La
sonada Cumbre de las Américas ha terminado de empañarse del todo, tanto de
manera interna como externa. La posibilidad de alcanzar logros positivos para
la paz y estabilidad de la Región se ha visto golpeada por dos eventos, uno sucedido
en nuestro país, más específicamente en el Congreso de la República; el otro es
a nivel internacional que ha puesto al mundo en vilo, al puro estilo de la
Guerra Fría, desconocida para los jóvenes y mucha gente cuyo interés por la
política es escaso o nulo.
El primer
caso es la cada vez más fuerte evidencia del narcotráfico en las esferas
gubernamentales peruanas. La presencia de varios congresistas vinculados
sospechosamente con el lavado de activos y el narcotráfico, sobre todo el
partido congresal más grande, hace que la famosa lucha contra la corrupción no
pase más allá de una declaración formal para acallar la opinión pública sobre
todo internacional. Lo de Edwin Vergara quizá sea la punta de un gran iceberg. Por
otro lado, Lima iba a discutir en su Cumbre el delicado tema Gobernabilidad
democrática frente a la corrupción. Este delicado tema fue abordado en una
coyuntura crítica con un Presidente recién juramentado en reemplazo del
renunciante PPK ante graves evidencias de corrupción; un presidente acusado
también de corrupción como lo es Michael Temer de Brasil; la sombra de
Odebrecht que cruza todo el continente americano que ha cubierto a nada menos
que el Presidente del Congreso peruano, Luis Galarreta, y otros congresistas. Parece
ser que el financiamiento de campañas electorales es una forma atractiva y
eficaz para lavado de activos, y esta acción alcanzará a todas las regiones de
nuestra nación. Por lo pronto ya empezó por estos lares. Con situaciones como
estas, la lucha contra la corrupción se torna difícil; recordemos a Bertrand De
Speville, abogado inglés y especialista en lucha contra la corrupción, quien planteara
que, fuera de los tres elementos importantes para contrarrestarla (la represión
sin capacidad de negociación, la prevención y la educación), debe de existir
una fuerte voluntad política. Como pedir que los lobos cuiden a las ovejas.
La segunda
recién ha empezado con la decisión de Trump y sus aliados de atacar territorio
sirio con bombas tras el supuesto ataque con gases realizado por el ejército de
ese país. Ahora, la verdad es la primera víctima con los cientos de miles de
refugiados del otrora bello país de fuerte presencia cristiana, la cual comenzó
a ser diezmada por gente del Daesh. En este ajedrez político, los ciudadanos
son meras piezas reciclables a los ojos de esos líderes sedientos de
demostrarle al otro quién en más fuerte. Irónico es saber que Daesh es apoyado
por Arabia Saudí, gran aliado estratégico de los Estados Unidos. Daesh es
declarado enemigo de occidente, o sea EE.UU. Esto en el papel, como muchas
buenas intenciones que pueblan los documentos oficiales de tantas
administraciones que dicen apoyar la paz.