La
semana que termina nos ha permitido identificar enemigos fácilmente reconocibles y los ocultos que surgen en momentos críticos como los que
estamos viviendo. Tanto a nivel local como nacional, estamos siendo testigos de
ataques contra los ciudadanos de manera directa.
Tras
la caída de la cuestionada Fiscal de la Nación, muchos de los congresistas
involucrados en las fechorías de Patricia Benavides buscan argumentos para
detener la acentuada apertura de la caja de Pandora en el que se volviendo este
caso: las redes simpatizantes de los congresistas de todas las bancadas lanzan
ideas tratando de desprestigiar a la JNJ. Una campaña de mostrar los sueldos de
la Junta se volvió en un búmeran al anunciarse la desorbitante ganancia que van
a tener estos congresistas, cínicos, que tratan de sacar provecho de su puesto poniendo
en entredicho sus funciones: representar a la sociedad para buscar su bienestar
legislando adecuadamente en pro del bien común. Estos individuos atentan contra
la calidad universitaria, la institucionalidad de los partidos políticos, la
promoción de justicia y la independencia institucional de organismos del
Estado. Es verdaderamente lumpen lo que hallamos en estos personajes. Sin
embargo, ahora podemos ver a algunos medios que solían defender a estos personajes
que comienzan a resquebrajarse ante tamaño despropósito.
Por otro lado, el Centro Histórico de Trujillo y varias vías de tránsito masivo han sido cerrados de manera casi sorpresiva e intempestiva sin ningún plan de contención. El desconcierto y malestar de la ciudadanía no se hizo esperar. Hubo cancelaciones que afectaron a varios negocios, fuera del número de horas-hombre perdidas ante un tráfico insoportable, generando mayor contaminación gracias al viejo parque automotor que tenemos (veamos la cantidad de unidades de transporte público de gran antigüedad que circula), estrés entre las personas y las pérdidas causadas a establecimientos formales en plena campaña navideña. Cierto es que las calles y avenidas nuestras necesitan una urgente reparación. Pero, ¿será esta reparación lo suficientemente buena para soportar las lluvias habida cuenta de que no contamos con ningún sistema de drenaje, por ejemplo? ¿Coordinó con el área respectiva para ver la reducción de cables aéreos que según la autoridad edil serán erradicados? ¿Hubo alguna planificación y aviso a los residentes y negocios establecidos en el centro para que tomasen las medidas necesarias? ¿Se diseñó un plan alternativo para que el tránsito fuese desviado adecuadamente? ¿Qué pasa si los bomberos y las ambulancias en emergencia se encuentran con este atolladero y no cumplen con sus debidas funciones? ¿Quién asume esa responsabilidad en caso de haber pérdidas humanas? Tal como sucede en ese impopular congreso nacional, las autoridades locales actúan a espaldas de la ciudadanía, pues saben que tendrán la inacción por respuesta. ¿En eso hemos quedado como ciudadanos?