonioso conjunto que es ese malecón. Muchas de estas casas son ocupadas por dependencias militares o policiales; espero estén bien tenidas, pues son zonas de acceso restringido (menos la policial que la militar por razones de seguridad). En el camino vimos también vimos la zona regional de Cultura y el Museo Amazónico al cual quisimos ingresar, pero el tiempo nos era corto. Esta fue una acción, como algunas otras, de la que nos arrepentiríamos luego, pues nunca logramos visitar el mismo por las actividades de los días restantes. Lo dejamos para el domingo, nuestro último día, pero ese día nos enteramos que no lo abrían. Pésima realidad de esta institución, pues los museos cierran los lunes. Bueno, para otra vez será. En el camino nos hallamos con uno de los restaurantes recomendados. Ingresamos al Amazon Bistró, nuestra primera experiencia gastronómica de la ciudad. Y no nos arrepentimos. Rociado con cerveza fría para contrarrestar el intenso calor amazónico, degustamos platos nacionales o internacionales con la producción local: pedí, como suelo hacerlo, una fusión de sabores, un plato a base de cuatro tipos de ají (incluido el regional) con pescados de la zona (doncella). Magnífico. Luego de nuestro opíparo almuerzo, salimos en dirección hacia el jirón Putumayo, en el cual hallamos una empresa dedicada al turismo de aventura en el corazón de la selva. La empresa se llama Avatar, obvio título para la acción amazónica, es manejada por un  grupo de venezolanos. Nos mostraron algunos videos para mostrarnos su campamento en la zona por el río Amazonas. Compramos uno de día completo, pues queríamos ver más sitios de interés en Iquitos o alrededores. Nos fuimos a hacer algunas compras para llevar al día siguiente, algo de fruta, pan, agua. Nos fuimos caminando por la calle Próspero desde la Plaza de Armas, después de haber visto parcialmente la Casa de Hierro, raramente restaurada. Nos fuimos a reposar por el largo día, pues no habíamos dormido casi nada en el aeropuerto de Lima.








Viernes 29. Nos levantamos temprano. Nuestro guía venía a las 9 am a recogernos. Los tiempos son también bastante sui géneris en la selva. Sin embargo sí vino puntualmente y nos dirigimos al embarcadero Bellavista Nanay, ubicado en el distrito de Punchana, para descender en la zona del mercado. En el camino, en la Plaza 28 de Julio, nos cruzamos con un desfile escolar llamando a la conciencia ecológica. En verdad, tras lo que veremos en nuestra corta visita a esta zona, es urgente que todos cambiemos de actitud frente a la selva. Ya en el mercado, viviremos nuestro primer gran encuentro con el mundo amazónico. En el mercado ves todo tipo de pescado capturado de los ríos afluentes del Amazonas y de este mismo. Además vimos al famoso Suri, un gusano que se desarrolla en los aguajes. Nuestro guía nos explicó que anteriormente por conseguir este apreciado gusano se talaba varios árboles de aguaje, poniendo en riesgo su existencia. Unos ecologistas italianos enseñaron a “sembrar” huevos y larvas en agujeros hechos en estos árboles de tal manera que se hicieran como nidos controlados para luego hacer “la cosecha”. Los gusanos no tienen un aspecto tan agradable, son gordos, llenos de grasa positiva (como la palta) y procedimos, Soraia y yo, a probar uno en forma de anticucho. El sabor es raro, pero la imagen causa un poco de rechazo. Desde el punto de vista de la salud es una carne nutritiva y su relleno, saludable. Caminamos un poco más para ver restos de lagarto y tortuga asados a la parrilla. Pero si comparamos a los mercados nuestros es como ver cerdos desollados, vaca y terneros trozados para la venta al público. Actuamos con muchos prejuicios. Luego de nuestra experiencia en Bellavista, nos vino a recoger la movilidad para llevarnos ya al embarcadero en sí, donde hay movimiento permanente. Las carreteras de la selva son los ríos, caminos naturales de cientos de hombres y mujeres que se desplazan a todas partes. Nos dirigimos a nuestro segundo destino: Fundo Pedrito, ya en el río Amazonas. La llegada fue tranquila, en el trayecto vimos cientos de barcazas de todo tipo y calado, con motores rápidos o lentos (casi no vimos canoas a remo, todas tienen motor lo que hace suponer una suerte de contaminación galopante de combustible). En el camino vimos también un gran almacén de petróleo, bastante cuestionado por los frecuentes casos de contaminación ambiental y daños a la fauna y flora local. Fundo Pedrito es regentado por una comunidad aborigen (http://www.perutoptours.com/index15lo_fundo_pedrito.html) No recuerdo haber visto animales en cautiverio, pues algunos los deben de soltar para dar paso a nuevas crías. Vimos pirañas grandes (las más pequeñas, oscuras, son más voraces), unos pequeños monos titíes a los cuales no pudimos fotografiar por ser muy escurridizos; paiches, grandes, impresionantes, la textura de sus escamas y su inmensa boca que causaba un poco de reserva; una pequeñas aves con inmensos dedos en sus patas se desplaza con ligereza sobre las flores de la victoria regia; esta planta sí es increíble, es un gran lirio y sus hojas pueden soportar hasta ¡40 kilos bien distribuidos! Es una planta oriunda del Amazonas y se la llamó pues el duque de Devonshire se la presentó a la Reina Victoria y, en su homenaje, le puso ese nombre. Aquí hay más información (https://www.floresyplantas.net/victoria-regia-la-flor-acuatica-mas-grande-del-mundo/). La selva tiene una flora y fauna impresionante, y solo es cuestión de abrir bien los ojos para ver animales grandes y pequeños, y sorprenderte. Aquí más datos interesantes de nuestra fauna amazónica (https://horizontes-salvajes.com/2017/03/23/animales-silvestres-de-la-amazonia/).








Nuevamente nos embarcamos en nuestro peque-peque para dirigirnos al campamento Avatar. Aquí nos tocaría vivir las experiencias para contar a los nietos sobre cómo la adrenalina nos motiva a hacer locuras. Al bajar de la barcaza, nos dirigimos por un sendero de troncos hacia nuestro destino; es una caminata de una media hora, pues nos detenemos a ver árboles, floración o animales como mariposas o insectos. Las hormigas sí que son grandes aquí. Hasta que llegamos a nuestro destino ingresando por un puente que iba a ser un preámbulo de lo que se nos venía. El estrecho puente nos recibe con banderas de diversos países. Al llegar nos ubicaron en el restaurante donde luego almorzaríamos, tras el casi suicidio que vivimos María y yo. Íbamos a hacer canopy, una forma de combinar caminatas por las copas de árboles (hasta casi 80 metros, en este caso 40) y rapel. Nos pusieron toda la indumentaria necesaria. Álvaro, nuestro furtivo entrenador, nos hablaba preparándonos para la nueva experiencia. Cuando subimos la escalera adherida a un árbol no había marcha atrás. El estrecho puente colgante fue la primera prueba de fuego y la pasamos no sin sufrimiento y miedo. El puente tendría unos 20 metros suspendido a 40 metros sobre el piso. La cruzada no fue muy agradable. María logró cruzar con bastantes sobresaltos. En nuestro segundo turno, este fue más sencillo, luego de haber pasado el primer obstáculo. Nos deslizamos por un cable de metal como si fuese una oroya, antiguo puente usado en diversas partes del Perú que ahora tiene un anglicismo por nombre. Dos cruces más y luego un descenso en rapel para llegar al piso. Nuevamente ascendimos ahora a unos 20 metros para descender a toda velocidad hacia otro punto que nos acercaba al hospedaje. La experiencia fue excitante, pura adrenalina. María, que permaneció muda en todo el trayecto, dio un abrazo final a nuestro guía Álvaro por la emoción contenida que vivió. Nos fuimos a almorzar. Ya en la pausa, nuestro guía nos habló de Pacaya-Samiria, un lugar que me parecía idílico y del cual había tanto leído. Estuvimos reposando en las hamacas del lugar hasta que nos tocó regresar. En el retorno nuestro grupo incrementó a varias más personas que habían pernoctado en el lugar. 




El regreso fue tranquilo y directo contemplando el paisaje amazónico, rivera y el río en nuestro camino hacia el embarcadero de Bellavista, donde nos esperaba la pequeña van para llevar a todos. Arreglamos con nuestro guía para indicarle que lo íbamos a llamar más tarde para ver si íbamos. Nos recogió la movilidad que nos llevó al hotel, no sin antes dejar a los otros pasajeros. Ya en el hotel decidimos tomar una buena ducha y tomamos la decisión de ir a Nauta y Pacaya. Salimos a cenar haciendo nuestra buena caminata por el malecón. En el mismo nos topamos con un simpático grupo de jóvenes de regalaban abrazos a los transeúntes; uno de ellos iba disfrazado de hombre araña. Luego vimos un  lugar donde vendían artesanía el cual visitamos con tranquilidad. Al subir al malecón (habíamos bajado casi al nivel del río para entrar al centro artesanal Anaconda), vi un conjunto arquitectónico interesante: la iglesia y el seminario de los agustinos. Ya en la caminata fuimos husmeando varios restaurantes, hasta que me llamó la atención uno: Fitzcarraldo. Las imágenes que decoran al mismo me llamaron la atención. Les dije a María y Soraia para entrar ahí. Y luego me fui percatando que todo estaba relacionado al film de Werner Herzog, quien lo filmó en los 80. El mascarón de proa y el timón era parte del decorado de ese barco hecho especialmente para rodar esta accidentada película en lugares especiales de la selva: el barco fue trasladado de un río a otro a través de troncos que se utilizaron para “rodar” el inmenso barco; esto no terminó nada bien, pues hubo algunos integrantes muertos de los aborígenes que estuvieron en el rodaje del film. Fue una película medio “maldita”; el principal personaje era Mick Jagger de los Rolling Stones, pero al final desistió y asumió el papel Klaus Kinski, su actor fetiche con quien peleaba a cada rato: una relación odio-amor. El film fue un éxito tanto en Alemania como el Perú. Recuerdo a miembros de la Orquesta Sinfónica de Perú que fueron a Iquitos para filmar la última escena sobre el barco que ahora está repartido por diversos lugares de la selva. La cena fue buena. Comimos a gusto. Soraia estaba agotada por el cambio de horario y fuimos a dejarla al hotel. María y yo salimos para ir al banco, compra agua y frutas, y tomar un delicioso jugo en Express Café, el sitio al cual iríamos a cenar el sábado 30, nuestra última noche en Iquitos. Teníamos que desayunar temprano, pues nos esperaba un largo día.





CAÍDA LIBRE (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DE TRUJILLO DOMINGO 29 DE OCTUBRE) PABLO DE LA FLOR, VIOLACIONES, CENSO...CAÍDA LIBRE

La semana que acaba estuvo plagada de hechos lamentables en el marco de una serie de inacciones políticas que han generado rechazo y protestas en el tejido social.
Todo empezó con la cuestionada efectividad del censo nacional, cuyo principal objetivo era recoger una base de datos más actualizada de un país que está experimentando fuertes cambios sociales. Esta serviría para planificar, pues se contaría con una información actualizada que intente dar una mejor radiografía de la sociedad peruana. Un censo es un proceso complejo y extenso, pero que permite a una institución (en este caso, el Estado peruano) tener un panorama más claro del tejido socioeconómico y cultural del país. Un censo, de ser bien estructurado y planificado en su extensión, levanta información valiosa para el que lo organiza. En su planificación la batería de preguntas es crucial, ya que se obtienen datos precisos para los sectores que conforman, en este caso, el sistema estatal. El de este domingo 22 presentó problemas previos; peor aún en su desarrollo, al evidenciarse las fallas del proceso (la planificación fue, en algunas zonas, desastrosa) y la presencia de una universidad cuyo líder se ve envuelto en frecuentes escándalos de corrupción y tienta el sillón presidencial. La tormenta mediática causó, dos días después, la renuncia de Aníbal Sánchez, jefe interino del INEI.
Fuera de las irregularidades, hubo un incidente que está mostrando esa cara de nuestra sociedad que oculta sus vergüenzas: la presunta violación de una censista en Villa El Salvador. El potencial acusado está en prisión preventiva. Sin embargo, la reacción de diversos sectores ha sido interesante y cuestionable. Cierto es que hasta no se compruebe el hecho, no existe culpable; pero nuestra tendencia es hallar más evidencias de culpabilidad en la víctima que en el autor del hecho. Basta recordar los inauditos argumentos de algunos congresistas que votaron en contra (16) o se abstuvieron (8) para ajustar más la ley para combatir la violencia familiar y de género. O la posición expuesta por el periodista Christian Bayro, merecedor de críticas de sus mismos colegas. O las desencajadas declaraciones de Maritza García, quien renunció a la Presidencia de la Comisión de la Mujer del Congreso. Las razones esgrimidas en esa lamentable sesión del 04 de octubre que presentan a la mujer con visos inherentes de culpabilidad sintetizan la lógica de mucha gente en nuestro país. Quizá bajo esta sugerente perspectiva podamos atenuar el triste ranking de violadores que sitúa al Perú en un puesto privilegiado.
Cerrando la semana, la renuncia de Pablo de la Flor a la entidad responsable de la reconstrucción. Cabe recordar que hasta la fecha no se dan evidencias del millonario gasto preventivo del supuesto Niño del 2016 otorgado por el gobierno de Ollanta Humala a los actuales gobiernos regionales, ni se ha saneado legalmente la situación de zonas de riesgo (siguen ocupando las zonas declaradas de alto riesgo); quieren reconstruir sin propuestas coherentes y coercitivas. Después tendremos los consabidos lamentos de siempre y los bolsillos llenos de algunos.

  

domingo, 22 de octubre de 2017

POSIBLES DEPORTES NOCIVOS (ARTÍCULO PARCIALMENTE REPRODUCIDO EN LA INDUSTRIA DE TRUJILLO DOMINGO 22 DE OCTUBRE)

El fútbol, como cualquier deporte, encierra belleza y placer para aquel que lo practica, pues cultiva su cuerpo y mente generando confort corporal y desarrollando  disciplina para lograr objetivos concretos y mensurables. Los deportes colectivos, además, desarrollan el espíritu gregario y sentido de pertenencia, además de orgullo colectivo. Toda persona que hace y practica sistemáticamente cualquier deporte desarrolla, fuera de capacidades físicas, habilidades individuales y sociales.
Sin embargo, cuando otros factores intervienen para distorsionar el verdadero sentido del deporte, este se envuelve en una vorágine que le hace perder su razón de ser. El mundo deportivo se ha convertido a partir del siglo XX en un filón económico sobre el cual han intervenido factores comerciales y políticos, los que han desvirtuado mucho la esencia del deporte. Este se ha vuelto una maquinaria lucrativa (no solo el fútbol, sino el básquet, vóley, béisbol, entre otros deportes colectivos) que mueve mucho dinero en el cual los conceptos de ganar o perder pueden cambiar ya no por logros deportivos per se, sino por los intereses económicos o políticos que mueven sus hilos para cambiar resultados. La maquinaria económica crea ídolos y los envuelven en conceptos creados para el imaginario de la gente que van talando su gusto, su emoción para incorporarlos como nuevos parámetros extradeportivos. La maquinaria publicitaria sabe cómo crear y explotar las imágenes de esos ídolos deportivos portadores de marcas y eslóganes que terminan por volverlos figuras intocables. Fuera de la millonaria industria de los seguros (piernas, brazos, por ejemplo), las marcas exigen que los elegidos divinos cultiven más su físico que realizar a cabalidad cualquier actividad deportiva. La maquinaria, además, crea modalidades para que el público sienta la emoción de poder acceder a los Olimpos (Panamericanos, mundiales, olimpiadas) en fórmulas combinatorias que alejan el sentido original para volverlo más un campo de especulación que de práctica deportiva. Hay casos en que una selección gana o clasifica más por obra de la especulación matemática que de la actividad en sí. Suena absurdo, pero es así. Los resultados de esta selección es una demostración de ello.

Peor es cuando interviene la política. Como este ya es un campo donde campea la mediocridad e improvisación cada vez es más frecuente ver deportistas que se convierten en personajes políticos tentados por diversas tiendas políticas: así los vemos aparecer tentando un curul para el Congreso u otro quehacer electoral como alcaldías, regidurías y otros. Y como suele suceder, sobre todo en el mundo deportivo y farandulero nacional, estos neófitos personajes terminan convirtiéndose en “líderes de opinión”. Las declaraciones recientes de un personaje de la farándula televisiva practicante del deporte automovilístico sobre el posible indulto del expresidente reo Fujimori son una muestra de esa autoridad otorgada por las nuevas formas de licencia social.

FESTIVALES Y CULTURA EN LA CIUDAD DE TRUJILLO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO) A PROPÓSITO DEL IV FESTIVAL DE CINE PERUANO DE TRUJILLO

Hacer actividad cultural en nuestra ciudad o Región se ha vuelto en una proeza por el poco o nulo apoyo que se recibe por parte de organismos públicos o instituciones y empresas privadas. La politización de alguna de ellas o el raro concepto de rentabilidad de algunas otras hace que el necesario apoyo económico para estos eventos se convierta en un camino tortuoso para gestores culturales en nuestra ciudad; el otro gran problema que enfrenta el espectáculo en sí, sea académico o artístico, es la afluencia público masivo por lo general indiferente o ignorante (por desconocimiento) debido a causas como las estrategias erradas de comunicación hacia público objetivo (por parte de los gestores) o por el desconocimiento y poco compromiso de posibles promotores aliados de estos eventos que no colaboran en la difusión del mismo entre un público habituado a un consumo ligero y banal de formas de espectáculo de nuestra ciudad. De nuestra experiencia personal, llevamos casi veinte mil personas al teatro por años dentro del marco de actividades académicas del departamento que dirigía. Fue un trabajo sostenible, apasionante; pero la sede central en Lima decidió que no era necesaria esta estrategia pedagógica en la Universidad. Con los promotores se había trabajado, de manera sistemática, propuestas teatrales de calidad que revitalizaron la vida de esta arte en nuestra ciudad. Incluso llamó la atención de sectores empresariales que vieron otro filón interesante de rentabilidad de su imagen apoyando eventos como estos. Mereció páginas centrales en suplementos económicos. Pero estas actividades chocan con la indiferencia e incomprensión de personas que no tienen mucha idea de su importancia en lo educativo. Iniciadas a todo pulso, valiosas e importantes para el desarrollo académico, social y cultural de nuestra juventud, impactan con la dejadez e indiferencia de los interesados en las mismas. La inevitable partida del Museo de Arte Moderno hacia Lima es una oportunidad más perdida, incluso para la actividad turística que no termina de comprender el gran filón de volver a ser la Ciudad de la Cultura. Trujillo ha visto extinguirse buenas propuestas artísticas y académicas.

Sin embargo, muchos ciudadanos no ven extinguir su entusiasmo. Contra huaycos, viento y marea se han organizado diversos eventos artísticos en pintura y artes visuales. Este lunes 23 se inaugura el IV Festival de Cine Peruano de Trujillo en las instalaciones del CIDUNT, espacio para ver películas que la cartelera comercial no las difundirá. Vendrá, Liliana Trujillo, actriz principal de Rosa Chumbe, film que representa al Perú en la vitrina comercial que es el Óscar. Se debatirá el futuro del cine regional para romper el acentuado ombligo centralista que corroe todas las actividades en nuestra ciudad. Y se premiará a uno de los principales pilares del cine peruano: Nora de Izcue. Trujillo debe volver al esplendor que la identificó, pero con la ayuda de todos sus sectores vitales. Un Festival para hacerlo nuestro.

domingo, 15 de octubre de 2017

ÍDOLOS DE HUMO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 15 OCTUBRE) FÚTBOL Y POLÍTICA

En la campaña para el Mundial de Fútbol de Argentina 78, nuestro país era gobernado por Morales Bermúdez, quien nos incluyó al famoso círculo de países pertenecientes al Plan Cóndor. En ese entonces, los países del sur del subcontinente eran regidos por dictaduras militares: Pinochet en Chile, Videla en Argentina, Banzer en Bolivia, Garrastazu en Brasil, Stroessner en Paraguay y un grupo de civiles designados a dedo por una junta militar en Uruguay. La prensa estaba bajo su control y utilizaban todos los recursos masivos disponibles para acallar reclamos de sus respectivas poblaciones. Uno de esos recursos era el fútbol. Los que vimos esa campaña debemos de recordar esa imágenes en las que Morales Bermúdez, en un evidente estado de ebriedad, sacarle la camiseta a Julio Meléndez y cantar el himno a voz en cuello con Marcos Calderón, el entrenador de entonces. Cada triunfo era celebrado en los diarios con inmensos titulares en primera plana; pero, a un costado de la portada se anunciaba en letras pequeñas y discretamente el incremento de la gasolina. Cada triunfo significaba un nuevo precio. El camino a la gloria se truncó en esa vergonzosa segunda fase en la que Perú fue goleado en un partido sospechoso de amañe y contubernio. Era el Mundial que Argentina necesitaba para el mundo y su población. El entrenador Marcos Calderón se fue a la tumba con ese secreto. Pago de dictadores.
Ya en otro contexto, en las últimas décadas, las que Mario Vargas Llosa identifica como el espacio de la Civilización del Espectáculo, muchos deportistas de vóley y fútbol, deportes populares, se convirtieron en personajes políticos y fueron tentados por diversas tiendas políticas: así tenemos a Gaby Pérez del Solar, Cenaida Uribe, Cecilia Tait y Leyla Chihuán, con participaciones irregulares en el Congreso; o el lamentable final de Héctor Chumpitaz, corrompido por Montesinos; o la errática e desopilante participación del Puma Carranza en su postulación para alcaldía de su distrito. Los circos deportivo y farandulero han pasado a ser parte del ambiente político; los convertimos en “líderes de opinión”. Esta fue la efectiva estrategia empleada por la dupla que corrompió nuestro país por una década. El circo mediático es el marco ideal para que sucedan ciertas circunstancias extrañas como el posible indulto de Fujimori. En medio de la última posible euforia, al igual que los 70, un decreto de último momento a favor del famoso reo hubiera sorprendido a la opinión pública reblandecida por la ansiada clasificación.
De ser posible que el Seleccionado peruano clasifique, el atosigamiento mediático que se nos viene será insoportable. Y los partidos “políticos” comenzarán a hacer campañas electorales y negociar sus curules con jóvenes peloteros. Es el costo de nuestra mediocre civilización del espectáculo que aprecia más a un futbolista y desconoce quién es Fernando de Szyszlo. Nada ya puede sorprendernos. Buenos augurios peruanos

domingo, 8 de octubre de 2017

0 CREDIBILIDAD (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO 08 DE OCTUBRE)

En un reciente viaje por la Amazonía peruana, me topé en la ciudad de Nauta con una notable exposición que inspira este artículo. Al llegar a esta pequeña ciudad portuaria, decidimos dar una vuelta por sus principales atractivos; en su plaza de armas vimos un mural muy interesante que refleja la desconfianza atávica de las numerosas etnias que pueblan la selva con la “civilización” y los hombres blancos (civiles, religiosos o militares) que la llevaban y llevan consigo. Para redondear la jornada, en su Municipalidad se clausuraba una interesante exposición sobre la vida y contexto histórico de Roger Casement, un irlandés que luchó contra la esclavitud moderna que se dio en el Congo belga y en la selva amazónica por el caucho. Este personaje fue testigo de cómo, a través de artilugios y mañas, fueron captando y deshaciendo comunidades íntegras de aborígenes, usados como esclavos y tratados como tal. En esta “empresa” de inicios de los XX, actuaron colonizadores, caucheros, autoridades civiles y militares, empresarios oriundos de la zona. Siglos anteriores, la evangelización de muchas de estas etnias fue un proceso doloroso que terminó con muertes numerosas en sendos bandos. Las instituciones del Estado, débiles y corruptas, lejos de apoyar a los aborígenes, se coludían con estas para facilitarles la masacre que hicieron en la selva peruana. Algunas familias pudientes actuales construyeron su fortuna con la sangre blanca del látex y la roja de los miles de indígenas, hombres, mujeres y niños, asesinados, mutilados, azotados, esclavizados. Ahora ya no es el caucho. Ahora es el petróleo y la coca. La selva no sigue creyendo en el Estado ni en los hombres que prometen progreso.

La credibilidad se construye no solo con buenas intenciones, sino con verdaderas acciones que permitan establecer puentes de confianza entre las partes interesadas. Y en eso estamos fallando de forma grosera. Solo basta ver los índices de percepción de corrupción en nuestra sociedad y es lamentable ver que los entes estatales encargados de la protección y justicia de nuestro país cargan sobre sí la fama de ser los más corruptos, encabezados por el Poder Judicial. Este organismo, en su conjunto, no hace sino corroborar con diversas acciones de sus miembros en validar dicha percepción: lo sucedido con Riera y el archivamiento del caso Joaquín Ramírez acrecientan nuestras dudas. Lo de Lava Jato, un poco desapercibido por el eufórico momento deportivo, es una verdadera prueba de fuego para los organismos y personas responsables de sancionar severamente estos hechos de corrupción. Lo lamentable es que instituciones foráneas le están dictando la agenda tanto al Congreso (con sus numerosas e inoperantes comisiones) así como al alicaído sistema judicial. Se habla ahora de 55 empresas asociadas a Odebrecht que deberán pagar reparación civil al Estado: ¿se hará efectiva y transparente la sanción?  ¿0 credibilidad?

lunes, 2 de octubre de 2017

CULTURAS COMBI, MOTOTAXI, CAMIONETAZA: ROSTRO DEL PERÚ (ARTÍCULO PUBLICADO DIARIO CORREO DOMINGO 01 DE OCTUBRE)

La combi es un medio de transporte público en el que han sintetizado y sincretizado una serie de características, tanto positivas como negativas, de la cultura popular diaria; encarna el espíritu emprendedor de la gente en general, así como la cultura de la trasgresión de normas básicas de convivencia. En un inicio describía a una población claramente segmentada con características propias que fueron inicialmente descritas por José Matos Mar en su libro Desborde popular y crisis del Estado en 1984. Luego Luis Pásara acuñaría un término que agregó ciertas actitudes a ese espíritu emprendedor, pero que se alejaba un poco del espíritu solidario andino: el famoso Achoramiento. En un simpático y preciso artículo  de Eloy Jáuregui (2013) (http://sociologiahoy.blogspot.pe/2013/07/cultura-combi-y-camionetazo-en-el-peru.html) agrega un nuevo término, el del “camionetazo”, para describir esa evolución disruptiva, trasgresora y hasta peligrosa de este grupo que no atiende a normas, de hacer lo que me da la gana y ser informal en todos los campos posibles. Este nuevo término acuñado enuncia el poder económico adquirido por este grupo que se ha alejado de los orígenes planteados por Matos Mar para identificar las nuevas formas de interrelación social que vivimos todos los días y que pueblan el día a día de todas las personas de ciudades como la nuestra. La marginalidad de los 80 se ha convertido en el segmento que identifica a una clase social consumista y alto poder adquisitivo. Y esta cultura está en todos los segmentos sociales: ya no viven solo en PPJJ, sino en zonas residenciales; ya dejan la moto para tener una 4X4; ya no pagan al contado con billetes estrujados, sino con tarjeta de crédito platino. Pero en sus relaciones y accionar mantienen la tendencia hacia la anomia social. Y tratan de destruir toda formalidad, acción ya internalizada en todos los peruanos que quieren vivir el boom social y político de esta cultura. Se ve en las casas que construyen, en la forma cómo manejan sus vehículos, la forma cómo se presentan sus candidatos y los compromisos que asumen estos con sus cargos. Se legitiman políticamente a través de sus candidatos que pueblan no uno, sino varios partidos políticos de la actualidad; y estos personajes, una vez en el poder, se comporta como una combi o mototaxi (http://elcomercio.pe/viu/cultura-combi-420292?ref=ecr). Su actitud es la que colabora en el caos de la ciudad, ya de por sí caótica.

Los ciudadanos nos hemos acostumbrado a esta cultura; con el tiempo se vuelve “normal”. Un ejemplo: cuando un foráneo se sorprende del ruido que sufrimos cotidianamente, nos llama la atención  que eso sea “irregular”: la radio a todo volumen y el estridente claxon, usado a diestra y siniestra, son los ruidos (sí, son ruidos) que forman parte de nuestro paisaje sonoro. Haga la prueba y párese un rato en ciertas avenidas para experimentar esa “agradable” sensación