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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 13 de abril de 2014

ZARAGOZA, LA ROMANA

Domingo 28 de julio. Era la primera vez que pasaba las fiestas patrias fuera del Perú. Son fiestas que sueles vivirlas en ciertos lugares que te corresponden (o crees que te corresponden). Lo mismo me pasó con las navidades de 1994, que las pasé en Suiza, mi navidad blanca. Ese día nos levantamos temprano para poder gozar un buen día con el fin de caminar sin la presión del agobiante calor. Habíamos acordado no sufrir tanto como el día anterior, así que tomamos nuestras precauciones.  Decidimos ir por las calles paralelas y ganar sombra; además las calles estrechas “cogen” vientos para refrescarnos. Caminando con calma, pero no tan relajados, llegamos a una iglesia que nos llamó la atención: iglesia de Sta. Engracia. El lugar es muy antiguo, según los datos históricos; además tiene los restos de la santa, de quien han tomado su nombre, y otros más. Zaragoza tiene un amplio panteón de santos y santas. La portada es impresionante y es lo único que se salvó del edificio antiguo que fue completamente derruido a la retirada de los franceses en 1808. Tuvo mucha importancia en los siglos XVI al XVIII bajo la orden de los jerónimos. La iglesia actual, salvo la portada, fue construida luego de la demolición del anterior en 1836. La construcción es bastante alta y fría. Hay muchas imágenes nuevas (entre ellas, la de Monseñor Balaguer, fundador del Opus Dei, personaje importante en la zona), pero lo más valioso es la presencia de dos sarcófagos del siglo IV, época a la que se remontan los orígenes de este lugar religioso. Además hay una cripta que se remonta a esa época. Hay dos ingresos a la misma: uno por una puerta lateral derecha, tomando como perspectiva la puerta de ingreso o salida de la iglesia; otro, acceso directo desde la calle. El lugar no lo pudimos visitar, ya que había un oficio religioso. Hay tumbas, al parecer, de antiguos cristianos que se enterraban cerca de la tumba de la santa. Este lugar fue sellado, ya que contiene una pila bautismal en la cual se bautizaban sumergiéndose en la misma, costumbre que fue descartada por los católicos, puesto que la usaban los arrianos visigodos y se convirtieron al catolicismo. La cripta fue rescatada casi dos mil años después.
Salimos de la iglesia con rumbo a ver a la Zaragoza romana. Hay diversos monumentos y sitios arqueológicos que nos lo hacen recordar. Así que nos fuimos hacia los dos monumentos más relevantes: el teatro y los restos del foro y el puerto fluvial. Además vimos los restos de unas termas y baños, a modo de entremés.
El teatro es un monumento notable; han hecho una restauración e instalaciones para acompañar este gran resto arqueológico que sería la envidia de cualquier buen resto arqueológico de nuestro país. El teatro se hallaba en el olvido hasta que en 1972, cuando pensaban hacer un inmueble lo hallaron. Tardaron más de veinticinco años (la burocracia, cuándo no) para las excavaciones y restauraciones. En el 2002 se inició la construcción del excelente museo, instalaciones que no solo te muestran las ocupaciones romanas, sino todas las que hubo hasta entrado el siglo XIX, como lo muestra la visita a la segunda planta del mismo. Pero, luego de ver los restos, la reconstrucción de la vida de este espacio es genial, no solo con imágenes, mapas, videos, maquetas o textos interactivos, sino con hologramas que nos hacen ver piezas teatrales romanas. El lugar cayó en desuso y fue ocupado por árabes, judíos y luego la expansión renacentista hasta ser rescatado para convertirlo en patrimonio de la ciudad, España y el mundo. Estuve en otros teatros y anfiteatros griegos y romanos como Cesárea en Israel, Éfeso en Turquía o Epidauros en Grecia. Aunque no llega a la inmensidad  de Éfeso o a la belleza e Epidauros, sí es un resto arqueológico notable.  De ahí nos fuimos caminando a las termas públicas (una cuadra de distancia); interesante resto arqueológico, hallado en 1982. Las termas eran lugares muy usados por los romanos, muy dados a la limpieza y cuidado corporal. El spa del siglo I que duró trescientos años. En el lugar ves el sudarium, el caldarium, usado para calentar el agua. Hay un espacio para letrinas, que también era colectivo. Había otro sentido del pudor y otro acercamiento hacia las relaciones corporales que nosotros hemos truncado u obviado por un nuevo sentido del pudor. Terminada nuestra visita a este sitio arqueológico, nos fuimos a ver el otro gran conjunto monumental (que en la actualidad es subterráneo) que es el Foro y el puerto fluvial. Digo subterráneo, puesto que se halla bajo la plaza de la Seo. Allí, para ingresar al monumento, han construido una estructura arquitectónica que asemeja a un cuadrado de vidrios; ingresas para validar tu boleto (con uno puedes entrar a los tres lugares romanos) y luego puedes descender con un ascensor abierto. El foro se hallaba cerca del río Ebro, puesto que cerca se hallan los restos del puerto. El río se ha retirado, pero quedan las instalaciones que evidencian una fuerte actividad portuaria. En el foro se hallaban los principales edificios que regían el poder: Templo, curia (lugar del senado) y basílica. Este espacio nos recuerda que la ciudad fue creada por Augusto, pero fueron culminados varios de sus edificios en época de Tiberio. Todo esto lo podemos ver con la sala que proyecta un documental en pantalla grande, pero que luego se desplaza a diversos lugares del ambiente para sentirte inmerso en la época.
Una vez culminada la visita, nos fuimos a almorzar por un lugar simpático, cerca de la Plaza del Pilar. La crisis ha afectado al turismo español. Nuestro hotel, siendo temporada alta, solo tenía tres pisos llenos, de las siete plantas que tenía. Nos lo comentaba la señora que trabajaba en cocina y nos atendía a la hora de cocina. Mucha gente de hoteles ha sido despedida por no haberse cubierto las plazas esperadas. Ella misma estaba en zozobra, ya que ella era la única que sostenía su casa, su esposo estaba desempleado a lo igual que su hijo. Dura realidad. Por eso, los servicios en general eran de fácil acceso y no tenías que hacer cola para poder almorzar en un restaurante o entrar a un sitio arqueológico, pese a ser domingo.
Luego del almuerzo, nos fuimos a la catedral de la Seo o San Salvador: acertada decisión. Este bello monumento eclesiástico es de origen musulmán (la parte exterior muestra detalles mudéjar), pero a la captura de la ciudad por Alfonso I, el Batallador se convirtió en un espacio cristiano. Pero  antes de ser un espacio sagrado musulmán, fue el templo romano que estaba en el foro, que está en sus bases. Esta catedral fue usada por la corona aragonesa para la coronación de sus reyes. Como lugar turístico, así como la catedral de Cuzco o Arequipa, la iglesia ofrece pocos servicios religiosos para ser más usada como lugar de visita. La iglesia muestra las diversas etapas históricas que atravesó el monumento y, como muchos monumentos y lugares de Zaragoza, nos muestra esa íntima relación que hubo entre el mundo musulmán y el cristiano es España. Tras la reconquista cristiana, este país cometió dos grandes errores que hubieran cambiado su futuro: la expulsión de los judíos y la expulsión de los musulmanes. Errores crasos que determinaron la decadencia que este país iba a vivir doscientos años después. Pero ya no debemos dar marcha atrás y sirve como lección. El monumento fue mejorando históricamente gracias al papado del siglo XVI así como la nobleza aragonesa que enriqueció este lugar. En 1998, los actuales reyes la abrieron, luego de una dedicada restauración. En el interior, vemos muchos altares y capillas, algunas de las cuales albergan algunos de los santos y santas importantes. Lo interesante, y me hace recordar la iglesia de Roskilde en Dinamarca, es que cada una de ellas representa un periodo artístico: por ejemplo, la capilla de San Vicente Mártir es un bello ejemplo del churrigueresco o la renacentista tardía capilla de San Bernardo, una joya. O la plateresca capilla de San Miguel. Luego de caminar entre yeserías y capillas nos fuimos a ver una colección muy interesante de la iglesia: Los tapices de la Seo. Estos se hallan en un espacio acondicionado para ello. Estos tapices llegaron por distintas razones, sea por prelados o reyes que trajeron y donaron su patrimonio. Otros por compra y otros por permuta. Los tapices todos tienen temática religiosa o mítica grecorromana, muy en boga en el renacimiento; la mayoría son de origen bíblico, sobre todo el nuevo testamento. Un total de 63 tapices, de origen flamenco, de los cuales se exhiben 23. Son de grandes dimensiones y muestran escenas religiosas, pero tomando como referencia el tiempo que los tocó vivir; por eso, los trajes, las usanzas y utensilios que evocan el siglo XV y XVI.   

Una vez terminada esta visita, pensábamos ir a la Aljafería. Pero el sueño pudo más. Para otra vez será. Al día siguiente regresábamos a Rodez. Luego de cenar, fuimos a caminar y nos encontramos con una librería abierta. Libros, revistas, me detuve a ver con mis amigas lo que nos ofrecía. Satisfice mi espíritu consumista. De vez en cuando, hay que hacerle caso. Así cerramos nuestro último día en Zaragoza.   

viernes, 11 de abril de 2014

LOS ÚLTIMOS DÍAS EN JACA

Luego de la interesante visita a la historia en varios de los puntos de la Jacetania, quedaron dos días más para vivir Jaca, tanto en lo académico como sus lugares de interés. Jaca es bastante pequeña como ciudad, pero acoge diversos eventos académicos gracias a su campus universitario. El evento nuestro organizado por AEPE era uno más  de los que estaban programados para ese verano. Durante el congreso asistí a diversas ponencias, muchas de ellas focalizadas en la problemática del mundo virtual en la enseñanza de nuestro idioma alrededor del mundo. Por eso, muchos hispanohablantes, entre españoles y latinoamericanos que residen en diversas partes, así como hispanistas o hispanófilos, nos reunimos durante una semana para ver diversos temas. Hubo temas, también, de los más diversos y me atrajeron dos: uno sobre Tristana y la versión contraste entre Benito Pérez Galdós, autor de la novela, y Luis Buñuel, autor de la película que tiene el mismo nombre, se inspira en ella y que tiene su propuesta subversiva y surrealista de la misma; la segunda y que dio pie a una larga conversación fue la presentación por parte de unos académicos taiwaneses de la obra El Zorro de arriba y el zorro de debajo de José María Arguedas. Ambas exposiciones terminaron en sendas conversaciones, como debe ser. Incluso la exposición de Arguedas dio pie a una buena conversación con estos profesores taiwaneses, quienes en todo momento hablamos solo en español. Había personas que lo hablaban impecablemente y serían la envidia de muchos personajes públicos que conocemos. Pero el mundo de la tecnología era lo que preocupaba más a los docentes, ya que, como yo, todos somos migrantes a este mundo virtual. Hay tantas posibilidades con estas herramientas para hacer más efectivo el aprendizaje significativo; pero también es una amenaza velada debido a la masificación de la enseñanza y la posibilidad de reducir costos y hacer más rentable este proceso, que es tomado como fabricar cerveza o jamones. Se fabrican alumnos también. Muchas de las cosas que se hablaban no me eran tan extrañas, puesto que las usamos permanentemente en nuestras aulas. Había ciertas conferencias y talleres que me parecían harto ingenuas, puesto que muchas las hemos visto y vivido hasta el hartazgo en mi casa de estudios. Lo que interesaba eran las discusiones en torno a este tema, puesto que hay puntos que no se van a agotar fácilmente.

El último día, viernes 26 de julio, hubo un último encuentro de talleres y luego una conferencia magistral centrada en el tema de las herramientas tecnológicas. Lo interesante fue el proceso de convertir los textos literarios en textos interactivos para el nuevo lector. Esto es cierto, el nuevo lector de hipertextos es un lector de ventanas; el proceso de convertir los textos literarios clásicos o actuales demanda a este conversor de textos una actitud empática para entenderlos y hacer una “traducción” eficaz y atractiva. Terminada la conferencia hubo una gran recepción para dar por clausurada con fin de fiesta el encuentro 2013. Por la tarde iba a haber una exposición por parte de Filipinas, país que invitaba a los asistentes para poder elegirla como sede en el 2014. Al final quedó Portugal. Antes de la presentación, y habiendo dejado a mis dos compañeras de viaje descansado (en calor sí aprieta), salí a conocer las últimas instancias de Jaca: la famosa ciudadela.  Esta es una gran fortificación pentagonal prácticamente del siglo XVII. Se edificó con fines militares ya bajo el concepto de una artillería que debería defender las instalaciones (por eso los muros son más bajos que los antiguos fuertes y castillos medievales en los que la altura era sinónimo de seguridad y defensa). Jaca está cerca de la frontera con Francia y es precisamente esta cercanía la que ha mantenida activa estas instalaciones. Ocupada por la Francia de Napoleón, es a su retiro que se ve la efectividad de sus murallas y defensas. Por ironías del destino, tal como nos explicó el guía, son los propios españoles quienes tienen que desalojar a los invasores de la fortificación. Ahora los franceses la invaden de turistas. El monumento es amplio, accedes a él a través de un puente, previamente uno debe comprar su boleto que le permite visitar las diversas instalaciones (sobre todo el museo de miniaturas). Cruzas un gran foso y llegas a un descanso para esperar al guía. Este nos pasea por sus anchos muros, algunos de los cuales tienen cañones de la época ya restaurados. El conjunto posee un amplio patio de armas que tiene en el centro el monumento a Felipe II de la casa Austria, quien mandó a construir este monumento de la actualidad. Visitas una pequeña capilla en la que se respira ambiente militar; incluso la imagen de la virgen de la Inmaculada porta armas en su calidad de patrona del ejército. Bastante singular. Y la visita concluye con un interesante museo temático: miniaturas que representan a ejércitos o momentos de la historia militar española y mundial.
Este Museo de Miniaturas Militares tiene más de 32 mil figuritas hechas en plomo, trabajadas primorosamente para representar húsares, aviadores, soldados, jinetes, paracaidistas, todo el mundo militar con sus uniformes y armas. Reproducen grandes batallas, desde el mundo egipcio hasta el siglo XX. Ver las campañas militares de los faraones o los choques de persas contra griegos (300 en miniatura), o ver el avance de elefantes con los cartaginenses a través de España en su camino a Roma; o las cruzadas en tierra santa y el poderío del reino aragonés en el siglo XV; o ver la conquista sangrienta del medio oeste norteamericano y la primera guerra mundial con sus aviones biplanos; o la lamentable guerra civil española y la segunda guerra mundial hasta culminar con la guerra del Kosovo. Bello, pero atrás de todo esto, es un recuerdo de la locura del hombre para mostrar su ingenio para la destrucción y muerte.

Al salir, me dirigí a ver las otras pequeñas iglesias de la ciudad. Fui a visitar la pequeña iglesia del Carmen y tuve bastante suerte, puesto que otros días que la intenté visitar se encontraba cerrada. La iglesia estaba poco iluminada. Bueno, nada iluminada. Con el flash me ayudé para ver algo de lo que este santuario podría mostrar. Lo interesante es que todas las iglesias y la antigua catedral están orientadas al camino de Santiago, algunas incluso marcan, con pasos diseñados en metal, el camino que el peregrino debe seguir. Y tienen muchos, como lo pudimos constatar cuando fuimos a un súper mercado y en el camino vimos la ruta señalizada con personas que comenzaba su peregrinaje. Lastimosamente, por esos días hubo un triste accidente que empañó la celebración: un tren se descarriló (24 de julio) con una triste cifra de 79 muertos.

Durante los cinco días de estancia en Jaca habíamos hallado un simpático bar administrado por un argentino y su joven esposa aragonesa. Algunas noches nos íbamos a hacer tertulia, conversar sobre las experiencias de viaje o el placer de estar reunidos en torno a un buen vino o un trago refrescante, luego de haber cenado. Era un rincón bohemio, librería abierta y cerca de nuestro hospedaje para no tener que preocuparse por las distancias largas. El último día pasé a despedirme y desearle buena suerte. Por la noche del viernes, hubo una cena para despedir a toda la gente de AEPE. Una buena cena, rociada de vino y una buena conversación con toda la simpática gente que vino de  todo el mundo por el amor a la lengua. Al día siguiente nos íbamos a Zaragoza por nuestro periplo aragonés.

domingo, 6 de abril de 2014

SIRESA EN EL ROMÁNICO ARAGONÉS

Al culminar nuestra visita a San Juan de la Peña, todo el grupo de AEPE se dirigió a almorzar a la campiña aragonesa, cerca de Ansó. Un almuerzo simpático en una fonda al pie del camino, cerca de un riachuelo y rodeado por montes y colinas cubiertas de vegetación. El calor sí era fastidioso, pero la buena conversación y los platillos supieron hacernos pasar bien el momento.  Tras el almuerzo y buena sobremesa, nos fuimos hacia Ansó, un pequeño pueblo que ha visto con el pasar de los años cómo desciende el número de sus habitantes. Actualmente este pequeño poblado no pasa de mil, pero hay también una población rural, ya que las principales actividades son la ganadería, la agricultura y, últimamente, el turismo. Gracias a este, el pueblo ha recuperado su original encanto de poblado campesino, con sus estrechas calles, una pequeña plaza central en la que se alza su principal iglesia. Esta reconstrucción y la inclusión de todos sus habitantes en las actividades turísticas son todo un modelo que podría aplicarse en algunas ciudades de nuestra sierra. He visto intentos en Cascas; pero Lucma, en la sierra liberteña, podría ser un modelo que podría implementarse, paso a paso, con el apoyo decidido de autoridades, gobiernos (central y regional), empresas y ciudadanos. Hay que hacer muchas cosas, que sí vimos en Ansó: una buena infraestructura vial, servicios básicos de calidad, pequeña infraestructura hotelera, reconstrucción de la zona mejorando la calidad de vida de los habitantes (no desalojarlos, sino incorporarlos en todas las actividades) y una información precisa para los visitantes (historia, geografía, arte, cultura, entretenimiento). Y ese pequeño poblado nos ofreció todo en el par de horas que estuvimos en sus espacios.
Las autoridades nos tenían un pequeño obsequio musical. Para tal caso, nos invitaron a su iglesia mayor, la iglesia de San Pedro, del siglo XVI. Es una inmensa mole de piedra, sobrio edificio que se ve imponente en la pequeña plaza en la que se ubica. La construcción es alta y uno lo percibe al ingresar. Pese a ser una construcción barroca, hay mucha sobriedad en su interior. Presenta varias tallas de santos, imágenes religiosas. Pero su altar mayor sí es destacar, todo en pan de oro, alto (me hacía recordar al de La Compañía de Arequipa). Siempre me han gustado las esculturas. Aunque en el barroco, muchas de estas eran tenebristas, la belleza y sobriedad de grandes maestros españoles atenuaban un poco ese carácter fúnebre o hasta macabro de algunas de estas estatuas. Esta iglesia tiene buenas muestras. Pero la siguiente visita me iba a dar más belleza. La sorpresa que nos tenía el alcalde era musical. Un pequeño coro, acompañado de un organista, nos deleitó por casi media hora; pero también contaban con una solista femenina, cuya voz nos iba envolviendo en ese marco barroco. ¡Qué más pedir! Lastimosamente, hubo varias personas del grupo que no fueron advertidos de esta actividad. Una lástima, puesto que perdieron un bello espectáculo. Salimos de la iglesia, luego de ver con más detalles los retablos (uno con una pintura, los otros con imágenes) para irnos a nuestros buses. En el camino hicimos un breve alto para ver el pequeño museo temático que tienen. Muestran la vida campesina del poblado. Es, pues, una pequeña sociedad agrícola y ganadera.
De ahí, ya en nuestros buses nos dirigimos a Siresa para ver el monasterio de San Pedro. Una maravilla escondida y sorprendente.  Siresa, como poblado, es aún más pequeña. Su población no pasa de 300 habitantes. Todo apunta que esta zona, que pertenece al valle de Hecho, es, desde el punto de vista histórico, la cuna de la sociedad, cultura y corona aragonesas. Imaginar que el reino de Aragón fue uno de los más importantes del mundo europeo tanto el medioevo como el renacimiento. Esta visita me estaba abriendo los ojos. El monumento más importante por el cual la historia incluye a este poblado en sus anales es el impresionante monasterio de San Pedro. Todo se inicia el 25 de noviembre de 833 cuando Galindo Aznárez, conde carolingio de Aragón, y su esposa donan estas tierras para hacer una iglesia, luego vendrá el monasterio, bajo la orden de San Crodegango, quien regularizó las reglas para un clero menos mundano y más comprometido con los evangelios. Algunos historiadores piensan que hubo una edificación anterior visigótica, que se usaba como hospedaje además, puesto que cerca de ahí hay restos de caminos romanos, muy usados en esa época. La nueva iglesia, recibió diversos honores y prebendas desde su creación. Conservó una espléndida biblioteca para su época. Tuvo dos periodos oscuros: cuando en el año 999 hubo una fuerte campaña de Almanzor que amenazó al monasterio y fue casi abandonado; y el otro, cuando pasó a la jurisdicción de Jaca en 1145. Lo que no pudo la guerra, lo pudo la administración. Como sucede en la actualidad. Nada nuevo bajo el sol. El edificio presenta diversas construcciones. Según nuestra experta guía, nos mostraba restos prerrománicos y la edificación posterior obedece a principios carolingios. Pura historia. Lo que una vez de chiquillo en el colegio oía fascinado, de pronto lo tenía delante de mí; conceptos carolingios, de Carlomagno, ¡qué viejos espacios! Las paredes, grandes moles, no tienen imágenes o tallados. Limpia edificación. Tiene, eso sí, bellas esculturas talladas en madera (un Cristo alucinante, una talla de un Cristo crucificado en madera nogal policramada, también del siglo XIII) y unos retablos posteriores al edificio. Hay una talla de la virgen María, llamada Virgen de Siresa del siglo XIII con el niño Jesús muy sencilla y bella, es una belleza de siglos.  


Una vez culminada nuestra visita, retornamos a Jaca a través de la ruta que bordea el bonito valle de Hecho. Una gira impresionante cargada de historia, ¡tanta impresionante historia!



sábado, 5 de abril de 2014

POR LAS PROFUNDIDADES DEL ROMÁNICO ARAGONÉS

Las actividades de AEPE de esa semana tuvieron sus momentos de esparcimiento con visitas a lugares destacados de Jaca y sus alrededores. Y este verano ayudaba para permanecer al aire libre más que estar recluido en nuestros aposentos. Luego de la visita del día lunes 22 a la antigua iglesia de Jaca y su Museo Diocesano, el miércoles 24 íbamos a hacer una extensa visita por la campiña y tres fueron los lugares escogidos: San Juan de la Peña, Ansó y el monasterio de San Pedro en la pequeña ciudad de Siresa. Se quería ir, inicialmente, hasta la selva de Oza, pero algunos contratiempos nos imposibilitaron llegar a este último destino.
La primera visita fue a San Juan de la Peña y Monte Oroel (es un conjunto). Este lugar es relevante para la historia aragonesa, fuera de contar con unas vistas de zonas montañosas en las cuales se halla ubicado. Nuestro primer destino fue el antiguo monasterio (o Real Monasterio) que se halla enclavado en una roca (peña) que data del siglo X. En este antiguo monasterio se enterraron reyes del linaje aragonés. Está muy ligado a leyendas y hazañas históricas relacionadas a las luchas seculares contra los musulmanes. En sus inicios era una cueva en la cual hallaron restos de un eremita que dedicó su soledad y meditación a San Juan (típico de la edad media que luego erigieron monasterio en medio del desierto como vi en Mar Saba en Israel). Los inicios de la construcción de este bello monumento datan por el 1,020 y luego se va a vincular a la vida política de la corona aragonesa, tanto así que se va a convertir en su panteón oficial. Hubo dos grandes incendios (1494 y sobre todo 1675) que causaron su decadencia como recinto habitable y se desplaza hacia monte Oroel, en el siglo XVII. El edificio antiguo es totalmente románico, las columnas de su claustro lo demuestran que muestran seres fantásticos o relatos de la Biblia, con unas imágenes bastante vivaces y con marcado movimiento. Pero hay otras cosas notables como la iglesia prerrománica que se halla en la planta inferior. Uno ingreso al monumento por la planta superior e inicia un recorrido hasta un gran espacio cubierto, la iglesia superior románica, bella. Hay muchos detalles que la ubican desde el punto de vista arquitectónico con la iglesia de Jaca. Luego de haber visto este espacio, el guía nos llevó a la planta inferior para ver el contraste con la iglesia prerrománica, llena de colores y restaurado con gusto y cuidado. Luego fuimos a ver la sala de concilios. Pese a hacer calor en los exteriores, el lugar era frío. Imagino cómo habrá sido vivir en ese lugar en invierno, cuando estas instalaciones eran usadas. Volvimos a ascender para ver con más detalles el panteón de los nobles (aquí se enterraba la nobleza aragonesa, como una suerte de peregrinaje final) y parcialmente el interesante panteón real. La iglesia fue adquiriendo gran relevancia, tanto así que la declararon cuna del reino de Aragón.  Además se convirtió en una parada obligatoria del camino de Santiago, de la ruta que partía de Arles, vía Toulouse.  Al ser el panteón de algunos reyes de Aragón, y pese a ser literalmente abandonado luego del último incendio (que duró tres días), el panteón fue restaurado y reformado en 1770. Luego pasamos a uno de los lugares más bellos del conjunto: el claustro. Según la historia, en el siglo XI se inicia una reforma benedictina (la orden que había recibido el convento) y esta reforma contemplaba un claustro. Guarecido por la gran peña, casi como un techo natural, se ven los restos de este notable patio, donde se yerguen varias columnas. Algunas de estas columnas  (las más dinámicas y reales, algunas sonriendo) fueron talladas por un artista desconocido al cual lo llaman el maestro de San Juan de la Peña o el maestro de Agüero, quien, parece ser, fue maestro en otros monumentos que muestran su calidad como escultor y arquitecto. Para cerrar la visita y luego pasar al museo del lugar, fuimos a ver una capilla, ya gótica, de San Victorián. Pero, el claustro bien “vale una misa”. Luego fuimos al museo de sitio para ver cómo era la vida en este monasterio. Una vez terminada nuestra visita, nos fuimos hacia el Monasterio Nuevo.

Este “nuevo” conjunto se edificó casi en la parte superior de la peña a partir de 1676 en la llanura de San Indalecio. Aparte de la grandiosidad del monumento, está la portada de la iglesia, labrada con innumerables detalles, típica muestra del barroco. El sitio fue abandonado la segunda década del siglo XIX. Posteriormente este lugar fue rehabilitado para convertirse en diversos centros de interpretación como el del Reino de Aragón y el del monasterio viejo de San Juan de la Peña. La visita sí vale la pena hacerla, con su tiempo para ir leyendo la profusa historia de este viejo espacio de la historia aragonesa, así como la historia del reino. Cuando vamos ahondando vemos también la historia de España y, con ello, la historia que nos va a tocar a nosotros, los latinoamericanos. No en vano, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, los reyes católicos, van a embarcarse en esa extraña empresa de ultramar. Y por ello, escribo estas memorias de viaje en su lengua. Más aún, cuando acababa de ver otra vez la serie Los Tudor y contemplo lo interesante que fue ese personaje que fue Catalina de Aragón, primera esposa de Enrique VIII e hija de estos reyes importantes para nuestra historia, muchas cosas de la vida pasada y actual se hilvanan para entender este mundo. Por eso me gusta ver estos lugares viejos, cargados de fantasmas y de recuerdos que se han extendido hasta nuestros días en nuestras memorias, en nuestras palabras.  


Terminada mi visita, regresé caminando hasta la estación en la que se habían quedado los buses en el convento viejo. Ver el paisaje jacetanio fue toda una recompensa. De ahí, todo el grupo se dirigió al almuerzo.




martes, 18 de febrero de 2014

JACA, EL ESPLENDOR MEDIEVAL ARAGONÉS


La rápida llegada al atardecer del 21 de julio a la pequeña ciudad de Jaca me permitió ver parcialmente esta joya del románico aragonés. Una vez instalados en nuestras habitaciones de la ciudad universitaria y luego de haber participado en un breve recibimiento, nos fuimos a
comer algo. Jaca había sido elegida por la AEPE para hacer su reunión anual que convoca por casi una semana a diversos docentes de español en el mundo no hispánico. Hubo gente que venía de Uzbekistán, Taiwán, Suecia u otros países. Éramos casi 200 personas. Las actividades empezaron el lunes 22 y hacia mediodía hicimos una visita a una de las joyas más bellas que hasta entonces había visto del mundo medieval románico: la Catedral de San Pedro del siglo XI y su extraordinario Museo Diocesano de Arte Románico. Entrar a esta iglesia es retroceder en el tiempo. Desde la portada ya nos iban dando datos importantes de este monumento integrante de la famosa ruta de Santiago. Al ingreso, en el pequeño depósito de piedra de agua bautismal, veíamos el desgaste de la misma por el constante uso de la misma para ungirse esta agua; pero más interesante era la piedra del arco de entrada que usaban para secarse esta agua, totalmente desgastada. Me hizo recordar la piedra (así dice la tradición) que se usó para embalsamar el cuerpo de Jesús, luego de bajarlo de la cruz, en la iglesia del Santo Sepulcro.

La iglesia es un muestrario de periodos históricos artísticos que mostraban su importancia para la corona aragonesa.  Hay manifestaciones góticas y renacentistas, sean en sus construcciones o en los altares que adornan diversas capillas. Pero luego de ingresar a la iglesia, hacia la mano izquierda, se puede visitar el museo que se halla en el claustro de este conjunto arquitectónico.  Al ingresar y recibir ayuda de los guías, pasas al claustro en sí. En sus alas laterales, hallas diversos capiteles que pertenecieron a la iglesia misma o de diversas iglesias de la región, ya perdidas para siempre.  Es una de las misiones de este museo: rescatar el patrimonio románico que se halla en diversas iglesias y capillas derruidas en pueblos y villorrios. Así tenemos la sala Bagüés, murales rescatados de la desaparecida iglesia de santos Julián y Basilisa, perteneciente a la región. Luego pasabas a las capillas claustrales, donde podías ver una extraordinaria muestra de escultura románica y gótica. Un Cristo mostraba un agujero, pensé que era producto de alguna bala o algún daño intencional. No, era una suerte de repositorio para “encargar” milagros a la imagen. Al momento de salir nos encontramos con un coro de la iglesia que ensayaba música sacra.. Es una visita obligada.