Datos personales

Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
Mostrando entradas con la etiqueta unión soviética. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta unión soviética. Mostrar todas las entradas

viernes, 4 de enero de 2013

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: LA GRAN GUERRA PATRIA SOVIÉTICA

Vi, pues, cómo el cordero abrió el primero de los siete sellos

Y oí al primero de los cuatro animales, que decía,

Con voz de trueno: Ven y mira

APOCALIPSIS DE SAN JUAN, Capítulo VI, 1


La segunda guerra mundial significó un gran trauma para la humanidad. Una confrontación que fue preparando la guerra fría de manera ineluctable. Una guerra que se hizo con el fin de contener el surgimiento del comunismo en Europa, para lo cual algunos gobiernos apoyaron movimientos fascistas en Alemania, Italia y España sin medir las terribles consecuencias que iban a venir. En el damero tendido de la geopolítica, los diversos gobiernos de la frágil realidad europea del momento buscaban diversas alianzas para cubrirse las espaldas y poder seguir con sus planes de expansión en los cuales se hallaban abocados. Italia y Alemania (luego Japón) hicieron un pacto, que luego se convertiría en el Eje, pacto que apuntaba a cambiar todo el mapa de fronteras de Europa: Alemania procedía anexionarse a Austria y, con la ley de los Sudetes, condenaba a la desaparición de la entonces Checoslovaquia. Italia, por su lado, se va a anexionar Albania y, durante la guerra en sí, va a intentar anexarse Grecia. La entonces Unión Soviética era gobernada bajo la mano férrea de Stalin, un hombre que transformó la obra iniciada por Lenin, por una más personalista y tiránica; Stalin pobló con hombres disidentes a sus planteamientos políticos los campos de concentración en la lejana Siberia. Un interesante documental sobre la vida del compositor Dimitri Shostakovitch nos muestra el misterioso carácter del gobernante y la densa maquinaria que desarrolló para controlar tan extenso país, con gran diversidad racial, lingüística y geográfica. Científicos, filósofos, artistas, políticos, todos eran, en cierta manera, enemigos potenciales de este hombre ególatra, megalómano y cruel. Aunque muchos estalinistas justifican su actuar para haber logrado una fuerte cohesión en el espacio soviético, los paulatinos estudios históricos nos van mostrando las terribles aberraciones a las cuales muchas personas eran sometidas y que asolaron la intelectualidad soviética de entonces. Hagamos un poco de historia: tanto Hitler como Stalin querían un poco de “respiro” para sus planes de expansión. Stalin quería la península de Kola y parte de Finlandia, para asegurarse abastecimiento de minerales estratégicos así como carbón, combustible necesario para sus planes de protección contra el inevitable choque con Alemania. Por otro lado, Hitler veía sus espaldas cubiertas para poder avanzar con sus planes de invasión hacia el oeste. El inicio de la guerra el 1 de setiembre de 1939 comienza el reacomodo y la forma de ganar tiempo. La caída y repartición de Polonia supuso el primer contacto directo entre ambos líderes nefastos. Polonia va a ser masacrada en su población civil y sus mandos militares, muchos de los cuales van a ser asesinados en la famosa masacre de Katýn, autorizada por el mismo Stalin y mucho después reconocida por la Rusia actual. La momentánea amistad entre Alemania y la Unión Soviética hizo que la maquinaria artística rusa que mostraba a los alemanes como enemigos despiadados sea suspendida hasta el ataque sorpresivo el 22 de junio de 1942, con la famosa Operación Barbarroja. Para ese entonces, la famosa película ALEXANDER NEVSKY de Eisenstein había sido detenida, puesto que muestra a los alemanes como los inmisericordes invasores teutones que quieren asolar las ricas estepas rusas. Pero una vez declarada la guerra y una vez mudada la producción de la maquinaria soviética a otra parte de su extenso territorio (en este caso, a zonas cerca de la Siberia), la maquinaria artística también se puso a funcionar: hubo grandes bodrios, dedicados a exaltar la figura de Stalin como el salvador de la patria rusa, pero también hubo obras maestras como IVÁN, EL TERRIBLE, en sus dos versiones, películas que rescatan a los zares y la religión con el fin de convocar todas las fuerzas sociales de este país para luchar contra el nazismo. Momentáneamente se suspendieron todas aquellas manifestaciones de la antigua Rusia con el fin de unir a todo el pueblo soviético (ruso, ucraniano, bielorruso, estonio, etc.) contra el implacable invasor que avanzó libremente hasta el diciembre de ese año y amenazó ciudades estratégicas como Leningrado (actualmente San Petersburgo), Moscú y Stalingrado. El avance se logró gracias al ataque sorpresa alemán, el cual no recibió una réplica sólida. Stalin confiaba que Alemania no atacaría, ya que se encontraba envuelta en muchos frentes: en los Balcanes, en Francia, en África del norte, en Noruega. El ataque alemán se realizó con muchas milicias falangistas de diversos países, incluso España, que participó con unos escuadrones de los cuales pocos regresaron, luego del fuerte contraataque soviético. El film español SILENCIO EN LA NIEVE nos muestra la desastrosa experiencia española en esta guerra.

Pero la invasión alemana fue con la idea de arrasar al pueblo eslavo, ya que racialmente era considerado como inferior y, además, el gran interés de Hitler de convertir este espacio en un Lebensraum, un espacio vital para la expansión alemana, no sólo como su almacén, sino su futuro poblamiento. Por eso, la política de arrasamiento fue contundente, destruyendo ciudades y masacrando soldados y población civil. Algunas etnias que eran enemigas de los rusos estalinistas apoyaron abiertamente a las tropas nazis sin saber que iban a ser pronto víctima de estos. En el recuento final de la historia bélica, esta fue la guerra con la que más caro pagó la ex Unión Soviética: 13 millones de soldados y 6 millones de civiles; otras fuentes hablan de más, casi 30 millones (no sólo por fuego directo, sino hambre, frío y enfermedades). La invasión soviética a Alemania fue una suerte de terrible catarsis (ver el film UNA MUJER EN BERLÍN) para un pueblo que vio a sus mujeres, ancianos y niños masacrados; cuentan terribles historias que soldados nazis lanzaban niños para ensartarlos con las bayonetas o de encerrar a todo un pueblo (hasta con sus animales) y quemarlos vivos, como se verá en uno de los films. Por eso, ellos la llaman la Gran Guerra Patria.



PASARON LAS GRULLAS (ЛЕТЯТ ЖУРАВЛИ - LETYAT ZHURAVU) MIKHAIL KALATAZOV (1958) Con esta bella película se inicia la nouvelle vague soviética: una película que refleja las profundas heridas que dejó la Segunda Guerra Mundial en este país: sus ciudades fueron sumidas en el dolor y el terror, pero la gente sencilla trataba de hacer lo mejor posible por arreglar sus vidas. La conmovedora historia de este film trata sobre la relación de tres personas unidas por amores ocultos y libres, pero que la guerra los obliga a separarse. Uno parte a la guerra, el otro cobardemente rechaza enrolarse y miente; ella rechaza el amor de este último esperando en vano el retorno de su amado convertido en soldado; entre bombardeos y mensajes angustiosos se ven los tristes desenlaces de este pequeño grupo. Pero un día llega la paz, hay las esperanzas que los extraviados en combate regresen a casa, quizá retornen del frente de guerra. Pero esta paz, duramente ganada, va a ser también para recordar a todos aquellos que cayeron en combate, queda la frustración y el impotencia de no poder tener al amado, al padre, al hijo, al amigo, al novio, a los que se fueron. Pero la vida sigue; por eso, un hermoso día de reencuentros ya no pasan los bombarderos alemanes sobre el cielo de Moscú, de pronto pasan las grullas otra vez. La película ya no presenta el rigor de la estética estalinista, sino una narración más fresca, sencilla y cotidiana de ese dolor que significó para millones de rusos la gran conflagración mundial entre 1942 – 1945.



LA BALADA DEL SOLDADO (БАЛЛАДА О СОЛДАТЕ - BALLADE O SOLDATE) GRIGORI CHUJRAI (1960) Este film es un sincero y emotivo homenaje a todos aquellos héroes anónimos que fueron a la guerra con muchos sueños e ideales, y nunca retornaron. La historia es muy sencilla: Aloysha, nuestro joven soldado, realiza un acto heroico y, por tal motivo, es recompensado con una visita a su casa y pueblo...por última vez. El reencuentro con la madre, tras un largo periplo, con enamoramiento incluido, concluye con un emocionante abrazo por unos cuantos minutos, y ella no quiere dejarlo partir. La guerra es “ese monstruo grande” como dice León Gieco, que aplasta la dignidad y la esencia de lo humano, desvirtúa el sentido de la muerte, quiebra esa intimidad que nos liga a ese momento trascendental para convertirlo en una acción cotidiana. Sencilla y conmovedora, fue todo un éxito en su país y, luego, en todos los demás países en los que se permitió su proyección.


LA INFANCIA DE IVÁN (ИВАНОВО ДЕТСТВО - IVANOVO DETSVO) ANDREI TARKOVSKI (1962) Esta película lanza a la fama a Tarkovksi; es una dura historia de un niño soviético, Iván, quien vive la segunda guerra mundial. El joven actor Kolia Bourliev encarna el papel de un niño marcado por la muerte de su madre y hermana, y lo lanza a un suicidio heroico. Pese a lo vivido, Iván no cae en el nihilismo y se cubre de un romanticismo que gana simpatías del espectador, luchando por un ideal. Impacta la escena final, cuando al asalto de Berlín (con documentales de la época) en la búsqueda de los archivos de guerra, nos enteramos de la triste suerte de nuestro pequeño héroe anónimo, como muchos que murieron en este absurdo conflicto. Desde el punto de vista estético e histórico, es una muestra de ese relajamiento post Stalin que se vivió por varios años y que dieron pie a una suerte de nouvelle vague soviética.


MASACRE - VEN Y MIRA (ИДИ И СМОТРИ - IDRI I SMOTRI) ELEM KLIMOV (1985) Crudo film que muestra las masacres realizadas por los nazis en Bielorrusia a través de los ojos horrorizados de un joven de 13 años (Flyora). Presencia la destrucción de todo un pequeño poblado en una masacre que causó desmayos en los cines durante su proyección. Flyora, como aún un niño, no entiende del todo la dimensión de la guerra y entonces comienza a perder a los suyos y, ya reclutado como joven partisano, es testigo directo (ya que logra salvarse por su iniciativa de supervivencia) de la masacre de hombres, mujeres, ancianos y niños en brazo. El odio hacia las tropas invasoras se va a ver hacia el final del film. Es el momento de las temibles represalias en las que el vencido trata de aniquilar al vencedor. Mas, pese a todo lo vivido, nuestro pequeño narrador se logra comportar a la altura de estos momentos en los que la irracionalidad nos gana.