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Trujillo, La Libertad, Peru
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miércoles, 31 de marzo de 2010

¿HAUPSTADT DEL WELT? BERLIN




























Berlín. Mi acercamiento a la cultura alemana, como la francesa, ha sido un proceso más ligado al asombro y a la admiración. Ambos han sido pueblos creativos, laboriosos y destacados en los campos que me apasionan: el arte y el intelecto.
Por mi afición a la música y al canto me aproximó a uno de los más grandes genios que haya dado la música: Johan Sebastian Bach. Luego vendrían los monstruos de Beethoven y Händel, algo de Haydn y Brahms. De habla alemana fue Mozart, y al estar en Viena y Praga en 1990, rendí un silencioso respeto a este genio. Pero Alemania me acercó a Juanito, como lo solíamos llamar en la época universitaria, cuando cantaba en el coro de la PUCP. Esos bellos años.
Al acercarme a su idioma, me fui maravillando en la increíble estructura que es el alemán. Lástima que la historia no le ha dado una buena percepción ante todos, debido a los terribles atropellos acaecidos en la segunda guerra mundial. Pero la belleza de un idioma y la cultura de un pueblo no puede ser satanizado por el momento que les tocó vivir. Ya se hablará en otro momento al respecto.

Al leer a Kant, las teorías de Adorno, de Reich, al leer a Thomas Mann, ver el teatro de Brecht, haber visto sus impresionantes películas del expresionismo (Murnau, genio), a Leibnizt y su teoría de las mónadas; es tan apabullante como cuando la Dietrich canta Ich bin von Kopf bis Fuss auf Liebe eingestellt (estoy hecha sólo para el amor) en el Ángel Azul.
Luego de mi permanencia de dos semanas fui una semana a Berlín; había coordinado la visita a esta ciudad gracias a Simone (tan linda y loca, como siempre) y el Sr. Rückert para visitar algunas universidades en torno a la ciudad de Halle, la ciudad de Händel. Iba a llegar un sábado a Tempel y de ahí me iba a casa de Simone. Tan ordenados los alemanes, ella lo tenía todo previsto; una amiga suya me recogió y llevó a su casa, me tenía preparada una gran comilona como recibimiento. Genial, comimos opíparamente degustando una de las maravillas alemanas: su pan.
Por la noche salimos a visitar algunos simpáticos bares y comer algo. Berlín es una ciudad silenciosa. Simone vive en un complejo de edificios con muchos residentes, incluso muchos niños (hay una suerte de babyboom en su edificio), pero la calma es inaudita: una paz de ciudad como nunca. El frío excesivo hace beber mucho a la gente, es un mal de la zona. Pero, a diferencia de nuestra ciudad, no ves botellas rotas por el piso o regadas por la calle; estas las dejan en los cenefas de las ventanas y no las lanzan al piso como muchos desadaptados que conozco por mi barrio.
Al día siguiente, domingo, celebración postrera del cumpleaños de Simone. Fuimos a comer un buffet muy simpático a un bar de amigos de Simone: comida espléndida, quesos, carnes, embutidos, suaves ensaladas y los geniales panes. Ya había estado antes en Berlín en 1995. Pero no recordaba esas maravillas. Memoria gastronómica débil.

























Una vez culminada la comida, nos fuimos a comprar mi boleto de tren para el día siguiente: me iba a Halle. En Berlín han construido la más grande estación ferroviaria, eso me impresionó de Alemania; la primera vez que estuve merodeando por el país quedé muy sorprendido por la estación de tren de Köln y lo cerca que estaba de su catedral, por supuesto que fui a verla.
La estación es inmensa y centraliza todas las anteriores. Recuerdo haber llegado la primera vez a Lichtenberg. Muchas de esta estaciones se hicieron famosas como Zoo Bahnhof (¿recuerdan Christina F?) Luego de manejarme en descomunal estación, con Simone nos fuimos a caminar a ver el Reichstag. La visita fue genial, pese a las paranoicas medidas de seguridad; en Europa viven al miedo, parte por su conciencia y parte por la media que crea un pánico diario. Es muy interesante la cúpula que han eregido para ver la construcción y la ciudad. Se ve el Spree totalmente congelado, grandes trozos de hielo discurren por la quebradiza capa que cubre al río. El frío es duro. Desde la parte superior distingo una imagen conocida desde la primera visita. la puerta de Brandemburgo. Al salir, nos dirigimos con Simone hacia la puerta: varios turistas de agolpaban para tomar las mejores fotos posibles. De ahí comenzamos a caminar por Unten den Linden y de pronto nos hallamos con la Academia de Artes (Akademie der Künste). Al ser domingo, el ingreso es libre y tenía la exposición de uno de los grandes pintores del expresionismo: George Grosz. Genial. Sus acuarelas, dibujos, fotografías. una exposición completa. En el hall compré varios libros, sobre todo de fotografía y la nueva arquitectura berlinesa. ¿Herencia del Bauhaus?
Estuve fuera de Berlín tres días, luego contaré al respecto.
Estuve un día y medio más en la ciudad. El último día me fui a ver nuevamente el centro. La primera vez estuve en la Siegessäule, la famosa columna de los ángeles del film Himmel über Berlin. Desde ahí había caminado hasta la puerta de Brandemburgo. Hacía poco se había llevado a cabo la reunificación y había muchas cosas derruidas. Ahora Berlin está pecando de convertirse en la estrella del consumismo, una suerte de ponerse al día; espero que no se apure mucho y preserve el bello viejo Berlín. Todo lo quieren hacer nuevo. En esta oportunidad me fui a ver dos grandes monumentos emblemáticos; su increíble catedral y los cercanos museos de la Isla. De los museos hablaré en otro texto.
La catedral es un inmenso edificio que descuella gracias a sus cinco cúpulas; esta vez sí logré ingresar. Visitar la cúpula mayor es una interesante experiencia. No tiene la vejez de Notre Dame, pero su construcción no escatimó ningún gasto de la dinastía de los reyes de los últimos años de la dinastía Hohenzollern. El monumento era el orgullo de esta agonizante dinastía cuya cripta se encuentra en los subterráneos de esta catedral. Esa cripta es impresionante: en ella se encuentran sarcófagos de todos los tamaños (hubo príncipes herederos que murieron al nacer) y formas, formas que muestran los cambios de estilos y modas a lo largo de los siglos. Las tumbas más interesantes (bueno, sarcófagos) son los de Federico, el Grande (el rey intelectual y justo), Otto Von Bismarck. Hay un pequeño sarcógafo blanco de una princesita que murió al nacer. Es quizá lo que más conmueve en todo este panteón y está en una sala especial.
Al salir de la cripta, fui a la librería para ver más detalles de esta inmensa iglesia que resultó bastante dañada en la segunda guerra mundial; en realidad, es poco raro que alguno de estos grandes edificios viejos no haya recibido el embate de la terrible guerra que fue para los berlineses. Berlín no fue destrozada como esa joya que es Dresden, pero sí hubo daños terribles y aún quedan huellas. Aunque dicen que el tiempo las cura..

Berlin es una ciudad ideal, ¿quiere ser la capital del mundo?
http://www.youtube.com/watch?v=WsbYGdCQsgk