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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 6 de noviembre de 2022

INSEGURIDAD, PESADILLA SOCIAL (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 06 DE NOVIEMBRE 2022)

 


La reciente conversación con un amigo quien ahora radica en Lima y trabaja en un organismo de la ONU motiva este texto. En este diálogo, él me comentaba alarmado la forma cómo cierto tipo de delincuencia se ha ido incrementando en diversos barrios y urbanizaciones de clase media y media alta. Esta delincuencia está bastante ligada a la migración irregular generada por las últimas oleadas de migrantes, sobre todo venezolanos, que llegaron a nuestro país antes de ponerse ciertos “candados” a dicha migración. Pero hay que ir por partes para entender este problema en el cual participan directamente muchos connacionales convirtiéndose en cómplices del avance de esta modalidad delictiva.

Toda migración siempre es dolorosa para quien la realiza. Se deja un estilo de vida, familia, recuerdos por una situación incierta las más de las veces. Muchos son obligados a tomar esta dura decisión, sobre todo cuando una sociedad sufre fuertes crisis, como una guerra o depresión económica. Muchos compatriotas se vieron forzados a emigrar durante el primer gobierno de AGP o la década fujimorista; precisamente fue durante este periodo que muchos gobiernos cerraron el libre tránsito a los peruanos como pasó con España que recibió un gran flujo de peruanos que trabajaron en todo, incluida la delincuencia. Diarios argentinos, chilenos, japoneses y españoles publicaban noticias de prensa amarilla en las que muchos compatriotas se veían involucrados. Como deducción simplista del vulgo, cada latinoamericano (peruano o colombiano especialmente) era un delincuente en potencia. Para nosotros encajaba perfectamente el despectivo “sudaca”. La actual crisis económica general ha hecho que muchos que vieron una posibilidad aquí se haya desvanecido. Hay ciudadanos honrados que han hecho su vida entre nosotros, pero también hay malos elementos que se unieron para delinquir. La excesiva informalidad de nuestra sociedad permite, precisamente, que estos elementos avancen impunemente gracias a, consciente o inconscientemente, la colusión y permisibilidad dada por la corrupción entre nosotros. Este avance está dado gracias a ciertas modalidades como el otorgamiento de licencias de funcionamiento a ciertas actividades que arrastran en conjunto todo un enjambre delincuencial: licencias para bares o clubes nocturnos, y hoteles donde hay prostitución atraen a ladrones, comercializadores de drogas y otros personajes de mal vivir, y hacen suyo el lugar. Las laxas reglas de migración permitieron que bandas organizadas ingresasen al país; también está el hecho de que muchos jóvenes sin trabajo se dediquen a comerciar droga o meretricio. En este sentido, la restricción municipal para ciertos negocios y la presión de autoridades hacia ciertas formas irregulares de asociación (como los hacinamientos en parques) deben ser coactados y trabajar con los vecinos para ejercer una mayor coerción social y económica sobre negocios irregulares.

domingo, 18 de febrero de 2018

JÓVENES FURIBUNDOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 17 DE FEBRERO) EX LA FLORESTA, MATANZA USA, PODER JUDICIAL Y SUS ERRORES


Tomemos algunos hechos al azar de la semana que pasó: el asesinato de 17 personas en Norteamérica por Nikolas Cruz, un joven de 19 años; la muerte de 5 jóvenes en el Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Trujillo (Ex Floresta); y la puesta en libertad de Adriano Pozo, autor de la agresión contra Arlette Contreras en julio del 2015. Obviamente, el nexo entre los tres casos es la violencia protagonizada por adolescentes y jóvenes, la cual puede ser ejercida por o contra ellos. Los casos son todos lamentables y origina una cantidad de preguntas, muchas reiterativas, de lo que nuestra sociedad está haciendo con el fin de prevenir hechos luctuosos o vejatorios, tan frecuentes en nuestros días. No nos estamos reponiendo, pero sí olvidando, de la violación y posterior asesinato de la niña Jimena por parte de César Alva Mendoza cuando estos nuevos casos nos perturban por nuestra incapacidad de adelantarnos a los hechos; o, de haber ocurrido, sancionarlos adecuada y ejemplarmente con el fin de crear una cultura del control personal y social para no trasgredir normas básicas de convivencia.
Aunque el caso de Nikolas Cruz no sucedió en nuestro país, muchas de las causas por las cuales se entiende esta masacre en un colegio de Florida en EE.UU. están latentes en todas las sociedades en las que la soledad juvenil y la construcción de arquetipos violentos alimentados por la frustración forjan a jóvenes kamikazes contra la sociedad y las personas que la integran; aunque distantes por las razones, el actuar de estos jóvenes termina por parecerse al de los fanáticos religiosos que detestan al otro, al diferente, al causante de su mal. Ahora, agreguemos, como en el caso de nuestras sociedades tercermundistas, la pobreza para ver cómo surgen uniones de adolescentes abandonados por sus familias, su sociedad, el mundo. Es el clan, la pandilla, la que asume el valor de pertenencia. Sus intereses y acciones difieren de las normas sociales regulares. El amotinamiento de la Ex Floresta (también Maranguita en Lima) no está del todo claras, se habla de maltratos físicos; pero las razones por las que están recluidos es por su trasgresión permanente.
La sociedad trata de hallar mecanismos para proteger a la persona en situaciones críticas en las que se pueden hallar desvalidas frente a la violencia policial (hay que leer el capítulo Las nuevas reglas del juego del libro El origen de la hidra de Charlie Becerra) y el poder judicial asume ese rol. Sin embargo, las decisiones que algunos jueces suelen tomar desarman las estrategias preventivas sociales como lo es la sanción frente a una grave falta: es una forma de aprendizaje. Si la violencia debe de ser sancionada, entonces ¿cómo quedamos frente a la cuestionada liberación de Adriano Pozo, quien infligió daños contra su pareja y fue difundido por redes abiertamente? El sentido de impunidad que se vive todos los días es alimentado por aquellos que dicen protegernos.

domingo, 26 de noviembre de 2017

CAMINOS ERRADOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DOMINGO 26 DIARIO CORREO DE TRUJILLO) SOBRE GRINGASHO, ALESSANDRA CHOCANO Y JUVENTUD

Dos hechos, uno de ellos luctuoso, han marcado la agenda adolescente y juvenil de esta semana. El más mediático ha generado toda una polémica que tiene para largo aliento en la búsqueda de culpables para que la responsabilidad de nuestra sociedad en conjunto se diluya. Más de dos jóvenes, una de ellos muerta, han sido los actores de un suceso que ocurre con frecuencia en todas nuestras ciudades, en todos los países. Un deportista, Jhordy Reyna, se halla involucrado y, aunque no está nada dicho aún, su situación es el fiel reflejo del tratamiento de elevarlos a ídolos de barro gracias a intereses comerciales, cuyos móviles no son nada positivos. En este juego caen los mismos padres y otros actores sociales que ven a sus hijos o los adolescentes como la gallina de huevos de oro que asegura el futuro de la familia, generalmente aconsejándolos mal hasta quemar su juventud y futuro satisfaciendo una imagen creada por la sociedad. Esta situación me hace recordar a personajes polémicos como Mario “Pechito” Gómez o Reimond Manco; este último era una promesa que se quedó literalmente en el camino por decisiones cuestionables que le pasaron factura. El caso de la voleibolista Alessandra Chocano es más triste aún: descuidos y accionares que les suceden a cientos de adolescentes y jóvenes en nuestras ciudades, expuestos a una serie de engaños y vicisitudes en los que caen atraídos por sucedáneos. Jóvenes que pierden la brújula en algún momento para no hallarla más. La carencia de una familia, en cualquiera de sus conceptos, y, sobre todo, la construcción de líderes mediáticos nada positivos marcan el rumbo de miles de jóvenes y adolescentes citadinos. Las redes sociales estallan con imágenes e historias de estos controvertidos ídolos que se convierten en el derrotero común de miles de ellos; los imitan en sus actos, en sus palabras, en su vestir y en su pensar.

Así recalamos en otro adolescente, Alexander Pérez alias “Gringasho”. Los patrones de vida de muchos jóvenes proclives al hampa se repiten, están codificados, clasificados. Las bandas a las que se incorporan les inculcan sus valores. Lo que no pudo la familia, lo logra pandillas delincuenciales que son su nuevo núcleo familiar. Aquí se hace necesaria una reflexión en la que muchos actores sociales se ven envueltos: la excesiva actitud protectora con la juventud ante la disciplina y el rigor requeridos para cualquier campo de la vida humana. Muchos jóvenes saben cómo manipular sus derechos ocultando los correspondientes deberes que hay que cumplir. Esta distorsión genera personas inescrupulosas, acostumbradas a exigir y no dar. Los parámetros claros los ayudarán; pero, los ejemplos que muchos de estos niños, jóvenes y adolescentes tienen en sus mayores son lamentables, pues desdicen cualquier propuesta de enmienda: los mismos adultos maleducamos con el ejemplo, ¿citamos algunos comenzando por los políticos?