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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

martes, 31 de julio de 2012

ROBERT DE NIRO: UNO DE LOS GRANDES ÍTALOS AMERICANOS

La influencia italiana en la cultura norteamericana ha sido bastante relevante a inicios del siglo pasado y durante el que estamos viviendo. La llegada de las primeras oleadas de italianos que dejaban su país por el nuevo mundo cambió la fisonomía social de las grandes ciudades norteamericanas. Las primeras migraciones se dan a fines del siglo XIX, cuando el país del norte recibe las grandes oleadas de europeos que se iban instalando en el oeste norteamericano. Algunos europeos iban a fundar ciudades en el interior, pero los migrantes italianos se han de apostar en las ciudades que se iban convirtiendo en grandes metrópolis gracias a esta sangre nueva que venía del viejo mundo. En el siglo XX, las poblaciones que no se circunscribían en el famoso grupo WASP comienzan a buscar su pertenencia a esta sociedad multirracial y pluricultural. Algunas alternativas de estos grupos no propiamente adecuados son de aglutinarse y crear sus guetos con sus propias reglas de juego traídos desde sus lejanas tierras. En la situación extrema se llegaron a crear células cerradas, denominadas mafia, para crear una suerte de estado de protección frente a la carencia de uno más grande y efectivo. Aunque de origen italiano, esta palabra se refiere también a los clanes polacos, irlandeses, judíos, entre otros. Lastimosamente, la difusión de este mundo de violencia convirtió a un emigrante italiano, Al Capone, en uno de los más famosos de la sociedad norteamericana, dominada por una situación bastante extraña y muchas veces hipócrita (como el caso de la ley que prohibía el alcohol y sus ciudadanos pagaban grandes sumas para consumirlo durante la ley seca). Esa visión arquetípica distorsionó la percepción de este gran grupo humano, de fuertes raigambres familiares, fuertemente unido a la religión católica y que se identificaban a la comida, gracias a la fuerte presencia de las trattorías en las urbes estadounidenses, algo así como la colonia china con los famosos restaurantes chinos, llamados chifas en nuestra sociedad.

Pero la sociedad italiana, se fue integrando a la norteamericana en todos los planos, como el artístico. En muchos campos de las artes norteamericanas van apareciendo artistas de origen italiano que adoptan el inglés y la cultura de ese país como su propia vida e identidad. Uno de los grandes de la literatura norteamericana y miembro de la generación Beat es Lawrence Ferlinghetti. En la música popular, destacaron con grandes cantantes y compositores que trabajaron para el cine; el caso más notable es Frank Sinatra o el del cantante de rock Bon Jovi, cuyo verdadero nombre es Jon Bongiovanni; o el caso notable de la cantante Madonna, cuya traducción literal del italiano sería “mi señora”. Pero el campo del cine es el lugar en el cual se van a ir creando estas hornadas de artistas que han de colocar la sangre italiana en lugares destacados. No en vano las personas de origen itálico en USA llegan a más de 18 millones de ciudadanos. En ese sentido, este grupo latino ha tenido más presencia en las pantallas (grandes y pequeñas) que el de los hispanohablantes; y ambas presencias han tenido un duro camino por recorrer para no ser severamente estereotipados como lo fuimos los latinoamericanos en los años 40 y 50. Muchos de los films del cinema noir tuvieron como inspiración el mundo del hampa de Chicago o Nueva York. Y los referentes eran los delincuentes mafiosos que asolaron sus calles. En los 60 y 70, se origina el gran boom de los actores, productores y directores de la escuela italiana; y son geniales. Nombres como Martin Scorsese, Francis Coppola (se agregó el apellido Ford en homenaje a otro grandes del cine que fue John Ford), Michael Cimino, Brian de Palma, Leonardo di Caprio, Al Pacino, Steve Buscemi, Danny DeVito, Joe Pesci, Nicolás Cage, Christina Ricci, Paul Giamatti, Mira Sorvino, Tea Leoni, Quentin Tarantino, Tony Danza (¿lo recuerdan de la serie televisiva “quién es el jefe”?), John Travolta, John Turturro, entre muchos, muchísimos más, dieron al cine una vitalidad nunca antes vista, con un cine directo, de autor, que se desprendía un poco del cine de los grandes estudios, como influidos por el neorrealismo que conmovió al cine en el país de sus abuelos. Filmes como Calles Peligrosas o Taxi Driver, muy cercanos al formato de edición televisiva, cambiaron la percepción de un cine sacudido por el fenómeno que significó los 60 para los Estados Unidos. Pero también hubo otro cine de estudio, inteligente, atrevido, audaz en la temática y nos pone en la pantalla El Padrino, para ver el microcosmos social de este grupo dinámico que había participado en el cambio social de ese país.

En este contexto surge Robert de Niro, un gran actor. Nació un 13 de agosto de 1943 (ya 69 años) en Nueva York; de padres (ambos) artistas, vive con su madre después del divorcio en Manhattan y en Greenwich Village, el barrio bohemio neoyorquino. Para suerte de él, su padre se instalaba en lugares no lejanos a la residencia de Robert, por lo que pudo pasar una infancia y adolescencia compartiendo con ambos. Cuando tenía 10 años, realizó el papel del León Cobarde en la obra El Mago de Oz, una obra escolar que lo de marcar para toda su vida, tanto así que dejó el colegio a los 16 para entrar en diversas academias de actuación. Su primera actuación fue Brian de Palma en 1963, pero verá la fama mundial en 1973 en el trabajo de Scorsese: Calles Peligrosas. Pero 1974 recibe su primer Óscar como Mejor Actor de Soporte en la obra El Padrino segunda parte, en la que hace el papel de Vito Corleone. De ahí la fama lo sigue con la gran película que quedó casi como un arquetipo para su persona: Taxi Driver. Trabajó con Scorsese de manera intensiva, mas eso no le impide trabajar con otros directores e, incluso, en el extranjero (como en 1900). Hizo incursiones en la comedia en roles que en los cuales se sentía cómodo. Un poco para soltarse de la imagen estática ganada por el papel de Travis en Taxi. Incluso prestó su voz para una obra de ficción: Cuentos de Tiburones. En 1993 realiza otra aspiración: dirigir. Su más grande éxito fue la obra EL BUEN PASTOR con Angelina Jolie y Matt Damon. Además, el año pasado fue nombrado Presidente del Jurado del Festival de Cannes.

En su larga vida de actuaciones, ha ganado dos Óscar de la Academia, fuera de otras denominaciones. Posee un largo compromiso con el partido demócrata, ha asumido el compromiso de su nueva ciudadanía italiana que le fue conferida en el 2006, luego de diversas polémicas por este asunto. Además sostuvo una delicada situación policial en Francia, lo que le hizo alejarse de este país de manera definitiva.


THE GODFATHER II (EL PADRINO PARTE 2) FRANCIS FORD COPPOLA (1974) Este film es la continuación de la saga Corleone y Robert De Niro encarna aquí el papel del Padrino cuando su juventud en Sicilia y su emigración a Norteamérica. Prácticamente vamos a ver a casi todos los personajes de primera película, salvo Marlon Brandon. Este filme muestra cómo la mafia va instalando sus raíces en la joven sociedad norteamericana. Los migrantes tienden a formar clanes o guetos en los cuales aplican sus formas de vida traídas desde la lejana tierra. Vemos costumbres buenas y malas, pactos para protegerse entre ellos ante una sociedad que fue, inicialmente, bastante hostil contra ellos. Un joven Vito Corleone, hablando en dialecto siciliano, va asumiendo paulatinamente el control total de todo el clan y sus tentáculos de poder, primero en su barrio y, como se ve en las otras dos películas, en toda la sociedad norteamericana; además nos muestra la corrupción de los diversos estamentos sociales, políticos y económicos de aquella opulenta nación. El film recibió el Óscar a la mejor película.


TAXI DRIVER (TAXISTA) MARTIN SCORSESE (1976) Este es uno de los varios films que trabajó con Scorsese; es un frío estudio del deterioro de una mega sociedad como la neoyorquina, vista por los ojos de un no menos desquiciado taxista Travis Bickle (Robert De Niro). El recorrido nocturno por la gran ciudad le permite encontrarse con toda una fauna, siendo una de ella la famosa niña prostituta (Jodie Foster). La caracterización de este personaje fue tan lograda que quedó en el imaginario cinematográfico y que fijó, muchas veces, la perspectiva de este actor para el resto del público cinéfilo. Un antihéroe con muchos seguidores. Este personaje desató todo en escándalo entre los moralistas de una pacata sociedad que tiene una interesante y, muchas veces aviesa, percepción de los graves problemas sociales de sus grandes ciudades. El reciente hecho de sangre en Denver durante la premier de un film no hace sino reflexionar sobre ese latente conflicto que subyace en el colectivo urbano de sus metrópolis. Aunque no ganó el premio Óscar al mejor film, se llevó uno mayor: la Palma de Oro del Festival de Cannes.

MILNOVECENTO (MIL NOVECIENTOS) BERNARDO BERTOLUCCI (1976) esta película o film-río es una de las megas producciones que realizó este director italiano, quien ya había hecho otra obra que le dio renombre fuera de sus fronteras: El último tango a París. Esta producción internacional cuenta la historia de dos familias, una aristocracia terraniente y la otra prole campesina, cuyos nietos, en un inicio grandes amigos, se van a ver enfrentados por la lucha de clases. Alfredo Berlinghieri (De Niro) asume el rol de patrón y se enfrenta a Olmo Dalcò (Depardieu), quien se va a convertir en un líder campesino. El film evoca los primeros 40 años después de cambio de siglo. Estos cambios se ven en la unidad italiana y la decadencia de la aristocracia gamonal que ya se había visto retratada, además, en Il Gattopardo de Visconti. Además el oscuro ascenso de un grupo político que ha de ensombrecer a la sociedad italiana: el fascismo. Fue una gran producción millonaria, siguiendo la tradición de los films americanos de los 50. Debido a su extensión en muchas partes se proyectó en una versión de cuatro horas, pero en esta oportunidad será proyectado en su manera original (5 horas y 3 minutos) por lo que este empezará a las 5: 21 de la tarde.

THE DEER HUNTER (EL FRANCOTIRADOR) MICHAEL CIMINO (1978) La infancia de ese director con varios rusos emigrados le permitió conocer mucho el mundo eslavo, con personas impulsivas y muy francas con sus sentimientos. Una película que muestra la construcción multirracial que es los Estados Unidos, con pueblos que buscan ser reconocidos como norteamericanos, pese a tener apellidos de origen eslavo u otros. Cimino observa sociedades que, a diferencia de los WASP o los intelectuales, son americanas por su pertenencia a ese país y por las acciones que los identifican con él. Este film surge en años en que los artistas e intelectuales tratan de asimilar la derrota de Vietnam y el trauma que causó a esa generación. Pero, como dice Huayhuaca, es una obra mucho más sincera que lo pudo ser Coming Home, la cual es mucho más fría y obedece más a una idea que a un conjunto de sentimientos de diversas situaciones. Además muestra la experiencia dolorosa vivida por un pueblo pequeño minero e industrial de Pennsylvania que mandó a sus jóvenes a dicha guerra y regresaron mutilados o en un ataúd. De Niro hace el papel de Michael, quien logra regresar después de una larga y dolorosa captura en manos del Vietcong. El film ganó el film a la mejor película y el mejor director. Cimino, hosco él, sólo emitió una frase cuando recibió el Oscar.

IT WAS UPON A TIME IN AMERICA (ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA) SERGIO LEONE (1984) Es otro film épico como Novecientos. Se inicia en los años 20 en los guetos judíos de Nueva York en el lado este de Manhattan y es un recorrido de casi 40 años de hampa. El narrador es David Aaronson (De Niro en la madurez), apodado Noodles (Fideos) quien es enviado a la cárcel por 10 años y a su salida, en 1932, comienza una intensa carrera delincuencial con sus antiguos amigos de la infancia. La prohibición del alcohol les va a generar ingresos notables y van a tener una amiga de lujo y despilfarros, hasta que se comienzan a manifestar desuniones y desaciertos. 30 años después, David regresa a este lugar para ver la tumba de sus tres amigos, tumba que deberá relocalizarse para permitir la demolición del antiguo cementerio. Film intenso, un poco irregular, es el sueño de una década de este gran director italiano afincado en USA, donde había revitalizado el agónico género del western con algunos clásicos como El bueno, el malo y el feo. El film cuenta con 229 minutos, por lo que se empezará a las 6:30 pm.


lunes, 16 de julio de 2012

DISCURSO EN LA ALIANZA FRANCESA POR 14 DEJULIO

El 14 de julio no es sólo una fiesta importante para Francia. Lo es para toda la humanidad. La toma de una lúgubre prisión precipitó una serie de hechos que provocarían cambios transcendentales para el ser humano. Aunque sus inicios fueron violentos y traumáticos (qué revolución no lo es), este evento abrió una ventana de esperanza para los hombres en la búsqueda de una sociedad más justa y un mundo mejor que todos los seres humanos soñamos y esperamos llegue. Desde el siglo XVI, el pensamiento europeo estaba en la búsqueda de una racionalidad que permitiese conocer los problemas de este mundo y sus soluciones: problemas físicos, matemáticos, sociales. El hombre europeo había visto cambiar su mundo físico de un planeta plano a uno redondo y tenía que enfrentarse a este primer gran proceso de globalización con herramientas para entender un espacio físico y mental que tenía delante de sí. Necesitaba libertad para pensar, pero una libertad para no hacer lo que le plazca sino en un espacio de fraternidad, tan ansiada por hombres de buena voluntad en nuestros días, e igualdad; esto es, el respeto a los demás en sus diferencias, en sus intereses, en sus sueños. He aquí el gran paso que dio la Humanidad ese 14 de julio de 1789. Se dio cuenta de que podía crear un mundo en que la justicia sea la verdadera diosa que guíe a los hombres, no importando su credo, raza, opción o lengua. En este nuevo mundo, el individuo no pasaba a ser un ente aislado, sino integrado a una sociedad que lo cobija y lo protege, que lo educa y lo alimenta, lo divierte y le da las herramientas para sus sueños. Y él, el nuevo hombre, también asume varias responsabilidades para convertirse en un ser social. Todo esto viene a ser una de los más grandes logros del pensamiento del hombre: la famosa Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.


El viaje a esta obra maestra de la humanidad del siglo XVIII fue larga y tortuosa, pero engendrada ya desde el Medioevo, cuando se crearon los centros de estudios y algunas condiciones históricas. También la expansión del hombre para conocer sus recursos, su medio, le permitió ir conociendo que muchas veces algunos dogmas no eran del todo ciertos. El hombre recibió más luces con el descubrimiento del nuevo mundo, nuestro mundo. Allí encontraron culturas que les abrieron más los ojos ante ese gran dilema que tenía ante sí: el de ser libre y dueño de sus actos. Una suerte de adolescencia final para llegar a una madurez sobria. Esa madurez se ha de extender más allá de sus fronteras y recalaron en nuestras costas. Las ideas del Siglo de las Luces iban a comenzar a realizarse en nuestro Continente. Así los Estados Unidos de Norteamérica prácticamente hizo su constitución tomando como base la Declaración Universal. Toda América fue encendida por los revolucionarios de la iluminación. En la novela Rojo y Negro de Stendhal se habla de un militar peruano que habla de las luchas por nuestra Independencia y es oído por todo un grupo de intelectuales y burgueses en casa del marqués de La Mole. Francia había tenido (y tiene una predilección por nuestros países); en cierta manera, fuimos engendrados por el espíritu que nos dejaron hombres como Montesquieu, Rousseau, Voltaire, quienes fueron leídos por Francisco Miranda o Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, y tomada la posta por hombres como Sucre o Bolívar. Los primeros años de nuestra independencia fueron caóticos, pero en la construcción de nuestra identidad los primeros grandes aportes culturales no llegaron de los ingleses, pese a que habían ayudado a los independistas; sino de los franceses, con quienes había más similitudes culturales y religiosas. Así órdenes religiosas van a ir instalándose en nuestras ciudades para educar a los ciudadanos nuevos para un país nuevo; los recoletos, las monjas del Sagrado Corazón, entre otras varias instituciones fundan colegios; luego llegan misiones para las áreas de salud y seguridad. La policía y el ejército son reformados a la usanza francesa: incluso grados en la jerarquía militar pasan a tener denominación francesa. En los días aciagos de la guerra con Chile, hubo un contralmirante francés, George Bergasse du Petit Thouars, quien salvó a Lima de una destrucción atroz como ya le había acaecido a Chorrillos días antes.

Francia ha tenido siempre una presencia notable en nuestra sociedad y una evidencia de ello es nuestra Alianza Francesa, fundada hace 48 años, para resaltar esa amistad franco-peruana, así como ofrecer a la comunidad en la que se instala no sólo la enseñanza de su lengua, sino su cultura, sus avances en todos los campos de la ciencia y el arte. Y esa es nuestra misión, una suerte de ventana a la sociedad trujillana para abrir otras fronteras, pero también para hacer recordar a todos los trujillanos, a los que nos sentimos como tales, a todos los peruanos, a todos los hombres en general, que esta fecha no debe ser olvidada, como ya lo había planteado Lipovesky en cuanto a las efemérides; que el contenido significativo de su recuerdo sea la guía de cualquier acción de todos los hombres y mujeres libres para poder construir una sociedad más justa en el marco de la confraternidad que toda civilización debe tener.

GERARDO CAILLOMA