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jueves, 8 de diciembre de 2011

LOS CLÁSICOS DEL MIEDO, CINE DEL BUENO

El paso del tiempo causa (en nosotros) mutaciones


que ningún cosmético puede disimular. Somos, pues,

de la misma estirpe de los monstruos.

DOS NOMBRES DEL CINE FANTÁSTICO, RICARDO BEDOYA


Quizá uno de los sentimientos más complejos y primitivo en el ser humano es el del miedo. La génesis de este puede ser de lo más diversa en el mundo natural o creado por el hombre, pero la reacción es visceral y remite a un acto reflejo de supervivencia que se remonta a los orígenes mismos del hombre. Muchos factores que provocan éste siguen una línea muy antigua de arquetipos iniciales en la naturaleza que han ido cambiando en forma gracias a la sofisticación de la cultura humana. Los temores a la muerte, al ser devorado por un depredador, al dolor físico, al autoritarismo avasallador que comprometa la integridad física y mental de uno, están latentes en el imaginario humano y en muchos aspectos subyace en toda actividad que el hombre realiza cotidianamente y está presente en los temores que uno tiene hacia el futuro. El estar abandonado, el extravío como un cachorro sin manada, son sensaciones que suelen inmovilizar incluso al más valiente de los hombres que esté errando por esta vida. Muchas veces el miedo se acerca a la presencia positiva del dolor, sensación intensa que se acerca al placer, como una forma primitiva de reconocimiento de mi ser como entidad física. Se dice que el dolor (Thanatos) y el placer (Eros) confluyen y los límites de uno frente al otro se diluyen. Quizá sea esta perspectiva la que hace que lo que genera el miedo, pese a todo, siga siendo muy atractivo para el ser humano.

Así pues, es una suerte de placer el que sea generado por un factor imaginario, casi bordeando ribetes de masoquismo, y que moviliza a muchos de nosotros a buscarlo a través de las diversas manifestaciones del arte; es así que la literatura, sobre todo, y el cine han creado obras cuyo leit motiv es el terror; o han empleado a éste (como un instrumento) para llegar a explicar algo subyacente. Así pues se ha convertido en todo un género. Escritores mayores como Guy de Maupassant, Poe, Stevenson, King, Stoker; cineastas prominentes como Polansky, Murnau, Whale, Kubrick, Ford Coppola; todos ellos han incursionado en este género, aunque no es exclusividad de las artes nombradas (sino recordemos la escultura tétrica del gótico con el fin de atemorizar a los fieles; o la música de Mussorgsky).

Pero es el cine el que ha logrado enriquecer paulatinamente este género, gracias al poder de la imagen y los diversos recursos que muchas veces han dejado poco a la sugestión e imaginación del público. La literatura ha sido muy generosa creando personajes en el mundo del terror que el cine ha inmortalizado, pero esto generó que el cine haya tenido poca autonomía en la generación de sus personajes. Drácula, Frankenstein son personajes prestados de la literatura, inmortalizados por Bela Lugosi o Boris Karloff; personajes que han sido frecuentemente retomados por cineastas y actores por esa gran fascinación que ejercen sobre el espectador.

Pero el cine de terror también obedece a coyunturas que tratan de explicar de manera figurada el momento vivido; siendo manifestación de una supraestructura, el cine es también un intérprete de esta realidad y nos muestra relecturas subyacentes a través de las imágenes y de los monstruos creados; así pues muchas de estas películas se pueden entender por el momento político, social o económico que se vivía, al ideología del momento; otras por los temores del desarrollo inexorable de la ciencia que, en vez de ser un quehacer a favor del hombre, se vuelve contra éste hasta ser aplastado por su creación. Temores inconscientes de convertirse en Dios.


FRANKENSTEIN JAMES WHALE 1931 La dupla Whale- monstruos va a producir una gran gama de films en esta década prodigiosa, algunos de los cuales se van a convertir en clásicos del cine e incluso obras maestras como es el caso de LA NOVIA DE FRANKESTEIN. Pero la presencia de un gran actor que solía hacer papeles de “hombre malo”, Boris Karloff, revolucionó la construcción de estos personajes, ayudado por maquillajes y otros trucajes para crear personajes creíbles y temidos. Además, el mito de Prometeo llevado a la pantalla por el genio de Whale toca la fibra de esa necesidad humana de la perpetuación de la especie y la inmortalidad. Ese fuego divino es terrible y genera las consecuencias nefastas como las que vemos en la actualidad. La obra de Mary Shelley se da en pleno desarrollo del positivismo y ella creó, quizá de manera inconsciente, un llamado a la reflexión y la ética científica. De este monstruo vendrán los futuros creados ya no por acción natural o divina, vendrán los creados por los hombres, por sus fracasos de querer ascender un peldaño más en la cumbre del universo. Los intentos fallidos llegarán hasta nuestros días, atravesando los experimentos nazis, las mutaciones radioactivas (Godzilla y su secuela), la genética y el campo extraño y temido de los transgénicos. Jugando a Dios.


KING KONG MERIAN COOPER Y ERNEST SCHOEDSACK 1933 Entrañable film de aventuras y terror que muestra, además, los avances técnicos para el cine en esos años. La historia es por todos conocidas gracias a los remakes de los 80 y la de la década pasada. Un director de cine en busca de una actriz bonita para hacer una película de aventuras en una remota isla detenida en el tiempo de la prehistoria: la isla Calavera, sugerente nombre. Aquí se van a encontrar con seres inmensos y monstruosos, hasta hallar al colosal simio sagrado de los hombres aborígenes. La blonda protagonista es raptada por los nativos para ser sacrificada a su gran dios: Kong. Tras una serie de eventos, durante los cuales rescatan a la heroína y capturan al inmenso simio, todos recalan en Nueva York para hacer el espectáculo que les dará grandes réditos. Pero la naturaleza se les escapa de las manos, más aún de un simio enamorado que no duda en escalar el edificio más alto de la ciudad: el Empire State. El film causó mucha sorpresa por los recursos empleados y pudo haber sido más efectiva si no se hubiesen eliminado muchas escenas consideradas violentas por mucho público del pre estreno. Se inspiró en otro film de aventuras llamado El Mundo Perdido, cuyo equipo técnico también trabajó para esta película. Los publicistas de la época, con el fin de provocar más impacto en el potencial público, le agregaron KING (Rey) y así quedó para la posteridad.

THE WOLF MAN (EL HOMBRE LOBO) GEORGE WAGGNER 1941 Todo un clásico del cine terror con uno de los actores que inmortalizó al hijo de la licantropía: Lon Chaney, Jr. La vieja maldición de los hombres lobos es retomada y recreada libremente (para darle un carácter más truculento) para hacerla más comercial; el principal papel recae en este actor que realizó diversos papeles en la saga fundada por este film y algunas versiones cómicas en las que compartía su papel con otro grande del cine terror: el Drácula de Bela Lugosi. Fue Chaney quien le dio el carácter especial a este film. Hijo de un gran actor de filmes de carácter así como de terror (su padre fue el personaje que encarnó El Fantasma de la Ópera y Quasimodo, en filmes mudos), trabajó la construcción de este personaje con el maquillaje. El maquillador y creador de máscaras, Jack Pierce, se dedicó a observar varios tipos de lobos y sus diversos estados para poder crear el maquillaje adecuado. Muchas escenas fueron censuradas entonces por ser muy violentas.