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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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sábado, 28 de abril de 2012

MÁS DE MUJERES QUE HABLAN SOBRE MUJERES QUE ESCRIBEN


El mundo de la literatura es amplio y rico. Es un trabajo ambicioso escudriñar esta arte en una sola lengua, lo es más cuando abordamos otras más. Luego de las exposiciones iniciales de Orietta Brusa (quien habló sobre Elsa Morante) y Miriam Núñez (sobre María Emilia Cornejo), el día martes 10 de abril se realizaron las exposiciones de Claudia Riess, Emily Kesch y Carmen Ortega. Lugar de reunión: Alianza Francesa de Trujillo.

La primera, alemana, decidió abordar a una escritora inglesa, Anne Perry. La fascinante historia de esta escritora nacida como Juliet Marion Hulme, no sólo es famosa por sus terribles narraciones del oscuro Londres de fines del XIX, sino por haber protagonizado un asesinato en Nueva Zelanda, a la cual había llegado para alcanzar a sus padres que se habían mudado a ese país. Allí protagonizó un sonado asesinato que fue “visto” a través del film neozelandés CRIATURAS CELESTIALES con gran éxito internacional. Libres de la pena capital por el asesinato cometido contra Honora Rieper, madre de la amiga cómplice, Pauline Parker, ambas son recluidas por cinco años y liberadas por separada. Juliet se muda a Inglaterra para luego pasar a Norteamérica. Regresa a vivir a un pequeño pueblo en Escocia donde inicia su carrera como escritora. Pareciera que sus obras son truculentas, dignas crónicas de la prensa amarilla. Pero Claudia se centró en hacernos ver el valor de estos relatos cortos que iban mostrando crímenes en un mundo más sórdido como pudo haber sido la época victoriana. Al estilo de Dickens, la Perry (seudónimo que tomó de su padrastro) comenzó a desnudar la crueldad social que rodeaban a los alucinantes criminales y los detectives e investigadores (Thomas Pitt – cadalso, irónico, ¿no?- y William Monk). En sus casi 50 libros policiales (y de otros temas menores), ella nos muestra cómo ha asimilado pacientemente la estructura de la novela policiaca, gracias a las intensas lecturas que tuvo en su infancia, cuando yacía postrada en su cama debido a su delicada salud (por eso mudaba tanto a diversos países con mejores climas como Sudáfrica). Pero la estructura policial sólo es pretexto para mostrar ese ambiente omnipresente y agobiante que fue la era victoriana, las rígidas clases sociales, los sombríos intereses de una potencia económica que era sociedad londinense, que vivía de apariencias y formas, y no dudaba en sacrificar o hacer desaparecer todo a aquel o aquello que atentara cambiar el statu quo. Claudia Riess nos trajo además una serie de datos, imágenes y fotos que mostraban la realidad sórdida de los bajos fondos de las ricas ciudades inglesas de entonces.

Emily Kesch, aunque peruana, por sus orígenes belgas, abordó a una grande: Marguerite Yourcenar. Este “monstruo” literario (en el buen sentido de la palabra) tuvo un gran bagaje cultural gracias a su familia, ambas líneas de origen aristocrático. Huérfana de madre desde prácticamente recién nacida, se crio en el norte de Francia. Su padre le enseñó latín y griego clásicos, toda una formación humanística clásica. Por la guerra, se va a los Estados Unidos, donde mantiene una relación afectiva con Grace Frick, relación que tuvo hasta la muerte de esta última en 1979. La Yourcenar (anagrama de uno de los apellidos paternos: Crayencour) escribe su primera obra: ALEXIS O EL TRATADO DEL INÚTIL COMBATE. Esta obra expone la lucha inútil de un personaje, Alexis, quien le escribe a su esposa para confesarle su homosexualidad. Me atrevo a decir que su condición (la de Marguerite) le permitió acercarse al tema homosexual con marcada discreción, pero con franca verdad frente a esta condición, tan vilipendiada por siglos en la humanidad. Así le permitió acercarse al grande Yukio Mishima, en su obra MISHIMA O LA VISIÓN DEL VACÍO. Pero nuestra expositora se concentró en dos obras: CUENTOS ORIENTALES y opus magnum, MEMORIAS DE ADRIANO. La primera obra es, en realidad, una serie de cuentos reunidos bajo este título. Proceden de diversas partes del Lejano Oriente, como China y Japón, pero los hay también de Grecia y del folclor de los Balcanes; de este último recuerdo un terrible cuento llamado LA LECHE DE LA MUERTE, de la antigua tradición balcánica, específicamente albanesa, que mezcla una terrible narración de la muerte de una madre con la antigua tradición de enterrar o empalar un muro con una bella doncella para darle consistencia a la construcción. Y cómo el lugar se torna en un lugar de peregrinaje a las madres, ya que la doncella en realidad era una madre reciente y  clama que le dejen los senos afuera, no sellados, para poder dar de lactar a su bebé recién nacido hasta que ella se extinga. Pero la historia es contada justo cuando llega a ellos una gitana que va encegueciendo a su bebé recién nacido para poder mendigar. Los contrastes maternos. Y más alucinante aún la narración KALI DECAPITADA, que explica a su manera el origen terrible y triste de esta bella diosa caída en desgracia por culpa de la ambición de los hombres, a quienes les recuerda sus errores con sus despiadadas acciones y su gusto por el sufrimiento de todo ser vivo. Mas Emily Kesch se iba a concentrar más en MEMORIAS, obra capital de la escritora, una de las primeras grandes novelas históricas del siglo XX y que va a trazar la pauta a todos aquellos que gustan de este variante en el género. Adriano, uno de los grandes emperadores romanos, agoniza y decide escribirle una carta-testamento a su nieto, Marco Aurelio. Él, Adriano, le va contando toda su historia desde su juventud, sus victorias, sus miedos, su pasión por el joven Antínoo. Es una profunda reflexión que hace de Adriano un ser humano excepcional y común, a la vez. La vejez, camino obligado a la muerte, permite a un ser humano hacer un recuento de todo lo somos y hemos hecho. Nuestras acciones dan nuestra hechura. Profusa en datos históricos, personajes que existieron, hechos bélicos, nos cuenta el largo sendero que fue su vida. La pasión que tuvo por el joven Antínoo al cual le dedicó estatuas y templos, así como su admiración y respeto por una cultura milenaria: Egipto. Cual Alejandro Magno, cuenta su viaje a este místico mundo y es en Luxor donde Adriano le dedica un pequeño templo – ara a Antínoo. Una de las partes más sentida es la reflexión sobre su cuerpo cansado, viejo y agotado, al que describe como un cúmulo de líquidos y tejidos, que conforman a su único y gran amigo, el único que lo acompañará hasta su muerte. Más que una visión dolorosa es de alegría de saber que éste nunca lo dejará sino al morir. MEMORIAS es un gran libro. Personalmente, me hubiera gustado que abordase también OPUS NIGRUM para conocer a Zenón y el hombre que encarna la luz en los momentos que originan los cambios del medioevo al renacimiento.

Para cerrar la noche, Carmen Ortega nos presentó a una escritora poco conocido en el mundo del castellano sudamericano: ROSALÍA DE CASTRO. La escritora que Carmen presentó no sólo es grande por su obra poética, sino porque ella sí encarna el verdadero movimiento romántico en la península. El romántico es un movimiento artístico que surge en Alemania bajo los designios de una necesidad cultural, lingüística y política para forjar una nueva nación. Las ideas de la Revolución Francesa tienen en Alemania una clara manifestación del sentido de Libertad e Igualdad. El alemán como idioma de cultura (ya lo había intentado Lutero con la fuerte reacción de la iglesia católica), el folclor como una verdadera manifestación noble del espíritu humano, la naturaleza como un medio de los sentimientos humanos. Así como Goethe y Beethoven en Alemania, esta semilla se esparce por toda Europa. Y llega a España. La cultura oficial castellana, sobre todo durante la dictadura de Francisco Franco, sólo reconocía como romántico al gran poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Pero la democracia a la muerte del tirano, abrió las puertas a las autonomías para revalidar su lengua y su gran obra literaria. Para el vasco, catalán y gallego, el periodo franquista se emerge como una sombra amenazadora. Desde 1939, al fin de la guerra civil española hasta la muerte de Franco en 1975, hubo diversas y tristes manifestaciones de estas opresiones vergonzosas. Para los que ya tenemos varios años encima, recordamos cuando Joan Manuel Serrat fue vedado para representar a España en Eurovisión, ya que quería cantar en catalán. Le dieron el pase a Massiel. Volvamos a Rosalía de Castro. Gallega de nacimiento, escribió tanto en castellano como en gallego. Esta última decisión fue transcendental en un momento en que el gallego era considerado un dialecto campesino, inculto. Entonces, había que empezar de cero, puesto que todo tenía que ser por primera vez escrito, luego de varios siglos de silencio gráfico (si cabe el término) a la que se sumió esta lengua. Al escribir su poemario CANTARES GALLEGOS, Rosalía daba un paso a la reivindicación cultural de su pueblo. Es por eso que es considerada una heroína por los gallegos, dignificó su lengua y, a través de ella, cantó las bellezas de la región gallega, la de Santiago de Compostela, la vida del mar. Carmen nos contó sobre su interesante infancia, dándonos algunos datos como el hecho, parece ser, que Rosalía fue hija de un cura y una dama de sociedad (sucede, muchas veces); tuvo una educación como el de todas las señoritas de la época. La formación era para hacerlas un poco minusválidas ante la sociedad. Casó, felizmente, con Manuel Murguía, quien la apoyó mucho en su desarrollo literario y él mismo se encargó de la publicación del primer poemario de su esposa. Se llenó de hijos, como era costumbre en la época, tuvo un total de siete, falleciendo dos, uno al nacer y otro a los diecisiete mes de nacido. Tuvo una precaria salud y todo se precipitó a sus 48 años muriendo de varias complicaciones, entre ellas, un  cáncer al útero. Rosalía trabajó la prosa, pero es la poesía la que más destaca, siendo su primer poemario de treinta y un poemas, CANTARES GALLEGOS, el que es considerado el punto de partida del Rexurdimento gallego. Es un poemario que sintetiza, en cierta manera, la concepción romántica del arte: identidad regional, poemas íntimos de amor y el costumbrismo. En su descripción de su región nos cuenta además del desarraigo, la situación injusta de los campesinos, el olvido y el atraso en que viven, y la emigración. Carmen Ortega nos mostró algunos de ellos, musicalizados por diversos cantautores o compositores españoles como Amancio Prada. El tiempo, implacable como siempre, no nos permitió seguir viendo más sobre esta gran escritora, sobre todo, poetisa. Sus palabras quedan para la posteridad. Aquí nos quedamos con un bello poema que canta sobre su terruño, sobre las bellezas de su espacio en el cual vivió, enterró a su madre, y donde quedan sus restos.

Adios, ríos; adios, fontes;

adios, regatos pequenos;

adios, vista dos meus ollos:

non sei cando nos veremos.

Miña terra, miña terra,

terra donde me eu criei,

hortiña que quero tanto,

figueiriñas que prantei,

prados, ríos, arboredas,

pinares que move o vento,

paxariños piadores,

casiña do meu contento,

muíño dos castañares,

noites craras de luar,

campaniñas trimbadoras,

da igrexiña do lugar,

amoriñas das silveiras

que eu lle daba ó meu amor,

camiñiños antre o millo,

¡adios, para sempre adios!

¡Adios groria! ¡Adios contento!

¡Deixo a casa onde nacín,

deixo a aldea que conozo

por un mundo que non vin!

Deixo amigos por estraños,

deixo a veiga polo mar,

deixo, en fin, canto ben quero...

¡Quen pudera non deixar!...

Mais son probe e, ¡mal pecado!,

a miña terra n'é miña,

que hastra lle dan de prestado

a beira por que camiña

ó que naceu desdichado.

Téñovos, pois, que deixar,

hortiña que tanto amei,

fogueiriña do meu lar,

arboriños que prantei,

fontiña do cabañar.

Adios, adios, que me vou,

herbiñas do camposanto,

donde meu pai se enterrou,

herbiñas que biquei tanto,

terriña que nos criou.

Adios Virxe da Asunción,

branca como un serafín;

lévovos no corazón:

Pedídelle a Dios por min,

miña Virxe da Asunción.

Xa se oien lonxe, moi lonxe,

as campanas do Pomar;

para min, ¡ai!, coitadiño,

nunca máis han de tocar.

Xa se oien lonxe, máis lonxe

Cada balada é un dolor;

voume soio, sin arrimo...

¡Miña terra, ¡adios!, ¡adios!

¡Adios tamén, queridiña!...

¡Adios por sempre quizais!...

Dígoche este adios chorando

desde a beiriña do mar.

Non me olvides, queridiña,

si morro de soidás...

tantas légoas mar adentro...

¡Miña casiña!,¡meu lar!