Hace dos semanas escribí sobre una serie de
actividades focalizadas en el surf en Huanchaco: las jornadas empezaron hace
dos lunes con una muestra de videos en el que destacaba uno que narraba el caso
de un joven, Adrián Ruiz. Este joven encontró en este deporte no sólo diversión,
sino una forma de vida, un propósito y que lo liga con su comunidad, pues ayuda
a enseñar y difundir esta actividad entre los demás jóvenes y niños del
milenario balneario. En las conversaciones que tuvimos durante la presentación,
Adrián tiene las cosas claras y sus metas están bastante delineadas. Lo bueno
era escuchar las palabras de la madre, quien ha aceptado, después de todo, la
decisión de su joven hijo. Con un entorno nuclear favorable, esperamos que
Adrián vuele lejos y que, al lograr sus objetivos, crezcan con él, su entorno
familiar y su comunidad, tan necesitada de personas de valor y coraje frente a
actitud pusilánime y hasta contraria de un mundo adulto oficial o económico que
suele cortar las alas a estos tipos de anhelos. Por otro lado, las redes han
estallado al ver el coraje y la decisión de un joven andahuaylino, Cliver
Huamán, quien no se amedrentó ante las convencionalidades y reglas del mundo
deportivo oficial; como el caso del partido final por la Copa Libertadores en
Lima. Las puertas del estadio Monumental se le cerraron, pero el destino y su
férrea voluntad le han abierto ciento de oportunidades. Cliver no se amilanó y
subió nada menos que al Cerro San Cristóbal para narrar el partido tal como lo
había prometido a su audiencia. Su palabra vale. Este muchacho de 15 años no se
doblegó por la distancia y los problemas que suelen tener cotidianamente un joven
provinciano de escasos recursos. Adrián y Cliver son otro rostro de nuestra
sociedad, jóvenes que son usualmente marginados y a los cuales las
oportunidades son bastante limitadas. Y como estos, tenemos cientos de jóvenes
y adolescentes que construyen sus vidas con aspiraciones que esperan algún día
ser satisfechas o verlas cumplidas. Como las aspiraciones del joven locutor
Fernando Valencia, a quien vimos en el documental Runa Simi de José Zegarra haciendo
gestiones para lograr doblar al quechua la película El rey león de Disney para
que la comunidad quechua hablante la pueda disfrutar en su lengua materna y
sentirse integrados a una sociedad que los discrimina y relega en el mundo
oficial. Las acciones que hemos visto y seguiremos viendo por parte de estos
jóvenes son ese país real tan lejos del mundo oscuro que se vive en los
espacios de poder y que, de manera personal, espero que no los contaminen con
la burda manipulación que habrá en esta campaña electoral. Eso ya está pasando
con Cliver al cual ahora le rinden honores y abrazos. He visto que José Jerí
aprovecha la cresta de la ola para bañarse de popularidad. Esos jóvenes, que
construyen la nación, tendrán un poder de decisión en 2026. ¿Qué harán los
candidatos?
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