Datos personales

Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
Mostrando entradas con la etiqueta viajes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta viajes. Mostrar todas las entradas

sábado, 6 de enero de 2018

CHIMBOTE: GRATAS SORPRESAS




Este fue el último viaje del año. Había previsto viajar solo con el fin de aprovechar el viernes 29, feriado en Trujillo. Por algunas descoordinaciones de comunicación en el sitio de trabajo, se había informado que retornábamos el 02 de enero. Luego dos amigos se unieron al viaje en diferentes momentos, pues el día central de visita iba a ser el viernes 29 a nuestro objetivo: Isla Blanca. La bahía de Chimbote siempre ha sido motivo de mi interés. Una zona que inició el famoso boom de la pesca que se convirtió en un saqueo sistemático de los recursos pesqueros para hacer la harina de pescado para exportación asolando los cardúmenes. Este boom cambió la fisonomía social de la ciudad y el terremoto de 1970 lo iba a hacer en cuanto a su organización como ciudad. Este terremoto le dejó profundas heridas a la ciudad. Vi fotos y postales antiguas de esta zona antes del boom, pues es una bella bahía (la aprecié desde el aire varias veces cuando existía el vuelo Lima-Chimbote-Trujillo de Faucett) se construyó el hotel Chimú (luego de Turistas), que ahora está venido a menos. Desde el aire puede apreciarse la bella ensenada ahora contaminada (se veían las aguas oscuras desde el aire); esta zona del litoral peruano es apasionante por la cantidad de bahías que hay (Vesique es una, Tortugas otra). Chimbote era un pueblo tranquilo de pescadores hasta la llegada del boom pesquero que cambió todo. Aquí un blog de fotos (http://renzogonzalezparedes.blogspot.pe/2016/05/chimbote-antiguo-fotos-de-antano.html) Otro cambio sustancial fue la construcción de SidePerú, el espacio en el que se edificaban barcos para la pesca e incluso para la Marina peruana. Por SiderPerú, se ideó el plan de industrialización de Velasco de volver a Trujillo en zona de ensamblaje y fabricación de motos, autos y camiones de algunas marcas escogidas (recuerdo: Volvo, Dodge, Datsun, Toyota, Volkswagen, motos Jawa). Los demás países del Pacto Andino (los grandes), Chile, Colombia y Venezuela, hacían otros modelos de autos. Cuando llegamos a vivir a Trujillo en 1973 (mi familia) había industrias en el Parque Industrial que se dedicaban a hacer aros y ensamblaba motos (Creo que una de ellas era Arofisa o algo así). Luego del terremoto la ciudad quedó muy dañada y hubo una fuerte migración de chimbotanos hacia Lima u otras ciudades. Los recuerdos de muchas personas que vivieron ese sismo son espeluznantes; cuentan cómo se abrían las calles y salía agua del subsuelo, el hundimiento de varias casas y el colapso de otras. En mi juventud y cuando vivía en Lima por mis estudios solía viajar con cierta frecuencia a Trujillo; al pasar por Chimbote, entre olores y el estado de la ciudad dejaban mucho qué desear. Además del color anaranjado que lanzaba al ambiente la siderúrgica sin ningún control de contaminación. Es un milagro que la ciudad haya sobrevivido en un periodo en que esas cosas no eran obligatorias para la explotación de recursos (aún hay muchas empresas que hacen caso omiso a las reglas medioambientales).  Otro acercamiento a esta ciudad fue con la novela El zorro de arriba y el zorro de abajo de José María Arguedas. Una novela que interpreta el mundo migrante y palpitante del Chimbote de los 50 y 60. En las ferias del libro que hemos tenido por aquí pude acercarme a su propia literatura a través de un libro dinámico La santa sede que juega con el lenguaje y palabras; la presentación de este se realizó en el principal burdel de la ciudad. Y para redondear el libro El diluvio de Rosaura Albina de Luis Fernando Cueto, un libro que reúne pedazos de la historia de la ciudad, ciertas o imaginadas, a través de prostíbulos y prostitutas que llenaban la ciudad en su época de auge pesquero. En el 2006, fui a Chimbote para conocer Isla Blanca. Con el entonces Director de la Alianza Francesa más Vania Távara, Orietta y Melissa Massat, más dos chicos que trabajaban para el Director, nos fuimos inicialmente a las islas Guañape, casi frente a Puerto Mori. Nuestro siguiente objetivo era Isla Blanca; por eso nos vinimos un día, toda una jornada, a visitar este sitio. Contratamos un servicio de guía y nos llevó al lugar. Personalmente hallé más fascinantes las islas Guañape que Blanca, pero una isla siempre tiene un misterio que la rodea. 11 años después quise repetir el plato.  Aquí otro blog que habla sobre la historia de la ciudad y la zona (http://santa-ancash-peru.blogspot.pe/2011/01/distrito-de-chimbote.html) y otro más (http://operacionfishland.blogspot.pe/2012/04/la-maquina-del-tiempo-fotografias.html)
El 28 salimos para Chimbote y llegamos a almorzar. Un amigo de Ovidio, uno de los viajeros nos iba a esperar en su auto en la entrada norte de la ciudad. Tras pasar el famoso túnel de Coishco, inaugurado por Belaunde en 1983, llegamos ya a zona chimbotana. Al ingresar a la ciudad desde el Norte hay una extraña mano extendida hacia arriba que no sé qué significa. Bajamos a la altura del Vivero (el cual aún no puedo visitar) y nos llevó a almorzar a un simpático restaurante: El Ajicito. Las especialidades de la casa eran varias y muy sabrosas; Chimbote nos recibía de buen talante. El almuerzo se extendió más allá de las 3 pm. El hotel nos llamó para saber si íbamos a llegar. Nos embarcamos en un taxi para ir a Nuevo Chimbote. La ciudad está comunicada por dos grandes troncales de avenidas, anchas, de tránsito rápido (si no fuese por algunos vehículos). Hay dos grandes troncales, la avenida Enrique Meiggs que se convierte en troncal auxiliar de Panamericana Norte y la José Pardo que se convierte en Av. Pacífico en Nuevo Chimbote y es el corazón de las actividades comerciales, restaurantes y de diversión de la ciudad. Aunque ya el Chimbote antiguo está recuperando su prestancia y se ve mucho más ordenado y limpio que solía ser hace décadas. La ciudad cuenta con todos los servicios y, aunque su turismo es aún incipiente, ya se ve cierto desarrollo en el mismo. Por ejemplo, había contactado para ir a Isla Blanca anteriormente y por razones varias no confirmé. Llamamos para hacer la confirmación para el día 29 y ya no había cupos. Nos fuimos a descansar al hotel y luego contacté a un amigo que trabaja en turismo para ver las posibilidades al día siguiente, pues todos teníamos que regresar. Nos instalamos en el hotel Remanso para salir más tarde a cenar mientras llegaba mi amiga de Trujillo. Una larga siesta que culminó a las 8 pm. Larga. Salimos a dar una vuelta a la Plaza Principal (la de Armas está en Chimbote antiguo) y ver un poco la inmensa catedral (a la cual no pude entrar). Entre idas y vueltas nos fuimos a cenar al Portón Gaucho ante sugerencias de varias personas. Una cena medio accidentada, pues hubo muchos pedidos no satisfechos. Pese a todo, salimos bastante tarde y nos fuimos a nuestro hotel. Al día siguiente, fuimos a tomar desayuno a casa de mi amiga para ir a Isla Blanca, buscar otro medio que se había conseguido.  El habernos levantado tarde no nos permitió ver la Catedral de Chimbote que tiene fama de ser muy bonita por el interior (amerita otro viaje). Dejamos nuestras cosas en casa de mi amiga. Nos fuimos rápido hacia el embarcadero para poder tomar una lancha e ir a nuestro objetivo. Nos estuvo del todo organizado, culpa también de nuestra demora. El piloto de la lancha no tenía una chalupa para poder acercarnos a la orilla y descender para subir al faro que era el objetivo del viaje. Pese a todo vimos todo el litoral de esta lista que da hacia Chimbote y que es la defensa natural de esta ciudad frente a un posible tsunami. Nos sorprendió no solo la cantidad de aves guaneras, sino la numerosa presencia de lobos marinos, enemigos de los pescadores (les rompen las redes). Pensábamos que por la alta contaminación de la bahía no íbamos a encontrar fauna marina. O la bahía se está limpiando (lo dudo) o estos animales se han adaptado a la basura marina. Estos animales nos seguían como lo hacían con otras embarcaciones. En una clase de geografía de esas que ahora ya no sirven porque no son prácticas ni relevantes aprendí que delante de Ancash se halla una profunda fosa que si cortásemos el Huascarán y lo lanzásemos en el mar delante de Chimbote, el Huascarán se hundiría por completo. Así eran mis inútiles clases de geografía, cuando era un solo curso.







Terminado nuestro periplo marítimo, nos fuimos a la Plaza Principal para almorzar y luego partir a Trujillo. Nos fuimos a almorzar al Maruchitas (¿así se llamaba?) y tras el opíparo almuerzo nos fuimos caminando a casa de mi amiga, recoger nuestras cosas y partir a Trujillo. Nos despedimos de nuestro amigo guía y fuimos al Terminal. Fin de nuestra aventura, listo para un pronto retorno para ir a las Cataratas de Hornillos y otros lugares más pendientes.








domingo, 8 de marzo de 2015

EL CORSO, CORAZÓN DE LA FIESTA

Lunes 16. Nuestro último día.  María tenía que hacer las últimas compras para llevar a Trujillo. Alucinada con los higos, llevó una buena cantidad de estos, pero necesitaba embalarlos. El mercadito central nos proveyó de canastitas para su embalaje, los encurtidos que buscaba y todos los demás suplementos requeridos. En nuestros desayunos en el Hotel El Cabildo, se nos había provisto de mantequilla y queso naturales que abundan en la región. Hablar de Cajamarca y no evocar queso, rosquitas y mantequilla es no haber estado ahí. Un día antes nos habíamos provisto de casi todo, pero faltaban los últimos detalles. César había sido nombrado jurado de los carros alegóricos y logró que se nos invitase al palco del jurado evaluador. Privilegio que le agradezco, ya que las comparsas y autos decorados se detenían delante de nosotros para hacer sus piruetas y arreglos. El punto de reunión era en el óvalo de la Música a las 9 am. Terminamos con las compras y nos dirigimos en un taxi al punto acordado. Las calles ya estaban cerradas, por lo que tuvimos que caminar un buen trecho, casi 10 cuadras (o más, ya que no eran tales) hasta llegar al estrado que nos correspondía. Fuimos guiados por los amigos de César, quienes cordialmente nos indicaban detalles del evento. Sí molestó la demora del inicio. Era increíble que faltando minutos para el supuesto inicio del desfile a las 10 am, había aún gente que llegaba campante al lugar de encuentro de las comparsas. Tengo entendido que el Patronato del Carnaval quiere convertir este evento en patrimonio. Hay mucho camino por recorrer, desde la puntualidad hasta la infraestructura sobre la que el público en general se sienta. Cuando uno iba atravesando el lugar designado para este corso con patrullas y comparsas, el perímetro del Complejo Qhapac Ñam, veía las instalaciones para el público de lo más variopintas e, incluso, algunas bastante inseguras. Hay varias detalles que deben tomarse en cuenta para lograr su reconocimiento como es el de las facilidades del público (SS.HH. uno de ellos, vital) que eviten que genere un caos. El dispendio de comida es otra cosa riesgosa; sé que la gente se gana la vida así, pero todos esos alimentos expuestos a la intemperie, muchas veces mojados por los carnavaleros, expuestos a la tierra y otras cosas (los caballos hacían sus deposiciones sobre la ruta). Hay que tomar eso en cuenta.
Antes de empezar, y como es costumbre, antes que perder en la inversión, los dueños de diversos palcos comenzaron a bajar sus precios. Es por eso que minutos antes veías a la gente haciendo transacciones mientras que la comparsa inicial marcaba el compás de lo que vendría. 

Y así empezó la fiesta. Empezaron los del Patronato, inaugurando con buen pie el corso. Luego pasaron diversos barrios de la ciudad, comparsas que habían competido el día anterior cuando desfilaron en el Centro Histórico. Podíamos presenciar el trabajo de varias patrullas. Participaron casi todas las organizaciones de la ciudad, incluida la policía y ejército. Simpático. Los del ejército simbolizaron la caída de Atahualpa, las tropas conquistadoras. Hubo creatividad en trajes, la idea es rescatar ese patrimonio intangible que es la cultura de un pueblo y que muchas veces dejamos de lado por el asombro, muchas veces no justificado, de la modernidad.









Solo dos puntos que deben observar: la duración de este desfile (nos fuimos sin aún haya terminado) el cual debe concentrar calidad; y un detalle que se dijo se iba a respetar: el juego con agua contra los carros alegóricos. Fui testigo de cómo una reina recibía una fuerte bomba de agua contra la cara, lo que generó una fuerte protesta de varios; pero no de todos, para otros les pareció gracioso que una persona que está poco segura subida en un auto reciba sorpresivamente un globazo para el deleite de los demás. Eso me parece una salvajada y son costumbres que se deben cambiar. Es un principio de seguridad.

Cerca de las 6 pm nos retiramos del lugar y caminamos cierto trecho. Hallamos un taxi y quiso cobrarnos para llevarnos al hotel una suma exorbitante. Luego hallamos una moto taxi. Con este medio salimos del lugar y nos dirigimos a nuestro hotel para arreglar nuestras cosas. No nos pudimos despedir de César, puesto que estuvieron debatiendo hasta más allá de las 11 de la noche sobre los resultados. 











sábado, 17 de enero de 2015

RELIGIOSIDAD CHICLAYANA

Sábado 26 y domingo 27 de diciembre. Viaje relámpago a Chiclayo. Me había propuesto conocer una pequeña iglesia que me había sido esquiva en cada visita: la simpática capilla La Verónica. Había leído que las zonas más antiguas desde el punto de vista histórico social acogen muchos recintos o espacios sacralizados. He ahí las huacas, construcciones que abundan en esta Región. Recuerdo en mi niñez cuando íbamos a visitar a unos parientes en Lambayeque ciudad desde Chiclayo, ciudad en la que pasábamos largos meses de vacaciones (dos meses). En el corto trayecto (en ese entonces, los años 60 me parecía interminable) recuerdo haber visto muchas huacas y grandes dunas cubiertas con vegetación, en algunos casos. Ahora con la autopista y la construcción, más la previa ampliación de la frontera agrícola, todo eso ha desaparecido y no creo que se haya hecho un inventario de todo ese patrimonio prehispánico (mejor, para así no sentir más pena por todo el daño que le hemos hecho y hacemos a nuestro pasado). Y generalmente, en el proceso de evangelización y cristianización, muchos religiosos ubicaban los nuevos edificios cristianos sobre los lugares religiosos, sean huacas o apachetas. La cantidad de capillas que hay en Lambayeque es inaudita. Y debo volver a lugares como Mórrope o la pequeña capilla que se halla cerca de Túcume. O santuarios como Motupe. Las iglesias como la de Lambayeque o Ferreñafe merecen una buena visita. Pero La Verónica sí bien valió “una misa”.


Esta pequeña capilla queda en pleno centro de Chiclayo. Felizmente no ha sido demolida como le pasó al  bello convento franciscano, cuyos restos (arcos) aún se pueden contemplar en la plaza de armas (según comentan, hay un proyecto de restauración, pero espero no sea un Ripley o algo así). Sus orígenes se pierden en el tiempo. Buscando más información al respecto, todo indica que no existe un “acta” formal de su fundación. Y parece que era una capilla en terreno de indios dedicada al culto mortuorio. Este terreno fue cedido a un hombre rico, José Leonardo Chiclayo, apodado El calvo, quien edificó la capilla inicial y la restauró varias veces.
Todo indica que en el terreno cedido se halló un entierro (en realidad, en nuestro país, dónde no los hay). El edificio que se visita ahora data del siglo XIX. Hay un banner cerca de la entrada que da esa información (creo que lo deberían colocar exteriormente para que la gente se informe más); la decoración es bastante sencilla. Cuenta con un altar que presenta un retablo de yeso pintado en dorado y las hornacinas en las que se hallan los santos son totalmente polícromas. Además tiene altares laterales pequeños para destacar a una divinidad. Lo interesante es el techo, formado por vigas de algarrobo, tradicional forma de construcción de la zona. El edificio ha sido declarado monumento nacional. Y espero que respeten su condición como tal. Recientemente hemos tenido la liberalización de muchas zonas arqueológicas y arquitectónicas que han permitido a personas inescrupulosas intervenir o demoler diversos lugares (Lima tiene varios casos) para activar la economía. En realidad, Chiclayo debe trabajar sostenidamente en el concepto de turismo para mejorar su ciudad, hacerla más ordenada, arreglar el caótico tráfico que tiene. Ha habido buenos intentos de restauración y orden, pero se limita a un solo espacio y no interviene lo demás. Y se pierde en barullo, la estridencia.
Decidimos, César y yo, ir a ver la imponente basílica de San Antonio, iglesia más nueva del siglo XX, pero estaba cerrada. Sin embargo optamos por visitar el viejo hospital Las Mercedes. Es una construcción de casi 160 años y hace recordar al hospital Loayza en Lima y el Goyeneche en Arequipa por presentar la misma arquitectura, aunque ambas construcciones ya corresponden al siglo XX. He tratado de buscar la fecha de construcción para ubicar en la historia las personas involucradas. Se sabe que fue un proyecto de necesidad pública dado por una  ley en 1851 en la época de Rufino Echenique, antepasado de nuestro famoso escrito Alfredo Bryce. La capilla ha sido modificada y se le ha agregado un piso más el cual es usado como depósito.

De aquí nos dirigimos a la catedral, edificio construido bajo un diseño de uno de los arquitectos-ingenieros de moda en el boom de la construcción del siglo XIX: Gustavo Eiffel. La iglesia solo se concluyó en el siglo XX. No sé qué hubiera pasado si la antigua iglesia matriz se hubiera preservado.

Para cerrar este corto viaje, nos fuimos a ver uno de los lugares más interesantes del Perú, incluido en muchas guías viajeras del exterior: el mercado Modelo. Otros lo llaman el mercado de los brujos. Es un lugar fascinante. Insólitamente es ordenado y limpio, puedes recorrer las galerías y los puestos buscando pócimas de amor, amarres, cura del mal del ojo, etc. Todo un bagaje cultural alucinante y con las explicaciones más simpáticas para diversas curas. Es una visita obligada. Ya apurados porque nos íbamos a encontrar con una buena amiga para almorzar (Chiclayo tiene una de las mejores gastronomías del Perú), recogimos nuestras cosas del hotel para ir a un buen restaurante. Mórrope y Zaña me esperan.