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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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domingo, 13 de abril de 2014

ZARAGOZA, LA ROMANA

Domingo 28 de julio. Era la primera vez que pasaba las fiestas patrias fuera del Perú. Son fiestas que sueles vivirlas en ciertos lugares que te corresponden (o crees que te corresponden). Lo mismo me pasó con las navidades de 1994, que las pasé en Suiza, mi navidad blanca. Ese día nos levantamos temprano para poder gozar un buen día con el fin de caminar sin la presión del agobiante calor. Habíamos acordado no sufrir tanto como el día anterior, así que tomamos nuestras precauciones.  Decidimos ir por las calles paralelas y ganar sombra; además las calles estrechas “cogen” vientos para refrescarnos. Caminando con calma, pero no tan relajados, llegamos a una iglesia que nos llamó la atención: iglesia de Sta. Engracia. El lugar es muy antiguo, según los datos históricos; además tiene los restos de la santa, de quien han tomado su nombre, y otros más. Zaragoza tiene un amplio panteón de santos y santas. La portada es impresionante y es lo único que se salvó del edificio antiguo que fue completamente derruido a la retirada de los franceses en 1808. Tuvo mucha importancia en los siglos XVI al XVIII bajo la orden de los jerónimos. La iglesia actual, salvo la portada, fue construida luego de la demolición del anterior en 1836. La construcción es bastante alta y fría. Hay muchas imágenes nuevas (entre ellas, la de Monseñor Balaguer, fundador del Opus Dei, personaje importante en la zona), pero lo más valioso es la presencia de dos sarcófagos del siglo IV, época a la que se remontan los orígenes de este lugar religioso. Además hay una cripta que se remonta a esa época. Hay dos ingresos a la misma: uno por una puerta lateral derecha, tomando como perspectiva la puerta de ingreso o salida de la iglesia; otro, acceso directo desde la calle. El lugar no lo pudimos visitar, ya que había un oficio religioso. Hay tumbas, al parecer, de antiguos cristianos que se enterraban cerca de la tumba de la santa. Este lugar fue sellado, ya que contiene una pila bautismal en la cual se bautizaban sumergiéndose en la misma, costumbre que fue descartada por los católicos, puesto que la usaban los arrianos visigodos y se convirtieron al catolicismo. La cripta fue rescatada casi dos mil años después.
Salimos de la iglesia con rumbo a ver a la Zaragoza romana. Hay diversos monumentos y sitios arqueológicos que nos lo hacen recordar. Así que nos fuimos hacia los dos monumentos más relevantes: el teatro y los restos del foro y el puerto fluvial. Además vimos los restos de unas termas y baños, a modo de entremés.
El teatro es un monumento notable; han hecho una restauración e instalaciones para acompañar este gran resto arqueológico que sería la envidia de cualquier buen resto arqueológico de nuestro país. El teatro se hallaba en el olvido hasta que en 1972, cuando pensaban hacer un inmueble lo hallaron. Tardaron más de veinticinco años (la burocracia, cuándo no) para las excavaciones y restauraciones. En el 2002 se inició la construcción del excelente museo, instalaciones que no solo te muestran las ocupaciones romanas, sino todas las que hubo hasta entrado el siglo XIX, como lo muestra la visita a la segunda planta del mismo. Pero, luego de ver los restos, la reconstrucción de la vida de este espacio es genial, no solo con imágenes, mapas, videos, maquetas o textos interactivos, sino con hologramas que nos hacen ver piezas teatrales romanas. El lugar cayó en desuso y fue ocupado por árabes, judíos y luego la expansión renacentista hasta ser rescatado para convertirlo en patrimonio de la ciudad, España y el mundo. Estuve en otros teatros y anfiteatros griegos y romanos como Cesárea en Israel, Éfeso en Turquía o Epidauros en Grecia. Aunque no llega a la inmensidad  de Éfeso o a la belleza e Epidauros, sí es un resto arqueológico notable.  De ahí nos fuimos caminando a las termas públicas (una cuadra de distancia); interesante resto arqueológico, hallado en 1982. Las termas eran lugares muy usados por los romanos, muy dados a la limpieza y cuidado corporal. El spa del siglo I que duró trescientos años. En el lugar ves el sudarium, el caldarium, usado para calentar el agua. Hay un espacio para letrinas, que también era colectivo. Había otro sentido del pudor y otro acercamiento hacia las relaciones corporales que nosotros hemos truncado u obviado por un nuevo sentido del pudor. Terminada nuestra visita a este sitio arqueológico, nos fuimos a ver el otro gran conjunto monumental (que en la actualidad es subterráneo) que es el Foro y el puerto fluvial. Digo subterráneo, puesto que se halla bajo la plaza de la Seo. Allí, para ingresar al monumento, han construido una estructura arquitectónica que asemeja a un cuadrado de vidrios; ingresas para validar tu boleto (con uno puedes entrar a los tres lugares romanos) y luego puedes descender con un ascensor abierto. El foro se hallaba cerca del río Ebro, puesto que cerca se hallan los restos del puerto. El río se ha retirado, pero quedan las instalaciones que evidencian una fuerte actividad portuaria. En el foro se hallaban los principales edificios que regían el poder: Templo, curia (lugar del senado) y basílica. Este espacio nos recuerda que la ciudad fue creada por Augusto, pero fueron culminados varios de sus edificios en época de Tiberio. Todo esto lo podemos ver con la sala que proyecta un documental en pantalla grande, pero que luego se desplaza a diversos lugares del ambiente para sentirte inmerso en la época.
Una vez culminada la visita, nos fuimos a almorzar por un lugar simpático, cerca de la Plaza del Pilar. La crisis ha afectado al turismo español. Nuestro hotel, siendo temporada alta, solo tenía tres pisos llenos, de las siete plantas que tenía. Nos lo comentaba la señora que trabajaba en cocina y nos atendía a la hora de cocina. Mucha gente de hoteles ha sido despedida por no haberse cubierto las plazas esperadas. Ella misma estaba en zozobra, ya que ella era la única que sostenía su casa, su esposo estaba desempleado a lo igual que su hijo. Dura realidad. Por eso, los servicios en general eran de fácil acceso y no tenías que hacer cola para poder almorzar en un restaurante o entrar a un sitio arqueológico, pese a ser domingo.
Luego del almuerzo, nos fuimos a la catedral de la Seo o San Salvador: acertada decisión. Este bello monumento eclesiástico es de origen musulmán (la parte exterior muestra detalles mudéjar), pero a la captura de la ciudad por Alfonso I, el Batallador se convirtió en un espacio cristiano. Pero  antes de ser un espacio sagrado musulmán, fue el templo romano que estaba en el foro, que está en sus bases. Esta catedral fue usada por la corona aragonesa para la coronación de sus reyes. Como lugar turístico, así como la catedral de Cuzco o Arequipa, la iglesia ofrece pocos servicios religiosos para ser más usada como lugar de visita. La iglesia muestra las diversas etapas históricas que atravesó el monumento y, como muchos monumentos y lugares de Zaragoza, nos muestra esa íntima relación que hubo entre el mundo musulmán y el cristiano es España. Tras la reconquista cristiana, este país cometió dos grandes errores que hubieran cambiado su futuro: la expulsión de los judíos y la expulsión de los musulmanes. Errores crasos que determinaron la decadencia que este país iba a vivir doscientos años después. Pero ya no debemos dar marcha atrás y sirve como lección. El monumento fue mejorando históricamente gracias al papado del siglo XVI así como la nobleza aragonesa que enriqueció este lugar. En 1998, los actuales reyes la abrieron, luego de una dedicada restauración. En el interior, vemos muchos altares y capillas, algunas de las cuales albergan algunos de los santos y santas importantes. Lo interesante, y me hace recordar la iglesia de Roskilde en Dinamarca, es que cada una de ellas representa un periodo artístico: por ejemplo, la capilla de San Vicente Mártir es un bello ejemplo del churrigueresco o la renacentista tardía capilla de San Bernardo, una joya. O la plateresca capilla de San Miguel. Luego de caminar entre yeserías y capillas nos fuimos a ver una colección muy interesante de la iglesia: Los tapices de la Seo. Estos se hallan en un espacio acondicionado para ello. Estos tapices llegaron por distintas razones, sea por prelados o reyes que trajeron y donaron su patrimonio. Otros por compra y otros por permuta. Los tapices todos tienen temática religiosa o mítica grecorromana, muy en boga en el renacimiento; la mayoría son de origen bíblico, sobre todo el nuevo testamento. Un total de 63 tapices, de origen flamenco, de los cuales se exhiben 23. Son de grandes dimensiones y muestran escenas religiosas, pero tomando como referencia el tiempo que los tocó vivir; por eso, los trajes, las usanzas y utensilios que evocan el siglo XV y XVI.   

Una vez terminada esta visita, pensábamos ir a la Aljafería. Pero el sueño pudo más. Para otra vez será. Al día siguiente regresábamos a Rodez. Luego de cenar, fuimos a caminar y nos encontramos con una librería abierta. Libros, revistas, me detuve a ver con mis amigas lo que nos ofrecía. Satisfice mi espíritu consumista. De vez en cuando, hay que hacerle caso. Así cerramos nuestro último día en Zaragoza.   

sábado, 12 de abril de 2014

ZARAGOZA, LA CIUDAD DE AUGUSTO

El sábado 27, nos levantamos temprano para poder desayunar en el restaurante de la Universidad. Pudimos compartir nuestras últimas conversaciones con las personas que habíamos vivido cenas, conferencias, talleres, visitas, viajes durante cinco días. Así nos fuimos despidiendo de varios de ellos, de Elena (una rusa de Kazajstán que habla un perfecto castellano), de Monika (una suiza que estuvo en Perú en los 90 y ahora radica en Suecia), varias personas con las cuales compartimos buenas experiencias. Pilar  Celma, Presidenta de AEPE, nos iba a acompañar y ella nos iba a ayudar mucho; previamente habíamos hecho la búsqueda de un hotel simpático y central en el cual nos deberíamos alojar por dos. Internet es una bendición, pero algunos detalles no son del todo satisfechos, así que cierta información era obtenida de buena fuente de forma directa. Ahora me tocaba conducir, iba a estrenar mi temple en Europa; antes había manejado en Israel; ahora me tocaba hacerlo en suelo español. En el apuro de salir, olvidé algunas cosas (ropa y sandalias) que felizmente al retorno pude recuperarlas, cuando hicimos una pascana en camino a Francia. Premunidos de todas nuestras maletas, iniciamos el viaje a Zaragoza. Las carreteras españolas han sido transformadas en excelentes autopistas, amplias y con todos los servicios que requieras para hacer tu viaje placentero y seguro. Salimos de Jaca y enrumbamos hacia el sur, camino a Huesca. La vía no es accidentada; llaman Autovía Mudéjar y en esta nos iríamos hasta Zaragoza misma. Hay un tramo por el que pasas por más de cinco túneles (al final serán siete) que se llama Monrepós. En este viaje sí que he pasado por túneles extensos, como el de la frontera franco-española (Somport).  Pero estos túneles sí que evitan largos tramos que significan muchas horas de tránsito. Llegar a Zaragoza nos tomó no más de dos horas. El enmarañado de las autopistas se alivia si uno va con una persona que frecuenta estos caminos. Pese a todo, nos internamos por un camino de las afueras de la ciudad, pero como era sábado y en vacaciones de estío, no había mucho tráfico. Rápidamente ingresamos al casco urbano antiguo, siempre cuidando de no cometer alguna infracción de tráfico. Las multas son fuertes y efectivas. Y no hay miramientos con el extranjero (hay tantos).  Ya estábamos en Zaragoza, Caesare Augusta, la antigua ciudad romana. Nuestro hotel, Zaragoza Royal, se halla ubicado a media cuadra del Paseo Gran Vía, muy cerca del casco antiguo.

La ciudad tenía una ola de calor y los termómetros marcaban los 40º. Una vez que dejamos el auto en el estacionamiento y pagamos nuestras habitaciones, nos dispusimos a salir a ver la ciudad. Convencí a mis amigas de ir caminando al centro y recorrerlo a pie. Craso error. En un principio no hubo problemas; caminamos por el amplio Paseo de la Independencia hasta llegar al monumento a los Mártires en una pequeña plaza en la que había restaurantes. Allí almorzamos contundentemente (los menús son opíparos) y así nos fuimos a una tienda FNAC para comprar libros, películas y música: compré varios films (lo mejor EL FESTÍN DE BABETTE y LA PIEL DEL MEMBRILLO), Rayuela de Cortázar en una edición muy cuidada de Editorial Cátedra (la vi ya en Perú) y música de Buika. De allí, salimos para ser literalmente aplastados por el sopor del atardecer; paramos un rato para beber una limonada heladísima y seguimos caminando hacia el corazón de la vieja Zaragoza: la Basílica del Pilar y el Ayuntamiento. Allí nos agenciamos de mapas, folletos y algunas postales para tener una mejor idea de lo que queríamos ver. El calor nos hacía estragos, así que decidimos ingresar a la Basílica para ver tamaña construcción. Es sorprendente, puesto que ante tal edificio, uno imagina una estatua o imagen religiosa de grandes dimensiones. No. La imagen es una pequeña talla de madera de 38 cm. de altura. El nombre viene de la leyenda que la virgen María en el siglo I se apareció en esta zona ante Santiago (¡?) y dejó una columna o pilar de jaspe. Posteriormente se hizo la talla de la virgen en el siglo XV y se la coloca en este pilar. De ahí la Virgen del Pilar. Además se dice que el pilar está ubicado en el mismo lugar en que la virgen se apareció a Santiago hace casi más de dos mil años. La iglesia que  uno visita es un edificio barroco que sufrió muchos cambios; el edificio tiene algunos restos románicos. Pero la devoción por la virgen y los reconocimientos que el papado le otorgó permitieron su mantenimiento y restauraciones. Una pena que no se puedan tomar fotos en el interior, pero te venden un paquete de fotos de los espacios internos más importantes. Negocio.

El cansancio nos hacía estragos. Vimos el Ayuntamiento, pero las fuerzas se nos iban. Iniciamos el retorno a nuestro hotel, pero antes fuimos a ver un museo que no nos lo íbamos a perder de ninguna manera: Museo Ibercaja con una amplia colección del pintor de la ciudad, Francisco de Goya y Lucientes. Antes nos habíamos tomado algunas fotos en el monumento que estaba en la plaza del Ayuntamiento y esto nos motivó más. Una bella casa renacentista del burgués Jerónimo Cósida, construida desde 1536, es el espacio en que se ha instalado este bello museo. Tiene cuatro plantas: la primera para exposiciones temporales (había una sobre fotografía con temática del agua); la segunda y tercera planta hay piezas renacentistas, barrocas y en esta planta (tercera) hay un gabinete de grabados del pintor que representan el mundo taurino, serie la Tauromaquia y otra, los desastres de la guerra, que muestran todas las veleidades y desgracias de las campañas napoleónicas contra la población de Zaragoza (por eso el Monumento a los Mártires); así como un gran colección de retratos goyescos que pertenecieron al intelectual José Camón. Envidiable colección.  

Regresamos caminando a nuestro hotel. Nuestro humor iba cambiando, el calor y la fatiga nos estaba volviendo irascibles; antes de ir al hotel, visitamos las instalaciones de El Corte Inglés, uno que quedaba a dos cuadras de nuestro hotel; ahí compré una bonita billetera que luego perdería en Trujillo a mi retorno. Rabia. Con un cansino caminar, nos acercamos a nuestro hotel; al llegar, Isabel vio al grupo y dijo unas palabras que resumía nuestro aspecto: “damos lástima”. Ya instalados en nuestra habitación y con aire acondicionado, una buena ducha y un buen descanso nos preparamos para salir a cenar; nos fuimos a un restaurante no lejos de ahí y cenamos no discretamente. Rociado con un vino, dimos una pequeña caminata y nos fuimos a dormir, leer o ver televisión. Nuestro primer día en Zaragoza había concluido.