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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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martes, 13 de enero de 2015

SANTUARIO DE CARHUAC, JOYA DE HUAYLILLAS

Sábado 11 de octubre. El día de la sorpresa. Este era nuestro último día en este lugar y para tal ocasión, nos habían dejado el plato de fondo: el santuario de Carhuac. La noche anterior había llovido intensamente y temíamos que esa mañana íbamos a tener un nuevo aguacero. Hicimos una previa visita al colegio para ver que todo quedase en calma y organizado para la mañana deportiva y para el almuerzo. Habían conseguido muchas truchas para que podamos comer luego del paseo. De ahí comenzamos a subir al cerro Ventana para llegar al santuario. Por el camino de ascenso ves el paisaje que rodea a Huaylillas. Premunidos de un poco de agua, comenzamos a subir pausadamente, nos acompañaban dos profesores y el sacerdote, joven él de Piura, para mostrarnos este bello tesoro. Antecede a la llegada al convento, el cementerio del pueblo. En sus muros de protección y demarcación vemos algunas cruces. Según nuestro guía, corresponde a vecinos que se pelearon con varios de los habitantes del lugar y su idea es la observarlos diariamente para ver las fechorías que cometían y descubrir la verdadera persona que se oculta atrás de ese hombre o mujer ideal. Simpática anécdota. Lo interesante es que hay de más de cuatro tumbas que corresponde a cada cruz.
Vimos los alrededores de este santuario, creado por los jesuitas a mediados del siglo XVI (1650 aprox.) y manejados por ellos hasta su expulsión de las tierras españolas cuando la compañía fue disuelta en 1773;  luego pasó a manos de los franciscanos. Era una zona estratégica para la evangelización (ceja de montaña o selva alta). Los datos para este santuario son pocos, aunque un docente se ha preocupado en hacer una investigación detallada. Sería bueno ver la posibilidad de cumplir con su posible publicación y tener acceso a archivos. Antes de ingresar a la iglesia, fuimos al patio del claustro que nos da una idea de lo importante que fueron estas instalaciones para el proceso de evangelización de la selva norte peruano.

Si ubicamos este lugar en el espacio colonial, correspondía a la Intendencia de Trujillo y, si trazamos una línea recta imaginaria de penetración hacia el oriente, Huaylillas se comunicaría con la actual Tocache en la Región San Martín. Algunas de las construcciones en el claustro son empleadas, como el que correspondía a la gran cocina que es en la actualidad un gran depósito.  Ingresamos a la iglesia por la puerta lateral para encontrarnos con una de las muestras más bellas y bastante conservada de arte barroco indígena. Su altar mayor está bastante conservado, cuenta con 10 hornacinas (dos sin imágenes), un sagrario de madera pintada y cuatro espacios de pinturas (los evangelistas), dos de ellas lamentablemente borradas. Las hornacinas han sido talladas en la piedra caliza, la cual ha sido pintada dándole una apariencia de mármol. Las imágenes corresponden a periodos diferentes. El tratamiento pictórico se asemeja al altar de la iglesia de Lucma, imaginería de ángeles, vegetación y frutas. Algunos altorrelieves han sido destacados con pintura dorada y se ubican en las hornacinas centrales. Es obvio que las imágenes actuales no les corresponden por las dimensiones de las mismas. La imagen de Dios creador de la parte superior está muy dañada y ya no tiene, por ejemplo, el rostro. Una buena restauración nos daría a conocer los procesos y todas las capas que han de encerrar tanto imágenes como las paredes.


Aunque recargada en detalles, el conjunto es esplendoroso, es un interesante ejemplo de los artistas que adecuaron las ideas evangelizadores a su propia realidad. Siendo un mundo agrario, este se ve en todas partes graficado y evocado. Hay otros dos altares en yeso laterales, no tan próximos al altar mayor. Estos son casi totalmente blancos, pero tienen varias partes polícromas; parece que anteriormente estaban profusamente pintados como el altar principal. Un estudio de la iconografía también nos permitiría ubicar todas las imágenes de manera temporal. No sé si algunas corresponden al periodo jesuita, esto es, el periodo inicial. Mención aparte merece el púlpito. Está hecha de madera polícroma tallada y presenta también a los evangelistas. Hay escenas de la Biblia en algunos de los marcos que hay enchapados. Urge una restauración antes que todo el monumento ingrese el periodo de escasa recuperación. Un detalle interesante es el viejo techo del templo: hay vigas para sostener el peso del techo de dos aguas: cada viga es un obsequio de algún vecino del lugar. Como la famosa contribución en adobes que se hacía en tiempos prehispánicos en el norte peruano.


Salimos para dar una caminata por la verdura que rodea a este bello distrito; así íbamos identificando frutos y plantas medicinales que hay de manera generosa en la zona. Un edén. A medida que avanzábamos, el cielo se iba oscureciendo, amenaza de lluvia. Pero esta esperó a que llegásemos a las puertas de Huaylillas para ver la caída de las primeras gotas. Un poco antes de llegar a las primeras casas del poblado, nuestro guía había comprado bastante pan, calentito, delicioso. Así nos dirigimos a almorzar trucha y luego prepararnos para la clausura del evento, puesto que algunas instituciones ya regresaban a sus lugares de destino. El evento fue muy simpático, lo bonito era ver la cara de alegría de estudiantes y profesores que veían el esfuerzo suyo recompensado por su trabajo conjunto. Incluso se premió al equipo que ganó en las olimpiadas que se habían realizado entre los estudiantes, mientras visitábamos el bello claustro por la mañana. Así cerrábamos nuestra visita a este lugar paradisíaco.

El domingo 12 de octubre, iniciamos nuestro poco accidentado retorno a Trujillo. 




domingo, 11 de enero de 2015

JORNADA EDUCATIVA EN HUAYLILLAS

Viernes 10 de octubre. Segundo día de actividades. Nos levantamos nuevamente temprano para tomar nuestro desayuno. María, César y yo íbamos a participar como jurado en los proyectos de productividad y de interculturalidad desarrollados por los diversos colegios en la Región. Por la tarde, íbamos a hacer una capacitación docente en una de las aulas del colegio.

Antes de ir a realizar nuestra labor académica, cumplimos con una invitación hecha por el párroco a ver una exposición de fotos que estaba instalada a un costado de la iglesia central. Además pudimos ver el interesante de trabajo que hacen con los jóvenes para que desarrollen habilidades en artesanía. Vimos una interesante máscara, que nos muestra el marcado mundo agrícola de la zona. Luego de esta breve visita, llegamos al colegio en el cual ya estaban instalados los toldos para que cada colegio exponga sus proyectos. César iba a ver los de productividad (halló un par muy buenos a tal grado que sugirió a sus docentes ponerse en contacto para poder hacer efectivo el proyecto y pueda beneficiar a toda su comunidad), y María y yo veríamos los de interculturalidad. Hubo dos proyectos muy interesantes, los que ocuparon primer y segundo puesto: cómo integrar a personas de “minorías”, caso de discapacitados, una joven estudiante embarazada; estrategias para evitar el acoso de sus compañeros. Cuando veíamos los proyectos nos decíamos que en realidad somos ciegos de solo ver lo que está a nuestro alrededor en las ciudades, pero no vemos lo que sucede en otras realidades más pequeñas. Soberbio ejemplo para luchar contra la soberbia de los autosuficientes.

 Hubo un percance; los vientos soplaron fuerte y un toldo se elevó cayendo estrepitosamente sobre el pie de un docente. Felizmente no hubo fractura ni algún joven o niño comprometido. Terminamos tarde la evaluación, duró más de lo esperado. Y ya teníamos en ciernes la capacitación a docentes. Esta última fue muy interesante. Los profesores necesitan espacios para hablar, intercambiar sus dudas, hacerse oír. Lo que empezó como una cosa fría, terminó con una amable conversación y la construcción de propuestas para trabajar con sus jóvenes. Estos profesores, además, son responsables que, en cierta forma, el proyecto siga adelante incentivando entre sus jóvenes a aquellos que tengan un verdadero perfil de líder. Por la noche, cerrábamos la actividad con una fiesta, baile, música. Al día siguiente, iba a ser la clausura y la entrega de premios. 




EN EL CORAZÓN DE HUAYLILLAS

Jueves 09 de octubre. Primer día de actividades. Nos levantamos temprano y fuimos a tomar un suculento desayuno. En la sierra, y sobre todo en esta zona tan libre de “modernidad” negativa, cuentas con muchos productos frescos, lo que aquí llamamos “orgánicos”. Además el costo de vida es mucho menor que en la ciudad. Pero también cuenta con sus problemas como salubridad y otros detalles que depende cómo los veas. Este primer detalle fue en el de las comunicaciones inalámbricas como Internet. Huaylillas es pequeño. Está asentado a las orillas del pequeño río Cajas, cuyas aguas dan al Marañón. Su población es pequeña, no pasa de los mil seiscientos habitantes; cuenta con dos grandes instalaciones educativas, una para primaria y otra para secundaria. La primera fue utilizada para todas las actividades. Además el reelecto alcalde había mandado a construir un salón de ceremonias, el cual aún estaba inconcluso. Pese a todo, ahí se realizaron varias actividades como la inauguración, talleres, fiesta y clausura. Luego de la ceremonia de apertura, se realizó el simpático desfile. Nosotros no estuvimos en la ceremonia de inauguración, ya que nos dimos una vuelta por la iglesia principal del distrito.
En Trujillo me habían comentado sobre la existencia de una iglesia de la colonia, pero las personas del lugar y el párroco nos indicaron que este no era el edificio del cual habíamos oído hablar. Ese lo veríamos unos días después. La iglesia de la plaza de armas estaba en reconstrucción. Los paisanos residentes en otras ciudades, sobre todo en Lima, habían agrupado fuerzas y fondos para esta gestión. Pero el problema, tal como vimos en Lucma, es que muchas veces no se cuenta con los profesionales apropiados para hacer una buena reconstrucción. Muchas veces prefieren construir con cemento o ladrillo, cuando el edificio originalmente no lo tenía y, lejos de ayudar a rescatar el monumento, terminan por hacer una suerte de edificio Frankenstein. A veces cambian por calaminas, techos que fueron originalmente de tejas. O cambian vigas de madera o colocan columnas con cemento. La iglesia estaba cerrada para el culto. El simpático párroco nos permitió ingresar a ver los interiores. Luego de nuestra cacería fotográfica, nos fuimos a ver el desfile. Jesús Ágreda me contó que la tradición era marchar en forma de comparsa. Estupendo.
Comparar con las marchas escolares que tenemos en la ciudad nos hace ver lo lamentablemente cuadrados que somos con el carácter “oficial” de este tipo de encuentros de estudiantes. Les metes marchas militares, cuando los jóvenes lo que quieren es alegría, no rigidez de un momento que desean compartir con otros a los cuales vas a conocer por primera vez luego del largo viaje realizado. Había centros educativos venidos desde Bolívar (un día mínimo de viaje, a veces a lomo de mula), Pacasmayo, u otros lugares de la costa y sierra liberteñas. Una lástima que este evento haya coincidido con las elecciones, con las evaluaciones de docentes (hubo directores y profesores que no fueron ratificados) e incluso un nefasto accidente de tráfico en la zona de Julcán que hizo desistir a varias instituciones de participar. Pese a todo, el ambiente era de fiesta. Los jóvenes líderes ordenaron a los grupos de escolares para dar el inicio al desfile. Las bandas comenzaron a tocar la comparsa y el sonido atrajo a los vecinos. Era todo un acontecimiento para la comunidad, ya que la población estaba directamente o indirectamente involucrada. Para una pequeña población como esta, la llegada de más de doscientas personas significa muchos cambios y algunos problemas logísticos. Sin embargo, la comunidad se esmeró en dar lo mejor de sí, por sus hijos y por ellos mismos. Vale. Una a una, las delegaciones pasaban y veías a alumnos, profesores y otras personas que los habían acompañados avanzar bajo la simpática música; hasta César y María se animaron a bailar con la misma. Cerraba el paso de las delegaciones, el colegio anfitrión. Bonito inicio de los días que teníamos por delante.
Por la tarde nos fuimos a orillas del río Cajas que bajaba turbulentamente. Ya había empezado las temporadas de lluvias y más de una nos sorprendió. Por la tarde fuimos testigos de algunos talleres. En la caminata por las dos pocas calles de la ciudad, nos encontramos con un fruto abundante de la zona: el capulí.  Una de las angustias que comenzamos a pasar fue el difícil acceso a la comunicación vía internet. Como personas con ansias de estar informados, comenzamos a angustiarnos. De pronto, María descubrió un punto en el cual podías captar la señal. Pero conforme pasamos los días, esa angustia decayó. Cuando veíamos el cielo estrellado y no sentir claxon alguno que te perturbara, nos dimos cuenta de varias cosas que habíamos perdido por estar más preocupados de lo demás que de nosotros mismos.

Así cerramos nuestro primer día de actividades.




sábado, 10 de enero de 2015

HACIA HUAYLILLAS

Miércoles 08 de octubre. Feriado. Gracias a la invitación del profesor Jesús Ágreda, docente de lengua y Presidente del Consejo Directivo de la Asociación para el Desarrollo Intercultural, fui a la pequeña ciudad de Huaylillas en la provincia de Pataz de la Región La libertad. La forma de acceso más segura a esta zona no es precisamente por la misma Región, sino por Áncash. Esta tiene una infraestructura vial más conservada y más extensa que la nuestra. Y esta deficiencia también se ve cuando una vez que llegas a la frontera que traza el Marañón, las diferencias saltan a la vista. Éramos tres los viajeros al evento: María Ramos, César Alva y yo, invitados para ser jurados en el Décimo Octavo Encuentro de Líderes Juveniles. El viaje toma aproximadamente 18 a 20 horas y vamos por la carretera a Sihuas. Había estado allí en el 2013, cuando fui a Tayabamba como parte del programa de Beca 18. Ir en verano a la sierra tiene sus riesgos, ya que llueve con intensidad y hay varios derrumbes, como así me pasó en ese entonces. Esta vez pude ver el hermoso paisaje que había atravesado con anterioridad bajo una densa niebla. Para este viaje, íbamos con una movilidad especial que había destinado Jesús a todo el grupo viajero. Nos acompañaba también otro bus más pequeño que llevaba a un grupo de estudiantes y docentes que habían “bajado” a Trujillo desde Otuzco para ir por la vía de Áncash. Tratamos de salir lo más temprano posible. Ya había varios jóvenes líderes que ayudan en este interesante proyecto, que habían pernoctado en casa de Jesús. No salimos a las 6 a.m, pues hubo varios retrasos entre los viajeros que no llegaron a tiempo. Salimos de Trujillo y comenzamos a dormir. Nos despertó el sol que ya salí en el horizonte y nos daba de lleno. Además, la carretera pavimentada se convirtió en una carretera de trocha que corresponde al proyecto Chavimochic. Es un tramo que pensé que iba a ser más breve, pero no lo era tanto. Además terminas medio molido por la condición de la carretera. Logramos retomar el tramo asfaltado que corresponde a esta carretera de penetración que se dirige, sea para el Callejón de Huaylas, sea para Sihuas. La carretera está asfaltada hasta cerca del poblado de Chuquicara y luego ya es una camino bastante bien tenido. Antes de llegar a Yuracmarca, el lugar de los cruces, atraviesas una serie de túneles que identifican a esta carretera. Antes de seguir camino, realizamos un breve pascana para ver un poco este lugar, punto neurálgico de comunicaciones.
La primera vez no pude ver el intenso movimiento que tiene este sitio. De ahí comienza un alucinante ascenso para cruzar el primer tramo de nuestra accidentada orografía andina: la cadena occidental. A medida que el bus iba subiendo, veíamos a través de las ventanas el caudaloso río Santa que se iba empequeñeciendo. En sitios como estos, ves la fuerza de la naturaleza, así como la voluntad del hombre por querer dominarla. El viaje es bastante lento, puesto que la carretera no es muy ancha y vamos bordeando cerros. Hubo momentos en los cuales el silencio era general, no solo por el temor, sino por la belleza del paisaje que estábamos viendo. Incluso en un tramo tuvimos la visita de unos loros, muy frecuentes y populares en la zona, a tal grado que hasta una danza típica tiene (como vimos en Huaylillas). Cruzar los Andes y llegar a las zonas cálidas en una experiencia interesante. Cerca de Sihuas, se halla el punto más alto de la travesía y el frío caló nuestros huesos; desde ahí se inicia el descenso no solo hasta Sihuas, capital de la provincia del mismo nombre, sino a nuestro objetivo final.
Sihuas tiene una población de unos seis mil habitantes dedicada al comercio, agricultura y ganadería. Cerca de esta pequeña ciudad hay un centro minero (oro). Espero que esto no convierta la zona en un lugar potencial de minería informal y todos los problemas que esto conlleva.

En Sihuas nos detuvimos a almorzar. El mejor para hacerlo: el mercado. El lugar es limpio y los platos son prodigiosos. Antes de hacerlo, me fui a dar una vuelta por algunas calles con María y César, y nos topamos con algunos chicos que estaban viendo el busto de José Carlos Mariátegui. Un hecho insólito, pero Jesús me contó que el distrito tuvo un alcalde de izquierda y, en homenaje a este pensador, mandó a hacer este pequeño busto. Luego, ya con el hambre encima nos fuimos a comer. Estaba un poco indispuesto, pero la conversación con los chicos me hizo pasar el mal momento. Conocer a Olinda, Amanda, Luis Ángel, Dennis y el loco Gustavo Rojas fue muy simpático, son jóvenes que estudian en diversas universidades y diversas profesiones; jóvenes que están muy comprometidos con el proyecto y se dan de lleno como lo pude comprobar todos estos días que compartimos la experiencia. Durante la conversación, Gustavo hizo un movimiento que terminó con la rotura de un vaso de vidrio. Lo terrible fue que un niño de unos tres años caminaba jugando cerca al grupo y vio un pedazo de este vidrio, y lo quiso agarrar.  En ese momento, todos saltamos, ya que el niño no era consciente del peligro que estaba pasando. Aunque lo tomó con sus manitas, felizmente no tuvo ningún corte. Fue increíble. Algunos prácticamente se quedaron sin aliento. La adrenalina de todos se puso al tope. Pedimos una escoba para limpiar hasta la última astilla que hubiera en el piso. La gente fue un poco descuidada, puesto que no hubo interés por parte de los dueños de limpiar los restos.

Subimos al bus nuevamente, ya para enrumbarnos a un lugar que nos iba a encantar: el río Marañón.  El encuentro con este río supone también que pocos kilómetros más hacia el sur, cuando lo cruzamos por un puente estemos en la confluencia de tres fronteras regionales: Áncash, Huánuco y La Libertad. Hicimos un breve alto en el puente para las fotos recordatorias. De ahí, ya estábamos en territorio liberteño. En tramo hasta Huancaspata está regularmente preservado. Huancaspata es la primera población grande con la uno se encuentra en la provincia de Pataz. Este distrito se ganó cierta fama a raíz de que en las elecciones municipales y regionales las ánforas fueron quemadas. El distrito además fue destacado como una posible zona roja en potencia a causa del narcotráfico, debido al abandono de las autoridades políticas en que se halla. Bueno, para contactarse con la capital de su Región, Trujillo, el viaje puede llegar, en tiempos de lluvia, a tomar más de un día.
Las paradas nos fueron “robando” tiempo, por lo que nuestra llegada al primer distrito de la provincia fue ya con la caída del sol. Y de noche, todos los gatos son pardos. Tal es así que cuando salimos de Huancaspata en dirección a Tayabamba, no se podía reconocer la ruta. Señalización no hay y todo era un albur.
El tramo hasta la capital de la provincia es de 67 kilómetros y nos tomó casi tres horas y media. Inaudito. Íbamos con la atención “en punta”, puesto que tomar un camino equivocado nos hubiera alejado de nuestro destino final. Hicimos llamadas permanentes con las personas que nos esperaban en Huaylillas. Llegamos a Tayabamba ya bien entrada la noche. Desde aquí nos faltaban otros 19 kilómetros para llegar a nuestro destino final. Entre datos más, datos menos, hallamos el camino hacia el distrito. La lluvia dificultaba el camino (¡qué mal tenidas están nuestras vías en La Libertad!) y en la marcha vislumbramos los primeros destellos de nuestra meta. De pronto, en una curva estos desaparecían. Nuestro chofer, ya bastante molesto y cansado, decía que la ciudad caminaba o desaparecía. Por fin llegamos al lugar, pasada la media noche. La gente nos estaba esperando; hay una suerte de comprensión del destino que no compartimos mucho en la costa. Los profesores comenzaron a emplazar a los chicos del colegio que iba en el bus que nos acompañaban. Luego de esto, con los jóvenes guías, Jesús y su equipo, y nosotros nos instalamos en casas de vecinos ubicadas a una cuadra de la plaza de armas. Estábamos tan casados que lo único que queríamos era dormir. Habíamos viajado casi todo el día.  Así empezábamos nuestra actividad de cuatro días.