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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 19 de mayo de 2019

COMPARACIONES ODIOSAS (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 19 DE MAYO)

Una escapada por otras realidades nos abre los ojos y permite medir muchas cosas de los innumerables planos que conforman nuestra sociedad. El día a día nos atrapa y no nos permite observar la realidad que una ciudad y una Región encierra, caso Trujillo y La Libertad. Un viaje a Ecuador generó en mí una sana, bastante sana envidia y, también, una frustración por las posibilidades perdidas por nuestra sociedad debido a diversos factores. Con un grupo de amigos logramos cruzar la frontera en auto para poder hacer una rápida y selectiva visita a Machala, la cuarta ciudad de Ecuador en economía y la quinta en población; y su puerto, Puerto Bolívar, no muy lejos de la misma. Haber ido en auto nos permite hacer las primeras comparaciones: su sistema vial. No es que uno se sorprenda por la buena autopista que une la frontera con esta ciudad, sino que es una zona que también sufrió los embates del Niño costero del 2017. Pueden leer el trabajo de investigación hecho por Shiela Serrano con otros al respecto. Viajar por tierra de un lado a otro de la frontera es frustrante, puesto que del lado ecuatoriano quedan pocos daños en sus calles y carreteras, producto del Fenómeno de ese año; sin embargo, Trujillo, tercera ciudad peruana, y su sistema vial están aún en un lamentable proceso de reconstrucción que, me temo, sea solo un paliativo hasta el próximo Niño. Ni hablar de Chiclayo, ni de Piura.
Ingresar a Machala fue otra experiencia; yendo al volante en un país ajeno al tuyo, el estado de alerta es latente; pero la no circulación de combis, ticos o mototaxis es todo un alivio para cualquier conductor. Manejar en Trujillo, Chiclayo, Piura e, incluso, Tumbes se ha convertido en un verdadero desafío para el más paciente y tenaz. El casco antiguo machaleño tiene algunas zonas peatonales y posee anchas calles, en las que se ha destinado un carril para transporte de buses. En una ciudad con muchos vehículos, hay poco uso del claxon, son respetuosos de semáforos y señales de tránsito, y respetan el orden de ingreso a un óvalo. Recuerdo una entrevista radial a un dirigente de transporte público pesado, quien se quejaba de la presencia de óvalos en una carretera o en la ciudad. Bueno, si un chofer, dizque llamado, profesional desconoce su uso, dice mucho del riesgo que todos tenemos al transportarnos en buses y explica el alto número de accidentes mortales viales.
La ciudad lucía limpia, ordenada. Ecuador trabaja mucho en atenuar el impacto generado por la deforestación y la contaminación de la basura. Esta ciudad ha obtenido logros; a diferencia de nuestras ciudades. El caso La Hermelinda quedará, todo parece, en una intentona de calmar las iras de molestos ciudadanos que esperaban una acción más radical y eficaz contra este flagelo de nuestra salud, seguridad y ornato de nuestra ciudad.
Tanta gastronomía de calidad y bellos paisajes se deslucen gracias al desorden que somos como sociedad, paraíso de la impunidad.

domingo, 12 de mayo de 2019

¿SUEÑO IMPOSIBLE? (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 12 DE MAYO TRUJILLO)


Noticias van. Chismes vienen. Trujillo está dando algunos pasos adelante, otros atrás. La urbe en la que ha devenido nuestra ciudad ha desbordado servicios, controles y normas; ha convertido a muchos de sus habitantes en prisioneros y mudos testigos de un crecimiento desordenado, impune y agresivo en el cual miles de sufridos ciudadanos nos vemos involucrados directamente e indirectamente y, asidos de una inacción absurda, hemos permitido que la informalidad, la matonería y la misma delincuencia encubierta hayan ido creciendo con cierta anuencia encubierta y, a veces, abierta de autoridades corruptas de toda índole. Así Trujillo ha visto cómo un transporte público condicione a una ciudad a sus “exigencias”, mientras micros, combis, buses y ahora mototaxis circulen por las calles amedrentando a los usuarios, atropellando reglas de tráfico para una buena convivencia ciudadana, y contaminando a diestra y siniestra. Sabemos que muchos vehículos son armas ambulantes por la antigüedad que tienen encima; la carencia de brevetes profesionales o de al menos uno por parte de choferes que deben de tener licencia para conducir vehículos de transporte público (¿habrán hecho algún censo al respecto?); y la protección legal que tienen varios de estos conductores para seguir circulando pese a tener varias papeletas a cuesta. Ahora llegaron los mototaxis, muchos de ellos conducidos por imberbes que dudo tengan documento en regla para transportar pasajeros. Muchas veces ves a madres de familia con bebés en brazo siendo transportadas por estos medios. ¿Dios es grande?
Sin embargo, no todo puede ser malo. A veces aprendemos de nuestros errores. La Hermelinda, ese espacio que se inició (como diría Matos Mar) como respuesta popular a la carencia oficial de oportunidades laborales en los 80, será clausurado por haber tergiversado su original propósito. La actitud de conmiseración hacia muchos de estos comerciantes amparados en la informalidad ha sido nociva, pues no hubo intención alguna de mejorar; por lo contrario, acogidos a trampas legales y poses sensibleras, han estado generando grandes problemas sociales: gasto injustificable de los recursos que podrían tener otros destinos citadinos y centro de delincuencia de todo tipo. La suciedad, ese gran problema que mortifica a todos los estratos de la ciudad (ya hemos tenido varios conatos de epidemias), ha sido el gran detonante. La basura generada por estos comerciantes es equivalente a casi un 25 % de la producida por la ciudad diariamente. Y precisamente, estos ciudadanos no son un dechado de pago de impuestos. En otras palabras, los demás ciudadanos les pagamos su basura. No es correcto poner a todas las personas en el mismo saco, pero algunas medidas deben de pensar por el bien ciudadano, no de un grupo de ellos que extraen ilícitamente la riqueza de los otros.
De no implantar autoridad, el sonsonete imputado a la anterior gestión edil se va a replicar en esta.

domingo, 28 de agosto de 2016

GASTOS ILÍCITOS (EN RELACIÓN A LAS TRANQUERAS DE NUESTRAS CALLES, ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DOMINGO 28 DE AGOSTO)

Hace unos días, coloqué en las redes sociales una opinión que generó cierta polémica y que me gustaría compartir por este medio, puesto que concierne a todos los ciudadanos y que es motivo de discusión entre todos ellos ante la acción dubitativa de las autoridades de nuestro país. El uso de tranqueras en casi todas las ciudades peruanas es una muestra de ese caos social en el que nuestra sociedad se ha sumido en las últimas décadas siendo el argumento principal el de la seguridad no otorgada por el Estado o los Gobiernos regionales o municipales de tal o cual ciudad. En la actualidad, ha surgido una nueva justificación para su uso: cortar el paso al transporte público que rompe la paz del vecindario.
Uno al leer el Artículo 2 del Capítulo I de  la Constitución Política del Perú se puede identificar cuántos derechos son vulnerados por el uso de esta medida: 1, 2, 11, 14, 15, 16, 22, 24 (a, b); en el Título II, Capítulo I, la debilidad o ausencia del Estado en cumplir el Artículo 44 hace que grupos ciudadanos trasgredan el Artículo 45. Además, las trasgresiones se amplían cuando vemos a muchos ciudadanos que se ven forzados a aceptar (hasta de manera unilateral) el empleo de estas en su calle o vecindario. Así tendríamos casi todos los artículos del Capítulo III de nuestra Constitución.
Pero vamos al sentido común. Debido a la debilidad de los organismos competentes a validar los derechos de todos, el uso de muchas calles y parques de diversas urbanizaciones de nuestra ciudad ya son de uso exclusivo de un grupo de vecinos e, incluso, de uno solo. Ante tal anomia social, ese espacio se vuelve privado. Una suerte de ley del Medio Oeste del siglo XIX o de Uti Possidetis iuris interno. Sin embargo, los organismos públicos se ven obligados a cumplir con otras responsabilidades sobre estos espacios a los cuales el grueso de ciudadanos está literalmente prohibido de acceder. Tal es la incertidumbre sobre estos espacios que ya muchas compañías de taxis o de servicio de entrega a domicilio han preferido rescindir sus responsabilidades en dichas zonas. No es nada raro que haya personas que son dejadas en las tranqueras para que caminen dos o tres cuadras para acceder a su objetivo final. Y ni imaginarse de lo que pueda pasar en una emergencia como un sismo o incendio.

Como ciudadano contribuyente exijo que mis impuestos sean derivados al bien común, no al bien de un privado o privados. ¿Por qué debe la comunidad de reparar o asfaltar una calle a la cual solo acceden 4 o 5 vehículos? Desde un punto de vista pragmático, estas son responsabilidades que le competen a los usurpadores que ejercen como dueños de tales espacios. En estos momentos en que se debe de ser cuidadoso con el buen uso de un erario público, cualquier ciudadano en su derecho puede exigir y demandar por gastos ilícitos o uso doloso de fondos públicos para beneficios de pocos.