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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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lunes, 29 de diciembre de 2014

CRÓNICAS PIURANAS VII: EN LA LUNA DE PAITA

29 de julio, nuestro último día en Piura. Ahora nos enrumbamos hacia Paita para ver esta ciudad portuaria de día. La visita de mayo nos permitió ver algo de ella, pero las visitas nocturnas son muy engañosas. “De noche, todos los gatos son pardos”, además la visita fue breve por la premura de retorna a Piura.
Tomamos la carretera a este puerto, extraordinariamente pavimentada y señalizada. En el trayecto vimos varias plantas industriales y de energía. Piura es una región con un desarrollo extraordinario en todos lo campos.
Antes de entrar a Paita, nos desviamos hacia la izquierda para ir a dos balnearios, cuyos nombres había oído con frecuencia: Yacila y Cangrejos. Entramos a este último inicialmente. La pequeña bahía se veía desde las altas dunas de la carretera: un mar azul y brillante y el pequeño balneario. Cangrejos tiene toda la pinta de un pueblo fantasma. Muchas casas están derruidas y parcialmente cubiertas de arena. No es temporada alta (julio), pero se ve el abandono del lugar. Sin embargo contrasta con la belleza de la playa en sí. Y como comentó una amiga al ver las fotos, en cierta manera es mejor que quede así para tener este remanso de paz cerca de las bulliciosas ciudades en las que se han convertido Piura, Paita, Sullana. Estuvimos no más de una hora y luego nos dirigimos hacia Yacila. Es un balneario que tiene más vida y cuenta con un pequeño puerto para lanchas. Esto atraía muchas aves guaneras.
Dejamos el auto en una zona cercana al muelle, pero nos dimos cuenta que había una zona residencial y que tenía movimiento. Retornamos al auto y nos metimos entre las estrechas callejas del balneario. Nos encontramos con una zona pequeña de restaurantes y amplias residencias de veraniego. Atractivo lugar para una caminata y eso hicimos. Vimos unas formaciones rocosas por las que nos escabullimos y pasamos por un breve túnel. Aquí nos dimos una sorpresa: mientras conversábamos y teníamos nuestras impresiones de tan simpático lugar, escuché la voz de una persona que me llamaba, era Pedro Mendoza. Pedro había sido Rector de mi Universidad hace varios años. Un hombre simpático y jovial, quien estaba acompañado de Marta, su esposa, y su hijo, quien estudia Ingeniería Marina en Italia. Un grato, gratísimo encuentro. No lo pensé. Luego de compartir nuestras experiencias, partieron para almorzar y nosotros proseguimos nuestra inspección del lugar. La zona es muy simpática, pero tiene ya los rastros de la “amable” civilización: basura plástica. Sería bueno que vayan tomando medidas y alertar a la población para no perder tan agradable lugar.


Culminada nuestra sesión fotográfica, nos dirigimos a Paita, nuestro objetivo principal y lugar de nuestro almuerzo. Fuimos hasta las instalaciones del Club Liberal. Subimos por unas escaleras que nos mostraban el esplendor que tuvo este Club y que tuvo entre sus miembros, dicen, a Don Miguel Grau. Los muebles, ya deteriorados, nos dicen lo bello que hubo sido con la vista hacia el mar. Ojalá alguien tome las riendas para tomar este edificio, el de aduanas y el de la vieja iglesia de madera para rescatarlos. Son bellas construcciones que nos hablan de una Paita esplendorosa.
Ahora hay una voluntad de hacer renacer económicamente este sector, pero ojalá no demuelan este bello patrimonio. Con la Compañía de Bomberos de Paita se hace un bello conjunto de inicios del siglo XX.  Caminamos por el muelle. Aquí fuimos, María y yo, bastante imprudentes. Hubo incluso un policía de turismo que nos acompañó por ciertas calles a cierta distancia para evitar ser atacados por ladrones. Es una ciudad portuaria. Orietta se reía de nuestra inconsciencia, pero seguimos adelante.
Creo que Orietta fue nuestro ángel de la guarda. Desde el muelle puedes ver un conjunto amplio de casas de madera que podrían ser tomadas por un patronato y darles vida. Algunas ciudades portuarias que reciben cruceros han estado trabajando en la restauración de sus centros históricos. Según la información de una amiga que opera en estas actividades, me contó que algunos de estos grandes barcos podrían acoderar en nuestras costas si tuviéramos la voluntad de convertir estas instalaciones en lugares atractivos que ameriten la escala. Todos estos son conceptos que se arman y que nuestro país, más rico en patrimonio, lo deja pasar para permitir el acceso a una modernidad mal concebida y a la larga dañina. Lugares hay, personas con ideas faltan.







Salimos de Paita e hicimos un alto para ver el puerto desde las alturas. Fue acción riesgosa. Incluso María fue a ver una barriada que estaba ubicada en una zona peligrosa, zona de deslizamiento. Me temo que las próximas lluvias de un Niño harán estragos en el lugar. Sin embargo, muchos incluso han construido casas de material noble al borde de un precipicio con poca tierra estable. Espero que no suceda nada grave. Quisimos ir a ver la iglesia de la virgen de las Mercedes, construcción moderna en la que se hallan los famosos vitrales de Adolfo Winternitz, abierta en 1974 y que es el actual santuario que reemplaza al que vimos frente a aduanas. Sin embargo, nos aconsejaron ya no ir por la hora. Una lástima.


Regresamos a Piura ya para arreglar nuestros últimos asuntos: dejar el auto, cancelar las deudas de hotel y cenar rico por última vez en esta cálida ciudad. Así cerramos el segundo periplo piurano.   



sábado, 22 de agosto de 2009

PUTIS, NOMBRE DE LA IGNOMINIA


Estuve leyendo sobre lo de Putis y hallé este artículo que me impactó mucho. Este episodio fue todo un hecho lejano para la gente en Lima, donde vivía por esos años. Pero ciudad indiferente a lo que pasaba en la sierra. Cuando Lombardi decidió hacer una película que tenía por leit motiv este hecho luctuoso (LA BOCA DEL LOBO), Giovanna, su esposa entonces, me contaba que la realización del filme era casi una odisea por lo espinoso del tema. Filmarla en la sierra de Tacna no los alejaba del hecho de sentirse asediados por estar mostrando algo que no se quería remover. El estreno de la película fue más accidentado y ahora, viéndolo desde la perspectiva de los años, nada indica que esa psicosis y conatos de bomba en las salas de cine no hayan sido parte de actividades del ejército o de seguridad del estado. Nosotros decíamos sendero. Una vez tuvimos que salir casi en estampida.

Pero volviendo a este delicado asunto de nuestra sociedad, aquí en Trujillo no se hizo homenaje alguno para golpear nuestra conciencia. Duele más saber que luego de los ataques de "sendero" en la selva de la semana pasada, el inefable Giampiettri haya dicho que no es necesario un museo de la memoria. Una más para nuestra desmemoriada sociedad.

Este relato artículo es conmovedor. Se los alcanzo y difúndanlo. No hay que olvidar.



Renzo Aroni, Historiador – EPAF
Hermano mío no me vayas a olvidar, hermano y hermana nunca me olviden; en el fondo de tu corazón siempre me vas a guardar, estés donde estés guárdame en tu memoria (canción de Telésforo Huashuayo “Si no vuelvo, búsquenme en Putis”)
El pasado viernes 26 de junio, en la ciudad de Ayacucho, mientras me dirigía a comprar el boleto de regreso para Lima, escuché el gemir de una guitarra y la voz nostálgica de un gran amigo, Abilio Soto Yupanqui, músico y folclorista ayacuchano, quien se encontraba en el escenario de una radio-teletón haciendo vibrar su quru guitarra (guitarra mocha), sumándose a la campaña de “Solidaridad y Justicia para Putis: Ayúdanos a construir nuestro Campo Santo”, en el parque María Parado Bellido, frente a la antigua cárcel de Ayacucho. El evento fue organizado por la Asociación Paz y Esperanza, el Consorcio Projur y la Comisión Multisectorial para la Reconstrucción de Putis. Además, en el acto se podía distinguir a diversas personas que miraban con tristeza la exposición fotográfica y artística de la violencia política; había bolsas de cemento y ladrillos donados por el público, y una caseta donde la gente se acercaba a colaborar con dinero de acuerdo con sus posibilidades.
Escribir sobre la memoria de la barbarie ocurrida en el pueblo de Putis, localizado en el distrito de Santillana, en las alturas de Huanta, Ayacucho, es muy doloroso; sin embargo, lo intentaré, y lo haré a través del recorrido de las letras de una poesía testimonial, Putis Llaqta/Pueblo de Putis, cuya autora es la profesora Felícitas Pozo Chávez (Huanta, 1946), de la Asociación de Quechua de Letras y Artes Ayacucho-Chanca (QANTU). La poesía fue publicada en el boletín n.° 3 de Qantu el 12 de septiembre del 2008, en la ciudad de Ayacucho. La poesía comienza con un sentido humanitario y muestra de solidaridad con el pueblo de Putis y sus deudos:



Tukuy tiqsi muyun/ Todo el mundo


riqsiykusunki/ ya te conoce


pitaq mana waqaykuspa/ quién no llora


hukllawakusunkichu./ y se solidariza contigo.


En Putis fue hallada la fosa común más grande de “ejecución extrajudicial” que conocemos hasta el momento, obra del Ejército peruano perpetrada durante el periodo de la violencia política ocurrido en el Perú entre 1980 y el 2000. Según la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), en Putis fueron asesinadas 123 personas por los militares en diciembre de 1984. De ellos, diecinueve eran menores de edad:

Putis llaqtallay/ Querido pueblo de Putis


imayna yana sunquraq/ cómo será el negro corazón


pipa kamachisqanraq/ y quiénes darán órdenes


chay wayrurukuna/ a aquellos militares.

Hasta antes de desatada la guerra, Putis era un pueblo abandonado en los confines de nuestra serranía. Quizá por eso fueron los miembros de Sendero Luminoso (SL) los primeros foráneos en llegar a Putis; luego lo hicieron los militares persiguiendo a los senderistas. En respuesta, los de SL elevaron sus acciones asesinando al Teniente Gobernador de Putis y, más tarde, obligando a los campesinos a abandonar su comunidad para moverse a las “retiradas” en los cerros. De ahí que los militares hayan visto a los campesinos como “terrucos”, cómplices de los senderistas:

Manachu mamayuq,/ No tendrán madre,


manachu paniyuq,/ no tendrán hermana,


manachu wawqiyuq,/ no tendrán hermano,


chay suqru butaskuna/ ésos que calzan botas.

Cuando los militares establecieron su base en Putis, convocaron a los campesinos para que retornaran al pueblo; les ofrecieron seguridad y desarrollo y les dijeron que iban a construir una “piscigranja”. Los campesinos creyeron en el ofrecimiento y retornaron. Cavaron la inmensa fosa durante tres horas y luego fueron reunidos en varios grupos. Fue entonces cuando los militares les dispararon a matar para luego enterrarlos en la fosa excavada, al mismo estilo nazi:

Wiksanku ukupi/ Con su hijito


wawachantinta,/ en su vientre,


kuchuykunankupaq/ por qué los cortaron


balyaykunankupaq./ por qué los balearon.

En mayo y junio del 2008, los miembros del Equipo Peruano de Antropología Forense (EPAF), por encargo de la Segunda Fiscalía Penal Supraprovincial-Ayacucho, realizaron, como peritos oficiales, la diligencia de exhumación de cinco fosas ubicadas en la localidad de Putis. Entre fines de agosto y comienzos de septiembre, el EPAF expuso centenares de prendas y objetos personales de los restos hallados en las fosas comunes de Putis, no solo para que los familiares puedan ayudar a identificar a sus deudos, sino también para denunciar públicamente esta barbaridad y la necesidad de hacer justicia. La exposición fue hecha en la ciudad de Huanta, en el distrito de Santillana y en la misma localidad de Putis:

Manacha runaqa/ Seres humanos


kanmanchu/ no creo que sean


warmachakunata huñuykuspa/ aquellos que juntaron


kañaqkunaqa./ niños e incineraron.

Lo más doloroso de la exposición fue quizá ver las ropitas de los niños. Esta exhibición itinerante fue registrada por el fotógrafo peruano Domingo Giribaldi, y se expuso por primera vez en noviembre del 2008 con el título “Si no vuelvo… búsquenme en Putis”, en la galería del Centro de la Imagen, en la ciudad de Lima. Desde entonces la muestra fotográfica ha recorrido el interior del país para sensibilizar a los sectores insensibles y al público visitante. También ha sido exhibida en los Estados Unidos y Europa, para que sea vista por la comunidad internacional
Pampasqa pachakunapim/ Entre las ropas


exhumadaskasqa waknaña/ están los pañalitos,


pañalchakuna, uya watachakuna/ pañuelitos de cara


añilluchankuna, pili milipas./ anillos y pili milis.

Putis sigue viviendo en la indiferencia, la exclusión y la invisibilidad. ¿Cómo es eso posible? Es una muestra de que nuestro país sigue siendo un país fragmentado social y culturalmente. Los asesinados de Putis eran campesinos quechuahablantes y altoandinos; no tenían documentos de identificación —es decir, ni siquiera existían legalmente, no eran ciudadanos peruanos—. Quizá por eso el desprecio de sus vidas por quienes los ejecutaron; quizá por eso aún hay indiferencia: nos cuesta recordar este suceso; quizá por eso, la memoria como deber aún no es posible; quizá por eso, el amor por la humanidad, por la justicia y la verdad, aún no es parte de nuestra cultura de vida.

Wayqachaypi kuka kintu/ Coca quinto de mi bolso


willaykullaway yachachkankim/ comunícame tu saber


maypitaq tariyman/ dónde se puede encontrar


justicia nisqankuta/ esa justicia que llaman.

Además, los familiares de las víctimas no han hallado respuesta explícita desde el Estado respecto de lo que pasó realmente con sus deudos. Este caso, como muchos otros, es aún parte de la agenda pendiente. Si bien el Estado tiene obligación de investigar cualquier tipo de crimen de violación de los derechos humanos durante el periodo de la violencia, se hace necesario que establezca la búsqueda, recuperación, identificación y restitución de las víctimas bajo un “paraguas humanitario”. Esto quiere decir que tiene la obligación de ir más allá del protocolo judicial o de la agenda política, utilizando los elementos de la “justicia restaurativa y retributiva”, con la participación de los afectados o los familiares de las víctimas, para garantizar la confianza en el proceso judicial y así ayudar a cerrar el ciclo de duelo con la restitución de los restos de sus seres queridos en un acto de reparación simbólica.
De la misma manera, la búsqueda humanitaria no perjudica la judicialización, siempre y cuando la recuperación de la evidencia en el proceso de la búsqueda se haga de manera protocolizada. El “paraguas humanitario” favorece el dar respuesta, mientras que los procesos judiciales, por definición, obtienen evidencia; por su naturaleza, los procesos no siempre tienden a dar respuesta, de modo que convierten a los familiares de las víctimas en rehenes de la justicia. Los responsables de la masacre en Putis tendrán que explicar a los familiares, a los peruanos y las peruanas, a la historia, por qué cometieron esta masacre. Los encubridores y cómplices, que ocultan los nombres de los asesinos, tienen mucho que decirnos. Sin embargo, tarde o temprano la diosa Alethia revelará los secretos de esta ejecución tan vil; mientras tanto, con la ayuda de la diosa Mnemósine, nos mantendremos vigilantes para que este acontecimiento se esclarezca y no quede en el olvido.
A fines de agosto del 2009, con ocasión del VI Aniversario de la CVR y el Día Internacional de los Desaparecidos, se tiene previsto enterrar los restos de las víctimas asesinadas en Putis. Será una caravana de solidaridad que prevé actividades culturales, misa y velorio, tanto en la ciudad de Ayacucho como en Huanta, para, finalmente, realizar el entierro de los restos en un Campo Santo construido en la comunidad de Rodeo del Centro Poblado de Putis. Participarán en el evento las organizaciones de familiares de víctimas, los movimientos ciudadanos por los derechos humanos, autoridades gubernamentales y ediles, y personalidades reconocidas del país y de la comunidad internacional. Será una fecha de conmemoración en la que podremos regocijarnos y construir memorias para la reconciliación social y, con ello, contribuir a la restitución del tejido social.
¡Acompañemos a cerrar un capítulo de la memoria de Putis!

jueves, 20 de agosto de 2009

HABLA JUGADOR, JULIO HEVIA


"Al borde de la poza, un chiquillo de rojo observaba las acciones parado en su bicicleta. Me acerqué a él y le pregunté si podía hacerle una pregunta. Me miró con recelo. Proseguí, antes que su desconfianza creciera. "estoy haciendo una encuesta". Su mirada seguía inexpresiva. Señalé su bicicleta y le dije. "¿Qué entiendes si te digo que en "En dos, es la voz"?" Su inexpresividad se mantuvo un rato. Hasta que por fin habló. "¿La voz? No manyo, ah.." Tan solo esas cinco palabras me envejecieron cinco años. Le volví a preguntar: "¿Y qué palabra usas para decir que algo es "lo máximo"?". Me respondió que "chévere". Aferrado a un lejano vocablo de mi adolescencia le pregunté tímidamente "¿Y... paja?. Me miró, y juro que en sus ojos había condescendencia: "Sí..., humm.. paja tambíén". Repetí este ejercicio con ocho chiquillos más, todos de barrios diferentes, y la conclusión es triste para mi generación: "la voz" ya no es la voz".

Con este fragmento de HASTA "PAJA" TE ATRACO del libro TRADUCCIONES PERUANAS de Gustavo Rodríguez, empecé mi moderación el día que presenté el libro HABLA, JUGADOR de Julio Hevia. Empecé con este simpático fragmento dicha presentación, ya que la lectura del libro me movilizó en muchos planes afectivos y generacionales como pasaré luego a explicar; y, creo, este fragmento sintetiza lo que sentí una vez leído todo con mucha fruición.

Luis Eduardo García, mi compañero de trabajo y colaborador ladrillo de la última Feria del Libro de Trujillo (en enero de este año) me sorprendió las primeras semanas de enero con un pedido muy especial: presentar este libro. Conociendo a Luis Eduardo, sabía que no estaba encomendando labor de fácil hacer, o mejor dicho de ligero leer. El texto que yacía delante de mí, me exigió diversos planos como lector.

Cuando uno hace una crítica de un texto se halla en dos planos: uno objetivo, ligado en cierta manera a lo que el texto es, casi diría yo una lectura denotativa del mismo para obtener un panorama de él. Y a uno subjetivo, el plano que me moviliza como lector, el personaje actante que se desplaza a lo largo del texto mismo para hacerlo mío, darle un valor personal. En el primer plano, el texto depende de sí mismo y ha de tener otras perspectivas que enriquezcan su esencia, que añadan muchas cosas a su hermenéutica. En cambio, en el segundo plano, mi YO entra a tallar y mis facetas de docente, de lector compulsivo, de lingüista, de amante del idioma, entran en acción recreándolo. Hago estas atingencias con el fin de comunicar que estas reflexiones las haré primero desde un plano descriptivo, y luego desde un plano apreciativo, bastante personal. Este último trataré de no hacerlo con tanta carga subjetiva, viciada por perspectivas profesionales u otras personales que pueden terminar por tergiversar, distorsionar un texto en su intención.
Este libro es un vasto compendio de expresiones coloquiales tan arraigadas como populares. Julio Hevia, formado en Psicología, utiliza la libre asociación de ideas como técnica aplicada en el vasto corpus recopilado y seleccionado, y, me atrevo a decir, bajo la influencia de Jacques Lacan. Lacan veía al lenguaje como una suerte de muro, un encorsetador (si cabe el término). Pero éste no es rígido; muy por el contrario, como lo demostró Freud, es un campo rico que muestra al individuo en sus profundidades. No quiero meterme en honduras psicológicas, no es mi campo; pero sí apasiona saber que como ciencia humana, al igual que la lingüística, se preocupa de la humanidad en su entendimiento a través del discurrir de su vida social e individual. Con esta atrevida licencia que me concedo, puedo decir que Julio Hevia identifica una suerte de campos motivadores subyacentes, de leit motiv de la psiquis colectiva peruana: tales como el medio hacer las cosas, cuestión de actitudes, nuestra represión sexual, entre otras. Y sirven estos como grandes campos léxicos o hiperónimos, palabras abarcadoras, que ayudan a hilvanar todo esa gran corpus sea por sucesión o por oposición, por metonimia, por metáfora, por metátesis, por calambur, etc.
El libro, además, logra extraer, estudiar, explicar y hacer sentir al lector la profundidad emotiva de las jergas, que como el propio autor dice, resultan ser una suerte de documento de identidad, el DNI de una comunidad comunicante. Pero reconoce su carácter pasajero, efímero, el ya fue de ella misma; como acto de habla tiene esa gran carga de afectividad, intimidad, emotividad, espontaneidad, naturalidad, vivacidad (fuera de la subjetividad); pero también la fugacidad de la misma; la jerga no espera convertirse en una regla, en una norma; sería romper su esencia trasgresora.
La jerga nos aglutina como hablantes, nos integra; pero explota además de manera consciente o inconsciente el carácter segregacionista que ésta tiene y la vive, la sufre un advenedizo cualquiera en una reunión informal (un riesgo que puede manejarse desde el plano consciente o incosciente, peor el primero)
El libro enumera una infinidad de jergas de nuestro colectivo nacional, aquella que está “vigente”; que pese a su movediza naturaleza, es efectiva aún y no nos moviliza mucho en nuestra capacidad de hablantes plurilingües que somos. Así pues ¡Habla jugador! es también una suerte de diccionario de ayuda, pues permite que alguien ajeno a este fascinante mundo del “entre líneas”, pueda culturizarse, haciéndose uno más del grupo y ya no ser aquel que rompe la mística de una conversación informal simplemente porque no la manya, no la para o no computa. Personalmente he revisado el extenso glosario de la página 289 a la 344 y me he encontrado con varias sorpresas y con muchas situaciones apremiantes. Algunas veces en clases con alumnos de primeros ciclos de pregrado en la Universidad que enseño, solían responderme ante el pedido de un trabajo por entregar con un “fácil” con cierta entonación; durante las primeras oportunidades entendía este enunciado con un sentido muy sencillo, muy denotativo; mas, luego caí en la cuenta que no era así; para los jóvenes ese “fácil” con el tono y arrastre final significaba “quizá no”. En la página 41 del texto encontré más detalles de este uso.

El libro invita al lector a reflexionar en el manejo de los diversos niveles del habla. Muchos investigadores le dan gran validez a esta creación anónima y colectiva de los hablantes. Alguien eficientemente culto y actualizado en el manejo de la jerga, hace que tome conciencia de lo que dice cuando habla. Sirve para comprender que la jerga es una suerte de medida, cuyo uso, abuso o ausencia, marca las pautas del tipo de relación que alguien busca con determinado interlocutor (nuestro plurilingüismo situacional)

La forma como Julio Hevia aborda el tema resulta bastante atractiva para el estudiante común. Genera no pocas situaciones graciosas; pero, créanlo o no, algunas veces ha dificultado mi lectura por estar pasando entre dos niveles de lengua escrita, comentario que luego explicaré. En realidad, algunos comentarios o ejemplos leídos que he hecho a diversas personas del texto han tenido por respuesta una sonora carcajada para entrar, luego, en una reflexión sobre lo dicho. Por eso, desde una óptica más académica, el exceso de retórica popular dificulta un análisis metalingüístico estricto o profundo para el que urge el lenguaje aséptico que requiere toda investigación científica.

Quiero cerrar mi apreciación desde la visión subjetiva de la que había hablado en un principio en mi posición de docente de lengua; el texto es una excelente oportunidad para conocer más el rico uso de la lengua castellana y entender más el imaginario de nuestros jóvenes; este texto nos desnuda en nuestras creencias, dudas, tabúes, metas, decepciones y expectativas (por ejemplo, en la ya manida figura del fútbol) y ponernos al día: es nuestra tarea, homework pendiente.

Finalizo agradeciendo a las personas que me dieron más ideas o centraron con sus valiosos aportes estas reflexiones (muchas de ellas muy graciosas, el caso no era para menos): mis profesores de lengua, sobre todo Hugo Vergara Lau y mis amigos como Gustavo Mantilla, Víctor Caballero y Javier Rodas.

sábado, 29 de noviembre de 2008

SECHURA 1




16 de noviembre. Un domingo caluroso en la cálida Piura. El día anterior habíamos comido con mucha fruición todo lo que el mar piurano da a sus ciudadanos y visitantes; la movida noche del sábado no nos impidió levantarnos tempramo para hacer una visita a un lugar que había visitado hacía 23 años: SECHURA. Muchas personas refieren este nombre con un desierto, el más extenso del Perú; otros lo refieren con el gran potencial que esta zona va a tener no sólo para la región sino para todo el país: la riqueza de los fosfatos. Pero pocos vinculan este nombre con una joya que se halla en el medio del desierto cual atalaya: la iglesia de San Martín de Tours. Esta gran edificación puede descollar desde cualquier punto y es una gran referencia (y alivio, si vienes en micro) cuando inicias tu travesía desde Piura.
Piura es una ciudad que carece de servicios que hagan agradable la permanencia a un turista que quiera información al paso. La Oficina de Turismo que está en la Plaza de Armas deja de funcionar cuando tienen una parada cívico-militar: simple y llanamente no puedes pasar y esos eventos duran la penuria de una hora con los pobres chiquillos desfalleciendo por el intenso calor. Pese a esa situación, no nos amedrentamos y decidimos preguntar en agencias de viaje ; no había ninguna abierta y los hoteles no tienen mucha información sobre algunos servicios que puedan prestar a un turista que quiera ir a este lugar. Pero no cejamos en nuestra terca decisión de ir y fuimos a tomar un servicio de transporte público (que es privado) y viajamos en unas condiciones bastante tercermundistas que me hacían recordar esos viajes por pequeñas y perdidas ciudades hindúes. El dichoso micro sonaba (y olía) de manera muy rara y temíamos algún discreto percance, como que lo hubo: parte del cartel de la empresa que estaba en el techo del micro voló. Nos causó un buen susto. En fin; ya estábamos en el bus y a seguir remando. El viaje por el Bajo Piura es impresionante, vas descubriendo pequeñas ciudades que las recuerdo pobres y semiderruidas (la primera vez fui a los 3 años del Niño del 82-83), ahora pujantes y grandes; y un valle feraz, verde, con palmeras por todas partes. Ciudades como La Unión, Vize, El Arenal, iban apareciendo en la ruta. El día anterior Claudia, una amiga de Piura, contaba cómo se iba a transformar todo esto a raíz de la nueva industria fosfatera; espero que sea para bien.
Pero el calor no dejaba de molestarnos; la precaria ventanilla dejaba ingresar un poco de aire, ya estábamos amodorrados; de pronto, como agujas enhiestas ves a los lejos las dos torres de la iglesia. Ya casi estábamos en nuestro objetivo; la carretera sinuosa era devorada por el micro y la imagen era cada vez más clara y grande. En cuanto entramos a los primeros barrios de la ciudad, algunos pasajeros comenzaron a descender. Faltaba poco, el bus dobló por un malecón y nos topamos con el mercado. Un poco desconcertados, preguntamos al chofer dónde estaba la catedral, nuestro objetivo; nos dijo que nos quedáramos un rato para acercarnos un poco más y luego nos indicó dónde descender y caminar; ya estábamos casi en nuestra meta.
Bajamos en una esquina a no poca distancia de la iglesia, la cual ya era bastante visible para nosotros. Bajo el agobiante calor (era casi mediodía) marchamos a nuestro objetivo. Al comenzar nuestra marcha, vemos una oficina de Manpower, la cual está reclutando a varios sechuranos que han de trabajar en el proyecto Vale Do Sol (¿es así?) que cambiará todo el panorama de Sechura.
Seguimos la marcha y llegamos a un costado de la monumental iglesia; como era domingo, estaba abierta y nos enrumbamos. Sólo el hecho de estar frente al frontis de la misma ya es de por sí toda una experiencia. El interior luce un poco descuidado, pero se ve que fue toda una magnífica iglesia, como lo demuestra el fino estucado que tiene, las imágenes que aún quedan y en sí la magnífica construcción que es. Logramos subir al campanario para ver el juego de campanas que según nos dijo nuestro guía su sonido es fácilmente perceptible a la distancia. Además en una zona tan tranquila, su sonido debe ser oídos por todos, salvo los momentos en que las estridentes fiestas populares con todos sus parlantes "a todo meter" acallan a las campanas.

La visita concluyó con una visita al pequeño balneario que está cerca a Sechura, al cual llegamos con un mototaxi y vimos algunos oasis en el camino.

viernes, 28 de noviembre de 2008

LA NAVIDAD COMO LEIT MOTIV



Para el discurso cinematográfico y para las artes, en general, la fuente de inspiración está en la consecución de un objeto que provoque sorpresa o desequilibrio, y un artista atento a ese objeto o momento. Así, el creador tiene en su torno un sinfín de leit motiv que se pueden convertir en su elemento motivador.

Uno de esos momentos que pueden convertirse en tal es la fiesta religiosa: cualquiera de ellas es el sincretismo de diversos sueños, traumas e interpretaciones de nuestro mundo, tanto físico como virtual, ideal. Y una de las fiestas que más carga tiene al respecto es la navidad, la natalidad, el dar un hijo, el repetir el ciclo de la reproducción como una perpetuación de nuestra especie.

Difícil en nuestro mundo actual no percibir la navidad; sin embargo, es poco conocida como tal en sus orígenes y la fecha misma no figura en la Biblia, salvo por referencias astrológicas que corresponden al mundo hebreo y su entorno. Desde su institucionalización como fiesta religiosa, otras realidades paganas se han ido “acoplando” a esta fiesta; recuerdo mucho en mi niñez, las navidades eran más a la usanza española que la actual, muy norteamericana; esta, a su vez, viene de las tradiciones inglesas y holandesas, que, además, vienen de las antiguas tradiciones celtas y nórdicas. En mi niñez, Jesús era el niño Manuelito, de Inmanu-el, el enviado de Dios. Ese vínculo de carnalidad le confería un poder especial, y a él se le dedicaba los cantos de los antiguos pobladores de las villas: el villancico. El Siglo de Oro español se ve plagado de escritores que produjeron prolíficamente villancicos, siendo los de Quevedo los más populares y aún hoy cantamos de él “Sopa le dieron al Niño, no se la quiso tomar.” Del acerbo peruano, los villancicos de la colonia llegaron hasta los 60 y fueron muchos rescatados por grupos corales y se volvieron, incluso, política de estado bajo el gobierno de Velasco, quien quería contrarrestar la rápida aculturación de la población peruana ante la contundente influencia de la cultura norteamericana.

El cristianismo católico ha dado muestras a lo largo de su historia de una excelente capacidad de asimilación en las comunidades en las que se implantaba. La navidad sajona protestante es más intolerante al hecho, pese a que sus orígenes son tan paganos como las católicas.

Algunos de los filmes de este ciclo servirán para explicar más detalles al respecto.

¡QUÉ BELLO ES VIVIR! FRANK CAPRA (1946) Quizá una de las más bellas películas inspiradas en la Navidad. Además fue uno de los filmes que irónicamente le trajo más problemas a nuestro director, que pasó a engrosar la lista negra de intelectuales y artistas norteamericanos acusados de comunistas o simpatizantes rojos. Capra nos muestra, a través de la vida del personaje encarnado por James Stewart, una feroz crítica al capitalismo inhumano, insensible, que impera en la actualidad; aquí no tiene ninguna concesión con el capitalista negrero, explotador, metalizado. Y es precisamente en esta fiesta, la cual tristemente es todo un derroche de consumismo y angustia, en la que debemos recordar lo más valioso de cada uno de nosotros: nuestra vida. Y todo lo que ella significa para los otros, tus padres, hermanos, amigos, tu sociedad; tus oportunidades así como tus fracasos, conflictos, todo aquello por lo que te hace único. Sencillamente bella.

EL RUISEÑOR DEL EMPERADOR DE LA CHINA JIRI TRNKA (1949) es una bella película de marionetas de este famoso director checo, un genio en estas artes. El famoso cuento de H. C. ANDERSEN se transforma en una bella obra cinematográfica que va a captar la atención de cualquier amante del cine, porque en realidad para un director como él, el teatro de marionetas adquiere la categoría de arte mayor. Todo un deleite. Esta película es una gran sucesión de fotografías, reunidas en un montaje increíble, todo un excelente trabajo para la época. La narración corre a cargo de Boris Karloff (la versión en francés la hizo Jean Cocteau, gran amante de los cuentos de hadas)

NOS ENCONTRAREMOS EN SAN LUIS VICENTE MINNELLI (1944) Es uno de los mejores trabajos de este director, especialista en musicales, con la que iba a convertirse en su esposa, Judy Garland. Una típica familia de Missouri, precisamente de la ciudad de St. Louis, que se va a ver pronto en la disyuntiva de emigrar a Nueva York, por el trabajo del padre; el alma de la familia cambia y durante las fiestas navideñas ocurre una sorpresa. Es una película de buen color, buena música y nos muestra la bella voz de la Garland, la cual ya oímos en la película EL MAGO DE OZ.

EL ÚLTIMO FRIEDRICH MURNAU (1924) Quizá una de las películas más extremas, circunscrita al movimiento Expresionista alemán, con Emil Jannings en un rol de portero que nos invita a la lástima. Ya viejo él, su función en el mundo laboral se acabó y va a ser despedido dramáticamente. No debemos olvidar que la Alemania de esa época vivía lo que nuestro país ya arrastra por años, un masivo desempleo y los más débiles y pobres eran los que sufrían las más graves consecuencias (¿no les parece muy parecido a la realidad peruana?) En esa época previa al gran crack capitalista, la sociedad alemana hubiera entrado en una gran depresión si no se hubiere agregado el final que lleva; es por eso que otras llaman a este film “LA ÚLTIMA CARCAJADA” en alusión de quien ríe último, ríe mejor. Ojalá fuese así la vida.

EL EXTRAÑO MUNDO DE JACK HENRY SELICK (1994) Aunque dirigida por Selick, el mérito es de TIM BURTON, que la soñó por mucho tiempo. Como toda fiesta de origen religioso sincrético conlleva muchas tradiciones y este film está plagado de tradiciones nórdicas, como la famosa fiesta de las luces (el árbol de navidad es una tradición muy antigua de origen remoto pre-cristiano). En la tradición nórdica casi una semana y media antes de navidad se lleva a cabo la fiesta de las luces, incluso las jóvenes doncellas solían llevar velas en la cabeza para dar paso a la luminosidad preparándose para los largos noches invernales, sobre todo la del 21 de diciembre, considerada la noche más larga. Casi coincide en 40 días la distancia entre la Noche de Brujas con la fiesta de Lucía; como los calendarios religiosos son movibles quizá la Navidad bien hubiera caído un 17 ó 18 de diciembre; a más tardar 21. Equidistante a la relación CARNAVAL y PASCUA DE RESURECCIÓN; aquí no tenemos una Doña Cuaresma, pero los horrores de la Noche de Brujas se amainan con los regalos y el mensaje de amor de la Natalidad. Aunque dichos elementos religiosos no se expliquen, están tácitamente dichos a lo largo de los personajes y la trama presentada en esta fantasía visual, y un llamado al orden a través del amor.