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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 1 de agosto de 2021

ANGASMARCA Y SANTIAGO DE CHUCO: ENTRE LA BELLEZA Y LA FIESTA




Domingo 25 de julio. Casi todos levantados a las 5:30 am. Habíamos dormido con todo un ruido infernal de una fiesta quinceañera frente al hotel. Cuando ya salíamos en dirección a Angasmarca (6:30) los últimos invitados de la ruidosa fiesta se iban. La luna se veía en todo su esplendor (así puede uno entender por qué se creía que esta era un dios poderoso, que se lo podía ver tanto de día como de noche). Premunidos de casacas y gruesas chompas salimos los cuatro aventureros hacia nuestro objetivo final; salimos de nuestro hotel en la calle Raimondi y subimos toda esa cuesta. Pero antes de dejar Cachicadán, compramos una rosquitas para nuestro improvisado desayuno.

El camino, completamente nuevo para mí, mostraba bellos pasajes, pero se me hizo un poco complicado pues el sol reventaba en mis ojos. Pese al cobertor y mis lentes oscuros, hubo pasajes que los pasé con cierta intuición. La carretera también está en mantenimiento por lo que veíamos maquinaria diversa en el camino, pero no estaban trabajando: no sabíamos si era por ser domingo o por la fiesta de Santiago. El tramo se angosta en varias zonas y hay que ir con cuidado. Los choferes más diestros no escatiman la velocidad por lo que hubo momentos un poco tensos. Hay lugares en los que pasa un solo vehículo y las curvas son muy pronunciadas. Hubo un momento en que la camioneta derrapó, pero fue un pequeño susto. La distancia entre Cachicadán y Angasmarca es de 26 kilómetros aproximadamente, pero nos tomó casi una hora. Angasmarca está un poco más alto que Cachicadán (2,884). El último tramo fue un poco de ascenso. Por fin llegamos a Angasmarca (2,900) y ahí nos íbamos a encontrar con el profesor Óscar Lihón, director del centro educativo de la ciudad. Angasmarca tuvo una historia floreciente. Se ubica en punto estratégico, un valle rico el cual fue explotado durante la colonia: zona agrícola y pastoril que se vio afectada por muchos incidentes en las últimas décadas desde la presencia de Sendero Luminoso hasta nuestros días. Aquí detalles de su historia: http://muniangasmarca.gob.pe/el-distrito/resena-historica/.  El profesor Lihón era la persona que nos iba a abrir la puerta de la iglesia (principal objetivo) y enseñarnos las bellezas que se encuentran adyacentes a tan bello monumento que clama ayuda para su restauración. De la iglesia había oído muchos comentarios que alababan su interior; había hablado durante años con personas como Ricardo Morales, Iván La Riva o Guido Sánchez, había leído texto y visto fotografías. Pero “una cosa es con guitarra y otra con cajón”. Hoy me tocaba con cajón: estaba en el lugar para constatar su belleza y peligro latente. El profesor nos contó que la torre había sido demolida (¡demolida!), pues estaba en riesgo de caerse por cuarteamiento, así que la solución de una empresa fue tirarla abajo. La puerta principal había sido dinamitada por Sendero Luminoso en 1991, así como la Comisaría del lugar (es un edificio nuevo). Por lo que esas partes han tenido una intervención cuestionable y esperemos que con el tiempo se haga una buena restauración. Abrir la puerta e ingresar fue toda una experiencia alucinante. Al subir la llave de luz, la débil iluminación nos mostró una belleza inigualable. Había visto iglesias con detalles primorosos como Huaylillas, Parcoy, incluso La Jalca en región Amazonas. Pero también vimos el severo daño y peligro en que se encuentra este bello espacio: Nuestra Señora de la Asunción de Angasmarca o la iglesia matriz. Ingresamos viendo detalle por detalle. Esta iglesia había perdido su techo (irremediablemente) y tuvo todo su interior expuesto a lluvias y cambios bruscos de temperatura, pero aún así los estucos de yeso primorosamente labrados para representar santos o escenas bíblicas resisten al tiempo y a la desidia humana. Pero ha habido varios intentos de reconstruir y hay proyectos para su recuperación. Esperemos que estos se hagan pronto realidad para evitar su acelerado deterioro. Incluso el techo de paja improvisado (hay que cambiar todo eso) así como la portada y la torre, (urgente antes que haya intervenciones desafortunadas) necesitan ser removidos técnicamente; el techo tiene muchas palomas cuyas heces están afectando también el estuco de las imágenes y retablos. La iglesia ha tenido hurtos y saqueos, uno último ha sido el de su campana de bronce. Hay vigas que sostienen paredes y algunos techos de cuartos colaterales pueden colapsar en cualquier momento: uno ve esto y sí puede comenzar a creer en todo tipo de milagros. Luego fuimos a ver los restos de la hacienda en la que alguna vez estuvo Bolívar y Raimondi alojados. El paisaje es generoso y frente a ello una inmensa montaña empinada como Apu tutelar de la zona. Nos contó que ahí hay restos wari y el triste caso de unos jóvenes imprudentes que murieron en un incendio provocado por ellos mismos. Ya retornando con nuestro guía nos fuimos a ver un portal, el Portal de Belén, construido para ese único propósito. Aquí datos de la iglesia: http://www.munisantiagodechuco.gob.pe/webantes/Donde_ir/iglesia_matriz_de_angasmarca; aquí otro más: ndiario.pe/blogs/notas-de-prensa/2015/06/22/gr-apoyara-restauracion-de-antigua-iglesia-de-angasmarca.









Nos despedimos amablemente de nuestro guía y retornamos a Cachicadán. César sugirió retornar a Santiago de Chuco para evitar los cortes que habíamos visto el día anterior. En nuestro camino ingresamos a un pequeño poblado de agricultores: Santa Cruz de Chuca. Nos detuvimos un rato en su bonita plaza, aunque un poco arruinada por un armatoste de mal gusto de la municipalidad, un edificio lleno de vidrio translúcidos y con detalles que rompen con la armonía del lugar. Como siempre, el mal concepto de “modernidad”. Pero el secreto del lugar iba a ser una suelte de balcón desde el cual se ve Santiago de Chuco y otros bellos lugares; además un silencio escandaloso, roto por la brisa del viento y el movimiento de los maizales. Al retorno, una señora muy amable nos obsequió mote de trigo y vimos cómo cocía una cabeza de chancho. 








Volvimos a nuestra camioneta y de ahí a Cachicadán. Ya estábamos cerca. En Cachicadán fuimos al hotel a recoger las cosas y partir a Santiago para almorzar allí. Había un tráfico regular por las fiestas; estábamos un poco temerosos de no hallar hotel. Al ingresar veíamos en las esquinas de muchas calles arreglos y altares para esperar el paso de la imagen de Santiago que iba a ser trasladada en una camioneta. Nos dirigimos hacia nuestro hotel: hostal El Mirador en la calle Los heraldos negros (nombre de un poema de César Vallejo). Felizmente había habitaciones; los amigos de César fueron una gran ayuda; como era un poco tarde, pedimos almorzar ahí. La demora sí fue proverbial, sin embargo, nos dio tiempo para ver la procesión que iba recorriendo las calles centrales con varios hombres pallos y mujeres ataviados para la ocasión (https://www.youtube.com/watch?v=Bv6ZhFfjq6s). Las calles estaban llenas de personas celebrando (nada de protocolo sanitario, peligroso). Como estos festejos iban para más tarde, decidimos visitar el cementerio de la ciudad. Fuimos caminando y en el trayecto vimos en varias esquinas gente bailando y bebiendo a raudales (cajas de cerveza varias, por eso hay una venta extraordinaria de cerveza en estas fiestas): tomamos el camino hacia este lugar. Vemos un monumento a Manuel Porturas y de ahí empieza una avenida que lleva su nombre. Al llegar al cementerio vemos dos entradas: una nueva y una más antigua que eran los límites iniciales del camposanto. Es un cementerio de pueblo de sierra, algunos cuarteles se han hundido. Lo que nunca logramos encontrar son las tumbas de los familiares de Vallejo; el día anterior el guía nos indicó que sus familiares estaban en este cementerio y que su familia era conocida en la ciudad. No encontramos dato alguno. Lo que sí hay es una tumba en conmemoración de Vallejo con una frase (mal escrita, dicho sea de paso) de su esposa francesa Georgette Vallejo (la frase está en francés). Uno evoca su triste poema dedicado a la muerte de su hermano Miguel: aquí escuchamos la versión de Susana Baca (https://www.youtube.com/watch?v=LNCevBd0Pl0); o esta de Mercedes Sosa (https://www.youtube.com/watch?v=SaYLaHjLdUA. Qué canto y poema.






Un poco apenados salimos del cementerio y César nos sugiere de ir a un paseo mirador no lejos de ahí. Este lugar sí es muy simpático y nos permite ver la ciudad; en el mirador, mirador Chaychugo, hay muchos murales y vitrales que crean espacios cromáticos de luz. Nos quedamos hasta la caída del sol y retornamos a la plaza principal donde la fiesta estaba en su punto. Todo Santiago estaba en la calle; entramos a una pequeña pizzería, Arte y Aguacero, para tomar un café y comer algo. Este restaurante tiene dos balcones que dan hacia la plaza, desde los cuales veíamos el desarrollo de la procesión. Bajamos nuevamente a la plaza para ver de cerca el ingreso de la imagen a la iglesia y ver los fuegos artificiales y bailes improvisados de la gente ya bien sazonados. Nuevamente nos encontramos con el señor Salinas, mayordomo de la actividad central, con quien conversamos sobre la iglesia de Angasmarca; me comentó que ya tienen expedientes y presupuestos, pero hay asuntos administrativos pendientes. Le comenté sobre Huaylillas y me comentó que ellos lograron restaurar esta iglesia, así como la de Tulpo y Bambamarca. Estuvimos conversando por lo menos una media hora al respecto. Luego nos retiramos para nuestro hotel, no sin antes comprar pan, bizcocho (extraordinarios) y rosquitas. Ya en nuestro hotel pedimos coordinar con la señora para que nos prepare temprano el desayuno y que nos pueda comprar más pan y bizcochos.









Lunes 26, muy temprano iniciamos retorno a Trujillo. El camino fue tranquilo, nos detuvimos en Shorey para revisar una llanta, la que tenía un buen clavo incrustado. Por el lugar llamado Paraíso compramos quesos, muchos quesos. Llegamos a Trujillo con un tráfico pesado. Fin de nuestro viaje. 

domingo, 10 de junio de 2018

SAN NICOLÁS Y LLACANORA, CAJAMARCA VIEJA (ÚLTIMO DÍAS EN CAJAMARCA)





Sábado, 31 de marzo. Cumpleaños de María. Último día para sacarle el jugo a la camioneta, pues el domingo, que solo íbamos a estar hasta un poco más allá del mediodía en Cajamarca de retorno a Trujillo. Fue un día con viajes cortos, pero no por ello menos interesantes. Ese día el periplo no iba a ser muy lejos de la ciudad. Habíamos decidido visitar una laguna de San Nicolás, gracias a las recomendaciones de César Alva. Así pues, con el fin de no llegar exhaustos por la noche para ir a una buena cena, decidimos hacer este corto periplo. Partimos por la misma ruta que habíamos tomado el día anterior para Celendín. A cierta altura de la carretera, mucho antes de llegar a Polloc, ingresamos a un desvío que nos tomó un largo trecho para llegar a la laguna. En realidad, fue errada la vía que habíamos tomado, pues la ruta indicada era la que llevaba a Llacanora y Namora. Felizmente, las distancias y el paisaje que íbamos viendo recompensaba nuestro extravío. Llegamos a San Nicolás, una laguna simpática con regular cantidad de junco y varios patos serranos que han hecho su hábitat regular. Los patos han aprendido a convivir con los humanos, pues este lugar es empleado como un lugar de esparcimientos por los cajamarquinos y los visitantes como nosotros. En realidad, el sitio se ha convertido en un parque recreacional lleno de juegos de adrenalina, como el que experimentamos en Iquitos. María y yo decidimos hacer una visita por la laguna con un kayak. Portando nuestras cámaras, nos subimos a uno y nos fuimos a tomar fotos a los patos y algunas atracciones acuáticas (raros insectos de largas patas que flotan y se desplazan por las aguas). Decidimos almorzar en la zona, había un simpático restaurante en el cual ordenamos trucha. Esperamos un rato aprovechando refrescarnos con una cerveza. La trucha frita estuvo buena. Una vez culminado nuestro almuerzo nos enrumbamos a Llacanora para ver las cataratas del lugar. La carretera está en buen estado; nos fuimos despacio para no extraviar el camino, pero esta vez las indicaciones eran correctas, fuera de que en la carretera hallamos la orientación adecuada. Un problema muy generalizado en nuestras ciudades y zonas de interés es la escasez de señalética: o no la hay, o de existir es inadecuada. Felizmente al llegar al lugar se nos dijo que se podía ingresar con la camioneta. Eso fue lo que hicimos, tomamos una estrecha senda por la cual previamente había pasado un camión; si tal vehículo pasaba sin problemas, el nuestro iba a pasar con comodidad. Llegamos al punto en el que dejamos la camioneta para ir a buscar las cataratas (son pequeñas) que tienen la denominación de hembra y macho. El lugar es simpático. Hace varios años fui al lugar y no había señalización alguna; ahora tienes información en diversos carteles, lastimosamente algunos han sido dañados o pintarrajeados, actos de incultura cívica. Pobres imbéciles.






Una vez culminada nuestra visita a ambos lugares, regresamos temprano con el fin de devolver la camioneta, no sin antes haber hecho algunas compras finales como ropa y artesanía que María quería llevar a Trujillo como ollas de barro y platos de igual material. La cosecha fue bastante buena, pues hicimos buenas compras finales. Llegamos temprano a nuestro hotel, previa llamada al dueño de la camioneta; ya habíamos cargado de combustible para dejarlo tal como se nos entregó. María se encargó de entregar el vehículo, pues me estaba duchando. Por la noche nos fuimos a cenar al Hotel Costal del Sol, el Páprika, para cenar riquísimo. Hay una buena carta que ofrece buenas fusiones de productos oriundos con comida internacional. Una vez terminada la cena, nos fuimos un rato al bar a tomar una última copa en nuestra última noche en Cajamarca por esta vez. Cerramos nuestra visita nocturna con la visita de algunas iglesias, siempre La Recoleta, preparándose para la misa de resurección y fuimos a algunos locales a ver artesanía.




Al día siguiente, 01 de junio, último día en Cajamarca, nos levantamos temprano para dejar todo ordenado; María tenía varias cosas por llevar. Una vez terminado nuestro opíparo desayuno, arreglamos las últimas cosas que faltaban embalar para poder hacer una caminata por la ciudad para fotografiar sus bellas casas antiguas. Además, por primera vez entré a la iglesia de San Pedro ubicado en una simpática plaza. También tuve oportunidad de detenerme a ver con más detalles el Arco del Triunfo de la Calle Comercio, detalle que nunca tuve el tiempo de observarlo y conocerlo más. Aquí más detalles de la calle (http://cronicascajamarca.blogspot.com/2010/06/jr-del-comercio-ayer-y-ahora.html). Como María buscaba aún algunas cosas, nos fuimos al mercado donde pude ver todo un  mundo que yace a veces oculto para muchos turistas.





Cajamarca tiene numerosas casas con bellas portadas, algunas de las cuales están muy descuidadas o ya en franco deterioro. Se ve, paulatinamente, el deterioro de la misma. Espero que haya la buena voluntad de preservar con más celo este bello centro. Recuerdo el segundo día a un mexicano que se coló con nosotros para sacar la camioneta. La portada de la casa es impresionante, pero es solo un cascarón. El mexicano había perdido la oportunidad de haber viajado con otros amigos a Cuzco, por lo que decidieron enrumbarse a Cajamarca y luego Chachapoyas. Para él, Cajamarca fue todo un hallazgo impresionante. Espero que sea siempre así. Ya depende de sus habitantes de seguir siendo el asombro para los demás.