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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal

martes, 29 de marzo de 2016

TEATRO Y SU FUNCIÓN EN NUESTRA SOCIEDAD (LA INDUSTRIA DOMINGO 27)

Teatro, una de las grandes artes clásicas de la humanidad, tiene entre sus funciones las de enseñar, sensibilizar y divertir a los hombres. Acompaña a la humanidad desde tiempos ancestrales y estuvo muy ligada a los ritos litúrgicos de los antiguos pueblos hasta las primeras manifestaciones en su propio lenguaje en la Grecia clásica con la que comienza a “caminar solo”.  El teatro ha sido además un instrumento poderoso de comunicación de grupos interesados que, como lo será el cine después, buscaban en este el medio para desarrollar una ideología, un mensaje, una enseñanza e, incluso, una amenaza. Por siglos, el teatro fue un arte masiva, capacidad que va a ser “asumida” por el cine como bien lo había vislumbrado Lenin y los grandes creadores de las escuelas del cine mudo (Chaplin, Eisenstein, Griffith). El teatro era popular, la gente conocía a los actores y asistían a diversas presentaciones en diversos escenarios o corrales de comedia. España tuvo un siglo esplendoroso con hombres de la talla de Lope de Vega o Calderón de la Barca. Inglaterra con Shakespeare o Marlowe; Francia, con Racine o Molière. Las cortes reales mantenían un séquito de artistas, entre ellos a los mejores dramaturgos. Las revoluciones posteriores cambiarán el sentido del teatro, pero no deja de ser masivo. Toda ciudad tiene su escenario oficial, como los tuvieron los griegos y romanos. En pleno era de la tecnología, los escenarios se han sofisticado, pero siguen vigentes y, en países de gran desarrollo cultural, sus carteleras son frondosas. Muchas ciudades del mundo, para llamarse tales, sostienen incluso compañías de teatro con las cuales miden sus estándares de calidad de vida. No necesariamente una ciudad con mucho dinero signifique una ciudad desarrollada, puesto que la cultura es un barómetro importante y, de eso, nuestro país aún tiene grandes carencias y deficiencias.

En el Perú, el teatro incluso ha abierto venas económicas que hasta una década antes no se pensaba que se podía dar. También se ha visto el rico vínculo entre la educación y el teatro, el cual encierra un enorme potencial para el desarrollo sinérgico de ambos. Se apostó por una extraordinaria experiencia lograda entre varios grupos trujillanos de teatro y una universidad local, con resultados insospechados. La jefatura de un Departamento de la misma coordinaba con promotores culturales para preparar una agenda anual de obras que estuvieran vinculadas a un tema que la universidad tomaba en sentido transversal para los cursos que incluía este departamento. Hubo temas centrados en violencia, género, inclusión, identidad, entre otros. Los estudiantes asistían a diversos escenarios de nuestra ciudad. El teatro se movía. Un año se puso en escena a 14 obras desde clásicos hasta adaptaciones modernas. Se llegó a un momento en que no había escenario disponible o había dos obras en simultáneo.
La experiencia permitió que se generase una disciplina teatral para respetar tiempos y compromisos. Además, permitió la aparición de nuevos grupos para incrementar las propuestas. Otros apostaron por traer actores y grupos desde Lima, Chiclayo y Cajamarca. E incluso de Brasil y Colombia. La ciudad se enriqueció con una variada cartelera, pero el problema fue que los mismos grupos no apostaron a crear una temporada. Hubo varias personas con las que comentaba estas actividades y se sorprendían que no se haya habido difusión alguna para que el público en general asistiese. Se limitaron a hacer la obra para los estudiantes. De haber apostado a una temporada, el público hubiera respondido. Faltó audacia.
Ahora la universidad en cuestión ya no ve relevante esta experiencia para la educación de los jóvenes. Es inaudito que las casas de estudios superiores no hayan incorporado al teatro como una estrategia de aprendizaje que volvería a Trujillo en la ciudad cultural a la que aspira retornar. Cuando la ciudad tenía menos de cien mil habitantes había compañía de zarzuela, un teatro activo, una orquesta sinfónica de buen nivel, una compañía de ballet activa, un movimiento cultural promovido por la Universidad Nacional y otros centros culturales. Ahora la ciudad tiene casi un millón de habitantes y se habla de un sorprendente boom económico; tiene más de cinco grandes universidades y muchos colegios que se jactan de promover la cultura. Comparativamente hablando, no somos ni siquiera un pálido reflejo de lo que fue el boom cultural de los 60 y 70. ¿Qué se puede hacer para achicar esa honda brecha cuando las mismas autoridades académicas y económicas no apuestan por la cultura? No solo basta tener escenarios fastuosos o remodelados, sino políticas claras que demuestren que hay una intención clara de aportar en ese proyecto de volver a hacer la ciudad de Trujillo un foco de cultura en el Norte peruano. ¿Hay alguno? 

LA ESTRATEGIA DEL MIEDO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 27 DE MARZO)

Un lamentable suceso acaecido esta semana en Bélgica ha movilizado ciertos temores en ambos lados del continente y que suelen ser incorporados durante las campañas electorales como la que estamos viviendo los peruanos. La detonación de tres bombas en Bruselas ha repercutido en la memoria de varios peruanos a quienes los temores y recuerdos de los años 80 han retornado con temor. En situaciones como estas, la mayoría opta por la política de la verticalidad, el endurecimiento de las leyes, las acciones punitivas y la presencia de un Estado sancionador. En Europa las candidaturas de partidos de extrema derecha, muy racistas y aislacionistas, han tenido “un golpe de suerte” para seguir promoviendo este tipo de políticas, pese a que la sociedad europea tiene ya experiencias históricas que frenan “en seco”, todavía, algunas descabelladas propuestas legales para evitar repetir la última experiencia que originó una guerra mundial y costó 80 millones de vidas.
En el Perú, algunos de los candidatos peregrinan la idea de aplicar políticas fuertes para contrarrestar la violencia urbana así como la violencia de grupos sediciosos. Están aplicando la estrategia del miedo en el electorado. Esto se oye en entrevistas y las redes difunden estas insidiosas noticias. Se prometen leyes que serían difíciles de aplicar por una serie de “candados” constitucionales que, de romperlos, colocarían a nuestro país en una situación delicada internacionalmente hablando. Además, las propuestas chocan con una triste realidad: un Estado débil y golpeado por la corrupción en casi todas sus entidades que lo conforman. Uno de los candidatos recuerda la estabilidad generada en la última década del siglo pasado, pero esa estabilidad fue a coste de debilitar la presencia del Estado hasta volverla prácticamente nula en muchas partes de la nación y en diversos sectores de nuestra estructura social. Se lo degradó y se lo convirtió en una rémora. A esto hay que agregar la gangrena de la corrupción que infestó todos los niveles de los organismos y poderes estatales como sucedió con el Ejército y el Poder Judicial.  De querer aplicar medidas para la seguridad de la Nación, estas deben empezar con una reforma cabal del Estado para hacerlo sólido y eficaz,  y un combate cerrado contra la corrupción, la cual fue fomentada, precisamente, en los gobiernos anteriores de algunos partidos que están candidateando en esta contienda y que usan, contradictoriamente, argumentos basados en el miedo histórico.
Esta contienda dista de ofrecer debates serenos sobre estos dos puntos. Sus planes son inmediatistas y eso es peligroso. Ideas absurdas como política de “tierra arrasada” vieron su fracaso en la campaña contra SL, por ejemplo. Por eso, es bueno darse una vuelta por el libro Sendero de Gustavo Gorriti para comparar lo que se promete y lo que puede suceder de seguir con esas promesas ante estas realidades.


jueves, 24 de marzo de 2016

EL PODER DE LA NEGACIÓN (ARTÍCULO PUBLICADO EN DIARIO CORREO DOMINGO 20)

En 1972 estalla el famoso escándalo Watergate en los Estados Unidos. Una interesante campaña desinformativa se comenzó a desarrollar a través de los diversos canales manejados por las personas cercanas al entonces Presidente de esa nación, Richard Nixon. Esta campaña de la negación fue desmentida paulatinamente a lo largo de dos años, hasta que las evidencias mostradas por los periodistas Woodward y Bernstein del Washington Post derrumbaron toda la maraña legal y comunicativa que había desarrollado la administración Nixon. Ante tal insostenibilidad, Nixon tuvo que renunciar el 8 de agosto de 1974 para evitar ir a juicio y tener un final más penoso del que tuvo. Ahora todo esto es historia; sin embargo, estos hechos pasados nos permiten entender gestos y acciones actuales en diversas contiendas políticas como la que estamos viviendo.
En las democracias formales, como la que trata de mantener nuestra nación, muchas estrategias son retomadas de experiencias y ensayos hechos en diversos procesos electorales en esta y otras latitudes. El poder de la negación es una estrategia frecuentemente usada por candidatos de toda talla y talante que quieren ocultar algún dolo para aparentar que todo está dentro “del marco de la ley”. En la época Nixon, las presentaciones del entonces Presidente ante radio y televisión era una retahíla de negaciones ante las preguntas o dudas formuladas por los periodistas. Se acuñó esta frase cliché: “No se ha robado. Repito: no se ha robado”. Fue casi como la frase oficial que resonaba en los medios.
En los últimos años nuestra nación ha sido remecida por una serie de acontecimientos que afectan directamente a casi todos los actuales candidatos a la Presidencia o al Congreso. Estos hechos impedirían, en otras latitudes, el retorno o el ascenso en el mundo electoral de tal o cual candidato. Oscuros negociados, evidencias contundentes de corrupción, compra de jueces y autoridades, indultos escandalosos, visitas y convivencia con personajes corruptos; son algunos de los ejemplos que han originado que las estrategias de comunicación de muchos de los partidos en la actual contienda se aboquen a una intensa campaña de negación. Frases como “pesada mochila” o “se robó menos” encierran un mensaje ambiguo que ayuda a esta desinformación. Peor aún en un país cuyos medios de comunicación masivos no son del todo independientes y marcan un sesgo por tal o cual candidato al cual ayudan a destilar o borrar “su pasado”. Sin embargo, hay periodistas y personas que trabajan en el mundo de la información que mantienen fresca la memoria para una población que carga sobre sus espaldas haber sido gobernados por el sétimo presidente más corrupto de la historia mundial. Esa sí es una pesada mochila.


domingo, 13 de marzo de 2016

EL PAÍS DE LA INCERTIDUMBRE

En los últimos días, el ambiente electoral ha pasado a ser una verdadera incógnita en la que el electorado peruano se encuentra sumido en el aturdimiento. A casi un mes de las elecciones presidenciales y congresales, la lista de 18 candidatos que iniciaron la carrera electoral ha quedado reducida a 14; uno por retiro voluntario, otro por decisiones gubernamentales, y otros dos por tachas a sus candidaturas. La primera es una sana ocurrencia que se da cuando un candidato pulsa la realidad y ve que sus oportunidades son bastante magras. En versiones anteriores, algunos candidatos han hecho lo mismo y lo más coherente es retirarse de unas justas en la que ya no vale la pena hacer una inversión de energías y dinero tanto para el candidato como para sus seguidores y partido. La de Urresti es una acción de sacrificio del candidato hecha para salvar la existencia del partido. Las otras tienen otra razón. Las tachas, salvo caso de gravedad evidenciada como puede ser esta coyuntura, suelen darse al inicio de cualquier periodo electoral para que esta situación no enturbie la transparencia institucional de un proceso bastante sensible en una sociedad que muestra bastante escepticismo con organismos públicos, como es el caso del Jurado Nacional de Elecciones. Ya esta entidad se ha visto involucrada en situaciones bastante escandalosas como las famosas reelecciones de Alberto Fujimori, la última bastante cuestionada por los organismos inspectores internacionales que supervisaron todo el proceso.
Estos acontecimientos están acentuando en nuestra sociedad una suerte de caos social y político heredado en las últimas décadas, generados por una “desorganización moral”. Las marchas y contramarchas de JNE y el JEE han dado la sensación de improvisación, de parcialización y dubitación que no hacen nada bien al periodo electoral. Nuestra madurez política es una utopía, estamos bastante lejanos a ello. Por lo contrario, nuestra sociedad manifiesta rasgos peligrosos desarrollados en las últimas décadas. La sensación de desorden está calando todos los niveles del tejido político hacia una anomia. Tomando como fuente al analista chileno Rodolfo Leiva, quien hace un estudio sobre la anomia política, esta se produce en condiciones de debilitamiento del aparato institucional y el alejamiento de la ciudadanía en la participación política originando “una escasa cohesión de la sociedad con baja integración de los individuos, sumado a la ilegitimidad, la corrupción y la escasa justicia. Lo que genera la llamada crisis de participación, de representación, la desafección política, la escasa ciudadanía y la consolidación del poder en  base a minorías. Es decir, una apatía política”. La coyuntura actual está alimentando esta situación tan generalizada en el electorado, inmaduro, volátil y manipulable por una serie de personajes que, lejos de consolidar principios políticos necesarios para cualquier sociedad, hacen de la masa votante un grupo de incondicionales nada leales e irresponsables de las decisiones que tomen (o no) una vez hayan sido elegidos. Los lamentables ejemplos de congresistas improvisados y tránsfugas validan.
Futuro nada auspicio para nuestra política nacional.

Gerardo Cailloma

(Publicado por extractos en el Diario La industria 13 de marzo)

¿LA MISMA VARA? ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 13 DE MARZO

César Acuña y Julio Guzmán están fuera de la carrera a la Presidencia. La decisión tomada por el JEE el miércoles 9 cierra un capítulo más de esta contienda electoral. De más está decir que las repercusiones han comenzado para ambos, sobre todo para nuestro ex alcalde cuyas instituciones académicas han sufrido una remecida que está causando “muertos y heridos”.
Una de las razones esgrimidas para sacar a al ex candidato Acuña, fuera de las graves e irrefutables pruebas de plagio, es la de entrega de dádivas, acción prohibida durante cualquier proceso electoral.  Las gruesas evidencias de entrega de dinero en Piura y Chosica han sido la causa contundente de su exclusión. Lo realizado por los jefes de campaña del fallido candidato era práctica común de su partido, como lo mostraron antiguas campañas electorales para la Alcaldía o la Gubernatura regional; además de utilizar sus centros universitarios como cantera barata en la cual ejercía un proselitismo evidente bajo el cual sus estudiantes y profesores tienen que “alinearse”. Varias veces se han denunciado casos de docentes cuyos contratos eran condicionados por una velada lealtad exigida que trasgrede el concepto de universidad como tal. Todo esto ha sido siempre alimentado por un acentuado asistencialismo, el cual es justificado como la forma cómo ganar presencia (y votos) en diversos sectores sociales sensibles económicamente. Bolsas de arroz o azúcar equivalían a votos potenciales. Esta práctica viene desde los inicios del siglo XX desde Leguía hasta nuestros días.
La práctica asistencialista paternalista apunta precisamente a necesidades básicas descuidadas por el Estado o instituciones para las cuales fueron creadas.  Salud, alimentación o seguridad han sido cubiertas en diversas campañas electorales  por diversos candidatos (Acuña no es el único) que, en cierta forma, agradecen esta realidad, porque obedece a una costumbre fácil de captar votos. La pobreza es una extraordinaria oportunidad de negocios y genera una forma peculiar de seguridad colectiva o de “cubrirse las espaldas”, como bien lo saben la mafia y el narcotráfico. Son los nuevos héroes sociales. Esta práctica no la ha hecho solo Acuña y sus seguidores. Debemos recordar los famosos panetones de la Casa del Pueblo de antaño o los de Keiko durante la campaña navideña del 2015. Pero en los últimos días, la tentación de ser dadivoso coincide con la angustia de una posible segunda vuelta electoral y todo lo invertido en la presente campaña se vaya al agua.  Eso parece que ha pasado por la cabeza de Vladimir Huaroc en Satipo. Si humanitaria fue la justificación que esgrimió Acuña, la que costó su salida electoral, ergo, ¿qué se está esperando con el candidato a la segunda vicepresidencia de Fuerza Popular para sancionarlo como al ex alcalde trujillano? ¿O son medidos todos con diferentes varas? La salud política nacional espera que el JNE y JEE actúen prontamente con esta acción o la gente seguirá viendo en este proceso algo tan turbio que ya muchos hablan, irresponsablemente, de fraude.

Gerardo Cailloma

DAÑOS COLATERALES (PUBLICADO EN EL DIARIO CORREO TRUJILLO DOMINGO 06 MARZO)

La exclusión de la candidatura de César Acuña a la Presidencia causará una serie de repercusiones que  ya se han venido sintiendo y cuyas consecuencias no son del todo previsibles, aunque sí estimadas. Los impactos de su nueva situación se pueden identificar en tres niveles: académico, ciudadano y político.
Lo académico afectará más a un sinnúmero de instituciones, docentes y estudiantes de las mismas. Acuña creó un emporio educativo a nivel nacional que ha sido remecido por los últimos acontecimientos, pues este fue empleado sin descaro por el candidato para su proselitismo. Además, en plena campaña, las evidencias del plagio impactaron sobre otras universidades tanto en el país como en el exterior. Estos impactos causaron una fuerte merma en la imagen académica de las mismas y una gran duda en el imaginario de una población que apuesta ciegamente en la educación superior, la cual  ha sido el espacio para acciones inescrupulosas que generan un fuerte engranaje no muy transparente en el mundo de la profesionalización. El libre mercado en este campo ha generado distorsiones y aberraciones que ahora estamos pagando. ¿Cómo quedará su Universidad luego de su penosa campaña? Las aulas tienen su retrato y su nombre aparece en la segunda estrofa del himno de la Universidad. ¿Cuánto está afectando a sus estudiantes, docentes y graduados este escándalo?  Y de paso, ¿cuál es la factura que se le puede pasar a universidades como la Complutense con este ruido? El mundo académico es muy estricto y, en diversos casos de plagios, no es nada indulgente. Casos abundan y las respuestas son severas. Imagino que los jurados académicos españoles habrán “puesto sus barbas en remojo”.
Lo ciudadano es un bumerán para Trujillo, ciudad que le otorgó el derecho de gobernarnos por dos periodos ediles. Utilizó nuestros votos al Gobierno Regional como trampolín para lanzarse a la Presidencia. Durante su permanencia en el sillón edil fue sordo a diversas observaciones de su gestión y hubo un manejo nada transparente de los recursos municipales. El famoso video de “plata como cancha” durante su campaña para la reelección no fue impedimento para que la masa electoral apostara por él. Hizo a toda una población cómplice.

Y en lo político ha logrado el entierro de varios personajes de nuestra política. Lo de Humberto Lay y Anel Townsend han sido los primeros náufragos de este descalabro. Aunque, las cataduras morales no son prioridad en este ambiente. Las llamadas “ñustas” de Acuña quizá vayan a sobrevivir como las famosas geishas de Fujimori, quienes defendieron y defienden a ojos cerrados a este personaje fuertemente cuestionado por la corrupción. En un país de escasa memoria, todo puede pasar.