El marte 07 de marzo tuve una
primera reunión con el Comité Cívico por la
Revitalización del Centro Histórico de Trujillo a invitación de Mario Falero,
quien lo preside. El motivo de la reunión fue para retomar el trabajo que se
hizo el año pasado con sus logros y bemoles, y la necesidad de un compromiso
mayor para lograr el objetivo principal que es revitalizar el Centro Histórico
de la ciudad. Durante la conversación se comentó, en ese entonces, que
estábamos cerca de la fecha en la que el Niño del 25 se manifestó con tres días
lluviosos que abatieron a la ciudad el mismo mes a pocos días. Y el 14 cayó la
primera plaga a la ciudad. Durante seis días, la ciudad en su totalidad sufrió
fuertes lluvias y, sobre todo, siete huaicos que paralizaron la ciudad. Los
ciudadanos nos preocupamos de cómo guarecernos y cómo defender nuestros bienes.
Una vez pasada estas riadas, la ciudad comenzó a restañar sus heridas, que
tomarán buen tiempo, y la espera de un plan coherente para que de una vez por
todas Trujillo cuente con un programa de prevención más coherente y que haya
una decisión política más sostenible, así se tomen medidas impopulares.
La reunión
se centró, sin conocer aún lo que se nos venía, en ofrecer un programa
atractivo para la ciudadanía y turistas para la Semana Santa, de la cual nos
separaba casi un mes. Nos cayó la noche;
sin embargo, se siguió trabajando en base a unas ideas intercambiadas por
correo antes del desastre. La gestión de Miriam Gayoso alcanzó una propuesta de
tres circuitos religiosos, para lo cual se había preparado ya un bosquejo de
tríptico. Dos de los circuitos eran en el Centro Histórico y tenía a la
Catedral como eje principal. Y un tercero que se focalizaba en cuatro iglesias
de la periferia que son “iglesias de indios”. Debido a la situación se trabajó a cierta
velocidad con el fin de tener esta propuesta lista para los días jueves 13 y
viernes 14, que corresponde a la fecha de Semana Santa. Con el fin de
promocionar estas rutas se hizo una conferencia de prensa el viernes 07 para
difusión a la comunidad. Ese día, quizá por no haber alcanzado información
sobre mi CV, me “nombraron” historiador, profesión que me hubiera gustado
seguir, fuera de la de lingüística; pero usurpé ese título. Mil disculpas a los
agraviados.
Con el fin
de monitorear este nuevo “producto”, el
día 05 se hizo un primer simulacro con la visita del primer circuito. Esta no
fue del todo satisfactoria, pues hubo una serie de descoordinaciones que sucedieron,
felizmente, en este espacio. Nos encontramos todos en el atrio de la Catedral
con el grueso de guías de turismo gracias a la gestión de Yvette Cayetano,
quien había convocado al mayor número de ellos para poder convencerlos sobre
este proyecto. Hubo más responsabilidades, pero la premura y la situación
generada por el estado de la ciudad hicieron que varias actividades sean
suspendidas. A las 9 de la mañana, ya reunidos, nos dirigimos a la iglesia de
Santa Ana. El templo se
encuentra en la esquina de los jirones Orbegoso y Zepita, sin conocerse la
fecha de construcción; es una iglesia de Indios, de allí que este mantiene una
semejanza con compositiva con los templos análogos, como son los de Mansiche y
Huamán; por eso su ubicación no se halla tan distante de una de las puertas de
la antigua muralla de la ciudad (obra planificada por el ingeniero italiano
Joseph Fomento): la portada de Mansiche. Está dedicada a Santa Ana, madre de María, por lo que es interesante ver una talla moderna de Santa Ana niña con sus padres, los abuelos de María.
La iglesia es regentada por una orden
colombiana de padres, a los cuales se les reconoce por el uso de larga sotana
marrón. Cuenta con una plazoleta, antiguamente abierta al público, hoy luce
cercada por rejas de fierro que limitan su acceso, acondicionada con bancas,
acompañadas de árboles, jardines, farolas y luminarias; cuando uno accede a la
plazoleta hacia la mano izquierda y hacia el fondo hay una placa interesante
colocada en 1935 que rememora el cuarto centenario de la fundación de Trujillo
y el compromiso que asumió la pequeña comunidad judía residente en nuestra
ciudad en esos años que se comprometió a reconstruir la iglesia que quedó muy
dañada por el Niño de 1925.
Ese fenómeno fue catastrófico para todo el Norte
peruano. Recuerdo la visita de una amiga que venía a investigar el primer caso
de posesión demoniaca de dos monjas del Convento de Santa Clara; ella fue
recibida amablemente por las madres; poco después se enteró que todos esos
archivos fueron destruidos por las lluvias y huaicos de ese entonces. Recuerdo
haber visto una foto ampliada de la Plaza de Armas de esos años que mostraba
una alfombra negra en el piso de la misma: era una ingente cantidad de insectos
que cubrían la plaza. Nos tocaba San Francisco (conocida como “El Sagrario”),
pero estaban en plena limpieza. Me hubiera gustado ver las joyas que tiene este
convento, diversas tallas e, incluso, se habla de una pequeña escultura de Juan
de Legarda, famoso tallador y escultor quiteño de la colonia. Lástima.
Así que nos dirigimos a la Catedral.
La información de la misma dice así: “Desde
la fundación de la ciudad de Trujillo, se planifico y estableció el terreno
para la construcción de la iglesia matriz, la que se edificó de manera muy
reservada. Sin embargo la primera construcción fue muy simple y con la creación
del Obispado de Trujillo mediante bula papal emitida por el papa Gregorio XIII en
año 1577, esta iglesia se transformó en catedral, mejorando y ampliado su
construcción para que esté acorde a su estatus. Esta primera iglesia fue
destruida por el violento terremoto del 14 de febrero de 1619 siendo reconstruido entre los años de
1647 al 1666. El 23 de agosto de 1967, el Papa Paulo VI elevó a esta catedral a
la categoría de Basílica Menor, cuando el arzobispo de Trujillo era el padre
Carlos María Jürgen. Esta es la distribución arquitectónica básica que ha
llegado hasta nuestros días. El sistema constructivo en que se basa la
estructura de esta iglesia es el arco, arcos ciegos, bóvedas, cúpulas, y muros
portantes, el establecer el comportamiento de la estructura ante movimientos
sísmicos y determinar los puntos de falla, permitirá establecer su estado de
conservación. El primer ambiente es el sistema de naves dispuestas en cruz, y
que están destinadas al uso público en la se desarrollan las actividades
religiosas públicas.” La iglesia ha sido pintada en su interior. Tuvimos la
oportunidad de ver dos cuadros: el de Santo Toribio de Mogrovejo otorgando el Sacramento
de la Confirmación a Santa Rosa de Lima y el del Misterio de la Santísima
Eucaristía, dividida en tres escenas (cielo, tierra e infierno), el cual
generó una polémica por las diversas interpretaciones que focalizaban la
atención sobre la Virgen María, cuando en realidad el punto de referencia es la
eucaristía; la distribución es simétrica y marca claramente la división de los
tres niveles; interesante es el trabajo de la luz en el mismo cuadro.
Desconozco el autor y buceo en los libros de historia. Alguien debe de tener ese
dato. Aquí terminamos el primer periplo, con diversas observaciones a corregir.
No asistí al día siguiente, que era el segundo circuito ni
el lunes 10 que se iba a realizar el tercer circuito. Pero sí lo hice de manera
oficial el viernes santo, el 14. Íbamos
a visitar las iglesias de las reducciones de indios. Salimos varias personas en
un ómnibus en dirección a Huamán, siempre bella. La iglesia Señor de Huamán
tiene una de las portadas más impresionantes del arte barroco indígena del
Norte peruano. Hay toda una simbología
tan locuaz en sus hornacinas, detalles de las dos sirenas que
representan la lujuria, el pecado, caso raro en el barroco peruano. La plaza
debe de ser rescatada y cuidar la fachada, pues muchas palomas la están
deteriorando con sus heces. En el interior hay varios lienzos coloniales que
hay que restaurar urgentemente.
Luego nos fuimos a la iglesia Mansiche, llamada Divino
Salvador, que, como Huamán, se construyó sobre zona pantanosa. Las lluvias del
14 de marzo la han afectado un poco. Esta iglesia tiene un bello altar y ha
mantenido dos bellos retablos laterales de cedro de Nicaragua.
La siguiente iglesia fue San José que se halla en la carretera
a Huanchaco, vecina a Chan Chan. El origen de la misma se pierde en el tiempo
pues creen que fue una pascana obligatoria en los peregrinajes de la Virgen del
Perpetuo Socorro a Trujillo. Oficialmente fue fundada en 1876. Ironías de la
vida: esta iglesia fue la primera que visitó el papa Juan Pablo II en su visita
a la ciudad. Todos pensaban que iba a ser Mansiche, se engalanó la plaza de esa
iglesia, se hizo un parque de bustos papales e incluso un arco (ahora demolido).
Aquí hay leyendas como el de la gringa (que aparece a medianoche a los
conductores en la carretera) o del cura sin cabeza. El escritor Camino Calderón
habla de otro origen. La iglesia está totalmente pintada en el interior. Parece
ser que cada cófrade ha puesto en cada hornacina su gusto particular. Hay una
pequeña talla de Cristo de la colonia.
Nuestro último objetivo fue Huanchaco, la iglesia de
Nuestra Señora del Socorro. La vista sería impresionante si se pintaran todas
las paredes laterales de la casi ciudad. La mirada de ladrillos sin enlucido
desmerece mucho una vista panorámica atractiva con el muelle y el mar como
fondo. La iglesia tiene varias tumbas en las paredes y lo interesante es
obviamente la virgen cuyo rostro es nada menos que la famosa Juana la loca,
esposa de Felipe el hermoso de Flandes, y de cuya dinastía vendrían los
Habsburgo. Era usual usar los rostros de reinas para imaginar a una talla de
vírgenes. En España se usó, por ejemplo, el de Isabel la católica, madre de
Juana la loca. Otro detalle es que se halla la tumba del benefactor Dean
Saavedra. Además hay un interesante exposición de un amplio y lujoso vestuario para la virgen y el niño que lleva en sus brazos. Hay además una colección permanente de cuadros del pintor Pío Ángel, quien ha hecho la representación de la vía crucis con todos los detalles huanchaqueros que podemos distinguir: la usanza de vestir, los arenales, el mar y el inconfundible cerro Campana, lugar sagrado que esperamos haya la voluntad de preservarlo e incluirlo dentro de la oferta turística de este balneario y la ciudad.
Retornamos a Trujillo, tras casi tres horas de una visita
interesante. Un nuevo filón se ha abierto. Ahora a hacerlo crecer y mejorarlo.
Trujillo tiene lo suyo.