Los recientes sucesos
luctuosos que causaron la muerte de 5 jóvenes en el
Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Trujillo (Ex Floresta)
muestran muchas debilidades de nuestro tejido social; la primera corresponde a los
deficientes y corruptos sistemas judicial y penitenciario, sistemas que hace
agua por todo lado. Lastimosamente, es la parte final de una cadena de errores
cometidos por un adolescente a lo largo de su breve vida. Pero hay otros
elementos relevantes que entran en juego aquí: el núcleo familiar, la
educación, los medios de comunicación y varias efectivas políticas de
prevención. Quisiera abordar estas últimas por haberme acercado más ellas por
diversas razones.
En la realidad tercermundista
nuestra, la pobreza puede ser un fuerte condicionante para tener un caldo de
cultivo de violencia, sea organizada o no. Sin embargo, no es una condición
definitiva, pues hemos visto a mucha gente de extractos sociales deprimidos triunfar
en diversos quehaceres de la vida pese a sus circunstancias adversas. Pero la
realidad socioeconómica de las últimas décadas hizo que muchas familias,
incluso de clase media y media alta, se volviesen disfuncionales por la
ausencia de una de las cabezas familiares (generalmente la madre) por lo que
muchos niños llegaron a la adolescencia con carencias de figuras centrales de
la familia, que fue muchas veces asumida por abuelos, quienes tuvieron que
lidiar con jóvenes díscolos y cuestionadores de la autoridad familiar. Nuestro
país también tuvo un buen número de niños y jóvenes que crecieron en orfandad o
abandono familiar; ante esta situación, la pandilla fue asumiendo
paulatinamente un valor de pertenencia y de identidad. Sin llegar a las famosas
y temibles maras salvatruchas, muchos adolescentes han crecido en un ambiente
de violencia concreta y en espiral. Muchos de los jóvenes que pueblan estos
centros de rehabilitación han tenido grandes carencias familiares.
Con este problema va
acompañado también el del sistema educativo peruano. El colegio no logra
ofrecer respuestas apropiadas a muchos jóvenes que ven frustrados su avance y
futuro en la vida. Los intereses juveniles difieren de lo enseñado en aulas. Pero
también el sistema educativo se ve agobiado por una serie de limitaciones y
parámetros que han burocratizado el proceso. Muchos profesores se han vuelto
expertos en llenar papeles y documentación, más que enseñar y capacitarse. Por
otro lado, el desconcierto de algunos padres origina entorpecimiento en la
enseñanza: exigen al colegio hacer funciones que le competen a la familia: la
crianza es delegada al colegio, a los profesores; muchos padres de familia
(algunos muy cómodos; otros, temerosos) han delegado esa responsabilidad a los
profesores de aula, siendo algunos tratados como sus empleados. Son padres que
no respetan a los demás y que terminan por no ser respetados por sus hijos. Y
el colegio se ve cada vez más atado de manos para sancionar. La ley ya está
sobreprotegiendo a jóvenes quienes, pese a todas las acciones de enmienda y
reflexión, vuelven a cometer acciones reñidas contra la normal convivencia de
un ambiente escolar. Se va generando un sentimiento de impunidad que no le hace
nada bien a la institución educativa.
Por último, los medios también
juegan su rol importante en la construcción de modelos positivos o negativos.
Interesante es leer el capítulo Tinta Roja (en alusión al libro de
Alberto Fuguet inspirado en la prensa amarilla) del libro El origen de la hidra de Charlie Becerra; este capítulo habla sobre
este poderoso impacto que crean los medios en la sociedad. Nos comenta la forma
cómo algunos diarios contribuyeron a la construcción de la identidad del miedo.
Debemos, también, de recordar los años 80 cuando algunos medios limeños
comenzaron a escribir las crónicas de la Chica Dinamita, pareja de Django, y el
Loco Perochena, dos delincuentes que fueron elevados a la categoría de héroes
populares y que generaron confusiones en la juventud. El fin fue incrementar
las ventas sin medir las consecuencias en un segmento poblacional demasiado
expuesto a estos falsos ídolos y, ahora, incrementado abiertamente en las redes
sociales como las formas de captar a un posible sicario entre jóvenes que no
hallan límites para sus audacias destructivas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario