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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 17 de octubre de 2021

ENTRAÑAS DE UN PERÚ MUY VIEJO (CRÓNICA DE VIAJE CASMA)




Viernes 08 de octubre. Feriado nacional. Momento para una nueva aventura cercana. Lugar elegido: Casma. El viaje iba a ser toda una nueva experiencia hacia las tierras del sur liberteño. Lorena se sumó a este viaje que nos llevaría a recorrer espacios viejos de nuestro territorio. Pero también un buen tour por la inmensa gastronomía que tiene nuestra nación. Salimos, pues, temprano hacia el sur. Ya hace una década y media, Carmen Ortega y Orietta Brusa hicimos un viaje parecido: estuvimos en Chanquillo, Tortugas y Punkurrí. En esta oportunidad, íbamos casi a repetir el mismo itinerario; sin embargo, nos fuimos encontrando con nuevos espacios y experiencias que iban a dar una nueva tónica a esta breve gira con el pasado prehispánico de los peruanos. Ahora hay otros contextos: Chanquillo ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad y una pandemia que han enmarcado cualquier actividad que se haga. Premunidos de pocas cosas, nos enrumbamos por la Panamericana norte hacia nuestro primer objetivo: Chimbote. La ruta sigue siendo una pesadilla por las condiciones que tiene esta autopista saturada de camiones (un increíble movimiento de grandes unidades que iban de y venían a Trujillo) y la presencia de rompe muelles en una autopista: creo que nuestro país debe de ser el único que tiene esa peculiaridad, pues he manejado en Ecuador y varios países de Europa y no he visto esa “rara” situación. Además, la entrada o salida (depende cómo la veamos) de Trujillo tiene tantos huecos como las calles mismas de nuestra ciudad. Insólito para una autopista. Uno de los graves problemas es que las autopistas nuestras son rodeadas o atraviesan poblaciones que aparecen por diversas condiciones y, como uno puede percatarse, se suele construir prácticamente en las orillas de las carreteras; en México recuerdo que se levantaban muros en estas autopistas para evitar el cruce intempestivo de personas ante la ausencia de puentes peatonales; en la ruta vimos un par de estos puentes poco usados, pues la gente prefiere cruzar arriesgando sus vidas y la de los transportistas. Y como el tramo hacia Chiclayo, la ruta Trujillo-Chimbote tiene largos tramos en la que la autopista desaparece y se vuelve una marcha lenta y peligrosa de camiones, buses, combis, camionetas, autos y hasta mototaxis. Una locura. Además, el feriado largo hizo que mucha gente viajase a lugares cercanos para cambiar de aires. Pese a todo, no nos amedrentamos. El litoral de Ancash es muy atractivo, pues tiene muchas ensenadas y bahías, algunas de las cuales íbamos a visitar en esta ocasión. Pasado el túnel de Coishco, ya vemos Chimbote que nos recibe con su jardín vivero. Al llegar al óvalo que marca la entrada a la ciudad, ahora puedes tomar la Av. Industrial, totalmente pavimentada y con una ciclovía que hace palidecer los lamentables intentos hechos en Trujillo. Además, tiene una señalización de buen nivel. 

Y esta vía rápida desemboca en la Av. Bolognesi que corre paralela al mar. Así, rápidamente, nos enrumbamos a la Panamericana Norte para salir de la ciudad sin problemas de tráfico. Chimbote tiene amplias avenidas que permiten un tránsito fluido entre el viejo y el nuevo Chimbote. Vimos el ex Hotel de Turistas, al cual queríamos ir el domingo. Quedó sólo en deseo. La Panamericana se estrecha en un buen tramo y eso sí se vuelve tedioso por el alto tráfico comercial que tiene esta ciudad. Pasada la entrada de Vesique, balneario ubicado en otra bella ensenada, volvemos a la autopista. Ya desde ahí seguiremos en un buen tramo de una buena carretera hasta un poco antes de entrar a Casma. Atravesamos en óvalo de la entrada a Samanco o San José de Moro y seguimos en dirección a nuestro primer objetivo para almorzar: balneario de Tortugas. Ingresamos a este lugar por una simpática vía bordeada de palmeras que te dan la bienvenida. Este balneario recibe este nombre por la inmensa isla que se ve en la entrada de esta bahía que tiene forma de caparazón de un quelonio. (Isla Tortuga: es una pequeña isla peruana en la costa del Océano Pacífico, que posee una superficie de 134 hectáreas (equivalentes a 1,34 km²), 2 kilómetros de largo y una altura máxima de 143 metros sobre el nivel del mar, que se encuentra entre la isla Los Chimús y el islote La Viuda, y que administrativamente forma parte del Departamento de Ancash. Posee diversos tipos de aves y un clima tropical. Fuente: https://lugaresquever.com/isla-tortuga). Como Lorena no había tomado desayuno, decidimos desayunar-almorzar en el restaurante de siempre: Costa Azul. Pedimos un cebiche, una chita y una cabrilla al horno. Insuperable. Todo rociado con un par de cervezas para disfrutar de la vida: en el mar, la vida es más sabrosa (y en cierta manera, lo es). Habíamos visto a varias personas pasear por bote y nos dio el gusto de hacer lo mismo. Dejamos la camioneta frente al restaurante y nos dirigimos hacia el muelle desde donde salían los botes. Tranzamos el precio y nos embarcamos para que nos lleven a una playa maravillosa y aislada frente al isla Tortuga: La Gramita. Ricardo Espinoza, autor del libro El Perú a toda costa la describe así: “esta es una bonita y chica playa de arena. Con las peñas de los dos lados, forma una U con los ángulos rectos. Parece el cauce del agua que baja del alto cerro (tal vez si llueve alguna vez) [..]”. Ideal para venir en verano a quedarse un par de horas, mínimo. El balneario va creciendo alrededor de la bahía y se ven conjuntos habitacionales simpáticos; ojalá estén tomando todas las medidas de una buena construcción en una zona de alta densidad sísmica: el placer no debe de ir acompañado del descuido. Las aves guaneras nos acompañaron en nuestro periplo y sólo se aventuró un lobo marino. El periplo fue de casi una hora: bien valió el circuito. 







Cuando retornamos al restaurante para ya partir a Casma, el lugar estaba repleto: de pronto, el balneario se llenó de gente de tránsito y residentes de Casma o Chimbote. Una locura. De haber llegado un poco tarde, hubiéramos tenido problemas con el servicio y otros detalles. Esto nos dio una idea de lo que nos iba a pasar en Casma: hoteles. Al llegar a Casma (está a solo 11 kilómetros de Tortugas), comenzó la búsqueda de hotel: primero Las Poncianas y un precio absurdo para un servicio que no pensábamos usar: una piscina. Luego nos fuimos merodeando hasta dar por fin con uno. Antes, con el fin de ganar tiempo, nos fuimos al Museo de Sitio de Sechín y nos dimos con la sorpresa de que este día no abrían. Como nosotros, hubo varios turistas frustrados para un día feriado. Un poco sentido común para estos casos hubiera satisfecho a muchos. Así que nos dedicamos a buscar un hotel sencillo para una única noche: Hostal El Kairo. Instalamos nuestras cosas. Para dejar el auto, tuvimos que esperar un poco más, así que nos enrumbamos a un sitio que había visitado en mi primera oportunidad en 1985: Puerto Pobre o Puerto Casma. En la historia prehispánica se nombra este lugar. Saco este extracto, por ejemplo: “El presente estudio analiza los cambios en las estrategias de subsistencia en el valle de Casma durante la hegemonía del imperio Chimú (entre el 1350 y 1500 d. C). Para la ocupación inicial del sitio arqueológico Puerto Pobre se observaron diferencias marcadas en el régimen alimenticio. Mientras la dieta de la población autóctona dependió en gran parte de la explotación de los recursos silvestres, las preferencias de los chimús mostraron una demanda hacia los productos manipulados, como el maíz y la carne de camélidos. Los cambios hacia una alimentación uniforme, identificados para la ocupación tardía de Puerto Pobre, probablemente se deben a la convivencia persistente de los dos grupos prehispánicos y a un proceso inicial de aculturación [..]” (https://books.openedition.org/ifea/8020?lang=es). En una pequeña colina hay una placa recordatoria por Juan Noel Lastras. La placa tiene tantos errores ortográficos, lamentable descuido. Lastras es un héroe poco conocido de la Marina Peruana. Murió frente a estas costas. Aquí se narra su sacrificio: “[..] En mayo de 1854 fue enviado con su nave hacia Casma, junto con el vapor Rímac, con la misión de embarcar tropas. Cumplida esta labor, se acordó que, durante el viaje de retorno al Callao, el Rímac remolcaría a la Mercedes, pero casi a la vista de Casma, se rompieron los cables de remolque. La Mercedes quedó al garete y como tenía en pañoles su velamen, el fuerte viento lo arrojó contra la llamada rocanegra. La goleta, que llevaba 800 soldados a bordo, empezó a naufragar. Noel hizo esfuerzos desesperados por salvar a sus hombres y terminó por ser una de las víctimas, pues no quiso abandonar su navío y, junto con otros muchos que se apiñaban en la cubierta, se hundió en el mar turbulento. Su esposa, María de la Cruz Andrade, una de los pocas sobrevivientes de esta tragedia, presenció su sacrifico. Solo un centenar de los soldados que iban a bordo de la goleta lograron salvarse.” (Fuente: https://www.deperu.com/abc/biografias/6419/juan-noel-lastra). Vimos un bello atardecer y la bahía en la que había anclados varios botes. Estaban arreglando el muelle de embarco de la pesca artesanal. Ya el frío nos iba calando los huesos, así que decidimos regresar. 





Ya en Casma, instalamos la camioneta y salimos a cenar. En el paseo boulevard San Martín hay algunos murales que reproducen escenas de Sechín. Llegamos a su plaza de armas donde saboreamos unos ricos helados (antes de cenar..) en la Heladería Caraz, dulzura (así la llamó Antonio Raimondi). Luego de haber comprado agua, nos fuimos a cenar una rica sopa en el restaurante El Tío Sam. Había estado aquí en octubre del 2019 cuando estuve de visita con Galai Ahmed. Esta vez cenamos algo ligero. Lo malo fue la bulla de unos niños que decidieron usar el lugar para desarrollar un poco sus pulmones y voz. Insoportable. El padre se dio cuenta de que nos estaban molestando. Así terminamos la jornada. Estábamos muy cansados. Tras una buena ducha caliente, la cama nos esperaba para una nueva jornada.






domingo, 28 de agosto de 2011

UN BUEN VIAJE AL PASADO: CASMA



























Ir a Casma para ver Chanquillo luego de 27 de años fue para mí una experiencia excitante y para mis dos compañeras de viaje, Orietta y Carmen, un interesante descubrimiento para una y un reconocimiento de los espacios visitados con anterioridad para la otra. Había ido a la zona con cierta regularidad cuando nuestros grupos de estudiantes visitaban Caral, al norte de Lima y en su retorno a Trujillo hacían una escala en Sechín, otro de los lugares atractivos que también visitamos.

Salimos un sábado, 06 de agosto más precisos. Nuevamente en la camioneta de Carmen, Orietta y yo nos embarcamos en esta nueva experiencia que nos iba a llevar hacia el sur de Trujillo. Carmen estaba muy sorprendida por lo visto en Chachapoyas, pero lo que íbamos a ver en los alrededores de Casma la iban a emocionar más. Salimos a las 9 y media de la mañana rumbo a Chimbote. La estrechez de la carretera Panamericana, el excesivo tráfico y la terrible imprudencia de los choferes, sobre todo los de transporte público, hacían penosa la ruta. El anterior gobierno había anunciado, con bombos y platillos, la famosa Autopista del Sol, la cual debe llegar hasta Sullana. Ojalá me quede vida para poder ver esa promesa. Sé que hay tramos cerca de Casma que muestran la otra vía que acompañará a la actual, pero todo apunta que será otra carpeta asfáltica y no una verdadera autopista con todos los recursos de una vía moderna. Veremos en qué termina (me huele otro hediondo arreglo del gobierno de alan –con minúscula-). Esa travesía hasta Chimbote es toda una odisea: te cruzas con camiones llenos de caña de azúcar que violan todas las medidas de seguridad de cualquier civilizado (Carmen es española y me sentía con vergüenza de ser testigo de su indignación); además ómnibus interprovincial manejados por choferes irresponsables que llevan a su gente como ganado; automóviles que se caen a pedazos y que circulan sin luces ni otras medidas de seguridad; y la interminable retahíla de autos y otros vehículos que corrían a su destino sin importarles los demás. Manejar por nuestra Panamericana es manejar en la jungla.

Llegamos con los nervios un poco crispados a Chimbote, ciudad a la que se podría llegar en menor tiempo si no fuese por el tráfico. Chimbote tiene amplias vías bien tenidas, hay una mejor señalización vial que la que tiene Trujillo. Tiene avenidas anchas que comunican con el Nuevo Chimbote, zona donde hay buenos servicios, hoteles y una catedral bastante impresionante. Pero nosotros no teníamos muchas ganas de quedarnos aquí. El año pasado habíamos hecho una pascana aquí, en el restaurante Venecia, cuando vinimos con Gilberth y Gustavo de paso a Las Aldas. Comimos un lomo saltado extraordinario con un café reparador. Hay buenos restaurantes en el Chimbote antiguo; además recuerdo haber comido bien en el ex Hotel de Turistas. Pero esa visita gastronómica la haremos al día siguiente, luego de nuestro objetivo final. Así que seguimos camino hacia Casma. Pero ya cerca de nuestro punto de llegada, atravesando unas dunas y colinas de arena y unas impresionantes vistas del mar, Orietta nos dijo: “no me caería mal un cebichito”. Palabras claves que nos motivarán a dirigirnos a un bonito lugar que he visitado con frecuencia. Pedí a Carmen doblar en la entrada a Tortugas para que descubra una belleza de lugar, además de un impresionante cebiche que íbamos a comer para calmar nuestra hambre. Fuimos al restaurante Costa Azul, lugar donde comimos un cebiche proverbial, fuera de un delicioso chilcano y una surtida fuente de chicharrones mixtos. Todo rociado con cervecitas para calmar la sed y bajar los sabores picantes. Ya saciados, volvimos a nuestra ruta, puesto que teníamos que llegar a Casma para instalarnos en nuestro hotel y poder aprovechar la tarde y visitar Sechín (según la guía de viaje cerraba a las 5 p.m.). Llegamos a Casma, pero no nos percatamos del letrero que indicaba nuestro hotel, Las Poncianas, al cual ya había visitado en 1997. En la Plaza de Armas pedimos ayuda a un policía para que nos ayudara y nos dio la ubicación. El hotel es simpático, pero la atención un poco descuidada. Estuvimos un buen rato en la oficina de atención hasta recibir las indicaciones pertinentes. Nuestros cuartos eran cómodos, aunque las chicas tuvieron problemas con el agua caliente. Dejamos nuestras cosas y nos dirigimos hacia Sechín; la Vía de Evitamiento te ayuda a tener que soportar el tramo casi intransitable que se han tornado las seis o siete cuadras del corazón de Casma; algo así como Barranca en sus más terribles momentos.
Saliendo de Casma, ir a Sechín es cuestión de minutos. Tomamos el camino que lleva a Huaraz y en un par de minutos estás en la entrada de Sechín; el lugar da mucha pena, puesto que el mantenimiento y la información es pobre. Este impresionante lugar daría para mucho más, pero la desidia ha hecho que el lugar haya caído en una suerte de abandono. Es una las zonas más antiguas del Perú y de las Américas, y no merece el trato que tiene. Su pequeño museo está presenta un descuido total. Hay un par de restos muy interesantes: la momia de una mujer joven sacrificada de Tuquillo y un par de brazos que muestran los tatuajes que este personaje tenía. Mucho mejor preservado que la Dama de Cao. Luego de la visita al museo, fuimos solos a ver el complejo arqueológico. Todo ese templo con todo ese lenguaje iconográfico está ahí para tener la ayuda de alguien que te pueda dar luces del lugar. He escuchado muchas teorías, muchas hipótesis sobre este lugar, lleno de lugares arqueológicos por doquier. En realidad, este valle es feraz y algo que les contaba a mis compañeras de viaje es el hecho de que este valle no desaparece el sol; quizá por ello se haya construido 



























un bello observatorio solar. Pese a nuestro autoguiado, logramos recorrer todo el lugar llamado Sechín Alto. Hubiéramos tenido la ayuda de John, un profesor que nos guio al día siguiente para poder ver Taukachi Konkan o algo de Sechín Bajo, ya cubierto por la población. Antes de regresar al hotel, hicimos una visita por el valle Sechín y "subimos" un poco en dirección a Huaraz. El valle es muy fértil y ves diversas plantaciones a ambos lados de la carretera; hay viñedos y otros frutales, así como ya una fuerte presencia de compañías agroexportadoras, Ojalá que no se les ocurra hacer de esta zona, una de monocultivo. Esperemos que no.

Retornamos a nuestro hotel para descansar y salir a comer algo en la noche.

Salimos caminando hacia el pueblo. Comimos algo ligero y luego hicimos una caminata. Vimos que habían hecho una suerte de alameda en la que habían puesto detalles de las ruinas del lugar; en realidad, si quieres hacer recuerdos de la zona (turismo puro), tienes tanta iconografía para hacer recuerdos líticos o ropa. No vimos nada de eso. Fue una cultura lítica y no queda nada de esa tradición. Se perdió en el tiempo. Luego fuimos a un pequeño pub con buenos servicios y ambiente agradable, el Bohemia. Retornamos a las 11 de la noche para al día siguiente ir a nuestro objetivo principal: Chanquillo.

Ya temprano, luego de una buena ducha y del desayuno breve, partimos con nuestro guía y nuestras cosas rumbo a Chanquillo. Este lugar tiene dos accesos; uno, por el valle de San Rafael; el otro, por la carretera Panamericana. Este último lo recuerdo mucho, puesto que fue ese que tomamos cuando vinimos en 1984 con Maritza, Zoila, Pablo y yo, también viajeros impenitentes. Y fue esta la ruta que elegimos. Ya ves en el camino lo que había comentado en un inicio: la otra vía paralela a la actual de la Panamericana. A unos 16 kilómetros hacia Lima se halla el desvío. Ingresamos a un camino de arena, ya frecuentado por los arqueólogos que dirigen el proyecto. Vas adentrándote en medio de la soledad de los arenales. Aún temprano y nublado el clima, la arena aún un poco fría y estable, pero aun así nos causa temor el hecho de quedarnos estancados. Carmen es una buena pilota y llegamos a nuestro destino tras un poco de emociones. Algunas de las huellas trazadas iban a otros rumbos y en verdad fue una buena decisión haber ido con nuestro guía. A lo lejos se veía la silueta de la fortaleza-ciudad-templo. Pero en verdad, llegar a través del valle de San Rafael es más impresionante, dicen, ya que ves en la cima la construcción. Bastante parecido a Kuélap en cuanto ubicación estratégica. Descendimos de la camioneta y nos fuimos hacia el monumento. La llegada es interesante, pero a medida que nos íbamos internando, nos íbamos sorprendiendo más. El lugar ha entrado a recuperación, pero hay huellas de destrozos causados por los viajeros escolares y los no tanto, quienes dejan sus “recuerdos” de estancia pintando las paredes y dañando, en algunos casos, el estuco original. El lugar se va descubriendo lentamente y cuando ingresamos al segundo anillo, nos íbamos a encontrar con más bellezas. Comenzamos a circundar el segundo anillo y descendiendo hacia el norte, hacia el valle de San Rafael, circunvalando el espacio, vimos a lo lejos el famoso calendario solar, rodeado de arena, dunas y un poco más allá, el valle. Los paisajes que rodean al lugar son magníficos y también nos muestran lo estratégico de la ubicación de este monumento. Quizá en los momentos de asedio por parte de enemigos al valle, la población del mismo se escondía en el lugar. La visita al último anillo nos acercó a una especie de adoratorio. Todo parece indicar que este lugar no se hallaba habitado cotidianamente y no hay cementerio alguno en él. Salvo que la arqueología nos depare otras sorpresas más, como siempre en nuestro país. El lugar está en estudio y hay arqueólogos de la Católica que están liderando el proyecto.

Una vez concluida nuestra visita, pasamos a dejar a nuestro guía en Casma y partimos de retorno a Trujillo. Pero antes teníamos que ir a otro lugar en Nepeña: Punkurí.

Este lugar fue el que elegimos para visitar antes de dirigirnos a Chimbote donde almorzaríamos. Punkurí es un resto arqueológico que viene siendo trabajado entre la universidad y la empresa privada ubicada en el valle de Nepeña. El lugar está bien tenido. Hay un pequeño museo de sitio y nos indica que este lugar tiene más de cuatro mil años. Parece un espacio chavinoide. Hay figuras de felinos, parece ser el puma. Las formas la hacen parecer a Sechín, pero hay otras teorías. Este lugar es muy antiguo. Nos hubiera gustado entrar a Pañamarca, pero el hambre nos hizo dirigirnos a Chimbote. Luego de llenar el tanque, nos fuimos a un restaurante que nos recomendó un muchacho del grifo. Y estaba en lo correcto.

Luego de almorzar, tomamos el camino de retorno a Trujillo. Llegamos tranquilamente para poder disfrutar las últimas horas del domingo. Casma quedó en nuestras retinas.

domingo, 19 de julio de 2009

LAS ALDAS, VISITA A LOS ORÍGENES


El día de ayer, julio 18, un grupo de amigos decidió hacer un viaje a la historia preinca de nuestro país. Este viaje había sido planificado con varias semanas para visitar este lugar arqueológico ubicado casi en medio de la costa fascinante del Dpto. de Ancash. Salimos temprano en la camioneta de Gilberth; en un principio íbamos a ir 4 personas, pero una desistió por razones de trabajo. Una mañana húmeda, neblinosa nos pudo haber amedrentado; pero el interés nos movilizó hacia nuestro objetivo.

Salir de Trujillo a esa hora con un tránsito pesado y una estrecha carretera Panamericana, desalentaría a cualquier persona que tiene los nervios de punta: viajar por nuestras carreteras, más que una bonita experiencia, puede ser una pesadilla. El Alto Salaverry es insufrible a tempranas horas (buses que vienen de Lima o gente que se va a trabajar a las esparragueras). Además el estado de esta pista es bastante malo, por lo que está en permanente reparación, volviendo varias secciones de la carretera en una sola línea para el uso de ambas direcciones. Cruzarte con un gran camión de carga siempre te causa cierto temor. Pese a todo, seguimos nuestro camino jabonoso (por la llovizna) hasta Virú; la mañana seguía gris y ya estábamos necesitados de algo de comida, un café o algo reparador. Enrumbamos hacia Chimbote. Tras pasar Chao, el camino se hizo un poco desértico. Llegamos a la frontera con Ancash, cruzas el río Santa, de ahí hasta Coishco, cruzas uno de los túneles más largo de nuestra Panamericana y entras a Chimbote. La ciudad tiene una fea entrada, pero se la ve ahora en una nueva dimensión y un intento (espero que no infructuoso) de urbanizarla. El estrecho ingreso a esta ciudad por una suerte de mercado hace penoso el tránsito y no me extraña que no haya muertes en los meses del año: imprudencia de conductores y peatones hacen las condiciones perfectas para una o dos muertes mensuales.

Tras el agónico ingreso, nos fuimos a tomar un desayuno-café-tente-en-pie en el Venecia. Me encontré con una exalumna de la Universidad en la que trabajo; quizá por eso nos atendieron bien. Un buen desayuno, unos buenos sánguches de lomo y un delicioso chicharrón nos devolvió la alegría, el entusiasmo, los nervios y la voluntad de seguir; el café ahí es proverbial. Vale la pena la visita. Para bajar el conato de almuerzo (eran las 11 de la mañana ya) decidimos caminar para buscar algunos rollos de fotografía. Objetivo logrado. Tuvimos la mala idea de salir por la carretera antigua. El tránsito era insoportable. Chimbote tiene un tráfico endemoniado. Pero, a raíz de la construcción y desarrollo de Nuevo Chimbote, se han construido varias avenidas anchas para comunicarse con el antiguo; una de esas tomamos a nuestro retorno con un tráfico más fluido.

De ahí a Casma, el camino fue más dócil. La carretera te va mostrando cerros o inmensas dunas de arena, un espectacular paisaje. Y hay zonas en la que la carretera se aproxima al mar y ves ensanadas, penínsulas e islas en una de las partes más bellas de la costa peruana; entre esas pequeñas bahías ves caletas escondidas a las cuales accedes por caminos de trocha. Antes de llegar a Tortugas, la visión de paisajes te invitaría a detenerte para apreciar la inmensidad de la naturaleza.
Casma es, como todos los pueblos de nuestra costa, una pequeña ciudad construida en torno a una carretera. Una pesadilla. El negocio ambulatorio ha sido un poco erradicado, pero inmensos buses pasan al costado de enclenques mototaxis que podrían ser fácilmente aplastados, gracias a la increíble imprudencia de los mozalbetes que manejan los mismos. Ningún control con estos choferes hace que estos proliferen y hagan una tortura cruzar esta fea ciudad. El atractivo es Sechín, por ese motivo hay un par de hoteles simpáticos; además el valle de Nepeña es una maravilla. Lástima que lo esté destruyendo el sobrepoblamiento de Casma (esta ciudad crece rápidamente). Casma está en el kilómetro 375. Nuestro objetivo: kilómetro 345.

Íbamos escuchando buena música, la de los 70. Gustavo, el otro acompañante, no estaba muy de acuerdo. Según Gustavo, él ya estaba viendo el paisaje en blanco y negro por la antigüedad de la música. Discrepamos pero la pasábamos bien. Tan bien que nos pasamos de la entrada. Seguimos camino hacia Culebras y Gilberth decidió llamar. Suerte nuestra. Nos habíamos pasado casi 20 kilómetros al sur. El problema es que no hay una marca o cartel que indique el ingreso. La zona se conoce como La Grama, hay un restaurante en el camino con ese nombre. El ingreso es a través de una trocha carrozable. De pronto ves una zona de pequeñas construcciones relativamente nuevas con un sendero trazado por un piedras pintadas en blanco.

Al llegar fuimos recibidos por el propietario del lugar, el Sr. Aldo Scarpatti, quien nos enseñó las instalaciones del hotel y quien luego nos guió al santuario arqueológico. El lugar es bello, con playas de rocas, lo que ofrece un color especial de las aguas del mar: turquesa oscuro. Pese a ser un día nublado, el mar daba ese color (imagino cómo será en verano y sol brillante). Don Aldo nos llevó al motivo central de la visita: el complejo piramidal, el cual podemos observar desde el hotel. El sitio ha sido visitado por muchas personas y han escrito al respecto; pero, parece ser, que aún no hay un trabajo sistemático al respecto. Han pasado personas como Rosa Fung, gente de la Universidad de Yale, una misió japonesa (la que hizo una limpieza a varias partes de la escalinata y puede verse el interesante trabajo de construcción de la impresionante pirámide central, ubicada estratégicamente sobre una colina que hace ver la ensenada, algunas islas, el mar y, además, tienes una vista impresionante del cerro Mongón, el cual tiene un interesante microclima (como el de Lomas de Lachay, cerca a Huacho, y cerro Campana en Trujillo) y además es fuente de agua gracias al atrapanieblas natural de este cerro. Sobre esto informa someramente Róger Espinosa en su libro "El Perú a toda costa" en su primera edición (1997) en las páginas 195 y 196.

Don Aldo es un ferviente apasionado por poner el valor (para su difusión y su costoso mantenimiento) dicha zona arqueológica. Había leído una pobre información al respecto hace muchos años cuando vine aquí con otro grupo de amigos en 1986, para visitar Chanquillo, otro lugar impresionante y que quiero visitar nuevamente. La distancia de este lugar (las Aldas) hasta Chanquillo es de 17 kilómetros en línea recta. En lo alto de la pirámide, se distinguen dos líneas rectas que trazan el camino hacia Chanquillo, una suerte de fortaleza circular.

Por ahora todo lo que se pueda decir al respecto de Las Aldas es un poco especulativo. Don Aldo nos explicaba sus propias hipótesis sobre el origen, función y vida social del mismo lugar; pero que es antiguo, lo es, más allá de los 4,500 años; quizá sea contemporáneo a Caral, quizá. Que hay mucho por investigar, lo hay. De todas maneras, la historia está ahí, delante de uno.

Para culminar, nos fuimos al pequeño poblado de pescadores. Hay restos de lo que fue un centro de acopio guanero, el que fue destruido por un oleaje causado por el terremoto de 1966, que afectó a Lima. Se ven aún las estructuras del edificio.

Pedimos comprar pescado fresco, no lo había, fuimos a una humilde tienda; allí compramos pescado frito: lenguado, jurel y chita. Estos pescados saciaron nuestra hambre física, luego de haber saciado nuestra hambre cultural. Cerramos un viaje redondo con emoción y todo. Gilberth prendió la camioneta e iniciamos el camino de retorno. Volveremos en verano.


miércoles, 18 de febrero de 2009

PASTORRURI, UN TRISTE FIN Y GRAVES EFECTOS COLATERALES




LO IMPOSIBLE HECHO REALIDAD

Lo que alguna vez se comentó y pasaba por nuestros oídos como Ciencia Ficción, se está haciendo realidad inexorablemente. La primera vez que fui al Callejón de Huaylas en 1985, veía para mí uno de los lugares más bellos del país. Al toparme por primera vez con Huaraz, nuestro nudo de comunicación, fue encontrarme con una ciudad a medio construir: habían pasado 15 años desde aquel nefasto 31 de mayo del 70 y la ciudad aún mostraba grandes solares en pleno centro de la misma, solares que habían albergado casas que se habían caído o derruido por el violento terremoto. Huaraz había sido una ciudad bella con sus techos con tejas rojas y con sus estrechas calles (las que se convirtieron en una trampa mortal para cientos de huaracinos que murieron ese día)

Una de las visitas que más me sorprendió fue la de Llanganuco. En esa época, la laguna era límpida y el día que fui con 3 amigos más éramos los únicos que habíamos ido a visitarla. El encuentro con este celeste espejo de agua a los pies del nevado Huacarán, fue una de las emociones que aún guardo con mucho cariño y respeto por la monumentalidad del lugar. Tengo una foto ampliada de una de las laderas del Huascarán (impresionante), y la mostré a un amigo de la zona; él me explicó que la zona fotografiada mostraba el camino que el glaciar había trazado al desprenderse y caer sobre las aguas del lago para después deslizarse como un "huayco" (alud) inmenso que destruyó a Yungay y Ranrahirca minutos después. Esa zona (tal como la tengo en la foto) aún permanecía bastante yerma con escasa vegetación, 15 años después.


En 1992 volví a ir a estos parajes con un poco más de tiempo, pero con más gente (casi 80). Esta vez la visita incluía Pastorruri, sitio que no había sido explotado como recurso turístico hacia los 80. Pastorruri era un lugar simpático, pero el sitio se hallaba saturado de visitantes; algunos de ellos bajaban con trozos de hielo del glaciar para "llevárselos de recuerdo". Las personas ascendían sin ningún control y varios, por la altura, alquilaban una acémila para tratar de subir un poco más (como falda de una suerte de colina de hielo no era notable un "pico")

En 1999, volví esta vez con un grupo más pequeño y ascendimos un poco más, logré entrar a una suerte de caverna en la que veías estalagtitas y estalagmitas, y aún el suelo mostraba signos de congelamiento. Pero ya recordaba que la nieve "había subido" lo suficiente como que para el terminal de buses y camionetas improvisado (con basura, bulla, vivanderas, caballos, burros, gasolineras informales) se encontrara bastante más alejado de las primeras muestras de nieve.

El año pasado fui a Huaraz. Pastorruri ya está cerrado (espero que definitivamente para evitar que lo poco que queda sea depredado por el turismo rapiña que existe en el Callejón de Huaylas). Lo que por mucho tiempo era el "producto de bandera" (eufemismo que emplean para sobreexplotar algo) del turismo, terminó por ser destruido e irremediablemente perdido. Como este glaciar, otras zonas nevadas del famoso Callejón de Huaylas, la famosa Cordillera Blanca, se está irremediablemente perdiendo.

No hace mucho discutía con algunas personas sobre el tema del calentamiento global y la destrucción irreversible de muchos de nuestros recursos. Es obvio, por ejemplo una especie cuyo último ejemplar (sea animal o vegetal) sea destruido, esta especie desapareció del planeta. Pero esta gente (al igual que el obispo famoso, Richard Williamson, niega el holocausto) me comenta muy suelta de huesos que todo lo del calentamiento global es producto de mentes aviesas, ONGs ambientalistas de izquierda o gente que quiere negar el progreso (como ellos lo entienden, por supuesto). Muchos arguyen que los datos son falseados, que son cosas cíclicas u otras hipótesis peregrinas que están más ligadas a lo apocalíptico que a un estudio científico. Bueno, uno con sensatez y quien haya visitado este ex bello paraje de la sierra peruana tendrá, lamentable, una demostración válida del deterioro que causa el deshielo de nuestros glaciares, adosado con el pillaje que el ser humano hace de cualquier lugar que visita y depreda.

Nuestro país, como cualquier país del Tercer Mundo (mejor dicho, pobre) está siendo víctima de un pillaje sostenido de todos sus recursos para satisfacer apetitos inmediatos y con poca planificación por la errada concepción de desarrollo y la idea de acceder a la modernidad a como dé lugar.

Para un ejemplo notable es lo que se viene con el contexto de nuestro ex glaciar.

Todos los peruanos sabemos, creo, que el río Santa se alimenta (sus aguas) de los deshielos de estos glaciares alguna vez llamados perpetuos (así lo conocí cuando estaba en el colegio). Todos los costeños norteños soñaron tener agua para sus desiertos y en un momento se hizo realidad. Se construyó un megaproyecto (Chavimochic) con la idea de la perpetuidad acuífera. Los estudios jamás hicieron consultas de rigor científico que hablara de todos los cambios y probabilidades que todo proyecto de tal envergadura, creo, debe tener; por ejemplo, un escenario en el cual el principal recurso escaseara.

Como parte de nuestra cultura general, en la cual todos tenemos miles de derechos y escasos deberes y responsabilidades, los agricultores de la zona sur del río Santa reclamaron (y por años) otro proyecto hídrico: CHINECAS. El río Chinecas en realidad es un gran canal de origen mochica que por su envergadura se convirtió en un cauce natural. Miles de agricultores y sobre todo, empresarios que ven una suerte de gallina de huevos de oro, han puesto la mira en las aguas del Santa para este proyecto.

Y así nacen los interesantes futuros problemas que ya están a la vuelta de la esquina. Pastorruri y sus demás "compañeros" glaciares están exhaustos. Cuando joven pasaba por el puente sobre el Santa y uno veía el caudal permanente de ese río; ahora hay periodos en que ya no fluye mucha agua. Los factores anteriores lo están haciendo desaparecer: pocos glaciares, Chavimochic y dentro de poco, Chinecas.
Si los glaciares se extinguen (les queda a lo más 15 años), ¿qué va a pasar con esos proyectos? La razón que se le dio es para un cultivo intensivo que genera una buena renta por abundante agua, mano de obra barata, buen clima, tierra buena; sobre todo, agua. Si ésta se hace casi inaccesible, ¿qué va a suceder? Alguien me dijo que ya tenían aguas alternativas para el proyecto, pero este proyecto también nos da agua potable; entonces, ¿quién tendrá prioridad? ¿un espárrago o yo? Actualmente somos una población que casi bordea el millón de habitantes por día. Una vez oí a un alumno del colegio, muy suelto de huesos y convencido de lo que decía, que la prioridad era el capital (esto es, la agricultura de exportación): tal imbécil recibió un abucheo general de sus demás compañeros. Pero espero que ese rechazo a la idea haya quedado grabado en la conciencia de los demás alumnos para que cuando vayan a tomar decisiones, no las tomen como ahora lo hacen muchos idiotas. Basta ver qué pasa en todos los países de este lado del hemisferio y la actitud complaciente y hasta cómplice de muchos de nosotros frente a problema como el de las minas, transgénicos, patentes biológicas ancestrales, etc..

Esta narración me ha enseñado (y la comparto con quien quiera leerla) lo íntimamente ligados que estamos con nuestro planeta: lo que haga a mi entorno, volverá a mí como un boomerang, inexorablemente. Cuando dejé Pastorruri la última vez aquel 1999, me iba con la certeza que ya no lo vería más. Por mi mente corre ese temor que muchos de los bellos lugares que he estado en mi país o en otros lugares del planeta serán también parte del rincón triste de mis recuerdos. Ojalá no sea así.

lunes, 8 de diciembre de 2008

VIAJE SUFRIDO A HUARAZ



Huaraz es una ciudad extraña. Hacía exactamente 9 años que no había ido por esta parte del país y gracias a la insistencia de Melissa (¡cómo la extraño!) decidimos ir al Callejón de Huaylas. Como decidimos el viaje un poco precipitados, tuvimos que dirigirnos a una agencia de viajes. Eran los días feriados de año nuevo; íbamos a despedir el 2007 y recibir el 2008 en las alturas. Salimos el 29 de diciembre en un bus relativamente cómodo. Nos esperaba casi 8 horas de un viaje que podría ser más corto si las autoridades se decidieran hacer la carretera por Casma (muchos amigos me han dicho que ese sí es un viaje de paisajes extraordinarios). Llegamos a Huaraz a las 7 de la mañana e inmediatamente nos fuimos al hotel; un suculento desayuno después del merecido baño nos preparó para comenzar el día. No bien habíamos culminado nos dieron los nuevos datos, ya que nos habían dicho que por razones de fuerza mayor nuestro paquete había sufrido cambios. A remar.

Subidos en una combi con otros pasajeros, nos fuimos a un bosque de rocas (Hatun Machay) que quedaba camino a la laguna de Conococha. Primero se hizo la gestión del almuerzo, teníamos que asegurarlo ya que se planeaba regresar tarde, exhaustos y hambrientos. Conococha es una laguna extraña, rodeada de un vegetación poco frondosa (por la altura) y presentaba algunas zonas de su espejo de agua con congelamiento. Cuando salimos, el frío y la lluvia corrió a algunos de nosotros a nuestra movilidad. Ahora sí, nos íbamos a nuestro objetivo principal. Pero ya en el camino nuestro guía nos iba advirtiendo que él había frecuentado escasamente este lugar, aún así abrigaba la esperanza de que la íbamos a pasar bien.
Encontramos la ruta y comenzamos a ascender lentamente por la sinuosa trocha. A medida que íbamos avanzando, una densa niebla comenzaba a caer sobre la zona. Muchos no nos dimos cuenta de que prácticamente con ese fenómeno climático, nuestro paseo había acabado. Seguimos ascendiendo un poco más para ver algo del impresionante paisaje. Sólo niebla blanca y algunas siluetas difusas de grandes piedras. Avanzamos casi media hora más y nuestro guía se declaró literalmente perdido. Ni modo. Algunos bajamos por apremios primarios. La niebla permitía a muchos de nosotros ocuparnos con comodidad; las chicas tenían un poco más de problema (Freud en estas situaciones tiene razón). Luego, cuando ya veíamos el paseo abortado, decidimos aprovechar algo; algunos soltaron la peregrina idea de caminar por ahí; Melissa, ducha en la materia, nos llamó a la reflexión: perderse en esa niebla era fácil y podía complicar a todo el grupo en su retorno. Así pues, decidimos nuestro regreso a Huaraz.

Almorzamos en el lugar pactado. Bastante decepcionados, regresamos a Huaraz, pero pedimos ir a Monterrey en vez. Un poco de aguas termales para relajarnos. Pero lo que vimos sí fue ahondar más nuestra colectiva frustración. Melissa, Gustavo y yo mirábamos lo que alguna vez fue un lindo hotel con cálidas instalaciones. No. De los baños queda poco, sus servicios dañados o casi colapsados; en algunas las herrumbres y los óxidos hacen de ese espacio un lugar peligroso. Los baños no tienen ni punto de comparación con los Baños del Inca de Cajamarca. Decadencia total. Así que resignados regresamos a nuestro hotel para comer algo. Con vino y simpática comida terminamos el primer día.

CHAVÍN DE HUANTAR

Luego de un nefasto primer día, salimos a Chavín. Recordaba la ruta como algo muy accidentado, sin pavimentar. La primera vez que fui fue en 1985. Chavín no tenía servicios básicos decentes; ahora es otra cosa. La carretera está en varios buenos tramos bien tenida. El ascenso es sorprendente y tienes paisajes extraordinarios que merecen que vayas observando todo para no perder detalles. Llegamos a la laguna de Querococha e hicimos un buen alto en el viaje. Alucinante, luz solar límpida en un aire frío (estamos a más de 3 mil metros de altura) irradiaba todas las cosas, animales, personas, el lago. Seguimos nuestro camino. nos detuvimos a comer en un buen restaurante en el camino, poco antes de ingresar a Chavín. Comimos bien y barato: trucha, chicharrones, frutas del lugar.

Culminada nuestra opípara comida, nos fuimos a Chavín: llena de negocios, hoteles, restaurantes, se ha vuelto una suerte de Meca del turismo nacional y del internacional que visita nuestro país. El lugar estaba lleno y eso hacía un poco difícil la visita de las instalaciones. Como teníamos varias guías (libros) buenas, decidimos ir por nuestro lado, ya que en el grupo iba un grupete de niños majaderos que interrumpían las explicaciones. Chavín sí es un lugar magnífico y ha sido muy grato para mí hacer este reencuentro con este mágico espacio. Hay ahora nuevas secciones abiertas, profundos túneles que han sido descubiertos, luego de haber estado miles de años en el olvido e incluso sepultados. Hay zonas que tienen buena iluminación eléctrica, pero siempre hay vándalos que quieren convertir algo de esta histórica zona en su recuerdito del viaje. Idiotas.

A lo lejos oíamos los truenos, se acercaba una buena lluvia; fuimos apretando el paso. Nos apuramos para ver el pequeño pero interesante museo de sitio; hay piezas hermosas que necesitan urgente una restauración; en verdad, están ahí perdidas en la nada y en otros lugares serían piezas valiosas de sus colecciones museográficas. Es notable el trabajo en piedra (lo vi en los Huamachuco, pero éste es un pueblo que se desarrolló casi 2 mil años después).

Nos fuimos a nuestro bus y, de repente, la lluvia comenzó a caer en toda su furia, pronto las calles de la ciudad se anegaron.

En el retorno hablábamos con el guía sobre otros interesantes viajes de la zona. Pero lo más interesante y bello estaba por venir. Antes de entrar al túnel, el guía nos dijo que si para la parte de donde nosotros regresábamos estaba bajo la lluvia, al otro lado del túnel nos íbamos a encontrar con nieve. Creo que pocos lo escucharon. Pasamos el túnel y un manto blanco cubría las laderas de las montañas como parte de la carretera. Simplemente bello. Melissa estuvo feliz y nostálgica. Creo que la naturaleza nos enseña que la belleza está ahí y que debemos regresar a ella. Con este viaje cerramos el 2007. Cuando llegamos a Huaraz, nos preparamos para nuestra última cena del año y comimos rico entre abrazos y buenos deseos. Chavín de Huántar nos enseñó que sí podemos cumplir con nuestros mejores deseos.