Alberto Fujimori ha muerto. Con su deceso se
abre una serie de conjeturas en la sociedad peruana tanto en el interno del
partido que trata de llevar adelante su ideología, así como todo el panorama
político que en cierta manera es su herencia por la forma cómo quebrantó toda
organización partidaria en los años 90 al minar todas las asociaciones políticas
de entonces permitiéndose dar un autogolpe en 1992 por lo que se convirtió en
un dictador pleno. Generó una buena estabilidad económica, pero corrompió
cuanta persona e institución pudo, cáncer que arrastramos hasta el día de hoy y
que configura el Perú actual. El fallecimiento de AFF sucede en un contexto muy
especial, con un gobierno impopular que recibió la anuencia por parte suya, tal
como lo declaró en un video suyo. Dina sobrevive gracias al pulgar de Alberto y
ella espera eso de Keiko de ahora en adelante. Keiko ha sido muy fría en sus
cálculos, pues todo apunta que sabía todo de la enfermedad terminal de su padre
y que por esas condiciones su padre no iba a estar en las lides del 2026.
Maquiavélico. Pero la súbita muerte de AFF, parece, no estaba en los cálculos
de Keiko. Alberto convocaba más gente por el pasado económico que lo identifica,
aunque muchos se han olvidado de la fuerte recesión que vivimos en los años
97-98, agravado por el Niño de entonces; esto hizo que la dupla
Fujimori/Montesinos aceleren una nueva reelección (segunda) en caprichosas
interpretaciones de ley electoral, fuera de la maquinaria de corrupción de
todos los poderes que había logrado la dupla en ese entonces. Si calculamos el
tiempo electoral futuro, Keiko tendría que adelantar las elecciones para
aprovechar el olor de popularidad y nostalgia que arrastra de su padre: dos
años es mucho. Keiko quemó muchas naves por su terca actitud hasta la necedad
con PPK a tal grado que no dudó desbarrancar a su hermano Kenji (quien me
parece más sincero con la lealtad a su fenecido padre) y devolver a la cárcel a
Alberto. Mucha gente “albertista” no se lo perdona. Y nos sumió a todos en una
suerte de desgobierno que nos pasa factura. Un personaje como Pedro Castillo
pudo acceder a la presidencia por la obstinación de Keiko. ¿Puede ella permitirse
que otra persona vaya por el fujimorato, Kenji quizás? ¿Qué pasos ahora dará
para aprovechar este momento clave? ¿Acelerará la vacancia para apurar
elecciones presidenciales y congresales? Fue AFF quien dio el OK para que Dina
continúe y APP asuma Congreso. Por otro lado, algunos hablan de reconciliación
y olvido. Bastante osadas propuestas para un país prácticamente dividido. Hay
un texto muy interesante de Rebeca Villalobos sobre las exequias de Benito
Juárez y la potenciación de su imagen como símbolo unificador de una nación que
arrastraba una fuerte división. Su entierro significó un momento relevante para
la historia mexicana al neutralizar las rivalidades. En nuestro caso, hay
muchas brechas hondas por cerrar, demasiadas.