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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 20 de septiembre de 2020

CULTURA, PESE A TODO

6 meses de pandemia declarada en nuestro país. Crisis sanitaria y caos económico a consecuencia de las medidas de aislamiento obligatorio para la mayoría de la población peruana. Medidas estrictas que afectaron a todos los sectores de nuestra sociedad que comenzó a buscar formas de cómo salir adelante. Ayudas más, ayudas menos del aparato estatal no ha sido suficiente para paliar la crisis de muchos hogares que súbitamente vieron sus ingresos recortados o sus trabajos cancelados. Como en todo el mundo, hombres y mujeres comenzaron a buscar nuevas propuestas para poder paliar en algo esta hecatombe.

En medio de esta desgracia surgen algunas respuestas que, obviamente, no deben de ser pasajeras. La informalidad y el trabajo individual han sido los primeros estilos laborales que han entrado en total crisis. El surgimiento del espíritu gremial y la efectividad de este han sido casi una respuesta automática no solo en el mundo artístico, sino en otros campos laborales. Estos sistemas, de pronto, se han visto como un modo efectivo tanto de protección, seguridad y proyección que puede permitir a artistas, artesanos y otras profesiones poder plantear respuestas y suplir carencias que no se hallan en otros sistemas, el estatal incluido. Las asociaciones y gremios existentes han sido expuestos de manera activa y están funcionando como puentes entre entidades de apoyo y sus asociados. Además, la necesidad de trabajar de manera sinérgica y colaborativa es otra modalidad que debe de ir incorporándose en las estrategias que queramos desarrollar en el futuro. Es por eso por lo que, mientras el mundo político vive lamentables realidades circenses absurdas que ofenden a la sociedad peruana (lo que hemos visto esta semana es una muestra de ello), artistas y gestores culturales se han movilizado para dar respuestas no solo para ellos mismos, sino a la sociedad en su conjunto. Se espera que los puentes tendidos con el MINCUL sean efectivos para las personas involucradas; pero estas últimas han seguido en la búsqueda de más opciones con otros sectores para generar más oportunidades. Alianzas y nuevos espacios han comenzado a surgir que puedan idear proyectos que involucren al mayor número de artistas. Pero, también es necesario que todo esto se difunda con el fin de que esas propuestas múltiples se conviertan en potenciales servicios de sectores vitales de nuestra sociedad como lo son la Educación y la Salud por el momento. El arte es potente paliativo para miles de peruanos que viven bajo un estrés sin igual. Algunas empresas privadas se suman tímidamente a estas causas que, son a la larga, soluciones que estarán en la recordación de muchas personas. Se las identificará como solidarias en momentos tensos que nos tocó vivir.

Festivales, conciertos y performances llenan las pantallas y escenarios nuevos surgen. Contra todo pronóstico, la cultura sigue viva y hay que apoyar toda iniciativa por el bienestar común.

domingo, 14 de mayo de 2017

MUSEO, PATRIMONIO, CULTURA, EDUCACIÓN (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO DE TRUJILLO 14 DE MAYO)

El 18 de mayo de cada año se celebra el Día del Museo, día dedicado especialmente para la recordación a la comunidad de la importancia que esta institución viva tiene para la cultura, la educación, la identidad y, a través de su preservación y crecimiento, el compromiso que todos las demás instancias de la organización social de una comunidad tienen con este. El museo acumula parte del patrimonio de una sociedad y fomenta la educación para el desarrollo del conocimiento, sensibilidad e identidad del grupo social que lo acoge. Hay museos emblemáticos en diversas ciudades y países que son el orgullo de sus habitantes y emergen de vez en cuando en conversaciones entre conocidos o para difundirlo a extraños como una de las bondades de su ciudad, región o país.  El Norte peruano cuenta con varios museos, sobre todo arqueológicos, que no solo tienen renombre nacional, sino internacional. Tumbas Reales de Sipán no es únicamente una atracción académica, sino turística que moviliza a miles de personas, connacionales o extranjeros, a desplazarse a tierras lambayecanas. Ha sido un motor económico de la Región y ha visto el surgir de otros museos que han ampliado la oferta turística de una ciudad que aún sus habitantes no han entendido en toda su magnitud. Los museos se vuelven polo de atracción que aplaca la curiosidad, el sentido histórico o el placer estético de las personas que recorren sus galerías. Y en el mundo de la museografía moderna, el museo se tornado en un espacio lúdico y divertido que atrae a muchos niños y jóvenes a sus ambientes para tener un encuentro amable con el arte o la historia. He tenido la oportunidad de ver varios museos en Israel, Francia o México que son visita obligada de toda la familia, para todos los gustos. En nuestro país, el Museo de Túcume ha sido planteado bajo esa perspectiva.

Sin embargo, nuestra sociedad entra en graves contradicciones sobre el trato que le da a su patrimonio. El mundo oficial recientemente ha “liberado” varias zonas arqueológicas de la sierra liberteña que han quedado a merced de la minería. Ministerios, gobiernos regionales o municipales, a través de diversos medios propagandísticos, venden nuestro patrimonio arqueológico a los potenciales turistas y a la vez se desentienden de este. Esta actitud nos convierte en una sociedad esquizofrénica, con individuos que manejan un lenguaje ambiguo y una doble moral. Obedecen a criterios inmediatistas, angurrientos y egoístas, más que velar por una sociedad sana, coherente, conocedora y respetuosa de sus bienes colectivos. Además, han logrado convertir el patrimonio como fuente de lucro, así se entiende por qué gran parte de este está en manos ajenas o museos del exterior. El tráfico de obras de arte o piezas arqueológicas es tan poderoso como el narcotráfico. Algunas de las tantas razones por las cuales, la cultura y la educación seguirán siendo la última rueda del coche.

domingo, 10 de julio de 2016

AVANCES AMENAZADOS (ARTÍCULO DE OPINIÓN EN EL DIARIO CORREO DE TRUJILLO)

La comunidad peruana ha visto el sábado 02 de julio una marcha en muchas de sus ciudades que ha removido varias conciencias, ha llamado la atención a diversos medios y ha perturbado la mente y la tranquilidad de ese extraño statu quo que atenta contra muchas minorías. La marcha de la comunidad LGBT por las calles de Trujillo el último sábado ha perturbado muchos pareceres de varios trujillanos sobre el problema de minorías. Quizá para muchos, algunas actitudes de los participantes no eran las adecuadas y trasgredían ciertos códigos de moral cotidiana, pero estas marchas ocurren porque algo no está marchando bien entre nosotros. Sin embargo, actividades como estas ya están calando en nuestra sociedad aún intolerante y anclada en zonas de confort que supuestamente reflejan el pensamiento de una mayoría. Estamos cambiando.
Pero mientras vemos a personas e instituciones que luchan por lograr una sociedad más tolerante y que se maneje con criterios de justicia y equidad, en otros lares de nuestro planeta hemos visto, conmovidos y aterrorizados,  cómo la intolerancia y la intransigencia están a flor de piel y se manifiestan de las maneras más cruentas e implacables. La absurda muerte de más de dos centenares de personas por una bomba asesina en la vieja Bagdad y la de dos ciudadanos afroamericanos y la masacre de una discoteca gay y la de cinco policías en Norteamérica, así como la silenciosa muerte de un joven travesti en un barrio de nuestra ciudad,  nos muestran que el camino aún es largo por recorrer. El hombre crea más instrumentos y referentes de segregación que de integración; y los extremos de estos son los fanatismos y dogmatismos. Son herramientas supuestamente prácticas e, incluso, incuestionables que usamos para “medir” al otro, para encasillarlo y clasificarlo, ubicarlo en un escalafón de una estructura social que queremos que sea inamovible. Hombres y mujeres tratan de hallar mecanismos de integración para lograr una sociedad menos violenta y más inclusiva, pero diversos motivos se hallan para que estos no se logren. Solo basta ver  todas estas herramientas que me permiten segregar: raciales, generacionales, lingüísticos, económicos, geográficos, culturales, físicos, de género, de opción sexual. 
El mundo jurídico e intelectual propone mecanismos y posturas que tratan de contrarrestar esta situación, pero las costumbres y los saberes adquiridos desde la niñez en el hogar y escuela enraizados en nosotros impiden su implementación. Es un proceso lento que parte desde la casa y las aulas. Muchas sociedades han comenzado a trabajar en propuestas inclusivas que han tenido muchas reacciones de animadversión, más por ignorancia que por planteamientos coherentes. Pero se ha avanzado. Y la peruana está en ese camino inexorablemente.

martes, 29 de marzo de 2016

TEATRO Y SU FUNCIÓN EN NUESTRA SOCIEDAD (LA INDUSTRIA DOMINGO 27)

Teatro, una de las grandes artes clásicas de la humanidad, tiene entre sus funciones las de enseñar, sensibilizar y divertir a los hombres. Acompaña a la humanidad desde tiempos ancestrales y estuvo muy ligada a los ritos litúrgicos de los antiguos pueblos hasta las primeras manifestaciones en su propio lenguaje en la Grecia clásica con la que comienza a “caminar solo”.  El teatro ha sido además un instrumento poderoso de comunicación de grupos interesados que, como lo será el cine después, buscaban en este el medio para desarrollar una ideología, un mensaje, una enseñanza e, incluso, una amenaza. Por siglos, el teatro fue un arte masiva, capacidad que va a ser “asumida” por el cine como bien lo había vislumbrado Lenin y los grandes creadores de las escuelas del cine mudo (Chaplin, Eisenstein, Griffith). El teatro era popular, la gente conocía a los actores y asistían a diversas presentaciones en diversos escenarios o corrales de comedia. España tuvo un siglo esplendoroso con hombres de la talla de Lope de Vega o Calderón de la Barca. Inglaterra con Shakespeare o Marlowe; Francia, con Racine o Molière. Las cortes reales mantenían un séquito de artistas, entre ellos a los mejores dramaturgos. Las revoluciones posteriores cambiarán el sentido del teatro, pero no deja de ser masivo. Toda ciudad tiene su escenario oficial, como los tuvieron los griegos y romanos. En pleno era de la tecnología, los escenarios se han sofisticado, pero siguen vigentes y, en países de gran desarrollo cultural, sus carteleras son frondosas. Muchas ciudades del mundo, para llamarse tales, sostienen incluso compañías de teatro con las cuales miden sus estándares de calidad de vida. No necesariamente una ciudad con mucho dinero signifique una ciudad desarrollada, puesto que la cultura es un barómetro importante y, de eso, nuestro país aún tiene grandes carencias y deficiencias.

En el Perú, el teatro incluso ha abierto venas económicas que hasta una década antes no se pensaba que se podía dar. También se ha visto el rico vínculo entre la educación y el teatro, el cual encierra un enorme potencial para el desarrollo sinérgico de ambos. Se apostó por una extraordinaria experiencia lograda entre varios grupos trujillanos de teatro y una universidad local, con resultados insospechados. La jefatura de un Departamento de la misma coordinaba con promotores culturales para preparar una agenda anual de obras que estuvieran vinculadas a un tema que la universidad tomaba en sentido transversal para los cursos que incluía este departamento. Hubo temas centrados en violencia, género, inclusión, identidad, entre otros. Los estudiantes asistían a diversos escenarios de nuestra ciudad. El teatro se movía. Un año se puso en escena a 14 obras desde clásicos hasta adaptaciones modernas. Se llegó a un momento en que no había escenario disponible o había dos obras en simultáneo.
La experiencia permitió que se generase una disciplina teatral para respetar tiempos y compromisos. Además, permitió la aparición de nuevos grupos para incrementar las propuestas. Otros apostaron por traer actores y grupos desde Lima, Chiclayo y Cajamarca. E incluso de Brasil y Colombia. La ciudad se enriqueció con una variada cartelera, pero el problema fue que los mismos grupos no apostaron a crear una temporada. Hubo varias personas con las que comentaba estas actividades y se sorprendían que no se haya habido difusión alguna para que el público en general asistiese. Se limitaron a hacer la obra para los estudiantes. De haber apostado a una temporada, el público hubiera respondido. Faltó audacia.
Ahora la universidad en cuestión ya no ve relevante esta experiencia para la educación de los jóvenes. Es inaudito que las casas de estudios superiores no hayan incorporado al teatro como una estrategia de aprendizaje que volvería a Trujillo en la ciudad cultural a la que aspira retornar. Cuando la ciudad tenía menos de cien mil habitantes había compañía de zarzuela, un teatro activo, una orquesta sinfónica de buen nivel, una compañía de ballet activa, un movimiento cultural promovido por la Universidad Nacional y otros centros culturales. Ahora la ciudad tiene casi un millón de habitantes y se habla de un sorprendente boom económico; tiene más de cinco grandes universidades y muchos colegios que se jactan de promover la cultura. Comparativamente hablando, no somos ni siquiera un pálido reflejo de lo que fue el boom cultural de los 60 y 70. ¿Qué se puede hacer para achicar esa honda brecha cuando las mismas autoridades académicas y económicas no apuestan por la cultura? No solo basta tener escenarios fastuosos o remodelados, sino políticas claras que demuestren que hay una intención clara de aportar en ese proyecto de volver a hacer la ciudad de Trujillo un foco de cultura en el Norte peruano. ¿Hay alguno?