Lunes 03 de octubre, día de resaca
electoral. Control de daños. Un panorama poco alentador para los mismos
ganadores. Una semana después las consecuencias y reflexiones de todos los
partidos políticos deben de ser, en estos momentos para casi todos, una
pesadilla. A estas alturas, entre el incremento del ausentismo electoral, las
pérdidas de plazas antes fijas o sólidas (en recuerdo al eslogan “sólido
Norte”) y la fragmentación del panorama político nacional en el que los
partidos políticos nacionales han perdido frente al avance de los regionales, deben
de ser, desde todo punto de vista, una situación alarmante en la constitución
de cada agremiación política, así como un panorama nada positivo para la construcción
de soluciones consensuadas e integradoras que podría dificultar la
gobernabilidad de la nación en su conjunto. Las actuaciones de los líderes
políticos, tanto en el poder ejecutivo como en el legislativo, han tenido sus
consecuencias. En cierta manera no hemos visto un Perú, sino muchas naciones en
un territorio que han sido reflejadas en estos resultados. Esta situación debe
tener un fuerte impacto en los llamados partidos nacionales, acostumbrados a
mandar cuadros de candidatos cuestionables. La presencia de jóvenes de 19 y 20
años (Lima y La Libertad) es también una muestra de la falta de control y
respeto hacia el elector en general, que no hace sino debilitar cada vez las
reglas democráticas para crear estas situaciones ridículas.
En nuestra Región, los resultados
huelen a repetición histórica, aquella cuando el APRA cedió el paso a APP. La
candidatura de Acuña con el fin de salvar su bastión haciendo una cuantiosa
inversión en su campaña no ha logrado los resultados esperados. La Libertad en
su conjunto tiene casi un 75 % de asistencia a las urnas, un poco más de un
millón de votos (1,068,431); de esa masa electoral, APP ha conseguido sólo un
poco más de 34%. Una cantidad bastante baja en comparación con los resultados
obtenidos en elecciones anteriores. Es un pesado bagaje que está pasando
factura a su partido, dominado por su figura. Además, la pérdida de APP de la
plaza trujillana por un amplio margen repite ese escenario del 2007, cuando César
Acuña ganó por primera vez el sillón provincial. Por otro lado, muchas plazas
de la sierra liberteña acusan un avance de un partido (TT) que recicló a gente
del fenecido APRA en desmedro de APP. ¿Ciclo de no retorno? Esperemos que, por
el bien de nuestra ciudad, ambos líderes ganadores se centren en trabajar en
conjunto y no actuar enfrentándose al otro en desmedro de nuestra ya complicada
ciudad.
Por último, Lo de Lima es una
situación lamentable: con un díscolo ganador conflictivo con escasa popularidad
(el alcalde limeño que menos votos ha conseguido en las historias electorales)
no se vislumbra una situación muy edificante para la gobernabilidad en general.
Este es el estado crítico en el que se halla el mundo político en general.
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