Rodeados de lamentables políticos y personas ligadas al poder, vemos cómo estas personas incapaces o inescrupulosas comienzan sus campañas electorales con vista de las elecciones generales del año entrante. Todo el desparpajo que puede mostrar una persona desaprensiva en búsqueda de su reelección a toda costa se incrementará paulatinamente. Así estamos siendo testigos de diversas acciones que están causando el repudio de muchos sectores de la sociedad peruana; pero, por una suerte de inacción nuestra, esta gavilla de facinerosos avanza impunemente. Se nos vienen cantos de sirena, los vemos ya en el desorden en el que está sumido Trujillo a todo nivel, siendo el más evidente el compulsivo resanado de avenidas y calles que se vuelven una pesadilla ciudadana más. Pero creo que lo acontece en Huanchaco sintetiza ese alejamiento de la casta política con la ciudadanía a la cual se debe. Graves problemas han ido surgiendo en los últimos meses, algunos de los cuales ya han sido motivo de artículos míos en esta editorial. Gracias a la presión de algunos grupos ciudadanos, más la intervención de varios medios de comunicación, hubo algunas respuestas de las autoridades responsables. Sin embargo, la respuesta ha sido lenta y tiene visos de agravarse si no actúan con cierta celeridad y el compromiso de que estos problemas se aborden sostenidamente. El caso de un nuevo aniego de aguas residuales a los totorales, más el descargo de estas aguas servidas al mar ya colman la paciencia de los ciudadanos que han tomado acciones más decididas. El actuar de las autoridades representan en lo local lo que pasa a nivel nacional: desatienden los reclamos justificados y argumentados propuestos por varios ciudadanos sobre este asunto, y crean otras situaciones evasivas burlándose de las peticiones de los residentes, hartos de ineficiencia y desidia de sus autoridades. Vemos en micro realidad, lo que se vive a nivel macro. También tienen pendientes el muelle colapsado, calles y avenidas maltratados, recuperación de zonas costeras invadidas de manera “legal” por la anterior gestión edil (bastante escandaloso); y también tenemos que aún son pocos los ciudadanos que quieren involucrarse más en el problema que los afecta en su vida, en sus negocios y sus proyecciones. Es por eso que muchas veces estas autoridades actúan de manera pusilánime, pues no ven un respaldo masivo y contundente de la población afectada. Es la triste herencia que hemos vivido sobre el manejo de la política y el aparato público en las últimas décadas. Así como vemos autoridades nacionales hacer lo que les dé en gana, así es cómo las autoridades regionales o locales obran. Aún los ciudadanos no somos conscientes del poder que se tiene para exigir que estas autoridades, electas para servir a esa comunidad, funcionen como deben de hacerlo y no en pro individual o partidario como lo que estamos viendo descaradamente.