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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 17 de noviembre de 2019

CLAROSCURO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 17 DE NOVIEMBRE)


La semana cierra con dos eventos que podríamos verlos dentro de un amplio espectro de contraste que dependen del cristal con que los veamos.
El primero lo llamaremos Lamento boliviano. Las elecciones presidenciales realizadas el 20 de octubre tuvieron un inicio turbulento, tras un cúmulo de errores que provocó una serie de suspicacias, adversas al entonces presidente, Evo Morales Ayma al variar resultados que indicaban una segunda vuelta. Un conteo irregular de votos y una suspensión de dicho conteo tenían como antecedente a una cuestionada candidatura de Evo generando malestar por la figura de reelección (tan tristemente recordada por muchos peruanos). El cambio de reglas molestó a muchos ciudadanos, incluso a aquellos a quienes la figura y liderazgo del expresidente boliviano les genera total simpatía. La reacción popular era comprensible desde el punto de vista de la ruptura del juego democrático. Dada la reacción, Evo aceptó la segunda vuelta con el fin de atenuar una escalada de violencia en una sociedad marcada por hondas diferencias sociales y una pesada carga racial que movilizan a grupos adversos al liderazgo del partido MAS y Evo. Pero se abrió la caja de Pandora. La reacción de grupos religiosos y extremadamente racistas afloraron en diversas partes del país llegando a La Paz. Ver a líderes políticos, como Jeanine Añez, con crucifijo o Biblia en mano acompañados de un lenguaje cargado de mesianismo y verticalidad despertó temores entre muchas personas e instituciones por las consecuencias que una situación como esta podría generar en Bolivia por la gran presencia de población indígena que preserva una identidad histórica en diversas manifestaciones cargadas de sincretismo que la misma iglesia católica ha respetado a lo largo de las últimas décadas. Carlos Mesa, contendor de Evo, debe exigir una posición clara en cuanto a las nuevas elecciones, sino Bolivia puede caer en una espiral de violencia incontenible.
El segundo tiene nombre propio: Casos Complejos. El miércoles 13 fue el Avant Première de este filme en Trujillo. En la ceremonia estuvieron el director de la película, Omar Forero, su equipo de actores y el equipo técnico. Y estuvo presente el fiscal William Rabanal, principal fuente de inspiración de la historia narrada, quien no dudó de dar unas palabras emotivas una vez culminada la proyección. Además, invitó a parte de su equipo con el cual trabajó para atacar la violencia del crimen organizada y la corrupción de las instituciones del Estado. El filme fue filmado casi su totalidad en Trujillo y alrededores, y nos muestra ese periodo de zozobra que envolvió a nuestra sociedad por las impunes acciones hechas por diversas bandas y sus cómplices en el Poder Judicial y la Policía Nacional. Es un justo reconocimiento a hombres y mujeres que decidieron no seguir la corriente y hacer su trabajo. Es una luz de esperanza que amerita ser vista por todos nosotros.
Entre la oscuridad y la claridad.

domingo, 27 de octubre de 2019

ADVERTENCIA (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO 27 OCTUBRE DIARIO CORREO TRUJILLO)


Una vez una profesora alemana nos comentaba su dificultad para entender situaciones extremas (alimentación, salud, educación, seguridad, vivienda) en las que muchos peruanos vivían diariamente. Una señora ponderada que le sorprendía la capacidad de “resistencia” que muchas personas tenían ante estas, impensables en otros contextos. Pero, es necesario dar una referencia temporal de esta conversación: 1984. 
Décadas después, tras el terrible primer gobierno de AGP, la subversión de Sendero Luminoso y el Fujimorato, nuestro país tiene un rostro diferente; solo el rostro. Las situaciones básicas, muchas veces maquilladas para fingir bonanza o bienestar, no han sido del todo satisfechas. Esto se ha ido agravando más en los últimos años, alimentado por desencanto de un mundo político falaz, demagógico y cínico en el que se ha convertido el mundo político peruano. Los escándalos que involucran a excongresistas, por ejemplo, recién están estallando y no sería nada raro que los haya más, por lo que la desazón y desconfianza de la población seguirán en aumento. Muchas personas hablan de que una posible eclosión social no se dé en nuestro país, pues mucha de nuestra economía es informal, lo que “atenúa” cualquier situación de riesgo colectivo; pero no creo que sea un argumento contumaz de la posible olla de presión en la que se estén cocinando muchas frustraciones y desengaños. Pareciera que esta situación encontró una suerte de válvula de escape al clausurar el mediocre Congreso de la República.
A las reacciones de Ecuador y Chile, más lo sucedido en Bolivia, se les trata de hallar justificaciones externas a estas respuestas ciudadanas, ubicando culpables en la izquierda o en la derecha; pero, valgan verdades, ambas están siendo superadas por la realidad. Estas justificaciones son una forma de invalidar el gran malestar social generado en grupos de clase media en Chile o la mayoría en Ecuador; o en Bolivia, en un electorado cansado de la manipulación grosera como la acometida por Evo Morales para continuar en el gobierno del país del altiplano. Es también simplificar esta realidad tachando a miles de ciudadanos hartos de la situación de simples delincuentes. Lastimosamente, grupos de criminales aprovechan estas disrupciones para hacer sus fechorías. No olvidemos los grupos sediciosos “plantados” en la Marcha de los 4 Suyos, los que provocaron el incendio del edificio del Banco de la Nación causando la muerte de 6 personas. Estas sucias estrategias son empleadas por cualquiera de los grupos que están en el poder deslegitimados, sea de izquierda o derecha, con el fin de debilitar los justos reclamos de una población hastiada.
Al ver el documental La revolución y la tierra quizá uno pueda comprender la actitud pasiva y casi servil que se vivieron décadas pasadas. Quizá esa podría haber sido la respuesta adecuada a mi profesora de alemán de hace cuatro décadas. Pero, ahora esto ya no es posible. ¿Una advertencia?

martes, 23 de diciembre de 2008

LA CIUDAD DEL CIELO, POTOSÍ


Si alguna vez tuve un nombre fijo en mi memoria y que se convirtió casi en obsesión por años fue Potosí. Desde cuando vivía en Arequipa y escuchaba a amigos bolivianos o por los vínculos que se tenía con ese país. Cuando aprendí Historia del Perú colonial en la Universidad Católica o Historia Económica del Perú con Heraclio Bonilla, ese nombre era con regularidad nombrado. Así como Amsterdam, Estambul, Praga o Kioto, se volvieron nombres obsesivos, Potosí engrosaba esa lista que con el tiempo se volvieron promesas u objetivos que había que cumplir en mi vida. Debo decir que se vuelven motores de mi accionar y mi planificación de vida.

En 1993 decidí hacer una buena gira por algunas ciudades serranas bolivianas: estuve en La Paz, Sucre y sobre todo en esta impresionante ciudad, donde el oxígeno decide no subir más y donde el aire es muy transparente.
En ese trayecto caí en Sucre con tres simpáticos señores chilenos; hicimos buenas migas con Ximena, quien trabaja para Codelco (¿qué será de ella? muy simpática) y luego de una opípara cena en un restaurante en la vieja Sucre, nos decidimos viajar por un solo día al "cielo"; compramos al día siguiente tres pasajes y alquilamos un balón de oxígeno por si acaso. Salimos muy temprano en un viaje de aprox. 4 horas; llegamos a Potosí a eso de las 11 de la mañana y comenzamos un breve recorrido por la ciudad antigua; esta ciudad tuvo algo así 40 iglesias (me hace recordar a Ayacucho) y fue más espledorosa que París en el siglo XVI; se cuenta que con toda la plata que se extrajo de su cerro tutelar (mina inmensa) se podía hacer un camino de este material desde ahí hasta Madrid.
La ciudad es sinuosa, con altos y bajos (no nos olvidemos que está a las faldas de un cerro, llamado Cerro Rico, por motivos obvios) por lo que caminar demandaba mucha calma para no agotar el oxígeno. Por sus estrechas calles discurría nuestro lento caminar, no había que abusar.
A pesar de nuestro lento peregrinaje sí vimos las iglesias de San Lorenzo (bueno, al menos su portada), un monumento impresionante; una lástima que no se pueda entrar con frecuencia. Sí vimos el interior del Templo de San Francisco (no sé por qué les dicen los pobres si hay una riqueza impresionante). Vimos un poco la de San Luis (por fuera).
El plato de fondo fue la Casa de la Moneda, con su interesante máscara en la fachada. Esta visita es muy bacán, ves tantas cosas en su solo espacio; no sólo numismática, sino pintura, muebles, máquinas de acuñamiento; sus patios interiores son interesantes.
Antes de irnos de Potosí, fuimos al mercado y compré un antiguo dije de varios pescados de plata de la zona. Un buen recuerdo.
Nuestro viaje de retorno fue en bus a Sucre, llegamos tarde; pero para suerte nuestra nos acompañaba la luna llena y podías ver las siluetas de los cerros del camino. Un lindo viaje.