Datos personales

Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
Mostrando entradas con la etiqueta delincuencia juvenil. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta delincuencia juvenil. Mostrar todas las entradas

domingo, 25 de febrero de 2018

VIOLENCIA JUVENIL


Los recientes sucesos luctuosos que causaron la muerte de 5 jóvenes en el Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Trujillo (Ex Floresta) muestran muchas debilidades de nuestro tejido social; la primera corresponde a los deficientes y corruptos sistemas judicial y penitenciario, sistemas que hace agua por todo lado. Lastimosamente, es la parte final de una cadena de errores cometidos por un adolescente a lo largo de su breve vida. Pero hay otros elementos relevantes que entran en juego aquí: el núcleo familiar, la educación, los medios de comunicación y varias efectivas políticas de prevención. Quisiera abordar estas últimas por haberme acercado más ellas por diversas razones.   
En la realidad tercermundista nuestra, la pobreza puede ser un fuerte condicionante para tener un caldo de cultivo de violencia, sea organizada o no. Sin embargo, no es una condición definitiva, pues hemos visto a mucha gente de extractos sociales deprimidos triunfar en diversos quehaceres de la vida pese a sus circunstancias adversas. Pero la realidad socioeconómica de las últimas décadas hizo que muchas familias, incluso de clase media y media alta, se volviesen disfuncionales por la ausencia de una de las cabezas familiares (generalmente la madre) por lo que muchos niños llegaron a la adolescencia con carencias de figuras centrales de la familia, que fue muchas veces asumida por abuelos, quienes tuvieron que lidiar con jóvenes díscolos y cuestionadores de la autoridad familiar. Nuestro país también tuvo un buen número de niños y jóvenes que crecieron en orfandad o abandono familiar; ante esta situación, la pandilla fue asumiendo paulatinamente un valor de pertenencia y de identidad. Sin llegar a las famosas y temibles maras salvatruchas, muchos adolescentes han crecido en un ambiente de violencia concreta y en espiral. Muchos de los jóvenes que pueblan estos centros de rehabilitación han tenido grandes carencias familiares.
Con este problema va acompañado también el del sistema educativo peruano. El colegio no logra ofrecer respuestas apropiadas a muchos jóvenes que ven frustrados su avance y futuro en la vida. Los intereses juveniles difieren de lo enseñado en aulas. Pero también el sistema educativo se ve agobiado por una serie de limitaciones y parámetros que han burocratizado el proceso. Muchos profesores se han vuelto expertos en llenar papeles y documentación, más que enseñar y capacitarse. Por otro lado, el desconcierto de algunos padres origina entorpecimiento en la enseñanza: exigen al colegio hacer funciones que le competen a la familia: la crianza es delegada al colegio, a los profesores; muchos padres de familia (algunos muy cómodos; otros, temerosos) han delegado esa responsabilidad a los profesores de aula, siendo algunos tratados como sus empleados. Son padres que no respetan a los demás y que terminan por no ser respetados por sus hijos. Y el colegio se ve cada vez más atado de manos para sancionar. La ley ya está sobreprotegiendo a jóvenes quienes, pese a todas las acciones de enmienda y reflexión, vuelven a cometer acciones reñidas contra la normal convivencia de un ambiente escolar. Se va generando un sentimiento de impunidad que no le hace nada bien a la institución educativa.
Por último, los medios también juegan su rol importante en la construcción de modelos positivos o negativos. Interesante es leer el capítulo Tinta Roja (en alusión al libro de Alberto Fuguet inspirado en la prensa amarilla) del libro El origen de la hidra de Charlie Becerra; este capítulo habla sobre este poderoso impacto que crean los medios en la sociedad. Nos comenta la forma cómo algunos diarios contribuyeron a la construcción de la identidad del miedo. Debemos, también, de recordar los años 80 cuando algunos medios limeños comenzaron a escribir las crónicas de la Chica Dinamita, pareja de Django, y el Loco Perochena, dos delincuentes que fueron elevados a la categoría de héroes populares y que generaron confusiones en la juventud. El fin fue incrementar las ventas sin medir las consecuencias en un segmento poblacional demasiado expuesto a estos falsos ídolos y, ahora, incrementado abiertamente en las redes sociales como las formas de captar a un posible sicario entre jóvenes que no hallan límites para sus audacias destructivas.