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Trujillo, La Libertad, Peru
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miércoles, 19 de diciembre de 2018

TIERRAS CÁLIDAS: YANASARA Y LAGUNA SAUSACOCHA. SEGUNDO DÍA EN HUAMACHUCO. EL PARAÍSO.





02 de noviembre. Nos levantamos temprano para nuestro último día en Huamachuco. Ahora ya no íbamos a ascender a alturas demoledoras como vivimos el día anterior. No. Ahora nos descenderíamos a una zona yunga, un valle fértil, un paraíso como una vez lo llamó Melissa Massat cuando fuimos en el 2008. Nos íbamos a Yanasara. Como me había levantado temprano, fui a darme una vuelta por el centro de la ciudad, visitar su iglesia matriz, su gran plaza de armas y algunas calles aledañas. Ingresé a la iglesia matriz a la misa matutina y vi un interesante trabajo con vitrales. Vi la imagen de la Virgen de la Alta Gracia, la virgen principal de Huamachuco. Como era temprano, se veían las plantas y flores cubiertas por rocío y, a medida que subía el sol y la temperatura, se veía el vapor que se desprendía de la vegetación. Retorné al hotel para estar con el grupo.





Como de costumbre, ordenamos nuestro suculento desayuno a la espera de nuestra movilidad, la que nos iba a llevar a Yanasara, el paraíso, y a la laguna de Sausacocha. Esta visita trae para mí un grato recuerdo de aquella visita que hice hace 10 años. La ruta a Yanasara era insufrible. Y lo sigue siendo aún.  Nos habían comentado que ahora la carretera estaba del todo asfaltada. Era cierto, pero los deslizamientos hacen un poco riesgosa la jornada. En aquella oportunidad, íbamos unas 40 personas en el bus, invitados para un fam trip o viaje de familiarización con el fin de promocionar la ciudad de Huamachuco y sus atractivos. Hubo un paraje que despertó a todos los que íbamos cabeceando por la sinuosa carretera: un puente estrecho que permitía el paso de un vehículo de mediana dimensión ya en riesgo; uno puede imaginar el tremendo riesgo de sortear este puente. Su estrechez nos doblegó por lo que bajamos raudamente del bus y pedimos que este pasase solo con el chofer. En aquella oportunidad, atravesando la ruta con camiones que venían de las minas cercanas de oro hacían la travesía toda una odisea. En aquella oportunidad, al llegar al lugar ya cayendo el día, nos llevaron directamente a una poza de agua bastante temperada; en ese momento se desató una lluvia de regular intensidad, pero nosotros sentíamos caer las gotas frías en la superficie mientras nuestro cuerpo estaba en esas aguas deliciosas. Melissa solo llegó a exclamar: “no nos vayamos de aquí si esto es el paraíso”. Les había hablado tanto al pequeño grupo sobre esta experiencia y, en realidad, la volví a vivir con ellas.  Todos llevamos nuestro traje de baño, salvo Isabel, quien estaba convaleciente de una reciente operación. Eso no le negó el hecho de que se tomase una buena caminata, mientras nos dábamos un buen baño en la poza y un pequeño relajo en las pozas privadas de aguas más temperadas con agua fría. He aquí algunos datos de la zona, a la que hay que ir ( http://turismorutadelzahir.blogspot.com/2010/09/yanasara-un-paraje-de-aventura-y.html). Tras 10 años, muchas cosas han cambiado y se ve que el espacio ha ido creciendo y ofrece más servicios que aquella visita de hace una década anterior. Hay unos pequeños jardines y hay una gran piscina nueva, más grande que la poza. Estuvimos un buen tiempo, lo suficiente para disfrutar estas deliciosas aguas por las cuales uno sigue sintiendo que está en el paraíso. Aquí datos de Iván La Riva sobre la zona (http://ivanlariva.blogspot.com/2012/02/yanasara-bello-rincon-andino.html).





Ya listos y totalmente laxos, subimos a la camioneta para ascender a nuestro siguiente destino: la laguna de Sausacocha. Íbamos tranquilos en la camioneta, deteniéndonos en algunos parajes para tomar fotos al impresionante paisaje, cuando no hallamos con un embotellamiento: había habido un derrumbe un kilómetro más de nuestro súbito paradero. Estuvimos un buen rato, casi unos quince minutos, cuando le preguntamos a nuestro ocasional chofer sobre el tiempo que posiblemente nos íbamos a quedar y, viendo su reloj, nos comentó que no mucho, puesto que era casi mediodía y los trabajadores se iban a almorzar. Dicho y hecho, casi a mediodía, la columna de autos comenzó a pasar. Aquí todo el mundo sabe cómo son sus tiempos. Llegamos a la laguna, luego de haber sorteado una buena docena de precipicios amenazantes. El sitio ha mejorado considerablemente; sin embargo, me pregunto qué harán con todos los residuos sólidos y líquidos, y las aguas servidas de los numerosos restaurantes que abundan en la zona: ¿punto final, el lago? Pese a todo, nos embarcamos en almorzar nuestras consabidas truchas (las del día anterior fueron un verdadero bocado de cardenal), regadas con algunas cervecillas. He aquí la experiencia de un viajero al lugar (http://labrujuladelazar.blogspot.com/2018/01/laguna-sausacocha-huamachuco.html). Tras nuestro almuerzo, fuimos a ver las instalaciones del muelle de este lago. Sencillo y lleno de botes para dar una vuelta corta por la zona. El origen de la laguna se hunde en el misterio y la leyenda, he aquí uno que se lee en un cartel que está en el muelle de la misma laguna (http://munihuamachuco.gob.pe/docs/Sausacocha_Collasgon.pdf). Las chicas estaban agotadas, así que decidimos retornar a Huamachuco, pues se venía una fuerte lluvia.






Llegamos a Huamachuco casi una media hora después y nos fuimos a nuestro hotel. Una buena siesta y a preparar maletas. Más tarde salimos a husmear la ciudad y buscar un simpático lugar para un café: hay una suerte de paseo que se inicia (o acaba, depende la perspectiva) en el Teatro Municipal. Antes habíamos rondado por el mercado a la búsqueda de pan, cosa que nunca hallamos. Pena. Habíamos estado en su mercado central, el cual no está muy bien tenido. Nos preocupaba la salubridad y la exposición de carnes de manera abierta y con muchas moscas. Finalmente hallamos un simpático café con buenos postres: una isla en el lugar. Buena atención, hicimos una verdadera pascana. Pero las chicas querían un buen caldo de gallina y eso fuimos a buscar: el lugar donde habíamos almorzado una buena trucha frita el día anterior fue el lugar para el caldo de gallina generoso.
Así terminamos nuestra estadía en Huamachuco; el bus salía a las 10:30 pm. Nos fuimos caminando hasta el terminal de la empresa TUNESA. Las instalaciones son terribles, todo es bastante caótico. Tuvimos que meter nuestras maletas por nuestros propios medios. Ahora Isabel y María estaban ya mejor preparadas para el viaje de retorno. Llegamos a Trujillo casi a las 4 am.  










domingo, 18 de noviembre de 2018

HUAMACHUCO, CIUDAD DE LAS NUBES (VIAJE A LA ZONA VIEJA DE LA LIBERTAD)




31 de octubre. Una breve escapada con un pequeño grupo para visitar nuestra sierra, la sierra liberteña. La pararrayos, nuestra entrañable Isabel Lemoal, y su amiga Dominique, venidas de Francia, María y yo nos fuimos en bus de la empresa TUNESA en el servicio de 11 de la noche a Huamachuco. Se nos dijo que íbamos a llegar temprano, bastante temprano; por esa razón había coordinado con el hotel sobre nuestra llegada a esa ciudad. Llegamos a las 4 de la mañana, con Isabel bastante descompuesta por las innumerables curvas que había en la ruta. Los servicios dejan mucho qué desear, pues las instalaciones del terminal de la empresa son muy básicas, sobre todo los servicios higiénicos.
Ya acomodados en nuestro hotel, nos echamos a dormir hasta las 8 am con el fin de poder descansar algo. María también había pasado mucho frío. Ya despierto y luego de una ducha espartana (los baños eran estrechos, pero había agua caliente), bajamos a tomar desayuno. El desayuno sí era simpático con quinua, quesos, huevos y mucho pan para soportar la caminata. En un principio quería dejar la visita de lugares altos para el viernes 02, pero decidimos ir a nuestros objetivos iniciales: Marcahuamachuco y Wiracochapampa. Hablamos con la gente del hotel y le comentamos nuestro plan de contratar una movilidad diaria para que nos lleve a esos lugares y, al día siguiente, Sausacocha y Yanasara. La señora hizo una llamada proverbial y nos dijo que ya teníamos una camioneta a 100 soles por día. Nos llevaba a donde quisiésemos. Coordinamos para salir a las 9:30 con rumbo a Marcahuamachuco. El tramo no es distante, pero sí es escarpado el ascenso. Había estado en este lugar en 2005 y en 2008. 








Fue una visita interesante, aunque la zona recién era trabajada de manera sistemática y ordenada. Y el encuentro con este lugar fue bastante notable. El ingreso es libre, lo que no pareció correcto, pues un pago sería necesario para mantener este sitio arqueológico en buenas condiciones y ayudar en algo en la continuidad de las investigaciones. El lugar es de por sí mágico y muchos trujillanos, pese a la cercanía, no lo conocen. Ni María ni mis dos amigas francesas conocían la zona, y quedaron maravilladas. Ya en la camioneta, hicimos algunas compras como pastillas para el mareo y otras avituallas, por si acaso. El camino es asfaltado hasta cierto punto, hasta el desvío al complejo arqueológico; el asfalto continúa, supongo, hasta Sanagorán. Desde el desvío comienza la ruta escarpada. El precipicio se va marcando cada vez más y podemos ver a los lejos a la ciudad de Huamachuco y el pelado cerro El toro, en el que se halla oro y hay mucha extracción ilegal. Es terreno vedado. El 2016 que estuve como invitado a una ponencia y me comentaron muchos datos e historias turbias al respecto. Volvemos a nuestro lugar de interés. Marcahuamachuco está a un poco más de 3600 msnm. Y Huamachuco está a 3169. Ergo, tuvimos que subir otros 500 metros más. El camino lo hicimos lentamente, pero el paisaje es impresionante: la combinación entre la arquitectura lítica y su paisaje natural, casi una mímesis, aparte del camino obligado de las nubes por este espacio le daban un aspecto irreal, mágico. Es un espacio de 2 kilómetros y medio para ver, caminar y pensar la grandeza que alguna vez tuvo este lugar, esta cultura lítica, la cual, lastimosamente, no ha tenido herederos en el trabajo de la piedra, aunque me comentaron que sí hay persona que hacen cantería y trabajan las piedras. El pequeño museo municipal (que no logramos visitar) tiene un interesante trabajo de piedras labradas. Aquí un texto interesante para comprender más la grandeza de este sitio ( file:///C:/Users/Gerardo/Downloads/PRIMER_INFORME%20MARCAHUAMACH-Lumbreras02.pdf). Además datos del proyecto que está trabajando el rescate de este lugar (http://marcahuamachuco.gob.pe/index.php/marcahuamachuco-2/ubicacion/) . En realidad, venir a Trujillo y no darse un salto a esta zona es un descuido lamentable (https://www.arqueologiadelperu.com/tag/marcahuamachuco/?print=print-search).
Terminada nuestra caminata, nos fuimos a Wiracochapampa, el esplendor Wari en el Norte peruano. La primera vez que estuve aquí fue en 2008. En esa oportunidad, la zona no distaba de ofrecer un puñado de ruinas bastante deterioradas y un tramo del Camino Inca. Ahora es otra cosa. Igualmente, esta zona es trabajada por la Unidad Ejecutora 007 que trabaja Marcahuamachuco también. E igualmente no se paga la entrada (no creo que la gente se niegue a pagar un boleto de visita). Tiene una extensión de un poco más de 42 hectáreas y es una buena muestra de zona ocupada por personas que aprovecharon inteligentemente el espacio para poder acoger a un buen número de personas. Sabían aprovechar el agua y es zona rica en agricultura. Y las construcciones son impresionantes. Aquí dejo más información al respecto. (http://www.cultura.gob.pe/comunicacion/noticia/los-muros-escondidos-de-wiracochapampa) (https://www.arqueologiadelperu.com/tag/wiracochapampa/?print=print-search). También un artículo de la ocupación de esta zona desde épocas prehispánicas hasta inicios de la república (http://www.unife.edu.pe/publicaciones/revistas/consensus/volumen20/Consensus%2020_2/Cap%201.pdf). 







Terminada nuestra visita, nos dirigimos a almorzar y nos fuimos a un restaurante muy simpático cuya especialidad es: trucha frita. Un opíparo atracón luego de haber estado en lugares cargados de historia precolombina.
Como era Día de Todos los Santos, día de muertos, fuimos a ver el cementerio de la ciudad para recordar a todos los idos (que ya son muchos este año). El cementerio es pequeño, y cargado de historias de esta vieja ciudad. Una zona antigua y una zona nueva, llena de gente que limpiaba lápidas o nichos de los que ya se fueron. Vi algunas tumbas de gente joven. Y presenciamos un sepelio. Terminada nuestra visita, nos fuimos a descansar a nuestro hotel para acomodar nuestro organismo por el largo día de caminatas a más de tres mil metros. 







Por la noche salimos a ver el centro de la ciudad, su extensa plaza de armas y fuimos a tomar una buena sopa para dormir cuando se desató una fuerte lluvia. Felizmente duró poco, además las casas tienen aleros que te protegen de un aguacero. Habíamos quedado para ir al día siguiente a Yanasara y la laguna de Sausacocha. Fin de nuestra primera jornada.