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viernes, 3 de septiembre de 2010

LA SEMANA TIENE SIETE MUJERES. NUEVO LIBRO DE GUSTAVO RODRÍGUEZ

Este es el texto escrito para la presentación del libro mencionado.

Quizá una de las características más relevantes de un escritor viene a ser cómo uno utiliza el lenguaje para transforma no sólo su entorno sino su percepción especial de la comunicación y de la belleza. Es indudable que la vida de cada uno influye en la construcción de los vínculos entre esos peculiares mundos internos con las formas externas, con el lenguaje. Gustavo Rodríguez ha trasladado permanentemente ese mundo de la imagen que es su material de trabajo a su creatividad literaria. Me acerqué a su obra en su primera novela, LA FURIA DE AQUILES, la cual hizo a reír a todos mis alumnos y a mi persona. Desde el título nos crea la intriga, puesto que uno espera hallar una novela de carácter épico y se halla con una divertidísima novela de adolescentes que hace a uno desternillarse de risa, sobre todo en ese personaje que es Cabeto, al cual he hallado muchas veces en amigos, alumnos y personajes que discurren en la vida diaria. El porqué de la mención del título de esta novela está en el hecho de que su estrategia de comunicador y publicista ya parte desde ahí: igual se ve en su libro compilación TRADUCCIONES PERUANAS y ese libro de listas tan interesante compartido que es AMPAY PERU. Sus títulos ya tienen el poder de captar a un incauto lector, comienza a tejer el hilo que envuelve al lector. Aunque no me mordió con LA RISA DE TU MADRE, quizá mi complejo de Edipo no haya funcionado bien.


La trama del drama en ciernes se sintetiza en dos palabras que van a ser claves a lo largo de la misma, son el hilo conductor subyacente en las acciones de cada uno de sus personajes: discriminación y apariencia. En esta última se circunscribe la infidelidad, tolerada en una sociedad de formas bastantes anticuadas como la nuestra. Así van apareciendo sus personajes, construidos a través de un profesor frustrado (otra de las palabras que surgen a lo largo de la lectura) que deseaba a Gloria para él, pero que se ve “atrasado” por un cholo norteño (de Piura, precisamente), cetrino. Una ofensa para un blanco venido a menos en una sociedad abiertamente racista como la nuestra.
Aunque vemos identificadas a cinco mujeres con los días hábiles de la semana, son otras dos las que envuelven el fragor del fin de semana Gloria, la esposa, y su hermana Gracia, la cuñada. El piurano es un personaje con un fuerte conflicto que mejor no mencionar para que el lector lo descubra y cada una de estas 7 mujeres cumple un rol diferente. La denominación recae por el hecho de entrevistar a cada una de ellas en un día específico de la semana para averiguar una posible infidelidad. Rápidamente al inicio de la novela nos contextualizamos en un velorio y, como en Otello y el famoso pañuelito, un papelito rosado escondido en el cadáver del piurano depositado en su ataúd, ahí comienza la acción. Interesante es el orden como las va presentando: la chica lunes corresponde a su despertar, a su llegada a Lima y a su primera frustración (aunque luego llega el ajuste de cuentas). La chica martes es una foránea como él, una chica ecuatoriana que en el fondo la ve como su propia persona: desarraigo y abandono. Es también la más desafiante de todas pues no la inmuta ser hallada en la cama nupcial. La del miércoles es la artista, la del teatro, la del teatro del mundo, la de terribles apariencias (como la de tener un padre alcohólico en su “simpático” mundo). En cierta manera, los astros que rigen a los días de la semana ayudan a contornear a estas mujeres, así la chica jueves es la jovialidad que buscaba el Piurano. Y la chica viernes es la que carga con las mayores desgracias, es la que calla lo que ve de su patrón, es la empleada, la que irónicamente es más celada por la patrona que a sus amigas u otras posibles rivales. Es el lado humano aparentemente débil y más triste de la novela; pero, como el Piurano, es el personaje que se va construyendo desde más abajo. Su miseria inicial (migrante andina que se va a vivir a un lugar carente de toda comodidad) se va transformando en oportunidades y es, de todos los personajes, la que tiene, quizá, una idea de lo que quiere hacer de su futuro, su pasado no la detiene, no la agarrota, puesto que tiene mucho que ganar: su personaje es como la tierra, nos castiga con terremotos, pero es a la vez generosa en darnos la facilidad de vivir en uno de los espacios más pródigos del planeta.

Quedan para “el fin de semana” los dos personajes que tienen nombre propio y con los que se abre y se cierra el ciclo novelístico: Gloria y Gracia; hermanas, una agraciada y la otra gordita. Se traicionan y son sus actos los que abren la puerta a la obsesión, la infidelidad, inseguridad y traición. Quiero tomar prestada una frase de la novela EL FUROR DE MIS ARDORES (SIU KAM WEN), donde reza lo siguiente: “las palabras amor y posesión son sinónimos”

Las escenas finales del velorio rodeado por las mujeres que amó parecen arrebatadas del entierro del personaje principal de la película EL HOMBRE QUE AMABA LAS MUJERES. Todas cómplices de su amor y que en cierta manera no era necesario saber más allá de lo que se tiene adelante. Pero la curiosidad muchas veces nos da trastos y dolores. Y la verdad también.