Definitivamente. El último par de meses del calendario peruano es una verdadera tómbola política. El año pasado el inefable Pedro Castillo dio una asonada de golpe de estado que no le dio resultado. Con él se iban muchas lacras que se habían enquistado en el aparato público y empezó una turbulencia social y política, que empeoró cuando la nueva presidente Dina Boluarte anuncia que se quedará hasta el 2026. Muchos de los personajes que entraron en la lacerante corrupción de Castillo salieron o mutaron, siendo este último caso, la permanencia del daño manifiesto contra el país. El turbulento año que ya va culminando tiene sombras sobre nuestra sociedad: la recesión que ya ha sido aceptada por este gobierno y el fenómeno de El Niño que ya está causando estragos en la sierra y la selva con acentuadas sequías; hay una suerte de indiferencia con la sequía que está afectado a la Amazonía y sus estragos ya han puesto en emergencia al Canal de Panamá, situación que aún no tenemos idea de la repercusión que tendrá en el comercio mundial y local. Por otro lado, en estas dos semanas que se han ido, hemos visto a la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides, envuelta en varios escándalos con varios congresistas que tratan de salvarla a como dé lugar, pues ella les salvó el pellejo en determinadas ocasiones. El congreso reúne a varios de estos personajes inescrupulosos de todas las tiendas políticas, de la izquierda y la derecha, de centro; de Lima y de provincias. Y la semana pasada culmina con la salida de Alberto Fujimori. Esta liberación del ex dictador abre un abanico de nuevas situaciones, tanto al interno como a los demás partidos políticos; fuera obviamente del panorama internacional. La liberación de AF en 2017 fue rechazada por su hija Keiko, quien congeló a su posible rival, Kenji, y sacó del juego a su padre, otra vez en la cárcel. La movida contra Kenji precipitó la salida de PPK y desde ese entonces hemos vivido en permanente zozobra gubernamental con 5 presidentes y dos congresos. AF quedaría como un símbolo inocuo para los intereses de KF a diferencia de 2017. Fortalece la gestión de esta frente a su electorado duro y puede tener repercusiones en el otro segmento semejante, APP, situación que puede ser capitalizada por FP. Ambos partidos tienen mucha presencia en provincias, a diferencia de los partidos capitalinos que se circunscriben a Lima y que incluso se están debilitando por la mediocre gestión del actual burgomaestre limeño. ¿Puede KF tener una buena estrategia que capitalice la figura de su padre? Sin embargo, están las acciones externas que podrían generar un problema para su partido y al país, fuera de los que ya se vislumbran para Dina y su séquito. Recién esto está empezando y hay más incertidumbres que certezas, pues no es fácil patear el tablero, justo en momentos en que el Perú tiene situaciones complicadas en el damero internacional. Tómbola a la peruana. Movidas fiestas nuestras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario