Varios lamentables sucesos en las últimas
semanas han ocurrido, sucesos que involucran directamente a la casta política gobernante.
Son sucesos bochornosos y luctuosos que incrementan el nivel de desaprobación
de ese circo que es el congreso peruano. Están en competencia de impopularidad,
Gobierno y Congreso. Fuera de los escándalos habituales centrémonos en dos,
pues dan una radiografía cruda de lo que está pasando en el país. La muerte de
Nano Guerra García desnuda muchas cosas, tanto de él como del sistema de salud
peruano. Aún se recuerda cuando este congresista participó en una sesión
congresal estando en el balneario Punta Sal en junio del año pasado; situación
indignante, sobre todo cuando comentó suelto de huesos, sin más, “lamentable he
tenido que trabajar”. Estando en playas arequipeñas, enfrentó una crisis
cardiaca que no pudo ser abordada a tiempo por la precariedad del sistema
público sanitario. Este sistema colapsó en la reciente pandemia y muestran la
realidad que enfrentan millones de peruanos diariamente. Pero este lamentable
acontecimiento fue prontamente relegado de las primeras planas y por los
líderes políticos, pues temen echar más leña al fuego al índice de rechazo
social. Las opiniones y reacciones vistas en redes sociales pueden ser
censurables, pero es también una muestra del hastío contenido de la población.
Y ni bien comenzaba el luto político cuando fuimos testigos de un escándalo que
involucra directamente a una congresista, nada menos que la tercera
vicepresidente del congreso: Rosselli Amuruz. En una fiesta hecha por su pareja,
Paul García (excongresista), hubo una pelea que terminó con un comunicador muerto
de un balazo. Es una situación bastante confusa y con diversas versiones que
trataban de sacar del escenario a dicha congresista, las recientes revelaciones
van desmintiendo toda la narrativa hecha tras el cruento escándalo. Esta
situación permitió escudriñar más el pasado de este personaje para ir
descubriendo una serie de perlas más que involucran a la pareja, como
contrataciones irregulares para el Congreso, para el Estado, ese que
defenestran, pero del cual viven sangrándolo; además, realizó viajes al
exterior durante la semana de representación. Y su famosa celebración de
cumpleaños durante la tercera ola del COVID, mientras miles de compatriotas
fallecían por la pandemia. Se espera una moción de censura contra ella, pero
conociendo la realidad del este hemiciclo, es bastante difícil que prospere.
“Otorongo no come otorongo”. Somos pues rehenes de una casta política
semidelincuencial que ha formado “partidos políticos” a su medida y que se
juntan, gobierno y congreso (con minúscula), para jugar en pared con el fin de
perpetuarse en el poder al estilo Fujimori. ¿A estas alturas alguien tiene
dudas al respecto? Esos escándalos pueden estar ocultando tramas oscuras para
copar otros poderes de manera silenciosa. Piensa mal y acertarás.