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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 17 de julio de 2016

FANATISMO CALCULADO (ARTÍCULO DE OPINIÓN DIARIO CORREO TRUJILLO 17 DE JULIO)

El 14 de julio es una celebración simbólica para el desarrollo del concepto y las ideas de la democracia. Aunque se desató una vorágine sangrienta por casi una década, las ideas desarrolladas por un grupo de pensadores humanistas iban a ponerse en práctica en un continente que clamaba a gritos un cambio drástico en la estructura social y todo lo que surge en torno a ella. La Revolución Francesa, llamada también, la revolución burguesa, permitió un giro de 180 grados en cuanto a lo que el poder y el orden social significaban en ese entonces. Y la sociedad occidental se inclinó por ese cambio que va a gestar las democracias formales de muchos países de la actualidad; además va a iniciar una perspectiva nueva de la visión del individuo frente a toda manifestación de la construcción social como las ideologías y la cultura. Es el triunfo del concepto de hombre que unifica a la humanidad por encima de todas las manifestaciones que crean sus diferencias y sus exclusiones. Ese es el valor que una efeméride como la Toma de la Bastilla recibe por varios hombres y mujeres que luchan por ideales democráticos alrededor del planeta.
El ataque perpetrado en la ciudad balneario de Niza asume un peso ideológico más allá del acto criminal e insano cometido por un fanático de origen tunecino que ha causado la triste cifra de 84 víctimas. Se ha escogido una fecha para atacar los principios de los derechos fundamentales de la humanidad. Es el fanatismo, en cualquiera de sus versiones, el que halla a esta fecha como una razón antagónica a sus intereses. La acción, además de crear el caos y la zozobra, genera el repudio a un sistema y el cuestionamiento del propio, acentuando las diferencias y generando los recelos, caldo de cultivo muy bien aprovechado por extremistas y fanáticos de cualquiera índole. Los temores exacerbados atacan directamente al sistema democrático; lo debilita en su esencia, pues se lo identifica como un modelo gubernamental débil y excesivamente permisivo.
La raíz del problema no nace en la supuesta debilidad de la democracia; nace en la carencia de una adecuada educación ciudadana. Por eso los revolucionarios franceses entendieron que para que su sistema sobreviva debían apostar por la educación obligatoria, laica y universal. Lo que hemos visto estas últimas semanas son diversas manifestaciones que empañan la búsqueda del trabajo común. Así se pueden entender desde los fanatismos religiosos suicidas, la masacre de una discoteca gay en Florida, el famoso Brexit o intentonas golpistas como la de Turquía, hasta el acaparamiento del poder por diversas estrategias basadas en el miedo y la intolerancia en los juegos electorales que quieren poner en jaque la estabilidad de un gobierno o diversas instituciones que conforman el tejido social de una ciudad, región o país.

Queda un largo y tortuoso camino por recorrer.

domingo, 7 de diciembre de 2008

CUAL MÁGICO SUEÑO DE ESTAMBUL



Estambul. Ciudad soñada, mágica, puente de dos mundos tan lejanos como cercanos. Constantinopla, la ciudad de Constantino, el grande.
La decisión de ir a esta ciudad fue de lo más arrebatada. Irene y yo estábamos con la idea en la cabeza de ir a Turquía a como dé lugar. En Atenas fuimos a la embajada a hacer la gestión. Nos habían estafado con la compra de los boletos de avión, pero eso no impedía que fuéramos a rescatar a la mágica ciudad de los infieles. Luego de la partida de Gabriela a Israel, Irene y yo nos decidimos emprender nuestro viaje a tierras exóticas (aunque como trabajábamos en Israel, poco nos sorprendía). Nos fuimos en Líneas Áereas Turcas, ya en el aeropuerto de Atenas nos íbamos a topar con nuestra primera sorpresa: nuestras reservas no estaban hechas. En el mostrador de la compañía, pugné para que nos pusieran a los dos en el vuelo; además teníamos poco equipaje, ya que había un grupo grande de turistas alemanes y belgas con inmensas maletas que querían ir también; ellos eran casi 20; nosotros, dos; la azafata no dudó más y nos puso en el vuelo. Con casi una hora de duración, era la primera vez que oía turco: insólito para mí, quería hallar palabras comunes o identificables. Nada. El aeropuerto de Estambul, Atatürk (casi todo se llama así en megahomenaje al líder que "occidentalizó" Turquía, incluso cambió el alfabeto) era una locura, veías gente de todo tipo de traje.
El tipo de la agencia nos recogió del lugar y nos llevó en su auto. Cruzamos calles, avenidas, todas semicubiertas por una niebla que me hacían recordar a la lejana Lima; pero los grandes monumentos de Lima que se ven de manera difuminada son las iglesias, aquí las mezquitas. Pronto cruzamos las imponentes murallas construidas por Constantino para defender la ciudad, allá a los lejos se veían cientos de minaretes. Un sueño.
Luego nos llevó a nuestro hotel; al momento de registrarnos y al ver nuestros pasaportes pasamos a ser personajes muy raros: una costarricense y un peruano, creo que algunos de los hoteleros esperaban especímenes bastante raros. Cuando les hablé en alemán (idioma muy frecuente aquí) uno de ellos soltó una pregunta si en Perú el idioma es el alemán: francamente me sentí todo un bicho raro. Teníamos que acomodarnos rápido para ir a Topkapi y luego al mercado, el cual llaman con una palabra que por fin identifiqué: BAZAAR.
Todavía noqueado por la belleza de lo que veía fuimos primero a la Mezquita Azul. Impresionante. Luego de almorzar íbamos a ir a Topkapi. 

Antes de terminar esta primera narración de mi encuentro con esta bella ciudad, quiero contar una simpática anécdota cuando fuimos a nuestro restaurante: el guía nos señaló el lugar para ir y teníamos que cruzar una avenida amplia y muy transitada (el nombre no recuerdo, ni lo recordaré), íbamos algo de 10 personas del paquete turístico. Irene y yo sorteamos con facilidad los autos y llegamos a la otra berma, mientras los otros se desesperaban por cruzar. El haber cruzado varias veces la avenida Abancay en Lima me había hecho ducho en la materia, una avenida así no era sino un pequeño desafío; para los otros, era el fin del mundo. Tuve que ayudar a un par de estos europeos que se negaban a cruzar. Muy gracioso.