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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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lunes, 18 de agosto de 2014

PRESENTACIÓN DEL LIBRO LEGADO DE LUZ EDITH DE LA CRUZ CUZCANO OP

Ante todo, quiero agradecer a José Luis Mendoza y a la congregación Dominica por esta oportunidad de poder exponer sobre la obra de una mujer cuya actividad literaria le permitió hacer la labor propia de su vocación. Antes de empezar a hablar sobre la obra de nuestra artista, haré una presentación general muy breve del trabajo realizado en el mundo de la literatura por mujeres religiosas que tomaron los hábitos para contextualizar el trabajo por Edith de la Cruz y en la segunda, hablaré de la obra realizada por la autora.
Estuve revisando la labor literaria femenina monacal. Hallé personajes notables medievales como la poeta alemana Hrovist, llamada Rodeswinda; a Santa Hildegarda de Bingen o las abadesas místicas de monasterio de Helfta, como Santa Gertrudis, la Grande, o Santa Mectildis de Magdeburgo que escribía en alemán. Todas reunidas en el trabajo Escritoras alemanas en la literatura religiosa medieval de Elizabeth Reindhart [1]. O en los ensayos de Martina Vinatea Recoba (Mujeres escritoras en el virreinato peruano durante el siglo XVI y XVII)[2] o el de Patricia Martínez y Álvarez (Mujeres religiosas en el Perú del siglo XVII: notas sobre la herencia europea y el impacto de los proyectos coloniales en ellas)[3]. Demás está decir de la obra notable de dos grandes escritoras de hábitos: Sor Juana Inés de la Cruz, jerónima mexicana del siglo XVII y XVIII, y la doctora en mística, Santa Teresa de Jesús. Incluso, algunas mujeres de credo protestante usaron la literatura para enfrentar la marginación como lo estudió Antonia Sagredo[4] en su ensayo Mujeres marginadas y perseguidas por sus creencias religiosas en el periodo colonial norteamericano. Juana de Asbaje usó los hábitos para su independencia como mujer intelectual; no así Santa Teresa. Esta última es la senda de la Hna. Edith.
La obra de Edith de la Cruz[5] debe tener como referentes su vida personal, su familia y su espacio geográfico. Nelsa Edith de la Cruz Cuzcano nace un 25 de julio de 1957 (estaría cumpliendo 57 años este mes) en Paullo, cerca en Lunahuaná. Por la propia autora, tenemos una sucinta descripción  de del árbol genealógico de sus padres y el suyo: sus padres fueron Oswaldo Ferrer de la Cruz Llanos y Dalila Victoria Cuzcano Casas. Tuvo diez hermanos: Venerando (lleva el nombre del abuelo paterno), Oswaldo, Susana Dalila, Percy, Elmer, Javier, Elva Milena, Teodoro Walter y Teresa Haydée. De los once hermanos, Edith es la tercera hija y la hermana mayor de esta vasta prole. Según la explicación que nos alcanza la autora en su autobiografía de las páginas 25 a la 28, el padre perdió a su madre de temprana edad y esto quizá haya motivado a que haya decidido tener una numerosa familia.  La bucólica naturaleza que rodeó la niñez de Edith fue decisiva, ya que va a ser un recurrente leit-motiv a lo largo de su obra poética. Solo basta indicar que en su primer poemario Estación del Silencio, la poeta hace alusión a la tierra (hiperónimo) y todos los elementos terrestres vegetales, 48 veces; en su segundo poemario, 164 veces. Incluso en dos poemas esencialmente teológicos, los elementos terráqueos son nombrados dos veces y doce veces en sus poemas no clasificados que son reunidos bajo el título de Líneas sueltas.  Además recuerda frecuentemente tanto su lugar de origen, como lo fue Paullo y Lunahuaná, como Sullana y el valle del Chira, la ciudad y la geografía que la cobijó en su adolescencia y que será tema central de su segundo poemario. Su familia de gran raigambre rural se mudó de Lunahuaná al cálido valle del Chira, donde realizará sus estudios primarios en el Colegio 1041 de Malingas, zona que corresponde a una ex hacienda y poblada por más de 1500 habitantes, muchos de ellos ligados a la agricultura, ganadería y la apicultura; los estudios secundarios los realizó en el colegio Las Capullanas en la ciudad de Sullana, colegio que pasó por épocas difíciles y tuvo cambios constantes de directoras y hasta la designación de una Supervisora interina enviada, desde Lima, por el Ministerio de Educación, la Sra. Consuelo Monroy,  hasta  que un 15 de agosto de l968 llegan a Sullana las Madres Dominicas de la Inmaculada Concepción. El pequeño grupo estaba presidido por la Madre Provincial, en aquellos momentos, Madre María Cristina Rodríguez, quien encargó la dirección del colegio a Sor Paulina Espinoza Barba[6]. La congregación va a regentar el colegio hasta la actualidad. Ella va a realizar sus estudios secundarios entre 1970 y 1974, y el espíritu dominico va a influir en su vocación. Según los datos biográficos ofrecidos por su hermano Teodoro, Edith realiza estudios de administración por tres años y luego, por su fuerte vocación, se enrumba hacia nuestra ciudad para ingresar al Noviciado de las Dominicas de la Inmaculada Concepción en 1978. Estuvo en labores religiosas en Chincha, Arequipa, Trujillo y Lima. Falleció el 31 de enero del 2013.
El libro está dividido en tres partes:
1)    La primera parte contiene dos dedicatorias, una anónima y una segunda ofrecida por la poeta sullanense Luz del Carmen Arrese Pacherres, poeta autora de dos poemarios, Retorno de los latidos y Canicas de Papel[7]. Las reflexiones de una escritora, a las cuales llama Auscultando las huellas de la luz, nos acerca a la visión íntima de una escritora que utiliza el lenguaje para evidenciar una fe, principio que rige a todo hombre y mujer religiosos. Tomando las palabras de Carmen Arrese, el contenido del libro es “[...] una doble convicción, producto de una percepción paralela, la del alma y la del cuerpo [...]”. En esta primera parte, además leemos un poema SUEÑOS en los que la poeta rinde homenaje a la Congregación Dominica. Y para culminar con la primera parte del libro, tenemos dos biografías y una autobiografía. La primera, bastante escueta, es la narración puntual del hermano menor y penúltimo de la vasta fraternidad. La segunda biografía es hecha por la Hna. Elfi de María Pozo Aguilar a quien le dedica una copla que hallamos en el libro entre las páginas 115 a la 117. La Hna. Elfi ofrece más un testimonio del intenso vínculo que hubo entre ambas y nos da una propia visión del trabajo realizado por la Hna. Edith.  Y por último, una autobiografía, que en realidad es una generosa descripción de los orígenes de su familia, remontándose al árbol genealógico de ambos padres. Así nos nombra a sus abuelos y tíos paternos y maternos. Asimismo nos transmite ese amor que tiene nuestra artista por la naturaleza, que como ya comenté líneas arriba, se vuelve en un referente obligado para expresar su mundo interior. Además nos narra sucintamente de una los restos arqueológicos más olvidados de nuestro país: Incawasi, ruinas incaicas  cerca de Lunahuaná. De manera indirecta, nos menciona ese campo de oportunidades que significó la creación de la represa de San Lorenzo en el Chira.
2)    La segunda parte es la parte poética. Su poesía es escrita en verso libre, tanto en métrica como en rima, igual en su cadencia acentual. Esta encierra dos grandes poemarios en sí por su unidad estructural: Estación del Silencio y Alma de Algarrobo. El primer poemario cuenta con 25 poemas, por ella misma numerados. Es un poemario muy personal, elegíaco, escrito en el proceso de asimilar la muerte de su madre. Desconozco la fecha de este lamentable suceso, y los poemas carecen de las mismas también. Influida por tan duro evento, advierte a los lectores en la página 37 con una introducción Antes de avanzar. En el último párrafo del mismo dice: “Si has vivido la Estación del Silencio, comprenderás el silencio de mi estación […]” y termina con una frase conmovedora: “Entra con los pies descalzos al santuario de mi alma que está abierto para ti”. Los poemas podríamos distribuirlos entre íntimos, referentes al alma, como los poemas I, VIII, XIII, XIV y XIX; y aquellos que se refieren a los elementos prestados de su entorno, sobre todo la naturaleza. Así evoca su casa, los brazos de su madre, los olores que la recuerdan, las aves, el agua, los elementos naturales que la acompañaron en su niñez y juventud, sobre todo en el poema III. El poema XXV es su Ars Poética, es su testamento como mujer escritora. El poema XII, uno de los más interesantes de su primer poemario, tiene fuertes evocaciones del poema “A mi hermano Miguel”[8]. Incluso el poema V está teñido de un impresionismo realista por la forma cómo describe el paisaje. Esta actitud también la vemos en el segundo poemario, Alma de algarrobo, el cual está constituido por 16 poemas. Es un canto a Sullana; hace descripciones impresionistas de los elementos naturales vivos del paisaje sullanense: los algarrobos, el chilalo, el cuculí, los cocoteros (el cual recibe dos poemas) y sus frutos, el chivillo (ave de plumaje muy negro), el famoso Piajeno, a quien describe, como Juan Ramón Jiménez en Platero y yo, con mucha ternura como el caso del poema L2. Hay dos poemas, uno de carácter histórico: Alma de capullana, homenaje a la mujer de Sullana; y el bello poema El churre de ayer. Encierra vocablos típicos de Piura. Cierra este poemario con Tu nombre hermoso, Sullana, que condensa la toponimia con sus memorias de la ciudad de su vida. 
Concluye este bloque con dos poemas teológicos, un bloque de 8 poemas reunidos bajo el nombre de Líneas sueltas y las coplas dedicadas a la Hna. Elfi por sus bodas de plata.
3)    La obra en prosa está dividida en dos partes: la primera consta de diversas obras narrativas entre crónicas de viaje (Misión Atahualpa), impresiones de actividades realizadas en su misión religiosa, unos reportajes escritos por su actividad en el Capítulo Provincial, reunión de la congregación, realizada en Lima en el 2008. En esa oportunidad, se hace pasar como una reportera que escribe bajo el seudónimo de DIC. Además, escribe una breve pieza de teatro en homenaje a Rosa de Oliva, Santa Rosa de Lima. La segunda parte es un estudio detallado de la fundadora de orden  de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción, Eduviges Portalet. Ella fundó la orden en 1884. Fue una religiosa muy activa y tuvo presencia en suelo americano en 1889, en Ecuador. Luego sus religiosas llegarán al Perú, fundando en 1898 el Colegio Santa Rosa en Trujillo.[9] Su obra narrativa tiene momentos hilarantes y de buen humor, como la descripción que hace de su viaje a Bambamarca (pág. 128) o el manual para los sullaneros (pág. 131)
Fue una mujer que usó la palabra para hallar la luz en la vida y se las otorgó a muchos más.
Muchas gracias.





[5] DE LA CRUZ CUZCANO, EDITH. Legado de Luz. Palabra y obra para la eternidad. ENFOKO, Lima, 2014.
[7] CABEL, JESÚS; MURAL BIBLIOGRÁFICO DE LA POESÍA PERUANA SIGLO XX, Asamblea Nacional de Rectores, Lima, 2009

sábado, 28 de abril de 2012

MÁS DE MUJERES QUE HABLAN SOBRE MUJERES QUE ESCRIBEN


El mundo de la literatura es amplio y rico. Es un trabajo ambicioso escudriñar esta arte en una sola lengua, lo es más cuando abordamos otras más. Luego de las exposiciones iniciales de Orietta Brusa (quien habló sobre Elsa Morante) y Miriam Núñez (sobre María Emilia Cornejo), el día martes 10 de abril se realizaron las exposiciones de Claudia Riess, Emily Kesch y Carmen Ortega. Lugar de reunión: Alianza Francesa de Trujillo.

La primera, alemana, decidió abordar a una escritora inglesa, Anne Perry. La fascinante historia de esta escritora nacida como Juliet Marion Hulme, no sólo es famosa por sus terribles narraciones del oscuro Londres de fines del XIX, sino por haber protagonizado un asesinato en Nueva Zelanda, a la cual había llegado para alcanzar a sus padres que se habían mudado a ese país. Allí protagonizó un sonado asesinato que fue “visto” a través del film neozelandés CRIATURAS CELESTIALES con gran éxito internacional. Libres de la pena capital por el asesinato cometido contra Honora Rieper, madre de la amiga cómplice, Pauline Parker, ambas son recluidas por cinco años y liberadas por separada. Juliet se muda a Inglaterra para luego pasar a Norteamérica. Regresa a vivir a un pequeño pueblo en Escocia donde inicia su carrera como escritora. Pareciera que sus obras son truculentas, dignas crónicas de la prensa amarilla. Pero Claudia se centró en hacernos ver el valor de estos relatos cortos que iban mostrando crímenes en un mundo más sórdido como pudo haber sido la época victoriana. Al estilo de Dickens, la Perry (seudónimo que tomó de su padrastro) comenzó a desnudar la crueldad social que rodeaban a los alucinantes criminales y los detectives e investigadores (Thomas Pitt – cadalso, irónico, ¿no?- y William Monk). En sus casi 50 libros policiales (y de otros temas menores), ella nos muestra cómo ha asimilado pacientemente la estructura de la novela policiaca, gracias a las intensas lecturas que tuvo en su infancia, cuando yacía postrada en su cama debido a su delicada salud (por eso mudaba tanto a diversos países con mejores climas como Sudáfrica). Pero la estructura policial sólo es pretexto para mostrar ese ambiente omnipresente y agobiante que fue la era victoriana, las rígidas clases sociales, los sombríos intereses de una potencia económica que era sociedad londinense, que vivía de apariencias y formas, y no dudaba en sacrificar o hacer desaparecer todo a aquel o aquello que atentara cambiar el statu quo. Claudia Riess nos trajo además una serie de datos, imágenes y fotos que mostraban la realidad sórdida de los bajos fondos de las ricas ciudades inglesas de entonces.

Emily Kesch, aunque peruana, por sus orígenes belgas, abordó a una grande: Marguerite Yourcenar. Este “monstruo” literario (en el buen sentido de la palabra) tuvo un gran bagaje cultural gracias a su familia, ambas líneas de origen aristocrático. Huérfana de madre desde prácticamente recién nacida, se crio en el norte de Francia. Su padre le enseñó latín y griego clásicos, toda una formación humanística clásica. Por la guerra, se va a los Estados Unidos, donde mantiene una relación afectiva con Grace Frick, relación que tuvo hasta la muerte de esta última en 1979. La Yourcenar (anagrama de uno de los apellidos paternos: Crayencour) escribe su primera obra: ALEXIS O EL TRATADO DEL INÚTIL COMBATE. Esta obra expone la lucha inútil de un personaje, Alexis, quien le escribe a su esposa para confesarle su homosexualidad. Me atrevo a decir que su condición (la de Marguerite) le permitió acercarse al tema homosexual con marcada discreción, pero con franca verdad frente a esta condición, tan vilipendiada por siglos en la humanidad. Así le permitió acercarse al grande Yukio Mishima, en su obra MISHIMA O LA VISIÓN DEL VACÍO. Pero nuestra expositora se concentró en dos obras: CUENTOS ORIENTALES y opus magnum, MEMORIAS DE ADRIANO. La primera obra es, en realidad, una serie de cuentos reunidos bajo este título. Proceden de diversas partes del Lejano Oriente, como China y Japón, pero los hay también de Grecia y del folclor de los Balcanes; de este último recuerdo un terrible cuento llamado LA LECHE DE LA MUERTE, de la antigua tradición balcánica, específicamente albanesa, que mezcla una terrible narración de la muerte de una madre con la antigua tradición de enterrar o empalar un muro con una bella doncella para darle consistencia a la construcción. Y cómo el lugar se torna en un lugar de peregrinaje a las madres, ya que la doncella en realidad era una madre reciente y  clama que le dejen los senos afuera, no sellados, para poder dar de lactar a su bebé recién nacido hasta que ella se extinga. Pero la historia es contada justo cuando llega a ellos una gitana que va encegueciendo a su bebé recién nacido para poder mendigar. Los contrastes maternos. Y más alucinante aún la narración KALI DECAPITADA, que explica a su manera el origen terrible y triste de esta bella diosa caída en desgracia por culpa de la ambición de los hombres, a quienes les recuerda sus errores con sus despiadadas acciones y su gusto por el sufrimiento de todo ser vivo. Mas Emily Kesch se iba a concentrar más en MEMORIAS, obra capital de la escritora, una de las primeras grandes novelas históricas del siglo XX y que va a trazar la pauta a todos aquellos que gustan de este variante en el género. Adriano, uno de los grandes emperadores romanos, agoniza y decide escribirle una carta-testamento a su nieto, Marco Aurelio. Él, Adriano, le va contando toda su historia desde su juventud, sus victorias, sus miedos, su pasión por el joven Antínoo. Es una profunda reflexión que hace de Adriano un ser humano excepcional y común, a la vez. La vejez, camino obligado a la muerte, permite a un ser humano hacer un recuento de todo lo somos y hemos hecho. Nuestras acciones dan nuestra hechura. Profusa en datos históricos, personajes que existieron, hechos bélicos, nos cuenta el largo sendero que fue su vida. La pasión que tuvo por el joven Antínoo al cual le dedicó estatuas y templos, así como su admiración y respeto por una cultura milenaria: Egipto. Cual Alejandro Magno, cuenta su viaje a este místico mundo y es en Luxor donde Adriano le dedica un pequeño templo – ara a Antínoo. Una de las partes más sentida es la reflexión sobre su cuerpo cansado, viejo y agotado, al que describe como un cúmulo de líquidos y tejidos, que conforman a su único y gran amigo, el único que lo acompañará hasta su muerte. Más que una visión dolorosa es de alegría de saber que éste nunca lo dejará sino al morir. MEMORIAS es un gran libro. Personalmente, me hubiera gustado que abordase también OPUS NIGRUM para conocer a Zenón y el hombre que encarna la luz en los momentos que originan los cambios del medioevo al renacimiento.

Para cerrar la noche, Carmen Ortega nos presentó a una escritora poco conocido en el mundo del castellano sudamericano: ROSALÍA DE CASTRO. La escritora que Carmen presentó no sólo es grande por su obra poética, sino porque ella sí encarna el verdadero movimiento romántico en la península. El romántico es un movimiento artístico que surge en Alemania bajo los designios de una necesidad cultural, lingüística y política para forjar una nueva nación. Las ideas de la Revolución Francesa tienen en Alemania una clara manifestación del sentido de Libertad e Igualdad. El alemán como idioma de cultura (ya lo había intentado Lutero con la fuerte reacción de la iglesia católica), el folclor como una verdadera manifestación noble del espíritu humano, la naturaleza como un medio de los sentimientos humanos. Así como Goethe y Beethoven en Alemania, esta semilla se esparce por toda Europa. Y llega a España. La cultura oficial castellana, sobre todo durante la dictadura de Francisco Franco, sólo reconocía como romántico al gran poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Pero la democracia a la muerte del tirano, abrió las puertas a las autonomías para revalidar su lengua y su gran obra literaria. Para el vasco, catalán y gallego, el periodo franquista se emerge como una sombra amenazadora. Desde 1939, al fin de la guerra civil española hasta la muerte de Franco en 1975, hubo diversas y tristes manifestaciones de estas opresiones vergonzosas. Para los que ya tenemos varios años encima, recordamos cuando Joan Manuel Serrat fue vedado para representar a España en Eurovisión, ya que quería cantar en catalán. Le dieron el pase a Massiel. Volvamos a Rosalía de Castro. Gallega de nacimiento, escribió tanto en castellano como en gallego. Esta última decisión fue transcendental en un momento en que el gallego era considerado un dialecto campesino, inculto. Entonces, había que empezar de cero, puesto que todo tenía que ser por primera vez escrito, luego de varios siglos de silencio gráfico (si cabe el término) a la que se sumió esta lengua. Al escribir su poemario CANTARES GALLEGOS, Rosalía daba un paso a la reivindicación cultural de su pueblo. Es por eso que es considerada una heroína por los gallegos, dignificó su lengua y, a través de ella, cantó las bellezas de la región gallega, la de Santiago de Compostela, la vida del mar. Carmen nos contó sobre su interesante infancia, dándonos algunos datos como el hecho, parece ser, que Rosalía fue hija de un cura y una dama de sociedad (sucede, muchas veces); tuvo una educación como el de todas las señoritas de la época. La formación era para hacerlas un poco minusválidas ante la sociedad. Casó, felizmente, con Manuel Murguía, quien la apoyó mucho en su desarrollo literario y él mismo se encargó de la publicación del primer poemario de su esposa. Se llenó de hijos, como era costumbre en la época, tuvo un total de siete, falleciendo dos, uno al nacer y otro a los diecisiete mes de nacido. Tuvo una precaria salud y todo se precipitó a sus 48 años muriendo de varias complicaciones, entre ellas, un  cáncer al útero. Rosalía trabajó la prosa, pero es la poesía la que más destaca, siendo su primer poemario de treinta y un poemas, CANTARES GALLEGOS, el que es considerado el punto de partida del Rexurdimento gallego. Es un poemario que sintetiza, en cierta manera, la concepción romántica del arte: identidad regional, poemas íntimos de amor y el costumbrismo. En su descripción de su región nos cuenta además del desarraigo, la situación injusta de los campesinos, el olvido y el atraso en que viven, y la emigración. Carmen Ortega nos mostró algunos de ellos, musicalizados por diversos cantautores o compositores españoles como Amancio Prada. El tiempo, implacable como siempre, no nos permitió seguir viendo más sobre esta gran escritora, sobre todo, poetisa. Sus palabras quedan para la posteridad. Aquí nos quedamos con un bello poema que canta sobre su terruño, sobre las bellezas de su espacio en el cual vivió, enterró a su madre, y donde quedan sus restos.

Adios, ríos; adios, fontes;

adios, regatos pequenos;

adios, vista dos meus ollos:

non sei cando nos veremos.

Miña terra, miña terra,

terra donde me eu criei,

hortiña que quero tanto,

figueiriñas que prantei,

prados, ríos, arboredas,

pinares que move o vento,

paxariños piadores,

casiña do meu contento,

muíño dos castañares,

noites craras de luar,

campaniñas trimbadoras,

da igrexiña do lugar,

amoriñas das silveiras

que eu lle daba ó meu amor,

camiñiños antre o millo,

¡adios, para sempre adios!

¡Adios groria! ¡Adios contento!

¡Deixo a casa onde nacín,

deixo a aldea que conozo

por un mundo que non vin!

Deixo amigos por estraños,

deixo a veiga polo mar,

deixo, en fin, canto ben quero...

¡Quen pudera non deixar!...

Mais son probe e, ¡mal pecado!,

a miña terra n'é miña,

que hastra lle dan de prestado

a beira por que camiña

ó que naceu desdichado.

Téñovos, pois, que deixar,

hortiña que tanto amei,

fogueiriña do meu lar,

arboriños que prantei,

fontiña do cabañar.

Adios, adios, que me vou,

herbiñas do camposanto,

donde meu pai se enterrou,

herbiñas que biquei tanto,

terriña que nos criou.

Adios Virxe da Asunción,

branca como un serafín;

lévovos no corazón:

Pedídelle a Dios por min,

miña Virxe da Asunción.

Xa se oien lonxe, moi lonxe,

as campanas do Pomar;

para min, ¡ai!, coitadiño,

nunca máis han de tocar.

Xa se oien lonxe, máis lonxe

Cada balada é un dolor;

voume soio, sin arrimo...

¡Miña terra, ¡adios!, ¡adios!

¡Adios tamén, queridiña!...

¡Adios por sempre quizais!...

Dígoche este adios chorando

desde a beiriña do mar.

Non me olvides, queridiña,

si morro de soidás...

tantas légoas mar adentro...

¡Miña casiña!,¡meu lar!


viernes, 6 de abril de 2012

MUJERES QUE HABLAN SOBRE MUJERES QUE ESCRIBEN


El martes 03 de abril en la Alianza Francesa de Trujillo se realizó la primera ronda de exposiciones hechas por mujeres que hablan sobre otras mujeres que escriben. En nuestra primera versión se invitó a dos personalidades: Orietta Brusa, docente universitaria, especialista en arte, polémica pensadora de nuestra ciudad y compulsiva lectora; y Miriam Núñez, docente de lengua y literatura, con amplia experiencia en la formación de estrategias de lectura para adolescentes. Cada una de ellas tuvo como misión acercar al público al mundo literario y personal de dos escritoras desconocidas para las mayorías. Para esta exposición, ambas expositoras nos acercaron a Elsa Morante y María Emilia Cornejo.

Con su peculiar estilo, Orietta nos fue acercando al alma sensible y combativa de la Morante, quien tuvo como un fuerte sino ser esposa de un grande de la literatura italiana: Alberto Moravia. No opacada por la imagen de su esposo, la Morante fue una prolífera escritora en narrativa, testigo de una de las épocas más duras de Italia en el siglo XX: el ascenso del fascismo y la caída de éste arrastrando con él a la sociedad italiana de post guerra. La exposición de Orietta se centró en un solo libro en el cual, según Orietta, vamos a ver resumidas su filosofía y actitud de vida frente a las circunstancias que le toco vivir. El libro, La Storia (la Historia – existe traducción en castellano-) nos habla sobre la vida de una mujer, que podríamos llamar, insignificante. Judía (como la autora, también de origen hebreo) en un momento trágico de la humanidad, es violada por un soldado alemán que va huyendo de la estrepitosa caída del fascismo del Duce. Ante el avance aliado, Italia es arrasada por bombardeos y ella, la protagonista, sufre todas las vicisitudes de un conflicto como lo fue esta guerra. Por la violación, engendra un hijo, bastardo de esta guerra, al cual oculta por ser ella una madre soltera, y, sobre todo, una mujer pobre: nadie.  Para legitimar su existencia, si cabe el término, se aboca a uno de los clásicos roles de la mujer en nuestra sociedad: madre. Su hijo es un niño débil que arrastra las penurias del conflicto que ya había llegado a su fin. Italia comienza una dura reconstrucción y los primeros años son duros. Muchas ciudades, como muchas consciencias habían sido arrasadas. Ida, una de las principales protagonistas (hay otros dos: Nino y Useppe), como la mayoría de personas, tratan de adecuarse para sobrevivir. Su hijo bastardo, Useppe, enfermizo, muere demasiado joven; esta situación cae sobre Ida, ya que en la lógica social, que ella tiene muy inherente, su rol ya no existe. Deviene en un ente, un ser sin rumbo.  No existe otro rol más que el de madre. El otro personaje, Nino, es un joven de variables militantes, desde fascista, pasando por partisano hasta terminar como contrabandista, que nos muestra la sociedad italiana de entonces. El libro cuando apareció cayó mal para una sociedad que reclama estar entre las más pudientes del mundo actual. Fue criticada, como lo fue LADRÓN DE BICICLETAS, por ser demasiado trágica, nada de optimismo. No sé si puede ser optimista si en una sociedad en la que se han construido bellas entelequias sobre los derechos individuales, aún seamos testigos pasivos de abusos de género, laborales, raciales, culturales. Como muchos críticos, y esa fue la reflexión con la que Orietta cerró su exposición, La Storia es una novela río cuyo propósito es mostrar a los débiles, a los sin voz, a esos Don Nadie que caminan por las calles de cualquier ciudad y  cuyas existencias anárquicas ya son casi una tragedia.


Miriam Núñez se adentró dentro del alma de una gran poeta mujer, María Emilia Cornejo. ¿Cuál es el gran valor de su obra? Fuera de una calidad estética, la grandeza de la Cornejo es haber hablado libremente de temas tabúes en una sociedad regida por el mundo masculino; nos habla de la felicidad femenina, desde sus perspectivas, desde su sexualidad y su erotismo. Los críticos literarios han sido muy parcos con la producción literaria hecha por mujeres, nuestros textos escolares, aquellos que tratan de acercar a la mayoría a un primer encuentro estético con la literatura, nos hablan de Amarilis, de Clorinda Matto de Turner (siempre la pertenencia, aunque ahora la presentan como Clorinda Matto) y alguna que otra poeta mujer de nuestros tiempos. La revolución sexual de los 60 en Europa trajo sus buenos coletazos por Sudamérica. Para las mujeres el camino hacia su espacio propio ha sido duro, muchas no soportaron el viaje y decidieron irse antes. Otras, como la Matto, fueron maltratadas, vejadas por su sociedad. La Cornejo habló francamente de esos demonios que vamos aprendiendo a través de la educación y cultura, los estereotipos que tenemos que seguir para ser “adecuados” (como Mundo Feliz) en una sociedad tradicional que se les escapa el control de las manos. Desde los 60 la revolución de los géneros cambiará la sociedad. Pese a los intentos retrógrados vividos en diversas instituciones sociales (políticas, religiosas, culturales), lo avanzado ha calado en nuestras sociedades.  Para Emilia su sexualidad y erotismo eran una suerte de tabú, producto de siglos de dominación y censura por todo aquello que significase descubrir su cuerpo y las manifestaciones de este. Según los nuevos críticos literarios, con Emilia se inicia prácticamente la poesía erótica femenina en nuestro país. Ella es la frontera. Cuando hablábamos con Miriam, como docente, le pregunté si los poemas de Emilia Cornejo deberían ir a los textos escolares. Es obvio, como me respondió, el querer tapar la realidad es tan inútil como querer tapar el sol con un dedo. Emilia Cornejo le tocó vivir una realidad dura, contextos políticos que marcaron nuestra sociedad como el periodo de Odría hasta Velasco, ya que se suicida en 1972.  Pero esta talentosa escritora dejó varios poemas para descubrirla y para que millones de mujeres más la descubran. Alberto Escobar la nombra en sus referencias poéticas peruanas, puesto algunos de sus poemas fueron  publicados en la revista EROS en EEUU a iniciativa de ese raro personaje que fue Carlos Castañeda (devenido Castaneda). Un poema para recordarla.




TÍMIDA Y AVERGONZADA

tímida y avergonzada
dejé que me quitaras lentamente mis vestidos,
desnuda
Sin saber qué hacer y muerta de frío
me acomodé entre tus piernas
¿es la primera vez?
preguntaste,
sólo pude llorar.
oí que me decías que todo iba a salir bien
que no me preocupara,
yo recordaba las largas discusiones de mis padres,
el desesperado llanto de mi madre
y su voz diciéndome
“nunca confíes en los hombres”.
Comprendiste mi dolor
Y con infinita ternura
Cubriste mi cuerpo con tu cuerpo,
tienes que abrir las piernas, murmuraste,
y yo me sentí torpe y desolada.

En este vínculo electrónico pueden hallar su poemario EN LA MITAD DEL CAMINO:

http://www.contranatura.org/literat/biblioteca/Cornejo-En_la_mitad_del_camino_recorrido.htm#01


viernes, 23 de diciembre de 2011

EL DESCANSO DE LAS PALABRAS DE CARMEN ORTEGA


Este año tuve el privilegio de presentar dos obras de amigos, a través de cuyos análisis desnudamos al creador y al ser humano que utiliza la palabra para crear belleza.

El 31 de agosto, Carmen Ortega, filóloga y educadora, fue la primera en ser desnudada a través de sus textos. Amante de la lectura, ella busca incesantemente textos para poder motivar a sus alumnos, pero también para poder saciar su sed de ampliar horizontes en este apasionante mundo de las palabras. Carmen había propuesto que tres personas nos acercásemos a su obra (desde la perspectiva kantiana, es muy difícil que accedamos a conocer íntegramente nuestro objeto de estudio, en este caso su obra) para poder presentarla, no como tamices implacables, sino como lectores sensibles, a la comunidad lectora. Fuimos tres los señalados: Karina Bocanegra, docente y poeta, gran organizadora de eventos poéticos; Orietta Brusa, docente e infatigable lectora, así como luchadora de los derechos de las personas; y mi persona. La cita fue en la Alianza Francesa de nuestra ciudad y frente a un numeroso público, comenzamos (me evoca la imagen de Neruda y su Oda a la Cebolla) a deshojar su obra para llegar al corazón de la misma. A través de un diálogo dirigido por mis preguntas, los tres fuimos “pelando” cada una de las capas que se presentaban en sus palabras, en sus cuentos, en sus metáforas, en sus diversas figuras. Cerró la presentación, la misma autora, quien con mucha franqueza reconoció los “finos cortes” que se había hecho a su obra y a ella misma.

El libro de Carmen tiene diversos móviles e inspiraciones. Gran amante del cine, muchos de sus cuentos se acercan a posibles guiones de cortometrajes de corte histórico como es el caso de su primera obra con la que abre el libro: El Escorial. Este cuento abre la primera parte: Con el Tiempo. Además este cuento presenta lo que va a ser el poemario narrativo que tenemos en nuestras manos. La autora, como el adolescente que rescató la Biblia Regia, regresa ya madura para entregárnosla (nos convertimos, cada lector, en Benito Arias) en nuestras manos. Nos va a regalar el valor de las palabras, un poco venidas a menos en estos tiempos, y frente al fragor de la vida cotidiana nos quiere enseñar la belleza de ellas en nuestras vidas, como lo han sido para ella a lo largo de trajinar, tanto como profesora, investigadora, madre, hija, esposa, amiga, mujer. Los siguientes cuentos peregrinan hacia la memoria, la cual es rescatada por la palabra (¡quién sino ella!), a la memoria de esa España gloriosa a la cual ella pertenece y que es su espacio geográfico (como los nombra decididamente). Algo que duramente se busca entre nosotros para hallar también algo básico que se busca en la escritura: identidad.

Luego de su viaje a la identidad, viaja a la intimidad. Y estos viajes son dolorosos, aunque figurados (o quizá personales), porque van cortando facetas de su vida y de las cuales no se puede salir muchas veces airoso. Es la más íntima y que valientemente Carmen (sobre todo para los que la conocemos) ha desnudado en su libro. Deja llagas, escoriaciones, heridas abiertas. Habla del abandono, de la violación, del despojo. También en esta parte se encuentran sus dos narraciones más extensas y que llevan, incluso, nombre propio. Las primeras narraciones breves son como fotografías de emociones, sentimientos de experiencias personales o de otros, las cuales las ha hecho suyas. Algunas teñidas de nostalgia, de remembranzas. Una de las breves más destacadas es Fotografía, con todo el movimiento escénico detenido y ya tornándose sepia. Muy lograda la memoria congelada y contemplativa de un retrato familiar simple, de aquellos que terminan en nuestros álbumes y evocamos con la tristeza de los ausentes. También esta parte/ sección es la más cargada de sensualidad (por eso Con la Vida). Oasis Azul es la que abre esa parte del mundo interno tan poco y tan frecuentemente mostrado. Pero es el sexo también que se muestra con todo su dolor, cuando es vejado como la triste narración Arena y Caña que ha sucedido muchas veces a mujeres que se alejaron de sus patrias para compartir sus vidas con hombres foráneos. Podría ser la historia policial de una violación de una turista más, pero abordada desde el alma de una mujer que ve violentada su dignidad, su condición humana, de mujer. Pero Humo de Soledad y La Nada son obras de nivel discursivo apabullante; fuera de la parte formal, las historias son marcadas por la soledad y el desengaño. Y ambas tienen personajes definidos, con nombres propios, con esquemas de vida trazados, que pueden ser lo de Carmen o los de sus personajes creados que tienen vida propia. La primera historia-cuento sucede en cualquiera de nuestras inefables carreteras, plagadas de cruces de muertos que con el tiempo se vuelven anónimos y quedan como hitos de la vía para los conductores. Triste y dolorosa con un narrador, Alberto, quien se convierte en una suerte de Pedro Páramo. Me hizo evocar a Bécquer y María Elena Walsh, cuando hablaban de los muertos y de las estatuas, tan solos se quedan ambos. La segunda narración se centra en una mujer viajera que vive un engaño y pierde por esas ilusiones lo que, en cierta manera, había creado como relación. Es una obra desencantada en tiempos quebrados muy bien elaborados en breve espacio narrativo.

La última parte, Fantasías, se centra en reflexiones de la vida, de su vida. Es la que más juega con elementos de sinestesia para lograr el sentido total; aquí se halla frente a la inefabilidad, más allá de las palabras (como Vallejo en su poema Intensidad y Altura). Las obras están inspiradas en vivencias de la frustración vivida (incluso, una alude a la política externa española de los últimos años) y presente a otros dos personajes femeninos: Lucía y Rosa. Personajes abandonados que se refugian en la palabra para seguir viviendo; se recurre a lugares comunes que pueden significar vida o muerte, como el agua.

La obra narrativa de Carmen está marcada por un vasto vocabulario, exigente y preciso. El castellano en su vastedad. Tal como también lo comentaron Orietta y Karina. Un buceo al alma femenina, la cual me hubiera gustado más compartir. Sólo me queda ser el dual.