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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 3 de noviembre de 2019

WILLKAWAÍN, MUSEO DE ARQUEOLOGÍA DE ÁNCASH: VISITAS OBLIGADAS



Viernes 07 de junio. Un viaje de estudio al Callejón de Huaylas nos permitió visitar los lugares clásicos que ofrece este siempre interesante lugar. El año pasado en julio del 2018, habíamos visitado los mismos lugares: Llanganuco, Caraz, Yungay, Chavín de Huántar, Pastorruri. Pero nos íbamos a visitar dos atractivos que no figuraron en mi visita con Maria en 2017, ni el año pasado: Wilkahuaín (Willkawaín) y el Museo de Arqueología de Áncash Augusto Soriano Infante. Éramos un grupo numeroso (36 chicos y 4 profesores) por lo que íbamos en dos buses. Nuestro primer objetivo era Willkawaín, que se halla al Norte de la ciudad de Huaraz (también conocida como Huarás). Luego de nuestro desayuno y haber dejado las maletas listas (regresábamos ese día a la 1 pm), salimos con dirección a nuestro objetivo que se halla a unos 7 km de la zona céntrica de la ciudad. El trayecto es tranquilo, el acceso a la zona no está asfaltado. Nuestro objetivo se halla ubicado prácticamente en el distrito de Paria, llamado así por el pequeño río que lo atraviesa. Imagino que este río era el que alimentaba a esta ancestral comunidad. Este sitio arqueológico de origen Huari o Wari está dividido en dos espacios interesantes. La cultura Wari es una de las grandes expansiones culturales que tuvimos en la región andina y muchos ubican sus orígenes en Ayacucho. El año pasado estuvimos en Piquillacta en Cuzco donde vimos una magnífica construcción de esta ciudadela según el modelo Wari y que se ve también en Pachacamac en Lima, así como en Wiracochapampa en Huamachuco. Una vez en el sitio, nos dirigimos al más lejano; pero nos encontramos con un pequeño problema: instalaciones del sistema de agua potable. Tuvimos que dejar los buses para recorrer un breve trayecto. La distancia entre Willkawaín e Ichi Willkawaín es de un kilómetro y habíamos recorrido un poco más de medio kilómetro; así, pues, nada relevante. Llegamos a Ichi Willkawaín que es un cementerio de esta cultura, en la que hay 15 chullpas, habiendo dos grandes con galerías. Todo se halla rodeado de un muro perimétrico. Me hubiera gustado escuchar con más detalle este interesante sitio, pero estar vigilante de los chicos no te permite disfrutar de este sitio que muchos de los jóvenes no apreciaban.  Una vez concluida la visita a esta necrópolis pequeña nos fuimos al templo principal. Las galerías nos hacían recordar a las que habíamos visto en Chavín de Huántar, pero estas eran más pequeñas. Trascribo literalmente la información que nos alcanza Mincetur: “Monumento arqueológico perteneciente a la Cultura Wari (700 a 1100 d.C.) proveniente de Ayacucho, está constituido por un templo o adoratorio principal hecho de grandes piedras y estructura rectangular, asentadas con mortero de barro y calzadas con piedras pequeñas; tiene tres pisos por debajo del nivel del suelo y dos sobre la superficie. Consta de galerías bajas y habitaciones pequeñas en su interior es oscuro y lúgubre, sus bóvedas están constituidas por grandes piedras asentadas sobre paredes. Desde el exterior con techo abovedado y puertas pequeñas orientadas a los cuatro puntos cardinales.” Ahora el lugar cuenta con un sitio de interpretación, una sala de exhibición que fue inaugurada el 2006, siendo Director Nacional del INC, Don Guillermo Lumbreras. El sitio es pequeño y contiene información museográfica del lugar. Un incidente protagonizado por unos alumnos terminó con la visita. Lástima. 





Subimos a nuestros buses con el fin de retornar a la ciudad a nuestro segundo destino: Museo de Arqueología de Áncash. El retorno demoró un poco, pues nos hallamos con una marcha cívica de los alumnos del poblado de Paria.
El museo se halla en plena plaza principal de la ciudad. Como el caso de Willkawaín, regreso a este Museo tras 27 años. La primera visita fue un poco desordenada, pues el Museo no tenía una buena museografía. Es un espacio que resume toda la historia precolombina de la zona, bastante rica y no menos interesante, pues los espacios Chavín y Wari fueron los grandes horizontes que conformaron una suerte de imperio a la usanza nuestra. Hay muestras Chavín, Recuay, Wari (de todas maneras), pero habla de algunas culturas costeras como Moche. Hasta el último gran horizonte que el Inca.  Además, cuenta con una gran colección de monolitos que se ubican en un patio – jardín, en el que podemos ver estas culturas muy líticas.








Aquí hay más datos:  http://www.arqueotur.org/yacimientos/museo-arqueologico-de-ancash-y-parque-litico.html.
Una vez concluida nuestra visita, nos fuimos al hotel a almorzar y de ahí retornar a Trujillo.



domingo, 4 de noviembre de 2018

SEMBLANZAS DE PASTORRURI (VIAJE A LAS ALTURAS DEL PARQUE NACIONAL HUASCARÁN)




Callejón de Huaylas. Una de las regiones más bellas de nuestro país, más visitado por compatriotas, sean turistas, estudiosos o estudiantes, y extranjeros que llegan a presenciar su belleza monumental, su viejo pasado o en busca de adrenalina como la que puedes hallar en escalar altas montañas. En menos de un año, setiembre de 2017 y julio del 2018, tuve la oportunidad de estar en esta región que siempre tiene muchas cosas para ofrecer y descubrir. En ambas ocasiones, estuve en los mismos lugares: Llanganuco, Yungay, Caraz, Chavín de Huántar. Pero en este julio fui a un lugar que había pasado por alto en el 2017: Pastorruri.
La primera vez que fui a este lugar fue en 1993. En esa oportunidad, la nieve llegaba hasta ciertos lugares que en la actualidad lucen áridos, pero con evidencias de erosión provocada por deshielos (como le está pasando a todos los glaciares del mundo).  El año pasado no quise ir a este lugar para no dañar el buen recuerdo que tengo de este magnífico lugar. En el 2000 regresamos con otro grupo de estudiantes del colegio en el que trabajaba y fue grato ver aún el hielo que aún llegaba hasta las laderas del cerro Pastorruri. Incluso había cuevas de hielo, las cuales ahora ya no existen. Más datos de esta triste situación ya anunciada desde hace más de dos décadas las tenemos en estos vínculos electrónicos: (https://sostenibilidad.semana.com/tendencias/articulo/derretimiento-de-los-glaciares-en-el-mundo-por-el-cambio-climatico/39720). Algunos reportes son más alarmantes, pues sindica la fuerte responsabilidad que tenemos frente a este fenómeno irreversible, según parece, y que tendrá carácter catastrófico a nivel mundial, siendo el Perú uno de los países más afectados por los deshielos no solo de los glaciales, sino de toda forma de agua en estado de congelación (como los polos) (https://www.sostenibilidad.com/cambio-climatico/el-deshielo-de-los-polos-en-cifras/) (https://gestion.pe/tendencias/deshielo-glaciares-228470?ref=gesr). (https://okdiario.com/ciencia/2018/04/04/deshielo-glaciares-punto-no-retorno-2052729). El descongelamiento ha permitido encontrar restos humanos que murieron congelados en lugares donde había hielos “eternos”. Ahora hay una lista macabra de imágenes, nombres, cuerpos y objetos que son desnudados a la actualidad como vemos en los diversos siguientes vínculos de la prensa internacional: (https://www.elmundo.es/ciencia/2015/10/31/56321fb1e2704ee9068b45a9.html) (https://elpais.com/internacional/2018/07/23/mundo_global/1532345833_454942.html)  (https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/09/150909_glaciares_sorpresas_derretimiento_cuerpos_lp). La humanidad es poco consciente de esta situación. Incluso algunos presidentes como el norteamericano Trump y el futuro presidente brasileño Bolsonaro son bastante irresponsables en sus mensajes al respecto. Esta es la realidad que vivimos y en la cual está inmerso el Glaciar Pastorruri. Es un glaciar condenado a una muerte lenta. En la actualidad los estragos se ven a la vista. Este es el Pastorruri: (https://es.wikipedia.org/wiki/Glaciar_Pastoruri). Muchos medios vienen advirtiendo de su extinción (https://larepublica.pe/sociedad/964077-en-los-ultimos-12-meses-el-glaciar-del-pastoruri-retrocedio-mas-de-31-metros-video) (https://larepublica.pe/sociedad/1057424-el-pastoruri-y-otros-cinco-glaciares-agonizan-por-el-cambio-climatico-video), así como viajeros que lo han visitado (http://pastorurienpeligro.blogspot.com/) (https://www.viajaporlibre.com/blog/glaciar-pastoruri-un-glaciar-en-el-corredor-de-la-muerte/).
Como era parte del paquete turístico y visita obligada para el trabajo de nuestros alumnos, nos dirigimos el último día de nuestra permanencia en el Callejón de Huaylas, el día 16 de julio nos embarcamos en dirección a este lugar. Como era nuestro horario de salida de nuestro hotel, arreglamos todas nuestras cosas para poder tener todo en orden para nuestro retorno. Felizmente el bus nos iba a recoger del mismo alojamiento. Luego de nuestro buen desayuno, subimos en nuestros respectivos buses para ir cómodamente. Nos íbamos a visitar el glacial.



Este forma parte del Gran Parque Nacional Huascarán. La montaña lleva el mismo nombre, Pastorruri o Pastoruri (la /r/ en quechua es rehilante, por eso se crea la confusión de su escritura, con una o dos “r” en posición intervocálica). Tomamos el camino de la carretera Huaraz – Pativilca – Lima, carretera por la cual ingresábamos antes los que veníamos de Trujillo u otra ciudad norteña (ahora el ingreso es por Casma). Cruzamos Recuay, y un poco más allá de Catac, iniciamos nuestra ruta hacia el nevado. Previamente habíamos pasado por varios relaves mineros abandonados por décadas, los que envenenaron las aguas del río Santa que recorre todo el Callejón de Huaylas. En la actualidad hay intentos de “cultivar” trucha en este río, uno de los más importantes de nuestra costa y, que, con el Chira y Majes, tiene agua todo el año, no es estacionario como los demás ríos de nuestro litoral. Sus aguas van al proyecto Chavimochic y sirven también al proyecto Chinecas, cerca de Chimbote.
Al entrar a esta zona, ya nos encontramos con un camino de trocha bien tenido. Hallamos a una pareja de ciclistas decididos a ir hasta el nevado en su propia movilidad. Valientes. En el camino cruzamos pequeños lagos en los que había muchos patos de altura. Llegamos a una zona de control para ingresar al Parque Nacional Huascarán, donde aprovechamos para hacer un breve alto en el camino para estirar las piernas y hacer una visita obligatoria a los SS.HH. En cierta manera, hay buenas facilidades en todos estos lugares, servicios que no había desde mi primera visita al Callejón en 1985. Cuando en ese entonces fui a Chavín de Huántar, las instalaciones eran rústicas y los SS.HH. eran silos en los cuales uno hacía malabares. Ahora es bastante diferente. Falta mucho aún, pero se ha avanzado de manera notable. El problema es cuidar las instalaciones y su mantenimiento. Por eso la energía solar es un buen recurso empleado en esta zona para abaratar costos y tener energía eléctrica en lugares donde no llega el sistema nacional.



Nuestra primera gran parada fue en Pumapampa, lugar que tiene ahora un mirador y ciertas facilidades informativas. Aquí vemos una suerte de bofedales y unas pozas con agua gasificada de subsuelo.  Hay cerca de ahí inmensas puyas que ya veníamos observando previamente. Cerca de este lugar hay también pintura rupestre. Hicimos una breve caminata, pero a lentitud, pues la altura ya te tiene atenazado.  La visita te permite ver el esplendor del lugar y lo imponente de la cadena de montañas que son los Andes. Ya estábamos cerca de nuestro objetivo. 








Casi una media hora después comenzamos a acercarnos a los nevados. De ahí a Pastorruri era un paso. Una vez estacionados nuestros buses, descendimos para organizarnos. Algunos querían subir a pie. Todos íbamos envueltos como unos fardos, puesto que el frío y el viento helado nos abatían. Uno puede ascender a pie o una acémila o caballo que te alquilan personas de la comunidad que está a cargo del control y cuidado de la zona. Los lugareños se han vuelto celosos de su patrimonio y no es para menos; cada año Pastorruri pierde muchos metros de sus glaciares y una de las causas es la del deterioro que causa el excesivo turismo al lugar; no todos los turistas son respetuosos de los lugares, muchos trepan en los glaciales, pisan y ensucian la nieve y suele quebrar el hielo solo por el prurito de dejar su huella destructiva como lo suele ser el ser humano. No vi grafitis, pero no es raro que los hagan en muros o piedras. Decidí subir a caballo (aunque pronto deberán de sacarlos, pues también perturban el equilibrio de la zona), ya no soy el joven que visita la zona por primera vez. Nada de riesgos absurdos.
Hasta una zona determinada, se procedía a caminar hacia el glacial. El frío es recio, estábamos ateridos. Queríamos exponer lo menos posible nuestra piel. Un par de nuestras alumnas tuvo que descender pues ya estaban un poco mal. Sin embargo, el resto siguió la ruta hasta el glacial en sí. Ahí las concebidas fotos.





Comenzamos nuestro descenso y en el camino nos hallábamos con nuevos grupos de turistas. Imagino cómo debe de ser el lugar en julio y agosto, meses de temporada alta. Con el tiempo van a tener que limitar el acceso, sino van a matar a la gallina de huevos de oro. Una vez llegados a los puestos de las vivanderas atacamos unos buenos choclos con queso y bastantes chochos; la experiencia nos había abierto el apetito. Un choclo serrano es siempre una bendición, grande y generoso. Y todos los chicos hicieron lo mismo, sin contemplar las medidas de higiene que es bastante escasa. Así emprendimos nuestro retorno hacia Huaraz. Debido a la fuerte experiencia en Pastorruri, la mayoría regresó durmiendo. No hubo muchos casos de molestias o afectaciones por la altura. Bien.
En el camino almorzamos en un restaurante de Catac. El viaje nos abrió el apetito; truchas, chicharrones, pollo frito, fueron arrasados por el hambre. Un buen viaje, una buena experiencia, una buena carga de emociones. Ya atardeciendo llegamos a Huaraz y lo que restaba del día nos fuimos al centro de la ciudad a hacer unas compras y comer unos buenos postres en una crepería de un francés en la Plaza de Armas.
Queda pues en mí una pronta visita a las lagunas Parón y 69. Así sea.







viernes, 22 de septiembre de 2017

EL VIEJO NUEVO MUNDO: CHAVÍN DE HUÁNTAR



Domingo 10 de setiembre. Nuestro último día en Huaraz y en el Callejón de Huaylas. Ese día, por la noche, regresábamos a Trujillo nuevamente. A la humedad y al frío inclemente que ha estallado en estos días. Sin embargo, nuestra despedida iba a ser un poco accidentada. Decidimos cambiar de servicio de agencia de turismo, pues la anterior nos había fallado en el servicio; así que probamos con la del hotel. Pero…
Nos levantamos temprano para dejar todo arreglado; además nos fuimos al mercado para comprar el pan matutino y unas guaguas que salían frescas y ricas. Además pedimos pagar todo nuestro gasto para que al llegar no tengamos apuro alguno. Dejamos todo listo y lo único que íbamos a tener pendiente iba a ser los quesos que habíamos dejado en refrigeración.  Además ya por la noche iba a comprar un nacimiento para llevar de recuerdo a Trujillo. Tomamos un buen desayuno y esperamos. El tiempo aquí es bastante relativo. Nos dijeron que nos iban a recoger a las 8; pasaron por nosotros a las 9. Y fuimos los últimos; esta situación me hizo montar en cólera, pues nos tocó los peores lugares; de haberlo sabido, hubiéramos ido más temprano y nos hubiéramos ubicado en sitios más cómodos para nuestra última visita de este viaje: Chavín de Huántar.
Con el humor revuelto, salimos hacia nuestro destino. Sentados de manera incómoda nos y tomar la carretera hacia Huari. En el camino bajamos a ver una laguna por un espacio de 10 minutos. Estábamos atrasados supuestamente por nuestro “retraso”. Esa información me sacó más de quicio. Lo mejor que hice ante esta situación fue dormir. No tenía mucho interés en ver la ruta, ni el túnel Kahuish, ni otro detalle. Así que recién desperté faltando poco para llegar a Chavín de Huántar. Gran parte de la carretera está asfaltada, pero inusualmente el último tramo para llegar a este sitio arqueológico estaba bastante deteriorado. La primera vez que fui en 1985, la ruta estaba asfaltada y el tramo del túnel era bastante inusitado: el túnel presentaba rajaduras por las cuales caía agua. En el 2000, el viaje se hizo con un tráfico endemoniado, una fila de buses que se dirigían a las ruinas de Chavín. Y en la última oportunidad, al retornar de la visita a Chavín una vez cruzado el túnel tuvimos delante de nosotros la carretera y los cerros cubiertos de una capa fina de nieve. En esta oportunidad no hubo nada de excepcional. Sin embargo, la visita sí me permitió conocer el nuevo Museo Arqueológico de Chavín. Anteriormente, muchas de las piezas halladas en el complejo arqueológico estaban en una suerte de museo provisional que aún se halla en la entrada a dicho complejo.
Llegamos aproximadamente a las 11 del día; la mañana estaba parcialmente nublada y me temía una lluvia; felizmente no hubo tal. Ingresamos al museo previa compra de la entrada; eso es lo complicado del servicio: el precio del tour no incluye los boletos que hay que pagar tanto para el complejo como para el museo. Algunos turistas estaban desorientados en cuanto a esta situación. Incluso algunos tenían información de que tenían que pagar 5 soles, que luego se convierte en 7. Si Ancash quiere prosperar en este rumbo (y pueden apostar por ello, ya que mueve todos los servicios de ciudades grandes y pequeñas del Callejón) es comenzar a sensibilizar a la gente en cuanto a mejorar la calidad de sus servicios y cumplir con lo que ofrecen desde el horario hasta la visita en sí; deben de especificar qué es lo que incluye el servicio y qué no con el fin de que el turista tenga una idea de los gastos que debe de afrontar. Quizá no afecte tanto a una sola persona, pero para un padre de familia (como uno que iba en el tour con su esposa y dos hijos) puede ser mortificante. Nos juntamos para empezar la visita y esta se hizo con una explicación nada práctica y redundante en detalles poco relevantes. Además muchos de los espacios estaban cubiertos, puesto que las lluvias ya están próximas y hay que cubrir algunas partes para evitar su deterioro. La primera visita en el 85 vi poco del monumento; ahora ya hay más espacios descubiertos. Otro problema que afrontan espacios como estos es el aforo de visitas que hace que algunos espacios sean difíciles de visitar como sucedió con las visitas a las galerías o al lanzón monolítico. Cuando vine en 1993 y 2000 no pude ingresar a ambos lugares. En 2008 y ahora sí pude visitar ambos lugares muy interesantes. El lanzón está aislado y protegido con una mica. Antes te acercabas a él y muchas personas lo tocaban. Algo nuevo para mí fue precisamente una plaza circular que apunta a la galería en la que se halla el Lanzón.  Todo esto se ubica en torno al edificio principal denominado A, en el que se encuentran las galerías, el Lanzón y en las paredes exteriores la única cabeza clava que se halla en su sitio. Aquí hay más información (http://www.arqueologiadelperu.com.ar/chavin.htm). La zona, como todo el Callejón, es altamente sísmica y ha sufrido daños sea por los terremotos o los aludes que afectaron su estructura. El más “reciente” fue el de 1945 que afectó a la población y al sitio arqueológico; aquí más datos (http://culturaancash.blogspot.pe/2014/01/17-de-enero-de-1945-aluvion-en-chavin.html). El sitio no cuenta con una guía escrita o folleto. El último que obtuve fue en 2000. Pena. El sitio se halla estratégicamente ubicado en la confluencia de dos pequeños ríos que alimentan sus canales y que les permitió crear un sistema hidráulico impresionante y valorado casi 5 mil años después. Aquí hay un video educativo español para niños que lo explica: este es https://www.youtube.com/watch?v=TWO8lCHmE2o.  










Nos fuimos a almorzar en uno de los numerosos restaurantes que ahora hay en la zona. Recuerdo que en 1985, había un solo restaurante cuyos servicios higiénicos eran letrinas. Esos años. El almuerzo fue generoso, una buena trucha al ajo. Espectacular, todo rociado con cerveza. Pena que no había artesanales, pues Huaraz es productora de ello. Luego del almuerzo, nos fuimos al Museo Nacional de Chavín, obsequio del gobierno de Japón. Esta visita sí bien merece una misa. Aunque el edificio no es notable y rompe, en cierta forma, con el medio circundante, el anterior sí por lo demás interesante, con una museografía detallada, con piezas líticas que antes se hallaban en el complejo y que ahora se hallan protegidas de la intemperie y del manoseo de los turistas que gustan tocar las cosas. Aquí se encuentran numerosas cabezas clavas que antes se hallaban apiñadas en el museo provisional. Hay maquetas, mapas, líneas de tiempo y una rica información de la cosmogonía de esta vieja cultura. Además la magia de la informática hace una lectura detallada de los principales monumentos de esta civilización con el Lanzón o la Estela Raimondi. Este museo espera, además, así como toda la ciudad y Región, la devolución de la famosa Estela Raimondi, la cual se halla en el Museo de Arqueología de Lima,lugar del cual robaron hace varias décadas el famoso tumi. Hay ya un sitio reservado para esa Estela. Para cerrar esta visita, pasamos por una galería de hombres ilustres que trabajaron y trabajan para desentrañar esta cultura, abriéndola Don Julio C. Tello. Mis respetos para este hombre terco y celoso de su trabajo que mostró al mundo por qué somos el Viejo Nuevo Mundo.











Listos para retornar, nos fuimos a la plaza de armas del pueblo a recoger a una turista alemana, Corina, quien estaba más interesada en ver plantas medicinales que ruinas. Antes de salir quise comprar un recuerdo: nadie estaba en el stand de ventas. Problema de una institución pública.  Una vez ya recogida Corina, ella nos comenzó a mostrar lo que había comprado. Hablamos sobre medicina tradicional, le conté sobre nuestras usanzas y las famosas recetas de las abuelas, farmacias vivientes que te sacan de todo apuro. Nos enseñó la cantidad de plantas medicinales deshidratadas que había comprado. Para ella era un tesoro impresionante que había descubierto, lo que muchas veces vemos en nuestros mercados y despreciamos por ser “cosa de indios”. Así se descubrió la quinina, la uña de gato, el matico, chancapiedra, un largo etcétera de plantas que son nuestro patrimonio; pero como es cosa de indios… Un  percance en el camino me hizo temer lo peor: el pedal de los cambios se malogró y mis dudas de llegar a tiempo a Huaraz comenzaron a crecer en mí. Sin embargo, yendo en primera y segunda llegamos a esta ciudad a las 7 pm. Nos despedimos de la gente y nos fuimos hasta la plaza de armas. Ahí compré el nacimiento típico de aquí y luego nos fuimos al hotel. Nos quedaban algunas horas más. Salimos a cenar a un simpático restaurante: Trivia. Espectacular. Comer en Huaraz ha sido toda una revelación y debería de figurar en cada guía de viajero: no hay pierde. Y nos quedamos cortos de visitar más sitios para cenar en un lugar tan cosmopolita como se esta ciudad. Cinco estrellas.

Faltando media hora para irnos, nos despedimos de la amable gente del hotel Casablanca y nos fuimos a Moviltours. Trujillo nos esperaba.