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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 25 de enero de 2015

CRÓNICAS LORETANAS: YURIMAGUAS Y LA REGIÓN OMAGUA

01 de enero 2015. Primer día de un año que lo quiero bueno. Como habíamos decidido ir a dormir temprano, nos levantamos con buenos bríos para ir a Yurimaguas, ir hacia la región Loreto. Tras hacer algunas gestiones en el terminal de colectivos, nos embarcamos hacia este puerto fluvial. El camino es también usado para ir a las cataratas de Ahuashiyacu, la cual visité en el 1993. Ahora la carretera está muy bien asfaltada, aunque nos tocó la mala suerte de un derrumbe; pero ahora, como está una empresa brasileña a su cargo, esta tiene que responsabilizarse de su mantenimiento. La ruta sufre algunos derrumbes en temporadas de lluvia, pero el bloquea no debe pasar de más de una hora. Ya habíamos pasado este lugar, cuando unos cuantos kilómetros más allá nos detuvimos en caravana para esperar el paso. Casi una hora después. Era un tramo de unos 50 metros que estaban afectados. Proseguimos nuestro camino hasta llegar a una zona bastante tenebrosa: el cerro Paredón. El chofer nos contaba todas las historias que hay en torno a este lugar que fue empleado, parece, como lugar de ejecuciones por parte de los terroristas, narcotraficantes e, incluso, las fuerzas de orden. Lo que sí es cierto es que se hallaron en las profundidades cuando se estaba edificando la carretera una serie de cadáveres que eran lanzados al precipicio (pero tenían heridas de bala, es decía). Se halló incluso motos de los dueños ultimados sabe dios por qué decisión. Ahora luce como una pared pelada rodeada de una frondosa vegetación. Seguimos nuestro camino y a medida que nos acercábamos a la región Loreto iniciábamos un marcado descenso. Es la región Omagua. Veíamos muchos aguajales en el camino, además plantas de palma aceitera, producción que surgió como una alternativa a los cultivos de coca, pero que también depreda mucho la tierra en la que se cultiva. La amenaza de nuestras selvas no solo está en la explotación ilegal de la madera o la producción clandestina masiva de cocaína (el uso de elementos químicos contaminan tierra y vegetación), sino en la presencia de ciertos cultivos intensivos que debilitan la riqueza  de la tierra y la vuelven solo para monocultivo. Hay muchas amenazas tras esos bellos paisajes que cruzamos en el camino a nuestro destino final. Ya llegando a la zona de Shanusi, la carretera es más plana, pero pronto se vuelve sinuosa (antes de llegar a Yurimaguas) para aprovechar la suerte de islotes que se han formado entre los aguajales.




Llegamos cerca  de las 11 de la mañana. Estuvo lloviendo temprano. Se sentía la humedad en el ambiente. César había contactado un amigo quien nos iba a guiar en algunos lugares. Lo primero que hicimos fue dirigirnos al corazón de la ciudad, a la plaza de armas. Hay una bonita iglesia que está en restauración, pero interesante es ver las casas de los alrededores, ya que, como Iquitos y Pucallpa, Yurimaguas es un importante puerto fluvial. Según me comentaban, este puerto va a ser repotenciado puesto que Brasil quiere sacar todos sus productos hacia el Pacífico a través de este puerto y Paita. He ahí el interés de mantener estas instalaciones portuarias como de carreteras para tener arterias por las que fluyan todas sus mercaderías. Es una buena oportunidad para hacer crecer esta ciudad que se ha estancado un poco en el pasado. La carretera ha revitalizado también el comercio y las comunicaciones con las otras ciudades de la selva norte peruana. La distancia entre Tarapoto y Yurimaguas no es más de 140 kilómetros. Pero también va a ser necesario activar la vida aérea. Pasé por esta ciudad en 1986 con mi hermana, cuando fuimos a Iquitos desde Trujillo. Además, AeroContinente, una línea que se vino abajo por vínculos del narcotráfico, unía varias ciudades del Norte peruano (sobre todo, Chiclayo) con varias de la selva. La línea aérea que ofrecía vuelos con aviones de fuselaje mediano ya no tiene este servicio. Si se va a querer activar este comercio se debe ir pensando en vuelos que unan Tarapoto, Yurimaguas, Rioja con Piura o Chiclayo.



El atractivo de la vida fluvial es el viaje por barco de un puerto a otro a través de un río, en este caso el Huallaga, que luego se une con el Marañón (el que cruza La Libertad por Pataz y Bolívar) para que posteriormente, en Nauta, se una con el Ucayali para formar el Amazonas. Son ríos navegables. En el 2009 crucé el río Marañón por una ruta para alcanzar desde Jaén hasta Bagua. Muchos amigos me contaban sobre este alucinante viaje que es ir en estos barcos (precio, 40 soles más el alquiler de una hamaca por otros 40 soles) desde Yurimaguas hasta Iquitos.
El viaje toma dos días, ya que vas a favor de la corriente (viceversa te toma tres) y viajas con las personas de la selva que tienen una visión muy peculiar  de las cosas y de la vida. Hay una complementariedad con la naturaleza y sabes que con ella no te puedes enfrentar. Los barcos salen cada día y los hay de diversos tamaños y precios en cuanto a privacidad (hay camarotes). Pero vives con tus compañeros de viaje dos días intensos con noches estrelladas, así como amaneceres y atardeceres esplendorosos. En Iquitos vi atardeceres de otro mundo. La visita al muelle es clásica y ves la actividad de un puerto, así como sus cosas malas. El río sufre de fuerte contaminación y hay que ir pensando en planes de contención al respecto, habida cuenta que pronto se construirán espigones para acoderar barcos de transporte comercial. Alquilamos un bote para recorrer un breve tramo del río, cuando a lo lejos vimos nubes cargadas que se dirigían hacia la ciudad. Culminada nuestra visita en bote, nos fuimos caminando hacia la plaza cuando cayó un buen chapuzón. Refrescó el ambiente que estaba cargado de calor y humedad; fuimos a guarecernos en una tienda y aprovechamos para tomar algo fresco y matar la sed. Después de un rato, fuimos a ver una casa que tiene algunos azulejos simpáticos. Pero la ciudad tiene algunas construcciones interesantes que ameritarían una buena limpieza de fachada, como por ejemplo el edificio del Gobierno Regional, del siglo pasado. Nos fuimos a la estación y nos dimos con la sorpresa que, a diferencia de la mañana, ahora teníamos mucho más pasajeros que pugnaban por regresar a Tarapoto. Felizmente llegó una nueva unidad y así nos embarcamos para llegar más o menos temprano a nuestro hotel y salir a cenar algo. En este auto, venía toda una familia francesa que iba a viajar a Iquitos en los barcos mencionados. Así partimos. En el camino tuvimos que llevar a un policía de franco.









De noche salimos a cenar para armar nuestro viaje a Juanjuí al día siguiente. Un buen comienzo del 2015.







martes, 20 de enero de 2015

CRÓNICAS SANMARTINESES I: SANTA CRUZ DE LOS MOTILONES DE LAMAS

Para terminar mi racha de viajes, y gracias a la iniciativa de César Alva, decidí hacer un viaje de fin de año a la ciudad de Tarapoto, la principal ciudad de la Región San Martín, gran emporio comercial, ganadero y agrícola. Estuve en esa ciudad por primera vez en 1993. En esa oportunidad nos fuimos varias personas a una ciudad pequeña, mal comunicada por vía terrestre y con carencia de muchos servicios. Pero, pese a todo, había comunicación aérea desde Trujillo (este es un grave problema para una ciudad que se jacta de ser la segunda o tercera y tiene una pobre comunicación aérea). La segunda vez fue en el 2010, mas estuve por unas horas, ya que nuestro lugar de acción era Moyobamba, la capital de esta Región. En esa oportunidad, visitamos las cataratas de Huacamaíyo. Pero 21 años después iba a ver un Tarapoto diferente, grande y muy ruidoso (las mototaxis son útiles, pero a la vez una pesadilla por la bulla que hacen).
El viaje hasta Tarapoto por Movil Tours es largo y tedioso. Puede durar hasta 20 horas, más por las frecuentes paradas que hace el bus que por los problemas que pueda haber en la carretera. Esta forma parte de la Interoceánica que parte desde Paita y llega a Yurimaguas. Prácticamente, este año he recorrido toda su extensión, salvo el tramo Chulucanas-Olmos.  La carretera está en perfecto estado y amerita recorrerla lentamente para poder apreciar todos los paisajes que uno puede disfrutar desde Olmos hasta Tarapoto; pero, siempre y cuando, lo hagas con tu vehículo. La carretera la tiene un consorcio brasileño y la mantiene permanentemente. Salimos el día 30 de diciembre, desde el Terminal de Buses, una simpática construcción que puede dar más en cuanto a servicios y mejores vías de salida. Salimos casi a la hora, pero en Chiclayo se hace una larga parada. En fin. Llegamos el 31 a Tarapoto casi a las 11 de la mañana. Ya habíamos hecho reserva de nuestras habitaciones en un céntrico hotel (el Nilas, a media cuadra de la plaza de armas), así que nos enrumbamos para dejar cosas, hacer compras de algunas cosas que había olvidado y luego ir a almorzar. Tarapoto ha mejorado considerablemente en sus servicios, hay un restaurante, La Choza Náutica, en la plaza de armas que te sirven comida tanto típica como internacional de manera generosa.


Una vez terminado nuestro almuerzo, nos fuimos al paradero de colectivos para Lamas. En las cercanías están todos las demás estaciones de colectivos para diferentes ciudades o poblados de la zona. Así logramos averiguar que sí había servicios para Yurimaguas, que era nuestro objetivo el primer día del 2015. Como estábamos un poco apurados, arreglamos con el conductor para comprar los otros sitios vacantes del colectivo. (5 soles por persona); la ventaja es que nos dejó en el mismo lugar que queríamos ir. Volver a Lamas luego de 21 años es bastante interesante. El pueblo que dejé en ese entonces tenía asfaltadas pocas calles y con veredas construidas. Este ahora tiene mejores servicios, tiendas en las que puedes hallar artesanía de la zona, así como servicios que te hacen más placentera la visita.
El objetivo de la visita fue el famoso castillo, construido por un italiano, Nicola Felice Aquiliano, dedicado al cultivo del tabaco y que construyó este castillo en el que fusiona conceptos medievales con los renacentistas. En realidad es una feliz combinación de elementos oriundos con la imaginería europea, sobre todo viniendo de un italiano, cuyo país es rico en historia y fue cuna del renacimiento europeo. Ha logrado con artistas y edificadores elevar este castillo de cinco plantas. Las paredes están profusamente pintadas por el pintor autodidacta Archentti Flores. En la sala de entrada, en el techo se ha pintado una gran cantidad de aves autóctonas con bastante profusión y cuidado en detalles. Es un trabajo primoroso y paciente. Desde este patio puedes tomar el camino que desees; puedes descender y hallas un espacio en el cual se ven pintadas figuras báquicas, copias romanas o griegas, con el Baco encabezando el conato de orgía. En el salón principal, hay una serie de réplicas de pinturas europeas famosas del Giorgione, por ejemplo. Pero lo que más me llamó la atención fue una pintura de Edmund Blair Leighton, llamada The Accolade (el Espaldarazo), que fue usada como portada del libro Cordeluna de Elia Barceló, el cual usamos como material de lectura en la Universidad hace un par de años. Ha hecho una copia excelente de las dos figuras principales (la mujer es Leonor de Aquitania), pero los personajes que se ven en el fondo, perdidos en la sombra en el original, en la copia de Lamas hay otras personas, quizá personas del lugar.


Estuve tan gratamente impresionado que me tomé una foto con la pintura. Otro detalle en esta sala es el uso que se le ha dado al techo, como la antigua tradición de techos tachonados: en cada casilla está dibujado el escudo de cada ciudad importante del país. Según conversaba con César, anteriormente se podía visitar todas las instalaciones, incluso la torre superior. Pero parece que se están haciendo mejoras. Se ha preocupado por mantener todos los detalles de un antiguo castillo medieval prerrenacentista: almenaras, torres, relojes solares. Lo bonito es que, a medida que vas ascendiendo, tienes mejores vistas de Lamas y el río Mayo. La verdura es impresionante y sería un lugar ideal para descansar y pasar tu vejez con buen clima y tranquilidad. Solo la tranquilidad es perturbada por algunas oleadas de turistas y los famosos mototaxis (¿si les colocan un silenciador les iría mal?). En el lugar también puedes tomar un buen café; Tarapoto es una excelente tierra para el cultivo del café, además del tabaco y el cacao. Pese a todo, el narcotráfico sigue siendo un fenómeno socioeconómico que afecta a la zona. Por lo que escuchaba, la agricultura del cacao se había visto afectada por un hongo que había llegado de Colombia.



Espero que los logros hechos con los cultivos alternativos no se vean desplazados para recaer en el cultivo de coca, más barato y más rentable, lastimosamente.

Antes de retornar a Tarapoto, dimos una vuelta por el simpático pueblo con tiendas limpias, simpáticas, con algunas personas sentadas con sus sillas en las veredas para amainar el calor sofocante. Nos fuimos a su simpática plaza de armas. Había varios turistas, reconocimos algunos de ellos que habían venido con nosotros en el bus desde Trujillo.  Mientras los guías hacían las respectivas explicaciones: origen chanca de Lamas, desplazados desde la sierra central hasta esta zona por Pachacútec y Wiracocha; se instalaron ahí en su huida y aprovecharon la estructura geológico para darle un sentido militar y de defensa frente a la amenaza inca. Por eso está ubicada en una zona en cierta forma difícil de ser ocupada. Es capital de la provincia que tiene el mismo nombre. En esta oportunidad, no vi a las personas, sobre todo mujeres, ir vestidas a su usanza; ahora solo vi un par de niñas en una fiesta que estaban preparando en el restaurante El Mirador, lugar que fuimos para tomar mejores tomas de la ciudad.  Entre las estatuas del monumento en la plaza de armas, unos graciosos habían colocado una botella de cerveza vacía en una mano del conquistador que está estrechando con la otra a un líder de la etnia chanca. Según la historia, las relaciones entre españoles y aborígenes no fueron nada tranquilas, e incluso tuvieron que construir un fuerte para aislarse de las tribus. Interesante historia.



Antes de irnos de Lamas fuimos por un barrio en el que preparaban la Yunza y además decorado todo el lugar con globos amarillos para un mejor año. Tomamos un colectivo e hicimos el mismo trato para retornar más rápido.

Los 10 kilómetros que separan Lamas de Tarapoto tienen bonitos paisajes. Pero la ciudad grande se acerca al pueblo. Por la noche fuimos a cenar al  Restaurante de Doña Zully para probar los pescados de la zona. Estaban esquivos. Luego nos fuimos al Suchiche y de ahí a los diversos bares que se hallan en esa calle, el Jirón Lamas. Así recibimos el año 2015, rodeados de gente y en tierras cálidas. Espero que sea un buen año.





viernes, 26 de diciembre de 2008

EL CALORCITO DE TARAPOTO




1998. En nuestro país, pese a todas las circusntancias, por ese entonces podías realizar viajes internos por avión sin necesidad de tocar Lima. Desde aquí, Trujillo, podías tomar un vuelo para Chiclayo, Piura, Cajamarca e incluso Tarapoto. Pero recuerdo que en 1985, habíamos podido viajar desde aquí hasta Iquitos, con escala en Yurimaguas. Eso ahora ya no existe. Con un grupo de amigos vimos la posibilidad de ir a la selva con este vuelo directo y no lo dudamos más.
Fiestas julias de ese año; todo el grupo de 6 personas subió al avión de AEROCONTINENTE que nos llevaría a nuestro destino. El vuelo salía a las 9 y media de la mañana y recuerdo que ese día hacía un buen clima, un sol radiante. La selva nos esperaba.


En el avión montados, vi a Canilla, uno de los viajeros, muy nervioso por el despegue del avión. El vuelo de casi una hora fue sin contratiempos. Llegamos a Tarapoto y no bien bajamos del avión, el calorcito pegajoso nos rodeaba, el trópico. Salimos a almorzar a una suerte de cabaña en una ruta que nos llevaba a las cataratas de Ahuashiyacu. El paisaje era bacán, feraz. La atmósfera era ardiente. La cabaña quedaba a un borde del camino colindando con un precipicio, había una suerte de zoológico muy divertido, con una buena cantidad de monos. Terminado nuestro almuezo, fuimos a ver las cataratas: algunos nos metimos al agua, pero no sabía que las aguas de esta cascada es friísima. El entorno alucinante, como alguna vez había soñado estar en un lugar así, rodeado de colinas suaves y cubiertos del sol (el sol, cuando quiere, puede masacrar).
Regresamos casi al atardecer en rumbo a Lamas. El paquete turístico estaba muy apretado. Ya llegamos con la penumbra y vimos poco. las casas de adobe casi rojizas y gente que nos trataba de vender artesanía. Esta gente es la heredera de los chancas, quienes fueron masacrados por los incas y luego los sobrevivientes fueron desarraigados de su tierra (valle Huanca en el Mantaro) y trasladados hasta aquí. La guerra originó un vocablo sólo usado por el castellano del Perú: el verbo "chancar". Sé que el año 2006 hubo un fuerte terremoto que dañó muchas casas ahí, una pena
Por la noche, hicimos algunas visitas a discotecas (había dos de regular calidad) y las chicas del grupo estaban decididas a ir. También es interesante ese periplo, el de la noche. En una de las discotecas sentimos un poco de tensión, es zona donde la droga corre a raudales y hay una fuerte presencia del narcotráfico. Tocache no está muy lejos que digamos.
Al día siguiente nos fuimos todo un día a la LAGUNA AZUL, paraíso en medio de la selva. Tomamos una camioneta y ella nos ubicamos. El camino estaba "encalaminado" por lo que nos la pasamos saltando de un lado a otro. Hicimos transbordo sobre el río Huallaga en una suerte de ferry que tenía poca seguridad. Alucinante. En el camino cruzamos un bello lugar llamado LIMONCOCHA (Cocha = laguna) Los hoteles de LAGUNA AZUL se veían deslucidos; unos años antes era un lugar de esplendor; esa fue su desgracia, ya que los del MRTA y Sendero atacaron algunas veces este balneario y comenzaron a irse los propietarios. Me dicen quen ahora ya está mejorado. Nos metimos en la laguna un rato, había muchas algas, no tengo mucho hábito de nadar; es más, son un pésimo nadador y el espacio no me hacía mucha gracia por eso. El lugar es bello, caminar por el pueblo con gente tan amable era muy simpático. Subimos a una colina para ver el paisaje de manera muy panorámica. Espléndido.
Nuestro retorno fue más tranquilo, vimos el atardecer y coincidió en el lugar de nuestro "ferry" al retorno. La noche fue para mí un lugar para dormir, tenía la piel quemada y estaba agotado. mi cama me esperaba.
Al día siguiente, penúltimo de nuestra estadía, decidí hacer mi propio viaje: todos querían hacer canotaje. No me cuadraba mucho eso, y había escuchado sobre MOYOBAMBA que estaba a 3 horas en combi desde Tarapoto. Truqué el tour y me fui solo a esta bella y pequeña ciudad. Moyobamba está más alto que Tarapoto (recordé a Moyobamba cuando estuve en Chachapoyas, el mismo paisaje y el clima especial de ceja de selva alta). Así que me fui a la ciudad de las orquídeas. El viaje fue tedioso (espero que hayan asfaltado esa pista), pero Moyobamba sí valió la jornada. Me fui al Hotel de Turistas y desde su gran balcón exterior se ve el río Mayo y sus meandros: bella vista, ufff como para quedarse un par de días en ese hotel. Ahí comí algo para recargar baterías y me dirigí a los viveros a buscar orquídeas. Hay varios viveros y consulté con un mototaxista, me llevó al mejor vivero de la ciudad -dijo él- y comencé la búsqueda. Es impresionante la cantidad de orquídeas que había, de todos los tamaños, formas y colores. Por un lado da pena ver cómo depredan estas bellas plantas, pero en los viveros las ves cuidadas y "alimentadas" como debe ser. Aprendí cómo debía "criar" una planta como estas, sin mucha agua, asi suspendidas y con un buen colchón de cenizas o virutas. Eso precisamente no hicieron con el par de plantas que había comprado y murieron. Pena.
Paseé por la plaza de armas y un mototaxista me contó que cerca de ahí había unos baños termales que quedan en un cerro con una vista como si fuese un balcón. Para ir me tomaba mucho tiempo, así que lo cambié por una visita a un minizoológico. Hay una granja para lagartos pequeños, pero me dio mucha pena ver cómo estaba el coatí.
Cargado con mis dos plantas, inicié el retorno a Tarapoto, llegué tarde (casi las 10 de la noche) y comí algo ligero.
Último día, al aeropuerto nos dirigimos a las 11 de la mañana. Nuestro último día en esta ciudad mereció una visita de compras, objetos de madera y algunas cosas típicas. Cuando subí al avión sabía que la fiesta había terminado.