En las
últimas semanas, una serie de sucesos polémicos ha generado un fuerte malestar
en el otrora simpático balneario de Huanchaco.
El ancestral
balneario ha tenido, desde la revocatoria del exalcalde Fernando Bazán
Pinillos, gestiones ediles bastante díscolas con la gestión realizada y sus
frutos, lejos de haber beneficiado al grueso de la población, dista de
satisfacer a los residentes del balneario. Huanchaco es una antigua caleta de
pescadores que mantienen tradiciones milenarias; estas se ven en su actividad
diaria, las cuales son la admiración de muchos foráneos que, además, hallan en
este sitio un lugar de tranquilidad y descanso. Bueno, hallaban. Huanchaco
dista de ser un lujoso balneario o un resort como suelen ofrecerse en lugares
estratégicos plagados de palmeras y arenas blancas. Eso no ofrece Huanchaco;
este sitio ofrece historia, pasado milenario, costumbres ancestrales, pasado
digno. Ofrece raíces que comparte con Trujillo. Carga una historia que se puede
hallar en diversos rincones de este pueblo, si sabemos buscarlos en agudeza. Su
iglesia es emblemática y es una suerte de icono importante para la ciudad de
Trujillo en su conjunto. Lastimosamente, Huanchaco ya no puede ofrecer amplias
playas de hace un par de décadas. El cambio climático ha contribuido, de manera
directa, más errores políticos y de planificación, complotaron para que su
litoral sea cada vez más estrecho. Ahora este litoral afronta peligros de sus
autoridades, pues desechos emanados, control de residuos e instalaciones de
desagüe se han convertido en una real amenaza para la integridad de este
balneario. Planificaciones erróneas se han convertido en enemigo mortal para
los habitantes del lugar. El reciente colapso del novísimo sistema sanitario
abre todas las posibles sospechas de que algo sí está oliendo mal. El reciente
sistema de servicios colapsó de la manera más burda y convirtió este turístico
balneario en un pestilente lugar. Eso tiene ribetes de escándalo: conexiones
mal hechas o inadecuadas estallaron por diversos lugares dejando a Huanchaco
sumido en la fetidez.
Más
escándalos llegaron juntos: los gastos para la limpieza de quebradas que
colapsaron en el reciente Niño y el uso de zona intangibles del litoral
costero. El primer caso se torna inconcebible, pues se contó con recursos
suficientes para hacer un trabajo correcto para evitar que Huanchaco sufra
nuevos estragos en cualquier fenómeno futuro. Las evidencias de un trabajo
inadecuado saltan a la vista y ponen en riesgo a los habitantes en un futuro
Niño. El segundo sí puede ser escandaloso e involucraría, de ser cierto, a la
Marina peruana: el litoral tiene cierta extensión tierra adentro considerada
zona intangible por seguridad nacional. El uso privado de esta exige sanción,
aunque ejemplos varios en nuestro país desmerecen la seriedad y rigidez de esta
disposición. La situación amerita, pues, una aclaración urgente a la
colectividad.
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