Casa tomada es un cuento fantástico de Julio Cortázar que nos cuenta la historia de dos hermanos que van perdiendo la propiedad de su antigua casa paulatinamente sin averiguar sobre los ruidos extraños que iban apareciendo en diversos rincones de su hogar hasta tener que abandonarlo por completo tirando la llave principal al alcantarillado. Extrapolando con la realidad, los graves sucesos ocurridos en diferentes puntos del país (violencia, incendios, sequías, desnutrición, etc..) habían perturbado un poco a los inquilinos de palacio y congreso; pero las huelgas de transportistas hicieron estallar la tranquilidad de los inquilinos. Sin embargo, a diferencia con el cuento fantástico, en nuestra realidad son los mismos inquilinos los causantes de esos ruidos perturbadores que los asusta. Ojalá los botara de la casa. La fingida indolencia de los políticos que pueblan sus pasillos y habitaciones es una forma de encubrir los principales móviles turbios que los mueve: así tenemos una presidente preocupada de zafarse de tantas anomalías gubernamentales escandalosas como el problema de los Rolex, su hermanito Nicanor y el caso de la huida del eterno prófugo Vladimir Cerrón; un poder ejecutivo preocupado en cubrirle las espaldas a Dina Boluarte tras cada uno de sus dislates con acciones que en otros gobiernos hubieron sido un motivo de censura tras censura; y un congreso que busca cómo beneficiarse y hacer tantas leyes anticonstitucionales que han acelerado el deterioro social en cuanto a seguridad, medio ambiente, política alimentaria, política partidaria, política económica estatal, cultura, poblaciones vulnerables, un largo etcétera. Esa es la diferencia entre el cuento de Cortázar y nuestro propio cuento: en el del escritor, los dos hermanos huyen de algo desconocido que es maligno; en el nuestro, lo maligno está en la casa. Pero es la reacción de la sociedad lo que ha perturbado un poco a nuestros inquilinos. En una franca muestra de centralismo puro, la huelga de los transportistas en Lima les ha preocupado mucho, tanto así que algunos congresistas han salido a poner su imagen a lado de líderes de transporte urbano a solidarizarse con ellos, pese a que han promovido una ley en favor de la extorsión y que permite prácticamente a los delincuentes que están presto a ser capturados ponerse a buen resguardo. Y unas tardías y absurdas respuestas de un poder ejecutivo con ministros incapaces como el de educación o trabajo con sus descabelladas medidas a poco de iniciarse el paro; o, peor aún, el ministro del interior, preocupado con tantos problemas personales, los que le hacen postergar su principal responsabilidad como es la de velar por toda la seguridad de los ciudadanos liderando una agresiva respuesta contra la criminalidad desbordada. Alucinante. Alguna vez leí que, si Franz Kafka y ahora Cortázar vivieran en nuestro país, no serían autores de obras absurdas; serían autores costumbristas. Simpático.
1 comentario:
Kafka tendría mucho material de inspiración
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